Hermosillo, la expresión libertaria

sábado, 25 de enero de 2020 · 11:38
El vasto legado de Jaime Humberto Hermosillo (Aguascalientes, enero 22 de 1942-Guadalajara, enero 13 de 2020) a lo largo de más de medio siglo abarcó valientes películas de autor como La tarea y María de mi corazón, alcanzando la era digital que aguarda redescubrirlo. Su lucha contra los prejuicios y su afán independiente son evocados por su pareja sentimental y colaborador Arturo Villaseñor. Además, a través de la memoria de sus actores consentidos María Rojo, Julissa, Héctor Bonilla, Pepe Alonso y Manuel Ojeda, amén de sus colegas del cine Fernando Macotela, Alejandro Pelayo e Iván Trujillo, en textos aparte. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El narrador, dramaturgo, actor y guionista de cine Arturo Villaseñor convivió 38 años con el cineasta Jaime Humberto Hermosillo, que enlutó el medio cultural el lunes 13; fueron cómplices en proyectos mutuos y se casaron hace casi un lustro. Sin cavilar mucho, Villaseñor se refiere a su pareja como “un abanderado de la libertad”. Vía telefónica desde Guadalajara, su ciudad natal (y adoptada como propia por Hermosillo), se expande: “La libertad es un término idílico muy bonito, pero en realidad la libertad también es dolorosa y creo que Jaime también sufrió. La libertad como ideal es maravillosa, pero llévala a los terrenos de la realidad y no es fácil, siempre va cargada de dolor. Con el cine digital logró más la libertad y prácticamente es lo que menos se ha visto de él.” También destaca al realizador de La pasión según Berenice (1975-1976), Matinée (1976), María de mi corazón (1979) e Intimidades en un cuarto de baño (1989), como un gran maestro: “Era impresionante cuando hablaba de cine. siempre estaba en favor del arte creativo y defendió a capa y espada cualquier signo de creatividad, y eso lo inculcó muchísimo a sus alumnos. Aquí en Guadalajara, en las últimas fechas, aunque ya estaba más limitado físicamente, se rodeó en su casa de jóvenes para enseñarles cine. Les proyectaba cintas y les explicaba desde cómo estaban filmadas.” El además director de teatro, nacido en abril de 1959, indica: “Sin duda fue un gran artista. Siempre he dicho que el arte es disidencia. El arte es propuesta. Jaime fue un gran disidente, por eso se convierte en un gran artista, siempre estuvo proponiendo. Siempre buscó formas nuevas de expresión y en el momento que una persona rompe un poco con lo establecido, lo establecido siempre se va a defender como gato boca arriba. Te va a decir: ‘No, ¡el arte debe ser así!’. Y el verdadero artista es el que dicta: ‘¡No!, ya sé que esto es así, pero yo lo puedo realizar de esta manera’. Ese para mí es un artista y Jaime lo fue.” Recuerda que cuando aparecieron el video y lo digital (formatos más accesibles que no requieren de “grandes dinosaurios”), se asombró mucho Hermosillo (creador, junto con Anne-Marie Meier, del Centro de Cine y Crítica de Occidente dentro del Instituto Goethe de Guadalajara, el Área de Enseñanza Cinematográfica para la Universidad de Guadalajara y la Muestra de Cine en Guadalajara): “Cuando surgieron los nuevos formatos Jaime inmediatamente reaccionó maravillado cual niño travieso. Dijo: ‘Puedo seguir jugando y ahora ya sin que me digan qué o no hacer’. No dependía de un productor que le indicara: ‘Hay que efectuarlo así’; ni siquiera estaba a favor del mercado, porque el arte es independiente de la mercadotecnia. Muchas personas consideran que el arte tiene que ver con el éxito en taquilla.” Jaime estaba mucho más allá de eso, apunta. “A un buen artista lo que le interesa es seguir indagando en esta complejidad que cómo somos los seres humanos y en eso fue un gran maestro, sobre todo en esa parte de la sexualidad y de todo lo que implicaban los tabús sociales.” Hermosillo filmó de Villaseñor los guiones Encuentro inesperado (1991) y Los Almendros (2003). Para el también psicólogo hay dos etapas del realizador, una, con el celuloide y, dos, con el digital. De esta última, menciona: “Es la parte que nunca se le permitió proyectar prácticamente, a excepción de lugares como la Cineteca Nacional y otros pocos espacios; pero sí es la parte más desconocida de su filmografía y me parece que es muy importante y valiosa como la anterior. Por ejemplo, Rencor, con Julissa, me parece una de las obras maestras de Jaime y sin embargo, poca gente la ha visto.” –Los temas fuertes que aborda en su obra digital ¿fueron motivo de que no se mostrara en los cines? –¡Sí, claro! Vi muy triste a Jaime en las últimas épocas, porque su cine digital tenía un rechazo generalizado. Ya no hubo esa difusión como su cinematografía anterior, y mucha gente pregunta dónde se puede ver lo que hace. Nunca pudo subirlo a una plataforma, ni televisora. Esos trabajos se desconocen a nivel general. Pero Jaime siempre siguió expresándose. “Mencionaba: ‘Nadie me va a limitar en mi necesidad de expresarme, aunque la vean unos cuantos amigos en mi casa’, y con eso quedaba satisfecho. Los planteamientos sobre la sexualidad, esas tramas dramáticas que desarrollaba de una manera muy inteligente con un gran talento igual se hallan en todo su cine digital. Son filmes sencillos, sin una gran producción, realizadas entre amigos; pero vuelvo a lo mismo: una obra de arte no vale por los millones con la que se realiza, sino que refleje realmente el espíritu y todo un discurso filosófico.”
“El generalísimo”
–Varios actores, como Héctor Bonilla, hablan de su rigor fílmico. ¿Era Jaime Humberto un perfeccionista? –Siempre fue muy organizado. Era El generalísimo, como le dice Fernando Macotela, aunque no estuviera filmando siempre estaba dando órdenes y todo te lo organizaba. Todo lo que estaba a su alrededor lo organizaba, y sus películas más. Cuando rodaba era muy perfeccionista, muy pulcro, muy disciplinado y muy ordenado. Siempre buscando el detalle, para que armonizara todo. –En el libro Jaime Humberto Hermosillo en el país de las apariencias (Conaculta y Océano) usted nos habla de los obstáculos que enfrentó el director de cine. ¿Cómo desafió la censura? ¿Cree que el creador no fue valorado por sus propuestas y tópicos libertarios? –Creo que los censores históricamente siempre han quedado en ridículo, seamos francos. Es muy curioso que todavía existan censores, ¿verdad?, que indiquen qué se puede o no ver en una época donde ya todo está visto. La sexualidad sin duda que es uno de los temas; simplemente al propio Sigmund Freud hasta la fecha es muy censurado dentro del campo de la psicología. “El sentirnos incompletos nos impulsa a desplazarnos para encontrar al otro. Y a través de desplazarnos y de tratar de encontrar, entender e integrar al otro, vemos toda esta cuestión maravillosa de la dinámica social, de la dinámica cultural. Si en una sociedad ya no buscamos al otro y nos encerramos a nosotros mismos, tomamos una postura narcisista que a final de cuentas es autodestructiva. Todos los graves problemas psíquicos, todos los trastornos, tienen que ver con el principio del narcisismo. “Jaime proponía encontrar, ubicar a la sexualidad; entonces, la analizó, la desglosó con una lupa. Pero muchas personas quieren negar esa parte del ser humano, lo cual me parece ridículo.” –En Jaime Humberto Hermosillo en el país de las apariencias usted menciona cómo acusaban de inmoral a Hermosillo, ¿cómo pudo superarlo? –Yo y Jaime, en ese sentido, nos reíamos mucho de eso porque la cuestión moral finalmente son costumbres, pero toda obra de arte está instaurada en la cuestión ética; sin embargo, una ética ya más profunda, más completa, no es esta moral superficial de las costumbres. Sabemos que estas van cambiando con el tiempo. Jaime fue y sabía mucho de ética, se nota en sus filmes. Nunca estuvo a favor de la violencia, era un ser humano muy comprometido, muy solidario. “Censuran porque no entendieron la obra, no ven el discurso que uno está ofreciendo; ven algo que les parece ‘inmoral’ y ya automáticamente quieren censurar. Bueno, prohíben o limitan su exhibición. Les cierran todas las puertas… Jaime defendió su creatividad de una manera muy estratégica y nos dejó un legado cinematográfico extraordinario. Por eso digo que la libertad te cobra y Jaime también lo entendía; lo entendíamos, me incluyo porque yo formé parte de muchos actos junto a él, independientemente de mi obra, y nos han querido bloquear y obstaculizar. Sin embargo, seguíamos trabajando y proponiendo, y sabíamos que iba a ver una reacción. Al menos no hubo indiferencia…”
El arte de amar
Parafrasea Villaseñor la canción de Julio Jaramillo “Ódiame”: “Finalmente es mejor que haya odio que indiferencia. Mas que conservadores, diría que son grupos que desean negar el avance del conocimiento de los seres humanos y quieren dejarlo todo en el plano de la enajenación, el encandilamiento, el no poder ver más allá de nuestra nariz.” –¿Cuándo se casaron ustedes? –Hace como cuatro años. No quisimos dar la noticia porque yo le dije a Jaime que eso era íntimo, entre él y yo. Que realmente siempre hemos estado unidos y siempre íbamos a estar unidos. Qué bueno que ya se permitió el casamiento. Los conservadores quieren negar el amor entre dos personas del mismo sexo. Ese amor es más allá de la sexualidad; se puede iniciar con lo sexual, pero finalmente se rebasa. Jaime y yo eso lo rebasamos. Permanecía el afecto, el amor y el compañerismo. El estar juntos a veces sin decir nada; pero saber que esa persona se encuentra a tu lado y que te quiere, es una maravilla. La capacidad de amar es un don que poseemos los seres humanos y espero que nunca se pierda. “Estas modas de: ‘No ames a nadie, quiérete a ti mismo’, son narcisismo y es horrible. Desde una perspectiva psicoanalítica, es autodestructivo.” –De los largometrajes que realizó Hermosillo, ¿cuál le gustaba más? –Él siempre dijo que su película favorita era Las apariencias engañan. Ahí se permitió la mayor transgresión y en tono de comedia. De las cintas digitales, no sé… creo que fue Rencor, ya ves que hizo Amor y Rencor. A mí me gusta mucho Amor… –¿Dejó alguna película incompleta? –Ante tantas limitaciones de que no encontrábamos apoyos con nadie, trabajó un guion que escribí hace muchos años, se llama Una historia que no debió contarse, con sus alumnos de cine y actores de Guadalajara. La grabó leída, y estaba laborando la edición, ya estaba por terminar. Estaba encantado. Es hacer cine sin tener que buscar locaciones, sólo leído por actores con música. Quería dirigir en teatro, agrega, “una traducción que efectuó de su dramaturgo favorito”, el estadunidense Eugene O’Neill (1888-1953):  Largo viaje hacia la noche (Long Day’s Journey into Night). “Deseaba montarla en un teatro de aquí, en Guadalajara. Y quería filmar otro guion mío, El acoso al doctor Morales. Hizo que le firmara los derechos de sección también de una obra de teatro mía que hice hace muchos años, La dama muerta, sobre una mujer fantasma. Esa historia siempre la quiso trabajar con Martha Navarro, a quien quería mucho… Le quería hablar a Guillermo del Toro para ver si lo apoyaba; como es una historia de fantasmas…” Villaseñor (asimismo autor de Jaime Humberto Hermosillo a través del espejo digital, 2011. https://www.proceso.com.mx/270798) se despide: “Y con María Rojo, a quien también amaba muchísimo, deseaba realizar El acoso del doctor Morales.” Este reportaje se publicó el 19 de enero de 2020 en la edición 2255 de la revista Proceso.

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