El peritaje de química forense dado a conocer en vísperas del quinto aniversario de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa está plagado de errores; sus conclusiones son un burdo intento de hallar coincidencias con los dictámenes de incendios y explosivos en los que se sustenta la llamada “verdad histórica”. Especialistas consultados por Proceso desmontan las falacias e inconsistencias foja por foja.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El peritaje de química forense en torno a los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos cinco años atrás –que vendría a reforzar el de incendios y explosivos en el que se sustenta la “verdad histórica”– está plagado de errores. Y estos errores evidencian el desaseo de la investigación para saber su paradero o por lo menos conocer lo que realmente les ocurrió.
Pese a ello, en este peritaje las autoridades trataron de forzar “afinidad y coincidencias” entre evidencias del basurero de Cocula y el río San Juan.
Un especialista que participa en el diplomado en Química Legal efectuado en la Facultad de Estudios Superiores de Zaragoza, así como peritos en la misma especialidad que forman parte del diplomado en Ciencia Forense impartido por el Instituto Nacional de Ciencias Penales, analizaron por separado una versión de ese peritaje en la que se omitieron los nombres de funcionarios y sus cargos.
“Este peritaje en química carece de validez jurídica”, sostienen los especialistas consultados, quienes piden omitir sus nombres. En entrevista con Proceso dicen que detectaron errores foja por foja, a partir de la 430.
En tres oficios –fechados el 2 y el 4 de febrero y el 28 de marzo de 2016–, el agente del Ministerio Público federal (MPF), adscrito a la Subprocuraduría de Derechos Humanos, Prevención del Delito y Servicios a la Comunidad, solicitó el envío de peritos en materia de química. El subdirector de Laboratorios de Química le respondió en un oficio el día 3 de febrero –un día después de que el MPF emitió el primer oficio– que tenía en su poder las tres solicitudes y dio a conocer la asignación de un perito en ingeniería química.
En la foja 431 del expediente, también raramente fechada el día 29 de marzo –al día siguiente que el MPF mandó el tercer oficio–, el perito rindió su dictamen químico y señala que efectuó una toma de muestras de los sedimentos localizados en el basurero de Cocula y los sedimentos recuperados en una bolsa en el río San Juan con la finalidad de efectuar un “estudio químico comparativo” para establecer “afinidad y coincidencias”.
(Fragmento del reportaje especial publicado en Proceso 2239, ya en circulación)