Revista Proceso

El engranaje fatal

Campañas de desinformación, intolerancia y odio lanzadas por las redes sociales se engarzaron en una sucesión de hechos que culminaron en el asesinato del profesor Samuel Paty a manos de un joven fundamentalista islámico
viernes, 30 de octubre de 2020 · 18:51

Campañas de desinformación, intolerancia y odio lanzadas por las redes sociales se engarzaron en una sucesión de hechos que culminaron –como piezas de un engranaje perverso e implacable– en el asesinato del profesor Samuel Paty cometido por un joven fundamentalista islámico. El acto terrorista conmocionó a la sociedad francesa y refrendó valores que la definen, entre ellos las libertades de expresión, de conciencia y de enseñanza.

París.– El pasado viernes 16, al terminar su último día de clases y en vísperas de dos semanas de vacaciones escolares, Samuel Paty salió del colegio de Bois d’Aulne en el tranquilo municipio de clase media de Conflans-Sainte-Honorine, ubicado a escasos 30 kilómetros al noroeste de París. Eran las 16:45 horas.

Como solía hacerlo, el profesor de Historia y Geografía de 47años regresó caminando a su domicilio.

A las 17:11 horas una patrulla de la policía municipal descubrió su cadáver a 300 metros del colegio. El cuerpo acuchillado con saña y decapitado yacía en la solitaria calle del Buisson Moineau de la pequeña ciudad de Eragny, contigua a Conflans-Sainte-Honorine, donde radicaba Paty.

Llegados de inmediato al lugar, agentes de la policía nacional no tardaron en ubicar al asesino, que los amenazó con una pistola (en realidad era un arma de aire comprimido) y un puñal. Lo “neutralizaron”.

Los documentos que el terrorista llevaba consigo permitieron identificarlo como Abdoullakh Abouyezidovitch Anzorov, ruso de origen checheno, de 18 años, radicado legalmente en Francia con estatus de refugiado y domiciliado en la ciudad de Evreux, a 80 kilómetros de Conflans-Sainte-Honorine.

Al revisar su celular los policías hicieron otro descubrimiento macabro. A las 16:55 horas Anzorov se había tomado el tiempo para difundir en su cuenta de Twitter la foto de la cabeza ensangrentada de Samuel Paty con un mensaje dirigido a Emmanuel Macron que decía: “De Abdullah (sic), servidor de Alá, a Marcon (sic), dirigente de los infieles: ajusticié a uno de tus perros del infierno que se atrevió a rebajar a Muhammad. Aplaca a sus semejantes antes de que les inflijamos un duro castigo”.

El terrorista había guardado ese mensaje en el cuaderno digital de apuntes de su Iphone a las 12:15, dos horas antes de su llegada a Conflans-Sainte-Honorine.

Al ver la foto de la cabeza ensangrentada, uno de sus followers le pidió una explicación. El terrorista contestó: “Es el Sr.Paty”.

La clase del profesor Paty

Ese crimen atroz causó y sigue causando conmoción y coraje en Francia, pero su impacto se tornó aún más brutal en la medida en que investigaciones judiciales y periodísticas revelaron cómo activistas islamistas radicales habían creado en las redes sociales el engranaje implacable que condujo a la “ejecución” de Paty.

Todo empezó el martes 6 de octubre. En el marco de los cursos de moral e instrucción cívica que le corresponde impartir, el profesor abordó los temas de la laicidad, la libertad de expresión y de conciencia, tomando como base de debate dos caricaturas de Mahoma publicadas por el semanario satírico Charlie Hebdo. En una de ellas el profeta aparece dibujado desnudo con una estrella amarilla en una nalga.

Desde 2016, año en que integró el colegio de Bois d’Aulne, Paty procedía de la misma manera en su curso y nunca había tenido problemas.

Como acostumbraba hacerlo, el maestro advirtió a los alumnos que debían sentirse libres de no mirar las imágenes si pensaban que podían afectar su sensibilidad. Una joven de 13 años, que no asistió a la clase, describió a su padre, Brahim Chnina, las caricaturas que no había visto pero de las que le habían hablado algunos de sus compañeros.

Chnina profesa un islam muy riguroso y encabeza una asociación caritativa que ayuda a musulmanes minusválidos a realizar el peregrinaje a La Meca, en Arabia Saudita. Su media hermana, Khadidja, es objeto de un aviso de búsqueda internacional de parte de la justicia gala por haber dejado Francia en 2014 para incorporarse al Estado Islámico (EI) en Siria. Está casada con Salim Benghalem, exalto mando de la policía del EI. Los servicios de inteligencia franceses y belgas sospechan que Salim participó desde Siria en la organización de los atentados perpetrados en París y Bruselas en 2015 y 2016.

El 7 de octubre Chnina publicó una serie de mensajes enardecidos y un primer video en su cuenta de Facebook en los que acusó a Paty de haber insultado al profeta y exigió su expulsión del colegio. Ese mismo día la administración del colegio recibió amenazas anónimas por correo electrónico y por teléfono.

El día 8 Chnina, acompañado por Abdelhakim Sefrioui, conocido agitador extremista vigilado por los servicios secretos desde su llegada a Francia en 1982, se entrevistó con la directora del colegio. Los dos hombres exigieron en forma vehemente la renuncia de Paty y rehusaron toda entrevista de conciliación con él.

El mismo día Chnina presentó una demanda contra el profesor de Historia en la delegación policiaca de Conflans-Saint-Honorine acusándolo de difusión de imágenes de pornografía infantil ante menores de edad. Su hija siguió fabulando ante los policías, según afirmó el 21 de octubre Jean-François Ricard, fiscal nacional antiterrorista encargado del caso.

Chnina publicó un segundo video en su página de Facebook en el que esta vez habló de una “foto” de un hombre desnudo presentado como el profeta y exhibida ante niños de 13 años. Exhortó a sus followers a movilizarse para impedir que ese profesor siguiera enseñando. Les pidió escribir al Ministerio de Educación Pública, a Emmanuel Macron y sobre todo contactar al Colectivo Contra la Islamofobia en Francia (CCIC), una asociación ultra radical y muy controvertida, estrechamente ligada a la organización yihadista internacional de los Hermanos Musulmanes.

En mensajes escritos Chnina difundió su propio número de celular, dio el nombre de Samuel Paty y la dirección del colegio.

Videos y mensajes tuvieron una difusión viral en las redes sociales de las comunidades musulmanas. La mezquita de Pantin, suburbio del noreste de París, conocida por su extremismo, los publicó en su página de Facebook, que cuenta con 100 mil seguidores.

El viernes 10 la directora del colegio atendió a familias de alumnos alarmadas por el escándalo. El alcalde de esa ciudad usualmente muy serena se movilizó al tiempo que los servicios de Vigilancia Territorial empezaron a interesarse en el asunto. Un vehículo de la policía se estacionó cerca del colegio.

El lunes 12, como consecuencia de la demanda de Chnina, la policía convocó a Paty quien, junto con la directora del colegio, dio su versión de los hechos y demandó a su vez a Chnina por difamación. Por la noche éste puso en línea un tercer video de 10 minutos en el que Sefrioui entrevistó a la chica frente al colegio. Ésta aseguró sin parpadear: “Me choca que me muestre a un hombre desnudo en un curso de Historia. No nos respeta. ¿Por qué nos muestra eso hablando de nuestra religión?”. Sefrioui por su parte se lanzó en una diatriba de una gran violencia contra la institución escolar y el profesor de Historia, a los que calificó de “abyectos” y los acusó de difundir “el odio a los musulmanes”. 

El video fue todavía más viral que el anterior. Las redes sociales islamistas fustigaron e insultaron a Paty. Extrañamente los inspectores de la Vigilancia Territorial no midieron la evolución inquietante de esa movilización en las redes sociales. También minimizaron las tensiones que sacudían al colegio, según se desprende de uno de sus comunicados internos publicados por la prensa el 20 de octubre.

El miércoles 14 y durante los dos días que le quedaban por vivir, el profesor de Historia se notó sombrío y preocupado.

“Compañero del Profeta”

A 80 kilómetros de Conflans-Sainte-Honorine, en uno de los multifamiliares del barrio de la Madeleine, en la ciudad de Evreux (Normandía), Abdoullakh Abouyezidovitch Anzorov vivía pegado a su celular.

La Madeleine es una colonia bronca que alberga a una población de pocos recursos y a migrantes, incluida una comunidad chechena de 200 personas.

La familia Anzorov huyó de la guerra que sacudía a Chechenia en el 2000. Se refugió primero en Moscú y luego en Austria antes de llegar a Francia en 2008. Los Anzorov tuvieron muchos problemas para conseguir su estatus de refugiados y sólo lo lograron en marzo pasado.

Abdoullakh no estaba fichado por los servicios de inteligencia. Sólo había sido sancionado por peleas de barrio y deterioro del mobiliario urbano cometidos dos años antes.

Según la investigación judicial en curso, su radicalización se remontaba a un año aproximadamente. El joven empezó a frecuentar mezquitas con asiduidad, cambió de vestimenta y de carácter, volviéndose cada vez más ensimismado.

El pasado 8 de junio abrió una cuenta de Twitter –@Tchetchene_270– con el seudónimo de Al Ansar (compañeros del profeta, en árabe) que pronto destacó por sus ataques vehementes contra los judíos que la Liga contra el Racismo y el Antisemitismo (Licra) señaló a Twitter. La plataforma digital los borró de inmediato.

Esa intervención no desanimó a @Tchetchene_270, que siguió escribiendo tuits considerados como “incitaciones a la violencia” por internautas que contactaron a Pharos, plataforma de señalamiento de contenidos y comportamientos ilícitos en Internet creada por el Ministerio del Interior.

El 30 de agosto Anzorov difundió un montaje fotográfico que retrospectivamente cobra una terrible significación. Se trata de una captura de pantalla de una serie televisiva histórica turca en la que el héroe degüella a un enemigo. En la imagen recreada el verdugo es el actor que interpreta al protagonista, pero la víctima tiene rasgos contemporáneos.

El 25 de septiembre, día en que un terrorista pakistaní, Zaheer Hassan Mahmoud, agredió con un cuchillo de carnicero a dos periodistas al pie de la antigua sede de Charlie hebdo, @Tchetchene_270 se tornó más radical que nunca desatándose en particular contra Netflix y los medios de comunicación que “discriminan a los musulmanes”, y anunció: “Nos combaten. Les guste o no, nos toca defendernos”.

Unos días más tarde se definió como salafista y luego reprodujo un nasheed (canto religioso musulmán) que celebra el valor de quienes mueren como mártires.

A principios de octubre borró todos los tuits de su cuenta, salvo dos: uno que rinde homenaje a su país natal, Chechenia, y el nasheed. Luego concentró toda su atención en las redes sociales, siguiendo de cerca el “escándalo del profesor canalla que insulta al profeta en su clase”.

El 16 de octubre un amigo lo llevó en auto a Conflans-Saint-Honorine donde llegó a las dos de la tarde y empezó a dar vueltas alrededor del colegio de Bois d’Aulne, buscando cómo identificar a Paty. Lo logró retribuyendo con 300 euros a dos alumnos del centro escolar.

Luego le bastó esperar al profesor de Historia, seguirlo y aprovechar la soledad de la pequeña calle del Buisson Moineau, bordeada por casas individuales y jardines, para asesinarlo.

“Víctima de una conspiración”

Según la investigación judicial en curso, Anzorov sostuvo frecuentes contactos por WhatsApp con Brahim Chnina entre el 9 y el 13 de octubre. Los expertos de la Dirección General de la Seguridad Interior (DGSI) y de la Subdirección Antiterrorista de la Policía Judicial (Sdat) analizan actualmente todas sus comunicaciones telefónicas y electrónicas, tanto abiertas como encriptadas, con Chnina y Sefrioui para determinar si el terrorista actuó “sólo” bajo la influencia de la tétrica campaña de difamación contra Paty que lanzaron en las redes sociales o si la intervención de los dos islamistas fue más directa.

Al cierre de esa edición (jueves 22) se anunció la liberación de nueve de las 16 personas detenidas desde el 16 de octubre, entre las que se encuentran los padres del terrorista. Quedan siete detenidos contra los cuales el Ministerio Público acaba de abrir, según los casos, investigaciones por “complicidad con asesinato en relación con un acto terrorista”, “complicidad en tentativa de asesinato de representante de la autoridad pública en relación con un acto terrorista” y “asociación de malhechores terroristas para cometer un crimen contra personas”. 

En primera instancia destacan Chnina y Sefrioui. Luego llaman la atención tres chechenos de 18 años, amigos de la infancia de Anzorov, testigos de su radicalización y compartiéndola en uno de los casos. Dos jóvenes lo ayudaron a comprar puñales y pistolas de aire comprimido, el tercero lo llevó en auto a Conflans-Sainte-Honorine. Finalmente los dos adolescentes, de 14 y 15 años respectivamente, destacan que ayudaron a Anzorov a identificar al profesor de Historia.

Según detalles comunicados por el fiscal nacional antiterrorista, el checheno les explicó que quería “seguir al profesor, obligarlo a pedir perdón por la caricatura del profeta, humillarlo y golpearlo”. El plan no chocó en absoluto a los jóvenes, cuya edad no los protegerá de las consecuencias judiciales de su complicidad, enfatizó el alto magistrado.

 El asesinato de Paty llevó a Macron a anunciar su decisión de endurecer el proyecto de Ley para luchar contra el “separatismo” –término diplomático para referirse al activismo creciente en Francia del islamismo radical– que presentó el pasado 1 de octubre.

Por su parte Gérard Darmanin, ministro del Interior, ordenó, el 20 de octubre, el cierre por seis meses de la mezquita de Pantin, que participó en la campaña en contra de Paty, y la disolución de la asociación Cheikh Yassine, creada y liderada por Sefrioui; asimismo advirtió que planeaba hacer lo mismo con alrededor de otras 50 asociaciones islamistas, entre las que sobresale el Colectivo Contra la Islamofobia en Francia (CCFD). También ordenó la persecución judicial de un centenar de internautas que en redes sociales celebraron con euforia la decapitación de Paty.

Ese mismo día Marlène Schiappa , ministra para la Ciudadanía, convocó en el Ministerio del Interior a todos los representantes en Francia de las grandes plataformas de las redes sociales: Twitter, Facebook (dueño de Instagram), Google (propietario de YouTube), TikTok, SnapChat, Twitch, así como a otros sitios de recaudación de fondos en línea. En tono marcial, Schiappa los instó a colaborar en forma más dinámica en la lucha del gobierno francés contra el “ciber-islamismo”.

Mientras tanto Jean-Michel Blanquer, ministro de Educación Pública, hizo suya la iniciativa de 13 presidentes de regiones de Francia de publicar un libro de caricaturas políticas y religiosas elaborado por un colegio de historiadores que se distribuirá en todos les centros de educación de Francia a partir del año próximo y cuyo objetivo será “contextualizar el derecho a la caricatura en la historia política de nuestro país”.

Azar del calendario, Blanquer inauguró el 22 de octubre una cumbre que reúne a toda la comunidad educativa de Francia. Esa asamblea, programada desde hace un mes y medio, se prolongará hasta febrero de 2021.El asesinato de Paty sacude la agenda de esa amplia negociación multipartita y coloca en el centro de las discusiones la soledad, la seguridad, la falta de capacitación especifica de los educadores ante los nuevos desafíos de su oficio, según recalcaron profesores con los cuales conversó la corresponsal durante el homenaje espontáneo que miles de ellos rindieron a su colega el domingo 18 en la Plaza de la República de París.

Tres días después, Macron hizo eco de sus voces en la sobria ceremonia de homenaje nacional al profesor de Historia celebrada en el majestuoso patio de honor de La Sorbona.

De pie ante el ataúd de Paty, Macron se comprometió a “proteger” a los educadores en los centros docentes y fuera de ellos, y a devolverles el lugar esencial que deben ocupar en la República. 

Reportaje publicado el 25 de octubre en la edición 2295 de la revista Proceso, actualmente en circulación.

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