Ante el ya prolongado estancamiento del sector industrial mexicano, el nuevo presidente de la Canacintra, Enoch Castellanos, señala que sus representados le dan el beneficio de la duda a López Obrador y se unirán al esfuerzo por impulsar el crecimiento de la economía nacional.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La primera semana de marzo, la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) acumuló 10 sesiones consecutivas a la baja, mientras que el peso tuvo la mayor caída semanal no vista desde noviembre pasado al depreciarse 1.14% frente al dólar, que está a punto de alcanzar los 20 pesos en ventanillas bancarias.
Además, hubo una oleada de revisiones a la baja del crecimiento económico del país: la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) redujo su pronostico de 2.5% a 2%; el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo colocó en 2.1%; mientras que el Banco de México prevé una expansión del Producto Interno Bruto (PIB) entre 1.1% y 2.1%, cuando en diciembre ubicaba su pronóstico entre 1.75 y 2.7%.
Lo anterior sin mencionar la degradación en las notas crediticias del país y de Pemex por las agencias calificadoras internacionales.
En medio de este panorama que muestra la desconfianza de los mercados en la política económica del gobierno de López Obrador, el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) para el periodo 2019-2020, Enoch Castellanos Férez, otorga un voto de confianza a la nueva administración.
“Nos comprometemos a apoyar un crecimiento de 4%, siempre y cuando se genere confianza, permita que llegue la inversión al sector energético, al sector de electricidad, de hidrocarburos, que siga llegando inversión a telecomunicaciones, al sector bancario, y que nos permita ser parte de la solución, no del problema.”
Sin embargo, advierte: “Vamos a trabajar con el gobierno federal, pero no vamos a dar un cheque en blanco”.
El empresario agroindustrial, oriundo de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, quien fue candidato de unidad para representar a más de 50 mil empresas, abunda:
“Se tiene que generar confianza, se deben dar señales firmes del gobierno federal para asegurar que cualquier inversión privada, sea nacional o internacional, va a tener las garantías de recuperarse y generar utilidad. Las inversiones no se hacen por altruismo, se hacen para generar un ingreso y esto deriva en una derrama económica que genera impuestos por pagar y genera empleos.
“Damos el beneficio de la duda. Partimos del hecho de que el pueblo de México votó mayoritariamente por una opción de cambio que representa el presidente López Obrador y bajo ese precepto… es cierto que la globalización ha concentrado los capitales en muy pocas manos, a través de fusiones, de mercados dominantes, monopolios, etcétera. De tal forma es que es deseable que se compense este crecimiento y todos debemos aportar a él. Los mismos industriales debemos ser agentes de cambio.”
Hasta la fecha, dice el presidente de la Canacintra, no ha sido muy fluida la relación con el gabinete económico encabezado por Graciela Márquez, la titular de la Secretaría de Economía (SE), y por Carlos Urzúa, de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), además de que preocupa la intención del gobierno de volver a una economía mixta, donde “el Estado se convierta de nueva cuenta en empresario”.
“Como representante de la industria, me gustaría que se hablara en foros muy concretos e incluso de manera privada con el equipo del presidente para entender cómo quieren llegar a una economía mixta, porque si eso significa parar o retrasar las inversiones privadas, como ya lo estamos viendo en el sector energético, en electricidad o de hidrocarburos, esto es un freno brutal para la economía”, alerta.
“Desindustrialización”
El panorama del sector no es alentador. En el reporte Industria en recesión, que publicó el pasado 15 de enero, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) muestra que las industrias mexicanas disminuyeron su participación en el PIB, al pasar de 36.2% en 1993 a sólo 29.9% en 2017. Por el contrario, las exportaciones muestran un incremento significativo al pasar de 14.6% a 34.8% del PIB.
Desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), hoy T-MEC, México se concentró en el comercio exterior y dejó a un lado el fortalecimiento de la industria nacional.
En el mismo documento el IDIC, dirigido por José Luis de la Cruz Gallegos, establece: “Este contexto se explica por el crecimiento que se dio en las importaciones, ubicándose en un 36% en relación con el PIB para 2017, desde el 16% en 1993, mientras que la inversión (formación bruta de capital fijo) se ha mantenido estancada alrededor de 20% como proporción del PIB”.
Si se analiza el crecimiento promedio anual que ha tenido el sector en los últimos sexenios, también se advierte su debilitamiento o, como lo llama De la Cruz Gallegos, una “desindustrialización”.
El IDIC explica en su reporte que en la administración de Enrique Peña Nieto el crecimiento promedio de la actividad industrial fue de 0.6% (con cifras a noviembre), que se acerca al de la administración de Felipe Calderón (cuando las actividades secundarias apenas se expandieron 0.5%), mientras que con Vicente Fox se incrementó 1.4% y con Ernesto Zedillo 3.5%.
“De los sectores industriales resalta que, aun cuando durante el último periodo en el país se generó una serie de reformas estructurales, donde destacó la energética, tanto el sector de la minería como el de energía eléctrica, agua y gas mostraron una menor dinámica. La reforma energética no blindó al sector petrolero y de extracción de gas de la recesión en que se encuentra”, acota el estudio del IDIC.
De los componentes de la industria en su conjunto (construcción, minería, producción de energía eléctrica, agua y gas) destacan las industrias manufactureras, que en el último sexenio fueron las que más crecieron, con un promedio anual de 2.1%.
Sin embargo, 13 de esas industrias manufactureras muestran tendencia estancada o a la baja y sólo ocho al alza.
Siete están en números rojos y equivalen a 39.9% del total industrial: se trata del subsector de fabricación de insumos textiles y acabado de textiles; fabricación de prendas de vestir; industrias de alimentos; el sector del curtido y acabado de cuero y piel (además de fabricación de productos de cuero, piel y materiales sucedáneos); la industria de metálicas básicas; fabricación de productos metálicos; así como la industria de fabricación de productos derivados del petróleo y carbón.
Esta última lleva tres años en caída libre desde 2015 y todo apunta a que en 2019 sus números también serán negativos.
Con tendencia estancada el IDIC identifica seis subsectores manufactureros, con una participación de 21.6% del total industrial: la fabricación de muebles, colchones y persianas; la maderera; la industria de la fabricación de accesorios, aparatos eléctricos y equipo de generación de energía eléctrica; la industria del papel; la industria química, y la que fabrica productos a base de minerales no metálicos.
Los ocho al alza son el de bebidas y tabaco; impresión e industrias conexas; producción de productos textiles; fabricación de equipo de computación, comunicación, medición y de otros equipos, componentes y accesorios electrónicos; la industria del plástico y hule; maquinaria y equipo; otras manufacturas y el sector de equipo de transporte.
Estos subsectores tienen una participación de 35.2% del sector industrial, mientras que el equipo de transporte es el más relevante, con 17.3%.
“Vocación nacionalista”
Con este panorama de magro crecimiento, el líder de la Canacintra señala que el empujón necesario para la industria nacional “está alineado con la vocación nacionalista” de López Obrador.
“Es la política industrial –explica–, de la cual carecemos al menos en 30 años, entendida como la serie de programas y estímulos que puedan dinamizar una actividad en particular. Esta es la manera en que podemos despegar, si se hace un programa serio en financiamiento, por ejemplo.”
Castellanos Férez reconoce que los programas sociales que implantó López Obrador, como las tandas en apoyo a los dueños de pequeños comercios, son loables, aunque matiza: “Para generar empleos se necesita un poco más de dinero, quizá créditos de entre 300 mil pesos y 1 millón y medio para las minipymes les permitirían comprar maquinaria y capital de trabajo, para dar un salto y generar dos o tres o cuatro empleos más. Eso sí sería deseable y nos ponemos a las órdenes”.
Igual que José Luis de la Cruz, presidente de la Comisión de Estudios Económicos de la Confederación de Cámaras Industriales de la República Mexicana (Concamin), Castellanos ve con optimismo la renovación de las salvaguardas con vigencia de seis meses a importaciones de acero y las medidas en favor de los sectores del calzado y textil, en las que se incluyeron más de 250 fracciones adicionales que habían expirado semanas atrás.
Además, ven con buenos ojos la conformación del Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y el Crecimiento Económico, a fin de que los sectores público, privado y académico colaboren para estimular el crecimiento estructural del país con un enfoque social y plural.
Cuando se le pregunta si algunas industrias corren el riesgo de desaparecer, Castellanos Férez responde:
“Aquellos en los que se acaban de instalar las salvaguardas, el sector textil, el del zapato. Son sectores que están en peligro. El sector plástico, por la misma dinámica hacia un desarrollo sustentable… La industria química ha estado bajo asedio con el riesgo de la falta de materias primas, porque a pesar de que ya está abierto el mercado para que cualquiera pueda generar petroquímicos y química básica, también es cierto que el mercado es dominado por Pemex.
–¿Cómo ha impactado la inseguridad a las industrias?
–Es una realidad nacional lamentable. Vemos estados como Veracruz: Coatzacoalcos se vació siendo un polo industrial, la capital de la petroquímica; ahora está muy lastimado. Familias completas han dejado sus hogares. Muy compleja la situación en Michoacán y en estados como Guanajuato.
En cuanto al desabasto de gas natural, el líder de la Canacintra recuerda que se arrastra desde hace años. “Como consecuencia –comenta–, el país produce menos de la mitad de los 8 mil millones de pies cúbicos por día que requieren tanto la industria energética como la industria química, petroquímica y la industria pesada. Nos vemos en la necesidad de importar una cantidad importante de gas y lo hacemos a través de ductos conectados con Estados Unidos y de terminales de gas natural licuado que se encuentran en Manzanillo y Coahuila, pero los costos se incrementan”.
–¿Qué se espera con el T-MEC?
–Con la renegociación del TLCAN se mantiene el estatus de privilegio que tiene México para comercializar con los socios de Norteamérica. No hay nada nuevo. Pudiera haber una política que sustituya importaciones para aumentar el contenido nacional en toda la cadena de fabricantes de automóviles.
Y remata: “Existen dos México desde el punto de vista industrial. Una industria nacional que está bien integrada a las cadenas globales y otra industria que está compuesta por talleres, por factorías pequeñas, con unidades de negocios que no tienen las capacidades de integrarse. Solamente 8% de las micro, pequeña y medianas empresas exportan”.
Este reportaje se publicó el 10 de marzo de 2019 en la edición 2210 de la revista Proceso.