The Cartel Project

Los que lucran con la violencia y la muerte

Cárteles mexicanos han enviado operadores a China e India con el propósito de conseguir precursores químicos para producir fentanilo y enviarlo al mercado estadunidense; al mismo tiempo, su poder de fuego se mantiene intacto.
jueves, 17 de diciembre de 2020 · 19:14

Cárteles mexicanos del narcotráfico han enviado operadores a China e India con el propósito de conseguir precursores químicos para producir fentanilo y enviarlo al mercado estadunidense. Ello muestra que han reforzado su riqueza y expandido su presencia geográfica. Al mismo tiempo, su poder de fuego se mantiene intocado debido a que trasnacionales que fabrican armamento inundan México con armas y municiones que usan indiscriminadamente todos los actores de la violencia que azota al país.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- A costumbrados a mirar con distancia la espiral de violencia que envuelve a México, los lectores de varios países de Europa, Medio Oriente y Asia se percataron la semana pasada de que esta situación no sólo se explica por la vecindad con Estados Unidos –el principal mercado de consumo de drogas del mundo–, sino también porque las industrias del armamento de sus naciones participan –y lucran– en la llamada “guerra contra el narcotráfico”. 

“Armas europeas implicadas en asesinatos en México”, encabezó por ejemplo el diario Le Monde el miércoles 9; el diario alemán Süddeutsche Zeitung advirtió el mismo día: “La muerte viene de Europa”; mientras el diario británico The Guardian planteó: “‘Son culpables’ los países que proveen las armas que matan a los periodistas en México”.

Tres capítulos de The Cartel Project, una investigación internacional elaborada por 60 periodistas de 25 medios –entre ellos Proceso– en 18 países y coordinada por el consorcio Forbidden Stories, documentaron las conexiones de los tráficos multimillonarios de armas y drogas en México con países de Asia, Europa y Medio Oriente.

Basados en meses de trabajo colabo­rativo y en el informe Comercio Letal, realizado por organizaciones de la sociedad civil, los reportajes publicados por los medios que participaron en el proyecto mostraron cómo trasnacionales del armamento ligero –entre ellas las europeas Beretta, Glock, Heckler & Koch, Sig Sauer o FN Herstal– inundaron México con sus armas y municiones, las cuales son usadas indiscriminadamente por todos los actores de la violencia.

Vendieron sus armas a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) a sabiendas de que muchas de ellas terminarían en manos de corporaciones policiacas corruptas y responsables de violaciones graves a los derechos humanos, como la policía municipal de Iguala –involucrada en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa– o la policía estatal de Veracruz en los tiempos de Javier Duarte de Ochoa, cuando se reportaron ejecuciones extrajudiciales y desapariciones perpetradas por “escuadrones de la muerte”.

El gobierno mexicano compró cerca de 123 millones de dólares de armas a empresas de Estados Unidos entre 2015 y 2017, mientras que compañías de armamento de Europa e Israel enviaron más de 238 mil armas a las policías estatales y municipales de México entre 2006 y 2018; en abril de 2020 la alemana Sig Sauer mandó un lote de 50 mil pistolas –ensambladas en su fábrica de Estados Unidos– para la Guardia Nacional, el cuerpo de seguridad que creó el gobierno de la llamada Cuarta Transformación.

Las mismas empresas distribuyeron al por mayor sus rifles, pistolas, ametralladoras, lanzagranadas y lanzacohetes en Estados Unidos, muchos de los cuales cruzaron a México por tráfico hormiga –se estima que en los últimos 10 años ingresaron al país entre 2.2 y 3 millones de armas de fuego de manera clandestina, al ritmo demencial de una treintena por hora– y reforzaron los arsenales de diversos grupos armados.

Las autoridades mexicanas apenas han decomisado 166 mil 401 armas de fuego entre 2010 y 2010. Siete de cada 10 armas que circulan de manera clandestina en México provienen de Estados Unidos y el 30% restante son de empresas de otros países, principalmente Bélgica, Italia, Alemania, Austria, Rusia, Rumania e Israel. 

La carrera armamentista entre agencias de seguridad del Estado y organizaciones criminales, que detonó el expresidente Felipe Calderón cuando militarizó las tareas de seguridad pública y declaró la “guerra contra el narcotráfico”, desembocó en la circulación de una enorme cantidad de armas cada vez más sofisticadas y letales en el país.

Entre enero de 2015 y octubre de 2020, por lo menos 114 mil 143 personas murieron por arma de fuego en México, y otras 60 mil 743 fueron heridas de bala, de acuerdo con las estadísticas reportadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Siete de cada 10 personas asesinadas en el país lo son por arma de fuego.

La Sedena concentra todas las facultades relativas a las armas: es la única que puede comprarlas en el extranjero y es la encargada de venderlas a las distintas agencias de seguridad en México. Durante su mandato al frente de la Sedena, el general Salvador Cienfuegos Zepeda importó y vendió 110 mil 696 armas de fuego a las policías estatales y locales en todo el país.

Éstas, a su vez, reportaron por lo menos 15 mil armas “perdidas” o “extraviadas” en los últimos 15 años. Así, entre 2006 y 2017, las policías y fiscalías de Guerrero y Tamaulipas –dos entidades azotadas por la violencia y la corrupción– reportaron el robo o extravío de 10% y 20% de sus armas, respectivamente.

Cuando las instancias de la Unión Europea endurecieron las reglas de exportación de armas, varias trasnacionales del armamento basadas en el Viejo Continente, en lugar de apegarse a los nuevos estándares, abrieron filiales y fábricas en Estados Unidos, donde las reglas sobre el comercio de armas son extremadamente laxas. Un ejemplo: en el vecino país del norte la importación de armas económicas AK tipo cuerno de chivo –que abundan en México– entra en la categoría de equipos de caza deportiva, no como armas de uso militar. 

Armas. El gran negocio. Foto: Miguel Dimayuga

 

Conexiones químicas

 

Aparte de las armas de origen europeo, Forbidden Stories concentró su atención en los lazos internacionales que tejieron las organizaciones criminales mexicanas más allá de Estados Unidos, con los cuales reforzaron su poder económico y su presencia geográfica.

Así, se documentó cómo organizaciones criminales –entre ellas el Cártel de Sinaloa– enviaron operadores a China e India para conseguir proveedores de los precursores químicos necesarios para producir fentanilo, la droga sintética que está desplazando a la heroína en el mercado multimillonario del consumo de opiáceos en Estados Unidos, el cual está dominado por los cárteles mexicanos.

Las organizaciones criminales mexicanas tejieron vínculos comerciales con redes de empresas de China, como la que encabeza Richest Group –cuyo director, Jiang Zhang, fue señalado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, en abril de 2018, como un “traficante relevante de narcóticos extranjero”– o la de siete compañías de Shanghái conocidas como la Organización de Tráfico de Drogas Zheng, en referencia a Fujing Zheng, su presunto jefe.

Las empresas de China envían sus productos a México, donde son importados por sociedades de papel. Dos de ellas, Distribuidora Agroindustrial Ocher, SA de CV, y Mi Pao, SA de CV –que la Unidad de Inteligencia Financiera investigó–, operaban en Culiacán presuntamente para la organización criminal encabezada por Ismael El Mayo Zambada.

Gracias al trabajo periodístico en India de una periodista del portal The Lede, Forbidden Stories documentó cómo organizaciones mexicanas –entre ellas el Cártel de Sinaloa– están buscando proveedores en India, pues el gobierno de China endureció sus controles sobre el mercado interno de productos químicos. 

Una investigación de la agencia antidrogas de Estados Unidos desembocó en la detención, en la ciudad india de Indore, de Jorge Renán Solís Fernández, junto con un empresario y un químico indios, con 10.9 kilos de fentanilo. Las autoridades de Estados Unidos consideran que el segundo país más poblado del mundo “podría estar desplazando ya a China en la producción ilícita de fentanilo”.

Para ver qué tan descontrolado está el negocio de los precursores químicos, periodistas de Forbidden Stories se comunicaron con tres proveedores de precursores químicos basados en China y realizaron sin problema el proceso de adquisición de los químicos. 

Después de un intercambio de mensajes, una supuesta vendedora incluso aseveró que “hemos comprado a personal de la aduana mexicana en el que tenemos plena confianza; éste nos ayuda con todos nuestros envíos a México. Así que no tiene por qué preocuparse por la aduana”; y soltó: “¿Acaso existen cosas en este mundo que el dinero no puede hacer?”.

Tráfico de fentanilo. Los cárteles mexicanos se reposicionan

Más allá de las adquisiciones de productos químicos para elaborar drogas sintéticas destinadas a terminar en las venas de los estadunidenses, las conexiones internacionales de los grupos criminales mexicanos se diversificaron en los últimos años. 

Así, aprovecharon los acuerdos de paz y la desmovilización de grupos guerrilleros en Colombia para comprar cocaína y supervisar su envío a varios países, entre ellos varios europeos. Una investigación realizada por el medio italiano Irpi Media y Proceso en el marco de Forbidden Stories reconstruyó una operación de presuntos integrantes del Cártel de Sinaloa para enviar 385 kilos de cocaína a Catania, en Sicilia. 

El plan consistía en entregar la droga a grupos locales, entre ellos la célebre Ndrangheta italiana. Ello iba ocurrir sin problema, excepto que la policía de Catania había recibido un pitazo un año antes y vigiló toda la operación, paso a paso. Después de la llegada de la droga a Italia, detuvo a dos de sus instigadores y frustró el negocio.

Y no sólo eso: los socios de Forbidden Stories también publicaron una serie de investigaciones sobre la presencia creciente de químicos –o “cocineros”– mexicanos en laboratorios clandestinos de Bélgica y los Países Bajos, donde se producían metanfetaminas principalmente destinadas a los mercados de Asia y Oceanía.

Así, desde 2019 las autoridades de los Países Bajos y Bélgica han desmantelado 48 laboratorios clandestinos dedicados a la producción de metanfetaminas y otras drogas sintéticas, en los cuales detuvieron a 19 mexicanos. Todos han guardado silencio, negado las acusaciones o declarado que desconocían que producían drogas.

Después de tantos años de fabricar metanfetaminas para saciar la demanda de los consumidores de Estados Unidos, los químicos mexicanos saben fabricar una sustancia de gran calidad con productos no prohibidos ni regulados, en un método conocido como P-2-P. 

Su “saber-hacer” resulta valioso para los grupos del crimen organizado de Europa, principalmente los poderosos grupos holandeses, especializados en la producción de drogas, quienes reclutan a los mexicanos a través de brokers españoles, con salarios de varios miles de euros al mes.

“Breaking Bad en Europa: químicos mexicanos al servicio de las pandillas holandesas”, encabezó Le Monde su reportaje de The Cartel Project el martes 8, haciendo eco a la famosa serie producida por la cadena estadunidense ABC, en la cual un profesor de química produce una metanfetamina de gran pureza de manera clandestina en Nuevo México. 

Reportaje publicado en el número 2302 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 13 de diciembre de 2020.

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