El insólito acervo artístico del Hospital de Nutrición

sábado, 16 de marzo de 2019 · 09:12
Que los temas “sean alegres, con armonía, luz, color”, esa es la idea que Palmira de la Garza, curadora de la gran colección de obra artística del afamado complejo médico, resalta en cada uno de sus espacios para integrarla al mundo de los pacientes. Son más de 500 obras, muchas de ellas donadas por éstos, pero también entregadas por creadores de relieve. De la mano de la especialista, Proceso recorrió el extraordinario bagaje de este instituto de excelencia médica. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Es de los mejores hospitales de tercer nivel en el continente y uno de los menos caros para los pacientes adultos mexicanos. Pero además, el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ) cuenta con una magnífica colección de artes plásticas donada por los propios pintores y escultores de nuestro país, algunos de ellos que han sido atendidos en sus dolencias por los especialistas de este prestigiado instituto en Tlalpan, al sur de la capital. “Tenemos 519 obras distribuidas por muros, jardines del instituto, en consultorios, pasillos, y todo el hospital”, explica Palmira de la Garza y Arce, coordinadora de Arte y Cultura en su oficina de la planta baja en Hospitalización, el inmueble mayor del INCMNSZ (que comprende la cuadra entre avenida Vasco de Quiroga, al oeste; calle lateral de Viaducto Tlalpan, al este; avenida Martín de la Cruz, al norte, y San Fernando, al sur). [caption id="attachment_576775" align="alignnone" width="5616"] Palmira de la Garza, directora del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubiran
Foto: Miguel Dimayuga[/caption] La primera obra, relata, fue el imponente mural de 9 metros por 3 de altura realizada por el actor, arquitecto, historiador y pintor habanero René Alís en el vestíbulo del Auditorio, “Las Ciencias y las Artes”, realizada en altorrelieve hacia 1982 durante en la gestión al frente del INCMNSZ del doctor Manuel Campuzano Fernández (Proceso, 111). --En su sitio de internet tienen una sección en donde están seis de los pintores de su acervo: Mauro Gómez Vázquez, Argelia Rojas, Leonardo Nierman, Héctor Cruz García, Antonio Apodaca y Enrique López Pacheco; sin embargo hay muchas pintoras y usted dice que son más de 500 obras… --Sí, por ejemplo, Emma Guzmán Ayala ha donado 50 y el maestro Apodaca, 15, es decir, no son 500 los autores. De Mauro Gómez tenemos seis, lo que aparece en la página web muestra una pequeña parte de la colección. El acceso norte a Laboratorio y Toma de Muestras conduce hacia algunas piezas emblemáticas de Emma Guzmán, como “Pensamientos estelares”, y la “Vida llena de alegría” con técnica mixta, que ella describe cual “cuadro lleno de flores, lleno de vida, lleno de colores, así como me reciben cuando yo llego a este hospital” (https://youtu.be/Mk6RF8quijo). --¿Cuál es la condición para las donaciones? --Tenemos un grupo de trabajo, nos reunimos una vez al mes y ahí vemos y discutimos la obra en cuestión –responde Palmira de la Garza, quien lleva más de dos décadas en el INCMNSZ--. La única condición es que ésta obra sea donada, dé bienestar a nuestros pacientes y usuarios; buscamos que los temas sean alegres, con armonía, luz, color, esa es la idea. --Ustedes promueven el programa “El artista del mes” y campañas con la Fundación UNAM. ¿Hay también exposiciones conjuntas en el instituto? --Solamente en alguna ocasión particular, como la del 70 aniversario del INCMNSZ en 2016. No se cuenta con recursos para asegurar las obras, tampoco para el montaje de exposiciones incluyendo espacios, vigilancia, control de accesos, etcétera (https://www.innsz). [caption id="attachment_576779" align="alignnone" width="5616"] Colección de pintura del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubiran. Foto: Miguel Dimayuga[/caption] Por lo mismo, no hay fondos suficientes como para publicar un catálogo del acervo, si bien la meta es “seguir consiguiendo cuadros” y “continuar lo que iniciamos hace más de 35 años, a los pacientes les gusta mucho ver los pasillos, y ver una y otra vez las obras”. Desde hace más de 15 años se organizan eventos culturales de forma mensual e ininterrumpida, “somos una de las sedes del Instituto Nacional de Bellas Artes, el único hospital que tiene ese doble programa de la obra plástica y los conciertos”. La intención, agrega, “es hacer sentir al personal del instituto, a los familiares del paciente, a la gente que lo visita y al paciente, el gran valor cultural que hay acá, el privilegio de ver en los pasillos éstas obras de arte que transmiten esperanza, armonía y bienestar en momentos difíciles”.

Un largo camino

El INCMNSZ es un hospital de tercer nivel de atención a adultos, o sea, pertenece a las instituciones de salud equipadas con alta complejidad para enfermedades que requieren tecnología y aparatos médicos superiores. En 1944 se publicó la ley que creó la forma administrativa del Hospital de Enfermedades de Nutrición (HEN). Un año más tarde, su impulsor el doctor Salvador Zubirán Achondo (Cusihuiriachi, Chihuahua, 1898-DF, 1998) fue nombrado director general y el 12 de octubre de 1946, el HEN se inauguró en la colonia Doctores. Luego de 20 años se construyó el Instituto Nacional de Nutrición (INN) en Viaducto Tlalpan, y para el 2000 el UNE quedó inscrito en el Diario Oficial bajo la Ley de los Institutos Nacionales de Salud, cambiando su nombre actual en honor a Zubirán. La plaza central cuenta con piezas de Leonardo Nierman (DF, 1932) como “Humanismo”; no obstante, la estatua sobresaliente se halla en la Fuente del Quijote, del arquitecto Orso Núñez, inaugurada por el doctor Ramón de la Fuente en 1993: “Don Quijote” del escultor Santiago de Santiago (Ávila, España, 1925), a inspiración de un soneto del publicista colombiano Álvaro Orduz León “La cruz y la rosa” (con dedicatoria a su colega Eulalio Ferrer): Regresa, don Alonso, otra vez a esta Tierra          hundida en el delito, los odios, el dinero…          Suelta palomas blancas donde tiemble la guerra          y muéstranos, erguido, en señal de esperanza,          una cruz en el pecho y una rosa en tu lanza. Atravesando jardines horizontales y colgantes, hacia el oriente, el médico Francisco Javier Merayo Chalico (Ciudad de México, marzo 2 de 1983), adscrito al Departamento de Inmunología y Reumatología desde hace una década, guía al foto-reportero de Proceso por el inmueble donde laboró con el doctor Jorge Carlos Alcocer Varela (hoy al frente de la Secretaría de Salud), durante sus períodos como director en 1992-2002 y 2011-2018: “Fue mi tutor para un par de investigaciones y lo aprecio mucho por persona sensible y ser una enciclopedia de arte. En su oficina observamos los carteles enmarcados con pinturas del suizo Paul Klee, pues el doctor Alcocer trajo litografías suyas ya que admira a artistas que padecen enfermedades reumatológicas, sobre ellos ha publicado estudios. El visionario Klee tenía escleroderma que es una enfermedad de la piel”. Sentadas, las personas esperan atención mientras leen libros ilustrados (Vermeer, Saturnino Herrán, Pilar Pedroza), así como ejemplares de la revista La Camiseta que edita Jacqueline Pineda Pineda, directora del Departamento de Comunicación y Vinculación, presente en la visita (ver recuadro). “Si hay algo que posee este hospital es no nada más su excelencia médica sino el ser un referente a nivel mundial también del arte. Como dice el refrán: ‘Médico que sólo sabe medicina, ni siquiera medicina sabe’.” [caption id="attachment_576777" align="alignnone" width="5616"] Pasillo del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubiran
Foto: Miguel Dimayuga[/caption] En el marcado “sitio de reunión”, el reumatólogo muestra la refulgente escultura alada “Vuelo de aves” de Ángela Gurría Davó (DF, 1929), primera mujer en ingresar a la Academia de las Artes de México en 1973. Merayo: “Simboliza a cada persona que se gradúa de este departamento para irse luego a otras clínicas y pueblitos, hacer su nido, digamos, y ofrecer sus conocimientos en los rincones más necesitados del país”. Junto a Hematología-Oncología y Gastroenterología, el Aula Pirámide del Auditorio Radiología e Imagen acoge bien las conferencias, pese a su proximidad con el ruidoso Viaducto Tlalpan. Por el vestíbulo blanco sobresalen cuadros de gran formato: en técnica mixta sobre tela, “La magia de la imagen”, de Fernando Pacheco y Gerardo Lenin; el díptico solar “El Otro Mar” de Mauro Gómez, y un desbordante “Laberinto” de Emma Guzmán.

Pinceles de sanidad

Dos son las entradas principales al instituto vía Vasco de Quiroga: Urgencias y la Unidad de Pacientes Ambulatorios (UPA). Suena increíble la frecuencia con que los automovilistas frente a la sala de Urgencias del INCMNSZ tocan el claxon; por aquí han pasado pacientes ilustres como Gabriel García Márquez, Carlos Monsiváis, Fernando del Paso y José José, sin casi nadie percatarse del elefante, a la izquierda de la puerta cristalina. Significativamente, la pintura en acrílico se llama “Bienvenida”, y su autor es Juan Carlos Breceda (El Rosario, Sinaloa, 1955); al fondo (a la derecha del sanitario), en ocasiones llamado El Picasso de México; suyas también son “Gallinas en casa”, y una tercera en técnica mixta que no da lugar a suspicacia: “Mi pueblo” se eleva para recordarle su terruño a quien venga de poblaciones lejanas (quizá desde donde su clínica del IMSS o del ISSSTE los han remitido al INCMNSZ, acaso por carecer allá del tratamiento adecuado). En un ambiente de agitación, alguien colocó en el ventanal al lado de la tiendita y cafetería dos papeles con plegarias e imágenes diminutas de la Guadalupana y del Santo Niño Jesús, “doctor de los enfermos”. Las miradas capturan carteles in situ publicitando la exposición de Paulina Bucher (1952-2018), “Artista del Mes”; el anuncio “Sesión Cultural” sobre un concierto del pianista Alberto Cruzprieto el 28 de marzo, “transmisión en vivo Facebook Live”. O “Bienestar es estar bien”, con elocuente sonrisa tipo emoticón. El enfermo de a pie entra y tras un árbol lozano, las letras metálicas avisan sobre la pared de un edificio grisáceo, en paralelo, “Atención Institucional Continua y Urgencias” y “Unidad Dr. Donato Alarcón Segovia”. El salón de Consulta Externa contiene siete telas de Jacobo Margolis (León, Guanajuato, 1929). Por el pasillo al suroeste, frente a la caja de facturación, un vigilante en acrílico amarillo: “Girasoles”, de Edith Pérez. Atrás queda el rojizo “Homenaje a Salvador Zubirán” de Enrique Carvajal, alias Sebastián (Camargo, Chihuahua, 1947), de seis metros de alto. [caption id="attachment_576776" align="alignnone" width="5616"] Parte de la colección de pintura del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubiran
Foto: Miguel Dimayuga[/caption] La puerta giratoria da acceso en planta baja a Hospitalización. De inmediato destaca el retrato de Salvador Zubirán, por Alejandro R. Creel (D.F., 1944), óleo sobre tela con mortero del 2004 que “surgió como agradecimiento a la atención que tuvieron conmigo en momentos críticos en cuanto a mi salud”; e “Iztlacíhuatl y Popocatépetl”, de Jorge Espinosa Chacón (D.F., 1968), uno más de la serie volcanes mexicanos en el pasillo hacia los elevadores, por ejemplo, “El pico de Orizaba” del michoacano Austreberto Morales Ramírez (Cuitzeo, 1932). Los cuadros se multiplican y admiramos otro óleo del expresionista Gilberto Aceves Navarro (D.F., 1931): “Sección del tiempo 3”, antes de ascender a los cuatro pisos donde yacen los adultos convalecientes. Éstos posiblemente puedan ambular por cuartos de reposo y leer en las bibliotecas de cada nivel los libros donados. A la fecha se han recibido 4,483 volúmenes en donación, 2,013 distribuidos a la Espacios de Lectura y el resto en la Biblioteca ubicada en la Sala Manuel Campuzano, “donde se tiene un promedio de 26 libros mensuales en préstamos a domicilio”, de acuerdo a cifras de Jacqueline Pineda Pineda. No podía faltar la Sala de Meditación, suerte de capilla con “El amor es el poder real”, de Víctor Mohedano (D.F., 1956), que reza: “El amor es el poder real entre todos los poderes. No temas a la oscuridad si llevas la luz dentro de ti”. Siguiendo en ruta a las oficinas del director general desde 2012, doctor David Kershenobich Stalnikowitz, gira un “Gallo” de José de Jesús Benjamín Buenaventura de los Reyes y Ferreira, el popular artista tapatío Chucho Reyes (1880-1977); el cubículo inmediato corresponde al despacho de la licenciada Palmira de la Garza, quien nos transporta por el Auditorio Salvador Zubirán. Allí, el mural de Alís se enmarca por los flancos de un cuarteto en papel: “La destrucción del orden”, ambos donados por Fernando del Paso, y de Aceves Navarro la tinta y acuarela “Rembrandt abrazando a un cadáver”, con su “Lección de Anatomía”. De la autodidacta María Eugenia Pérez del Toro destella el bronce “Monolito”, con dos magnos tapices vecinos, los “Pájaro de fuego” en lana y seda de Leonardo Nierman. Un nicho alberga las cenizas y el busto dorado del doctor Salvador Zubirán Achondo (“forjador de instituciones”) por el cincel de Ernesto Tamariz Galicia (1904-1988), con la frase de su biografía Mi vida y mi lucha (Fundación Mexicana para la Salud, 1996) adherida en vitral adjunto: “He amado con pasión a la medicina, cuya íntima naturaleza es la de servir”. Su consultorio es una recreación fiel, coronada por el óleo “Nostalgia” de su nieto Salvador Zubirán Millán, quien escribió en 2001: “Un día soñé con mi abuelo, en donde me decía: ‘Salva, me gustaría que este cuadro estuviera en el Instituto’, y cuando volteábamos en mi sueño, este cuadro estaba colgado junto a su oficina”. Un corredor techado nos retorna entre la Biblioteca de gruesos pilares donde se digitalizan las publicaciones médicas y luce una exposición multimedia cubriendo la historia y la Mística del hospital: “Porque la salud es lo importante”. Donada en 2016 gracias a Marcos David Katz, su esposa Adina y familia, la exhibición tuvo apoyos para la conceptualización del proyecto por el Patronato del INCMNSZ, presidido entonces por Carlos Slim Domit, y el Consejo Consultivo (Diego Valadés, Salomón Chertorivski Woldenberg, Antonio del Valle y Raúl Bitar Romo). Saliendo por avenida Vasco de Quiroga y casi esquina con avenida Martín de la Cruz, la UPA abre en su caleidoscopio de telas un dinámico óleo diseñado y coloreado por niños y niñitas de los talleres. La edificación de siete pisos es también abundante en obras pictóricas. Al descubierto, dos tótems expresionistas regalo de Philip F. Gragar (1925-2017) “Tres caras”. Impacta dentro la emblemática alegoría del quirófano en el enorme lienzo “El arte de la medicina”, de Alejandro R. Creel, pintor radicado en Hidalgo. Una joven cubierta apenas por una batita en la playa parece buscar algo o a alguien con su mirada lateral. Es la intrigante “Chelem” de Javier Guadarrama (Iguala, Guerrero, 1960), “visión existencialista del artista que coloca a la mujer en una atmósfera de soledad, de espaldas al horizonte”, descrita así por la periodista Estela Alcántara en la Gaceta UNAM. Se rumora que a esta chiquilla misteriosa del gran cuadro de Guadarrama se le ha visto rondar por las noches en la UPA o entre recovecos y azoteas del INCMNSZ. Algunos aseguran que de existir, “la muchacha de Chelem” no representa sino un numen de amparo al sufrimiento; la musa contra el dolor y el espíritu de sanidad en el inmenso recinto.

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