Prepa 9, entre protestas y denuncias de acoso sexual
Los numerosos episodios de acoso y agresión sexual atribuidos a personal académico de la Preparatoria número 9 de la Ciudad de México llevaron a alumnas y alumnos a tomar las instalaciones el pasado 12 de noviembre. Proceso hizo un recorrido por ese plantel de la UNAM y recogió los testimonios de las jóvenes que se dicen violentadas de distintas formas por profesores.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Cuando cinco alumnas de la Escuela Nacional Preparatoria Número 9 “Pedro de Alba”, de la UNAM abrieron uno de los cajones del escritorio de su profesor Daniel, de educación física, y encontraron la caja de los lentes oscuros que normalmente usa cuando les da clases de natación y leyeron: “Mobile Eyewear Recorder”, comenzaron a destruir su oficina, tiraron sus cosas, tomaron una lata de aerosol negro y escribieron en las paredes blancas: “Pinche acosador”, “deja de grabarme con tus pinches lentes”.
El profesor Daniel le dijo a una de sus alumnas de cuarto grado, una niña de 15 años, que los compartimentos laterales en las patas de sus gafas de sol eran para escuchar la radio. Pero ese día de finales de noviembre de 2019, al leer el instructivo, las cinco alumnas se dieron cuenta de que esos compartimentos son para colocar una memoria y también ahí está el botón de “REC”.
Alumnas de la Prepa 9 dijeron que Daniel es conocido por mirar con morbo a las alumnas y hacer comentarios inapropiados sobre sus cuerpos, como cuando a una de ellas le gritó en medio de la clase de natación que “mejor” se tapara porque iba a “alborotar” a sus compañeros; y a un grupo de niñas de nuevo ingreso les pidió que llevaran trajes de baño completos “porque luego enseñan mucho” y no quería “caer en provocaciones como en años pasados”.
Daniel es sólo uno de los profesores de la Prepa 9 acusados de presunto acoso sexual desde hace varios años y ellas son niñas y adolescentes de una generación que es partícipe del quebrantamiento de la normalización de la violencia, el acoso y el abuso contra las mujeres.
Prepa 9. Pintas contra el acoso sexual. Foto: Miguel Dimayuga[/caption]
Prepa 9. Protestas contra el acoso sexual. Foto: Miguel Dimayuga[/caption]
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Mujeres contra un orden asesino
En medio de un movimiento contra la violencia de género en el país, con expresiones en manifestaciones, pintas y redes sociales, las alumnas y alumnos de esta escuela ubicada en Insurgentes Norte, colonia Lindavista, decidieron declarar un paro indefinido ante la indiferencia de las autoridades escolares y tomar las instalaciones desde el pasado 12 de noviembre, hasta que se resuelva su pliego petitorio. Entre las principales demandas está que se investiguen las acusaciones de casos de supuesto acoso contra el profesor de educación física Daniel; el de matemáticas, Salvador; el de letras, Édgar, y el de lógica, Alejandro. Días después del inicio del paro lograron una de sus principales demandas: la destitución de la abogada Lydia Ochoa, quien según alumnos se dedicó a archivar las denuncias de acoso y violencia sexual contra las mujeres del plantel, y a revictimizarlas con comentarios como: “Es que tú estabas en una fiesta, ¿en qué condiciones estabas?” y les advertía que si denunciaban sería un proceso largo que podría perjudicarlas académicamente porque tendrían que faltar a algunas clases. En un breve comunicado, la Oficina de la Abogacía General de la UNAM informó el 26 de noviembre que Ochoa dejaba de ocupar el cargo de jefa de la Unidad Jurídica de la institución. A un mes de la toma de su preparatoria, la oficina de Ochoa tenía todos los vidrios rotos y en la entrada una acusación: “Jurídico encubridor”. Antes de este paro realizaron otros dos con las mismas exigencias, el 26 de septiembre, aniversario de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, y el 2 de octubre, de la masacre estudiantil de 1968. Pero aquella vez, cuando entregaron las instalaciones sólo lograron uno de los puntos del pliego: que pusieran puertas a los baños del vestidor de hombres. [caption id="attachment_613109" align="alignnone" width="660"]
Lo cotidiano
Apenas habían pasado dos semanas desde que Areli entró a la preparatoria cuando el profesor Javier, de química, la avergonzó frente a todo su grupo sólo por su forma de vestir. Areli, cuyo nombre fue cambiado para resguardar su identidad por ser menor de edad y teme represalias, cuenta que un día estaba participando en la clase de química cuando el profesor Javier la interrumpió para preguntarle su nombre y su edad. “Le dije que tenía 15 años y me dijo: ‘Tengo una hija de tu edad y la verdad no te recomiendo venir vestida así’. Yo iba con una falda negra y una playera en la que se me veía el top. Luego me dijo: ‘No vienes de fiesta, vienes a la escuela, no te vas a ir de disco. No puedes venir vestida así. O sea, si tienes un lunar yo podría quedármele viendo y se podría malinterpretar todo’. Yo no sabía ni qué hacer, todo el grupo me estaba viendo. Cinco minutos antes de decirme eso, yo no quería participar, y entonces me dijo: ‘O sea te da pena participar y no te da pena venir vestida así’”, narra Areli. Al día siguiente ella fue vestida con una playera blanca y una falda larga, y cuando entraron al laboratorio de química el profesor volvió a referirse a su aspecto y nuevamente la hizo sentir incomoda frente a todos sus compañeros. “Ves, hoy te ves hermosa, no tienes que mostrar para verte bonita. Y luego le preguntó a todo el grupo: ‘¿Verdad que se ve hermosa?’ Yo me puse a llorar porque no me sentí cómoda. Él no tiene derecho a hablar de mí ni de mi cuerpo ni de mi forma de vestir”, dice Areli. Sentada en una banca de la escuela junto a una de sus mejores amigas, Areli accede a contar los episodios de acoso que ha sufrido en este lugar porque no quiere que se sigan repitiendo, dice que no es la única y asegura que alumnos y profesores han hecho del acoso una normalidad. “¿No tendríamos que sentirnos seguras en la escuela?”, pregunta durante la entrevista. La respuesta es evidente, pero está muy alejada de la realidad. Areli recuerda el día en el que decidió alejarse del profesor Édgar, de literatura. Él, dice Areli, es conocido por hacerse buen amigo de las alumnas y regalarles libros y luego invitarlas a salir. A ella la trataba muy bien, como a otras. Siempre iba a su lugar y le tocaba el hombro, lo que ya empezaba a inquietarla, pues cada vez era más frecuente el contacto físico. “Una vez yo traía un vestido pegado y se acercó a platicar conmigo, y empezó su mano en mi hombro, hasta que empezó a bajarla y llegó casi hasta mi trasero. No supe qué hacer, me quité y entonces empecé a dejarle de hablar”, dice la estudiante. Areli no ha dejado de llevar falda a la escuela, es parte de una generación de niñas y jóvenes que, como el famoso himno feminista chileno, saben que la culpa no es suya sino de los agresores. Por eso decidió alzar la voz junto con sus compañeras. “Profesor, tu trabajo es enseñar, no acosar”, se lee en un letrero que cuelga de una de las puertas de la preparatoria. [caption id="attachment_613110" align="alignnone" width="660"]