El próximo viernes 19 se cumplen 14 años de uno de los casos que han impactado al balompié nacional: el secuestro de Rubén Omar Romano. En entrevista con Proceso habla de su cautiverio y de las condiciones de su mediático rescate. “Iban por otra persona, pero al final se decidieron por mí. Querían que Cruz Azul se hiciera responsable; si resultaba, se iban a seguir con todo el futbol mexicano”, recuerda el entrenador.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- –¡Shittt! ¡Silencio! ¿Con quién hablas?
–Con nadie. Sólo estoy rezando…
Así respondió el entrenador de futbol Rubén Omar Romano a sus secuestradores cuando era trasladado en la cajuela de un automóvil hacia una casa de seguridad.
El entonces técnico del Cruz Azul aún resentía el culatazo que le propinó uno de sus captores cuando lo bajaron por la fuerza de su vehículo.
Romano, en entrevista con Proceso, describe esos 20 minutos que se le hicieron amargamente eternos cuando fue llevado de La Noria, en Xochimilco, a una vivienda en Iztapalapa en la que permaneció 65 días en cautiverio.
Era la tarde del martes 19 de julio de 2005. Terminaron los entrenamientos de ese día en las instalaciones de La Máquina y abordó su camioneta BMW color plata. Después de avanzar unos 300 metros le cerró el paso un comando que se desplazaba en dos camionetas. Rápidamente el argentino fue sometido…
“Me la pasé rezando los 20 minutos que duró el trayecto. Rezaba porque no tenía celular y todas mis pertenencias se quedaron en la camioneta”, dice.
El próximo viernes 19 se cumplen 14 años de ese plagio, uno de los que más impactaron a la Ciudad de México, y en especial al balompié nacional. La liberación de Romano fue concretada por la extinta Agencia Federal de Investigación (AFI), entonces dirigida por Genaro García Luna.
En febrero de 2016 este funcionario hablaba de los operativos que solía hacer la AFI, como el de la controvertida aprehensión de Israel Vallarta y Florence Cassez, acusados de liderar una banda de secuestradores.
“En el operativo para rescatar a las víctimas no había prensa. A petición de ustedes mostramos cómo fue el ingreso a la casa de seguridad”, explicó García Luna al programa Punto de Partida de Televisa, en febrero de ese año.
Sin embargo, Florence denunció las irregularidades de su detención y aseguró que no fue arraigada el 9 de diciembre de 2005 –como anunció la autoridad–, sino un día antes. Por las violaciones a su debido proceso la ciudadana francesa fue puesta en libertad.
Rubén Omar Romano relata que después de su rescate tuvo que aguardar al menos una hora en la casa de seguridad, ubicada por la zona del Reclusorio Oriente. Cuando salió de la vivienda el entrenador fue sorprendido por un nutrido grupo de reporteros.
A finales de septiembre de 2005, este semanario cuestionó a García Luna: ¿Por qué los medios de comunicación llegaron tan rápido a presenciar la liberación del entrenador?
Explicó: Cuando viene el operativo se hace un dispositivo importante: primero, entra el grupo de reacción y viene un cerco con policías para toda el área de la calle.
Llegan colegas de Seguridad Pública porque ven el dispositivo y cierran la calle, toda la manzana, y eso llama la atención. Y ellos son los que dan el aviso. Hubo que decirles que era un operativo antisecuestro porque querían entrar a la casa. Llegan sus colegas, las patrullas, y se esperan ahí”.
A Romano “se le sentó y se le empezó a platicar qué estaba ocurriendo. Entonces, se le quitan las vendas y se le habla hasta que ya está estable porque es un shock por el operativo; lleva tiempo y en ese lapso empezaron a llegar los medios de comunicación”.
Durante el tiempo que Romano esperó para salir de la vivienda los elementos de la AFI le llevaron a las siete personas que atraparon en ese momento con la idea de que las identificara. “No reconocí a ninguno porque todo el tiempo permanecí vendado de los ojos”, dice en entrevista.
“Iban por otro”
A 14 años de esos hechos, Romano continúa: “Me imagino que la AFI también tenía que buscar su publicidad tras rescatarme y llamar a los medios de comunicación para que estuvieran presentes”. Sin embargo, niega que los integrantes de la desaparecida corporación policial le hayan expresado que la intención del retraso de su salida era para esperar a los reporteros.
“Cuando salí de ahí no tenía ni idea a dónde iba, ahí estaba reunida toda la prensa”, agrega.
Escoltado por los agentes federales, sus primeras declaraciones tras el cautiverio fueron para reconocer la labor de la corporación: “Gracias a la AFI que me salvó”.
Dice que sus palabras no obedecieron a una petición de la dependencia, sino que en realidad le nació agradecer a quienes lo rescataron del secuestro. Por eso en el primer partido que salió a la cancha en el Estadio Azul, tres días después del operativo, vistió una playera con la leyenda: “Gracias AFI”. Aclara que un elemento de la dependencia le dio la camiseta con el argumento de “fomentar un poco lo que estamos haciendo”.
Pero “¿cómo no me la voy a poner si me rescataron?”, señala Rubén Omar. “Estaba con vida. Lógico que ellos querían promover a su dependencia sobre lo que estaban haciendo para cortar con toda esa racha de secuestros”.
–¿Te nació salir con la playera?
–Sí me la puse… Le agradecí a la AFI, pero nunca me dijeron lo que tenía que decir. Nunca me dijeron nada. Fue espontáneo (el querer) salir con la camiseta ante la gente en el estadio Azul.
–¿La AFI le brindó seguridad?
–Nunca tuve seguridad. No le hice ningún mal a nadie y no tengo nada de qué temer. A veces pasa en la vida y nunca pensé que pudiera sucederme. Además, (el objetivo) no era Romano por lo que pudiera tener, querían que Cruz Azul se hiciera responsable. Es la realidad. Y eso era muy grave porque si Cruz Azul aceptaba, después seguirían (los secuestros) con todo el futbol mexicano. Era un riesgo.
En la casa de seguridad los encargados de vigilarlo le confiaron que en realidad querían secuestrar a otra persona del equipo, pero que se fijaron en él cuando lo vieron salir solo en su camioneta.
Romano cuenta que el momento más complicado ocurrió en la última semana de su cautiverio al ser obligado a decirle a su hija que lo habían inyectado para cortarle un dedo.
–¿Ya superó el impacto emocional del secuestro?
–No. Es una marca que vas a tener y que te va a recordar toda la vida. Pero estar en ese periodo de 65 días privado de tu libertad te fortalece en lo espiritual y en lo mental. Por eso a los tres días de haber sido rescatado ya estaba en la cancha.
“No renové con Cruz Azul porque el que manejaba y el que estaba en el equipo pensaba que yo tenía que descansar”, recuerda.
Nacido el 18 de mayo de 1958 en Buenos Aires, Romano forjó su carrera en México; aún no ha tenido la fortuna de levantar el título después de una decena de equipos dirigidos. En marzo de 2018 fue cesado del Atlas.
Romano espera otra oportunidad para entrenar. Dice que ha recibido propuestas de la selección de Honduras y que hubo un acercamiento con el América de Cali, en Colombia. “Hay que esperar. La oportunidad va a llegar”, aguarda ilusionado.
Esta entrevista se publicó el 7 de julio de 2019 en la edición 2227 de la revista Proceso