Ramírez Cuéllar, en dos pistas: reconstruir Morena y negociar una reforma fiscal

sábado, 28 de marzo de 2020 · 16:03
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).– La política no descansa en México por la epidemia del coronavirus y Alfonso Ramírez Cuéllar, presidente de Morena, trabaja en dos pistas: la elección interna del partido de Andrés Manuel López Obrador que Yeidckol Polevnsky dejó “destrozado” en su institucionalidad, su estructura y su vínculo con la sociedad, y la construcción de un pacto de “unidad nacional” ante la emergencia sanitaria y económica. El dirigente no tiene opción: es más importante el pacto nacional para proveer al Estado unos 600 mil millones de pesos –dos puntos del Producto Interno Bruto (PIB)–, pero también debe cumplir la sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) de elegir a la estructura dirigente de Morena, cuya ruta crítica inicia este domingo 29, con la emisión de la convocatoria, y concluye el 8 de julio. “Los problemas domésticos de Morena son muy importantes, pero es más importante lo que va ocurrir con el país, y la responsabilidad del partido es apoyar al presidente López Obrador y enfrentar todos juntos, en unidad nacional, la emergencia económica y sanitaria a través de una Convención Nacional Hacendaria”, subraya. El diputado federal con licencia, electo como presidente por cuatro meses por el Congreso Nacional Extraordinario que validó el TEPJF, ya se entrevistó con dirigentes del sector privado como el presidente del Consejo Mexicano de Negocios, Antonio del Valle Perochena, y con el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, así como con sindicatos e instituciones educativas para construir el acuerdo nacional. “La unidad nacional cobraría forma a través de un espacio común, una Convención Nacional Hacendaria que estaríamos celebrando en agosto, para que ya en el periodo legislativo, en septiembre, se conviertan muchas de sus resoluciones en ley”, precisa. –¿Pero en medio de la emergencia hay condiciones políticas para que esto se lleve a cabo? –Por encima de todas las cosas está la unidad nacional y convenir todos, con amplio espíritu de solidaridad, un programa común. En entrevista con Proceso, el presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados con licencia y fundador de El Barzón, un movimiento de deudores de la banca que surgió tras el colapso financiero de 1994, admite que son complejos los tiempos políticos para una reforma fiscal. El político zacatecano sabe también que contradice al propio López Obrador, quien ofreció desde su campaña presidencial que no habría reforma fiscal hasta después del 2021, pero subraya que ésta es inevitable y, además, el Poder Legislativo es autónomo e independiente. “No podemos seguir así”, dice en referencia a los escasos recursos que obtiene el gobierno para financiar el gasto y por eso plantea que el pacto hacendario debe hacerse en agosto, antes de iniciar el proceso electoral 2021, en septiembre, y el de la ratificación de mandato de López Obrador, en 2022. –¿El Consejo Coordinador Empresarial ya aceptó? –He platicado con algunos de sus integrantes. Ahora, por la imposibilidad de hacer reuniones por la emergencia, estamos en conversaciones telefónicas, pero la convención sería la forma que adquiriría un programa común de unidad nacional. –¿Y ya habló con el presidente de Coparmex, Gustavo de Hoyos? –No he hablado con él. He hablado con algunos del Consejo Mexicano de Negocios, con gente de la Concamin, con los sindicatos e instituciones educativas. Todavía hay que trabajarlo más para convenir todo el proceso. Pero lo que sí urge es que pongamos en marcha un programa de unidad nacional. –¿Y los ricos van a pagar más? –Implica sobre todo –evade– la puesta en marcha de cuantiosa de recursos, que en el caso del sector público debe llegar a dos puntos del PIB, un poco menos de 600 mil millones de pesos, aparte de la inversión que tendrían que hacer los privados. Pero, así como la emergencia nacional por el coronavirus ha entorpecido las negociaciones de Ramírez Cuéllar para el pacto nacional, también lo ha hecho con el propio proceso interno de Morena, cuya herencia de Polevnsky, la secretaria general en funciones de presidenta, fue un partido hecho pedazos. El político zacatecano encontró, evalúa, un partido “destrozado” en su institucionalidad interna, su estructura y su vínculo con la sociedad, con pleitos grupales sin fin, dirimidos en tribunales y hasta a balazos, y siendo más un estorbo para el gobierno de López Obrador, su fundador y máximo líder. “Morena se estaba convirtiendo en una rémora y una fuente de inestabilidad para el propio gobierno”, afirma el presidente por cuatro meses. “Era un partido sin reglas, con instituciones muy deterioradas, y así ningún partido ni movimiento funciona”. El diputado federal habla en pasado más por optimismo que por haberse materializado un cambio, porque Morena sigue con la misma estructura y, en medio de la epidemia del coronavirus Covid-19, deberá cumplir con la sentencia del TEPJF para elegir a su estructura dirigente. “Al partido le destrozaron su institucionalidad, le destrozaron el vínculo con la sociedad y lo ausentaron de la relación con las cámaras. Estaban metidos en los pleitos de barandilla con un desgaste inmenso. Se les secó el cerebro y se les acortó el lenguaje, porque de lo único que hablaban era de jueces, magistrados, expedientes, impugnaciones, demandas. Era un vocabulario estrictamente de barandilla”. –¿La oposición le arrebató la narrativa de lo que pasa en el país? –Sí, porque Morena se alejó, pero ahora Morena va a volver a ser un partido grande metido a las luchas de la sociedad. Por lo pronto, Ramírez Cuéllar debe garantizar la celebración de las asambleas distritales para elegir al nuevo Consejo Nacional y organizar también una encuesta para la elección de presidente y secretario general, al mismo tiempo que promoverá la expulsión de militantes que recurrieron a la violencia, inclusive a balazos, en estados como Jalisco. “Los hechos de violencia en Jalisco son verdaderamente condenables. Yo voy a promover la expulsión de los autores materiales e intelectuales, porque en Morena no puede permitirse la violencia. Todavía hay algunos heridos de bala que están hospitalizados, y si no castigamos a los responsables intelectuales y materiales de los hechos de violencia, entonces en el partido se va imponer los golpes, las armas, la contratación de golpeadores para dirimir contradicciones y dirigir dirigentes, y eso es inaceptable”. –¿Quiénes son los autores intelectuales? –Eso tendría que ser parte de la investigación que realice la Comisión de Honestidad y Justicia, pero eso no puede quedar impune. Debe abrirse una investigación, no sólo al interior de los órganos jurisdiccionales del partido, sino también del propio Ministerio Público. No quiero dar nombres, pero sería cosas de las autoridades investigadores y de la propia Comisión. –¿Ya hay denuncias en Jalisco? –En otros estados también y una situación de estas no se puede tolerar.  
Acoso opositor
No es halagüeño el escenario político para Morena: antes inclusive de la epidemia del Covid-19, declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud, López Obrador venía cayendo en su respaldo popular, que llegó a la cúspide en febrero de 2019 con más de 85% de apoyo. En medio de la emergencia sanitaria, encuestas como Mitofsky, Gabinete de Comunicación Estratégica y GEA-ISA –que en la campaña de 2006 inició la “guerra sucia” de Felipe Calderón–, lo colocan en los linderos del 50%, con una sistemática crítica de sus opositores. El Partido Acción Nacional (PAN) y Calderón, quien cumplió con los trámites para obtener el registro de su partido político, México Libre, han sido los más críticos del gobierno de López Obrador, quien tampoco ha dejado de referirse a éstos y a otros “conservadores” que le han exigido decisiones más radicales ante el Covid-19. El más reciente episodio de confrontación de Calderón con autoridades de Morena se produjo con el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, quien declaró que el Covid-19 afecta a los ricos y los pobres son inmunes. “(Barbosa) sí entra en varias categorías de riesgo. Diabetes, obesidad… Pero como él dice que los pobres no se contagian y él se asume (falsamente) como pobre, que se vaya a atender a los pacientes de coronavirus, que llegarán por miles a los hospitales”, escribió Calderón, el miércoles 25, en su cuenta de Twitter. Y Barbosa le reviró, también mediante esa red social: “Sr. Felipe Calderón, todos estamos en riesgo de contagio por el Covid-2019. Incluyendo los borrachos. Como Presidente usted causó muchísimas más muertes que las que podría provocar el coronavirus”. Calderón enmudeció, pero después colocó un letrero en su cuenta que pareció aludir a Barbosa: “El insulto es el arma del ignorante, para defender su incapacidad de dialogar”. El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, del partido Movimiento Ciudadano, ha sido el que más ha buscado contrastar con el gobierno de López Obrador ante la epidemia, pero su estrategia para aplicar pruebas de detección del Covid-19 fracasó. “No arrancó la aplicación de pruebas rápidas, porque el proveedor no cumplió, esa es la verdad”, justificó Alfaro, quien habilitó al diputado Tonatihu Bravo para entrevistarse con autoridades de Corea del Sur para conseguir los insumos. En este contexto, Ramírez Cuéllar ha hecho un trabajo de cabildeo político para preparar la elección interna, entrevistándose con todos los liderazgos de Morena y afirma que ha tenido buenos resultados, sobre todo para que la convocatoria, que se tiene previsto emitir el domingo 29, sea respaldada por todos. “Me he encontrado una disposición muy grande de todos los liderazgos, porque los he reunido a todos, hemos convocado con muchísimo cuidado, que nadie se quede fuera, a todos los liderazgos en las entidades federativas. Lo primero que yo me encuentro es un partido que puede volver a ser muy grande, con mucha convicción y determinación de pelear y con una militancia totalmente convencida de que los cambios en el país se deben realizar y se debe reforzar el apoyo al gobierno de la República. Están dadas todas las condiciones para que Morena vuelva a ser un partido muy grande, muy fuerte”. Pero, así como hay “euforia de la militancia”, el estado de Morena como partido es frágil: “Tenemos una situación organizativa grave, difícil, porque desde hace tres años no tenemos comités municipales, se terminó la vigencia de estas instancias, los sustituimos con una estructura que fue muy eficiente, y que tuvo su centro de operación en los 300 distritos electorales, que fue lo que permitió sacar adelante la campaña”.                  
Partido debilitado
Sin embargo, Morena se quedó sin espacios de discusión, de encuentro y de diálogo a nivel de los municipios, y en cinco estados –Jalisco, Sinaloa, Durango, Tlaxcala y Quintana Roo– nunca han tenido una estructura de consejo estatal o de comités municipales. Además, muchos dirigentes se fueron al gobierno federal y al Poder Legislativo. “Toda esta fragilidad institucional nos lleva a una especie de balcanización de personas, de esfuerzos, de iniciativas, de puntos de vista, a los cuales necesitamos encontrarles cauces institucionales para que no vayamos a sufrir una fragmentación difícil de remontar. –¿Se paralizó Morena por sus conflictos? –Sí, yo le digo que a la anterior dirigencia se le secó el cerebro y se le disminuyó el vocabulario, porque las únicas cosas que platicada y que decía eran las palabras de magistrado, tribual, demanda, impugnación, expediente, todo el lenguaje de la barandilla, de los juzgados y de los tribunales, y olvidó totalmente el diálogo y la conversación sobre los grandes problemas nacionales. Ramírez Cuéllar es optimista para procesar adecuadamente el proceso interno para cumplir con las dos sentencias del TEPJF, porque conoce a todos los liderazgos, que buscan la candidatura presidencial para 2024 o para la presidencia de Morena. Con la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, Ramírez Cuéllar ha hecho política desde hace casi medio siglo, desde 1977, cuando ella estudiaba en el Colegio de Ciencias y Humanidades Sur y él en la Preparatoria 2, de la UNAM, y formaban parte del Frente Nacional contra la Represión que encabezaba Rosario Ibarra de Piedra. “Desde entonces tenemos relación y para mí, primero como delegada en Tlalpan y ahora como jefa de gobierno, es una de las personas más honestas y que impulsa políticas de izquierda consistentes”, define el político, quien también tiene estrecha relación con el canciller Marcelo Ebrard. Ambos fueron diputados federales entre 1997 y 2000, cuando PRI y PAN legalizaron la deuda del Fobaproa, cuya comisión investigadora encabezaba Ebrard y el secretario técnico de la misma era Mario Delgado, actual coordinador de la diputación de Morena y aspirante a presidirlo. Con Ricardo Monreal, coordinador de los senadores y también aspirante presidencial, Ramírez Cuéllar también tiene una relación política más allá del paisanaje “Con Marcelo juntos combatimos el Fobaproa, encabezamos luchas de defraudación bancaria en contra de los bancos. Hay una relación excelente y con Ricardo también, con todos. Esto me está permitiendo esta apertura y esta imparcialidad y sentar a muchos actores en la misma mesa”. La convocatoria a la elección interna, precisa, debe cumplir con las dos sentencias del TEPJF, que preverá también la emergencia por el coronavirus: “Tendrá salvedades frente a la emergencia”. –¿No hay una alteración en la ruta crítica? –No en lo general, simple y sencillamente en la convocatoria tiene que quedar perfectamente claro que está sujeto a las disposiciones establecidas por las autoridades sanitarias. –¿Y son dos ejercicios? –Estamos obligados por la sentencia, porque la sentencia nos obliga a hacer encuesta para secretario general y para presidente, y nos dice que los dirigentes estatales y el resto del CEN tiene que hacerse por la vía que marcan los estatutos, y ésta son las asambleas distritales y el Congreso Nacional. –¿Es posible una sola planilla? –Puede ser. Esa es una alternativa que están buscando o que encontremos el método menos difícil.

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