La apuesta por una nueva diplomacia cultural

sábado, 9 de marzo de 2019 · 09:04
Para el historiador y poeta Enrique Márquez el tema de la Conquista no es el debate sobre cerrar o no la herida mexicana, sino la consecución de una utopía, la de cómo el sueño nacional llegó a Europa agotada, cuyo centro será un foro en Madrid en torno a la figura de Hernán Cortés. Al anunciar a Proceso las coordenadas del nuevo y amplio proyecto diplomático, habla de la importancia, primero, de poner “orden en la casa”, y revincularse con la Secretaría de Cultura, y de la promoción en el fortalecimiento de la imagen de México como un país pensante. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- A decir del poeta e historiador Enrique Márquez Jaramillo, las condiciones del mundo actual exigen novedosas formas de difusión de la cultura que atiendan las necesidades políticas y sociales, incluyendo el tema de la migración; de ahí la reciente creación de la Dirección Ejecutiva de Diplomacia Cultural que, desde enero pasado, encabeza en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).  Entrevistado en su oficina del cuarto piso en la sede de la Cancillería en la Plaza Juárez, el escritor potosino, exresponsable de los festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana en el gobierno de Ebrard en la Ciudad de México, adelanta a este semanario los ejes del proyecto. Destaca un foro en Madrid en torno a la figura de Hernán Cortés, en el marco de los 500 años de su irrupción en Veracruz, que sin duda revivirá los enconos que en su momento causó la conmemoración del V Centenario del llamado Encuentro de dos Mundos. Y el foro Octavio Paz y los postpachucos: Encuentro cultural de jóvenes migrantes sobre la identidad mexicana hoy, previsto para los próximos 16 y 17 de marzo en Los Ángeles, California, en donde se hablará también de La Malinche.  El tema de Cortés tendrá fuerte presencia en la agenda cultural de México y España, señala el funcionario, y expone el punto de vista desde el cual quiere abordarlo esta nueva dirección: “Discutir historiográficamente a Cortés no tiene sentido, es una reedición de debates que ya vimos. Para nosotros lo más importante es discutir la conquista, sí, pero de las utopías. O sea, el gran acontecimiento de hace cinco siglos es la manera como Europa enfrenta el Nuevo Mundo, y lo que encuentra es un sueño. Europa, la Europa del Renacimiento había dejado de soñar y vienen a soñar con nosotros.” –Por eso se dice que inventaron América (como afirmó el historiador Edmundo O’Gorman), puesto que no la descubrieron. –Bueno y también América los inventó a ellos, porque ya no fueron los mismos de antes. –¿Diría entonces que ya está agotado el tema del impacto negativo que tuvo la llegada de los españoles en las culturas originarias, aunque se entienda que hoy somos la suma de una diversidad cultural? –Sí, hubo un mestizaje, pero yo creo que discutir el mero hecho de la conquista pues es un poco estéril. Yo creo que no es muy atractivo. –¿Aunque no estén cerradas las heridas? –Bueno, supongo que las heridas pueden estar abiertas y cerradas, es un tema de percepciones, pero creo que para el orgullo mexicano y para el sentimiento de pertenencia es mucho más importante valorarnos a partir de ese mundo maravilloso que vinieron a encontrar, y tratar de explicar por qué un músico como Antonio Vivaldi dedica una ópera a Moctezuma.  “Nuestro programa de este año, que vamos a iniciar en Madrid con una conferencia de Antonio Muñoz Molina, que fue Premio Príncipe de Asturias, arranca justamente con la conquista de la utopía mexicana. Entonces vamos a hablar de la utopía, no de la conquista, no del hecho brutal o de lo que nos sometieron, sino que vamos a hablar de las ideas y de la fascinación con la cual los conquistamos nosotros y conquistamos a una Europa que estaba agotada.” Se le insiste en la pregunta acerca de la necesidad de revisar la historia, no por detenerse en la brutalidad del “encontronazo” –que no en el encuentro celebrado en los 500 años de Colón–, sino porque historiadores, antropólogos, sociólogos han expresado la necesidad de revisar nuestra historia en este momento y revisar el papel de personajes como Moctezuma, que ha sido vilipendiado y visto como débil, o La Malinche, como una prostituta y traidora. –¿No necesitamos reivindicar también las figuras históricas de ese momento que fueron producto de la visión europea, e incluso a veces de la propia derivada de la imposición española? –Sí, claro, bueno, yo soy historiador, la necesidad de instalar el revisionismo entre cualquier tema no desaparece. “Cambiando un poco el tema, pondré un ejemplo: La historiografía inglesa en este momento, por ejemplo, está planteando como revisionismo el tema de las guerras y de los actores de las guerras, donde los ejércitos y los soldados son las víctimas de los Estados que hacen las guerras. Entonces esa historiografía que consideraba al ejército todo como el factor negativo de un acontecimiento histórico, está desapareciendo porque estamos humanizando a los actores. Estoy pensando mucho en los mexicanos que fueron a combatir a Irak; son víctimas como miembros del ejército y son víctimas porque son migrantes, son doblemente víctimas de acuerdo con la nueva historiografía inglesa.” Agrega como ejemplo la intervención de Estados Unidos en México en 1847, pues considera que se piensa más en un hecho como la pérdida del territorio y no en que durante los años cincuenta del siglo XX, Jack Kerouac escribió Mexico City Blues en un cuarto de azotea de la colonia Condesa. Los mexicanos, señala, nos asumimos como derrotados y no se valora la presencia cultural de los mexicanos en Estados Unidos. “Creo que tiene que ver con la forma como la interpretación histórica oficial, oficialista, se instala como una cultura dominante. Es el caso de la conquista… Seguramente va a haber coloquios importantes en España y en México sobre Hernán Cortés. Nosotros estamos optando por el tema de las utopías, que nos parece mucho más adecuado para la divulgación de la historia mexicana como parte de la diplomacia cultural.” Se le pregunta si se busca tener relaciones diplomáticas más “tersas” con España, e incluso con otras naciones, para atraer inversiones, turismo, acuerdos comerciales y otros aspectos para los cuales la cultura ha sido tradicionalmente una bandera. “En un plan deliberado, se trata de trabajar sobre temas inéditos, poco trabajados. Desde luego la diplomacia cultural debe servir para establecer las mejores relaciones con el mundo. Ése es el objetivo principal y por eso es un instrumento muy potente, porque hay espacios donde la política no puede penetrar, y la cultura, por su naturaleza generosa y humana, puede estar en todas partes.” El laberinto de Paz El encuentro Octavio Paz y los postpachucos se realizará en el marco del Año 2019 de las Lenguas Nativas instaurado por la Organización de las Naciones Unidas y forma parte asimismo del programa “El mundo de los que hablamos español”. Tendrá que ver con “ese gran tema que preside a esta cultura expatriada”: “¿A qué se le llama identidad? Ése es como el duelo mexicano que tiene mucho que ver con lo que se mencionaba sobre La Malinche, ¿finalmente qué somos? Es la gran pregunta que plantea Paz en El laberinto de la soledad, que escribe a mediados de los cuarenta en Los Ángeles. Nosotros estamos muy conscientes de ese tema”. El encuentro tendrá como sede el Consulado de México en Los Ángeles, la Cineteca Mexicana del Centro Cultural Tijuana en Los Ángeles y la calle Park View, y destaca Márquez que se trata de la “primera acción concertada” entre la Secretaría de Cultura, Cancillería a través del Instituto de Mexicanos en el Exterior, el consulado, etcétera. Habrá una mesa redonda sobre la actualidad de El laberinto de la soledad en el que se plantea la otredad, “y qué soy, soy americano, soy mexicano, La Malinche nos traicionó, etcétera”. Fuera estereotipos En la pasada Reunión Anual de Embajadores y Cónsules, Márquez dio a conocer los lineamientos del programa de Diplomacia Cultural de México para el sexenio 2018-2024 y la creación de la nueva dirección ejecutiva a su cargo. Admite que no es que contara con un estudio académico o de gabinete que determinara la necesidad de crear una dependencia de ese tipo, pero comenta que era una demanda planteada al canciller Marcelo Ebrard por miembros de la comunidad cultural: “El tema de diplomacia cultural no lo inventamos nosotros, por más que está en la literatura diplomática. Hay gestores culturales ameritados, exmiembros del Servicio Exterior, particularmente exconsejeros culturales que en los distintos medios, entre ellos Proceso, estuvieron planteando desde hace tiempo esta necesidad de cambiar los términos de la promoción cultural de México en el mundo. “Hablar de diplomacia cultural es hablar de las nuevas condiciones que se presentan en el mundo para difundir la cultura. La diplomacia cultural permite llegar a aquellos espacios en donde la política ejercida tradicionalmente no puede. Digamos que es una primera respuesta a esa nueva realidad. Y ya en la perspectiva interna de la secretaría, el espacio cultural.” Añade que la antigua Dirección General de Asuntos Culturales (DGAC) se redujo en los últimos años al espacio de la cooperación (Dirección General de Cooperación Cultural y Educativa) y por ello se planteó a la nueva administración la idea de subrayar la importancia de la promoción y de la difusión de la cultura en el fortalecimiento de la imagen de México en el mundo. En un cuadernillo de 18 páginas se exponen los propósitos y lineamientos. Se expresa que, si bien se apelará a la tradición cultural del país –de origen milenario–, se pondrá el acento en las nuevas manifestaciones:  No se dejarán del lado el muralismo, Diego y Frida, el pasado prehispánico, que inundan las exposiciones internacionales, o las figuras literarias de Octavio Paz y Carlos Fuentes, pero también habrá que reconfigurar el simbolismo mexicano fuera de “los estereotipos como los que se establecieron –hasta perpetuarse– con el régimen de la Revolución mexicana”. Siete son las líneas: 1.- La gestión cultural institucional: el orden de la casa, 2.- La gestión cultural: La acción conjunta con la Secretaría de Cultura. 3.- La red de cooperación cultural comunitaria. 4.- Un nuevo camino para la programación. 5.- Nuestros migrantes y la cultura. 6.- El mundo en México. 7.- Somos también lo que pensamos. Según el funcionario, la nueva dependencia no duplicará las funciones de la DGAC (que retoma su nombre y ya es dirigida por Laura Elena González Sánchez), sino que será su órgano superior, dependerá directamente de la oficina del canciller, coordinará y articulará las acciones de las dependencias relacionadas con la gestión cultural, como la propia DGAC, el Acervo Histórico Diplomático, el Instituto Matías Romero y Museo de la Cancillería. Y sobre todo, asegura, habrá coordinación con otras entidades del gobierno federal relacionadas con la gestión cultural, fundamentalmente con la Secretaría de Cultura (SC), con la cual “durante muchos años la convivencia no fue de gran colaboración, sino a veces hasta de competencia. Hay ya un programa de acciones muy específico con su titular, Alejandra Frausto, con el fin de administrar mejor los recursos”. En ese sentido indica que una de las “quejumbres” del mundo de la cultura es la falta de presupuesto, y ahora hay recortes; pero considera “más problema la falta de ideas, de programas y de conceptos para organizar”. Cree que su experiencia en el Bicentenario le será útil pues entonces le asignaron 247 millones de pesos cuando las conmemoraciones del gobierno federal rebasaron los miles de millones para terminar “con un desfile de carros alegóricos”. Junto con la SC se creará el Consejo de Diplomacia Cultural, el cual estará integrado por ocho consejeros de cada secretaría. Adelanta nombres de algunos que ya han aceptado participar: el embajador Juan José Bremer, exdirector del Instituto Nacional de Bellas Artes; el arquitecto Enrique Norten; la cantante Magos Herrera; la cineasta Patricia Arriaga Jordán; y Silvia Giorguli, presidenta de El Colegio de México.  Con este consejo se llevará a cabo un foro consultivo con diversas instituciones y la incorporación de otros personajes. El consejo tendrá como tarea reunir las propuestas de la comunidad artística y cultural del país, incluso de quienes están fuera de México. Márquez anuncia que en unos días se dará a conocer la mecánica y detalles de esta herramienta de consulta “no centralista, y que apela a todas las voces de los creadores”. –¿De este foro va a surgir el programa general de la dirección? –Sí, nosotros vamos a estar sometiendo los programas anuales a toda esta forma de consulta y recibiremos, desde luego, todas las propuestas de programación que vengan desde la sociedad. El consejo subrayará la importancia del proyecto de diplomacia cultural, que –insiste– “no inventamos nosotros… ha sido una iniciativa de la comunidad, en especial de algunos gestores culturales que a través de la revista de ustedes han venido exponiendo la necesidad de modernizar y relanzar la política cultural que México lleva al exterior”. No al Instituto México Márquez se refiere a la propuesta que los exagregados culturales Héctor Orestes Aguilar, Edgardo Bermejo y Eduardo Cruz Vázquez y el investigador César Villanueva dieron a conocer en las páginas de Proceso (2188), y a la cual Ebrard respondió desde el extranjero a través de Twitter, con entusiasmo: “Me parece muy buena propuesta y sí, coincido con un despliegue cultural amplio y distinto de México en todo el mundo. Regresando les busco para trabajar en la propuesta y avanzar…” La propuesta incluyó la creación del Instituto México, a la manera de otras instituciones similares del mundo, como el Consejo Británico o los institutos Cervantes, IFAL, Goethe, Dante Alighieri o Camões. Pero Márquez aclara enfático que en sus planes a futuro no está la creación del instituto: “No, porque eso no resuelve… Acudir a ejemplos de los franceses, ingleses o los españoles con el Cervantes, en fin, sí es muy útil porque puede uno medir los niveles de eficacia que ellos alcanzaron al crear un sistema que es muy rentable económicamente y permite financiar la diplomacia cultural. Pero yo creo que es muy tarde para nosotros, porque al final el tema es: ¿Cómo hacemos más eficaz la infraestructura con la que cuenta México para promover y difundir su cultura?” En opinión suya lo esencial será rearticular los espacios de gestión con los que cuenta la SRE a partir de proyectos e ideas muy específicas:  “Bienvenidas las propuestas para reformar institucionalmente el espacio de gestión, pero ¿a partir de qué presupuestos intelectuales y conceptuales? ¿A partir de qué idea? ¿Qué idea de cultura mexicana queremos promover? Creo que ahí está lo importante.” Relaciones Exteriores cuenta con 17 institutos en diversos países, y contrasta que mientras algunos tienen una presencia muy importante, otros pasan totalmente inadvertidos e incluso están a punto de desaparecer. Se trata pues de que, sin necesidad de una inversión presupuestal alta, pero “con imaginación e innovación”, tengan “una mayor dinámica y nada burocrática”. Más difícil que crear un instituto, sigue, es saber dónde están los creadores mexicanos, por ejemplo, en Estados Unidos, “donde hay creadores que no conocemos, donde hay iniciativas que no son apoyadas, ¿y por qué no creamos una red de cooperación comunitaria? Frecuentemente ni los propios agregados ni consulados tienen contacto con ellos, muchas veces porque no los atienden suficientemente o porque los recursos de la embajada y del consulado no son suficientes. “Los consulados están muy atareados a veces en temas como la repatriación de cadáveres, la matrícula consular, en fin. Pero el tema es cómo volvemos actora a la comunidad, cómo hacemos una red de cooperación cultural comunitaria. En eso coincidimos con la secretaria de Cultura, cuya propuesta es presidida por el tema comunitario. Vamos a ir de la mano en la exploración de lo que la propia Alejandra llama ‘las misiones’, hacer un rastreo municipio por municipio, localidad por localidad, estado por estado, de los recursos y de las acciones culturales y de los creadores.” Adelanta que en el segundo semestre de este año se iniciará en Chicago una campaña titulada “Somos algo más que remesas”, con el propósito de valorar no sólo el trabajo de los migrantes, sino sus aportes a la cultura en español: la literatura, la poesía. Y se creará una plataforma digital donde los mexicanos en el exterior puedan presentar sus iniciativas. Se dedicarán seis canales a las grandes comunidades de mexicanos en Estados Unidos, como Los Ángeles, Chicago y Nueva York. Planea también una serie de programas de televisión dedicada a los intelectuales que trabajaron en la diplomacia, como Alfonso Reyes, Amado Nervo, Octavio Paz, que realizaría el controvertido Nicolás Alvarado. Desconocía Márquez que el Canal Once produjo hace tiempo la serie Letras de la Diplomacia. En mayo se realizará un encuentro en Berlín con el tema “Las inminencias. Las 10 preguntas que los mexicanos se plantean ante el mundo”: “Es muy importante decir que nosotros estamos pensando en el mundo y que estamos pensando en nuestro futuro, no estamos debajo del nopal dormidos con el sombrero.” Esta entrevista se publicó el 3 de marzo de 2019 en la edición 2209 de la revista Proceso.

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