Tiempos de 'cabarentena” con Las Reinas Chulas

sábado, 25 de abril de 2020 · 10:11
A partir de 1998, la compañía de cabaret teatral Las Reinas Chulas, conformada por las versátiles Marisol Gasé, Nora Huerta, Ana Francis Mor y Cecilia Sotres, montaron espectáculos de enorme imaginación y sátira política en sus foros del Teatro Bar El Vicio, en Coyoacán. Tras el llamado a la cuarentena, desde sus casas se mudan a las redes para presentar nuevos shows en vivo con formato digital y ser vistas no sólo en México, sino en el mundo entero. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Marisol Gasé, Nora Huerta, Ana Francis Mor y Cecilia Sotres, integrantes de la compañía mexicana de teatro cabaret Las Reinas Chulas, coinciden en que en este momento crítico del covid-19 “la risa, el humor y la sátira son fundamentales, deben ser festivos, alentar y brindar esperanza colectiva”. Debido al cierre de su sede el Teatro Bar El Vicio, en Coyoacán, por la emergencia sanitaria, las cuatro actrices, cantantes, escritoras, productoras y activistas se mudaron a la red para presentar nuevos shows en vivo con formato digital y ser vistas desde los hogares. Un gran reto, sin duda. Entrevistadas desde sus casas vía Skype, es Sotres (D. F., 27 de octubre de 1974) quien manifiesta que la risa siempre existirá “en cualquier circunstancia y bajo cualquier momento histórico”. –¿Qué tipo de risa o qué tipo de humor? –El que nos acompañe, nos abrace, nos entienda, nos haga cómplices en esta situación tan complicada. Esa risa que sana siempre va a prevalecer. Es el humor que siempre nos ha gustado para analizar y criticar a la sociedad, al sistema y al gobierno; pero desde el punto de vista de la convivencia y no desde el lado discriminador, del “Yo ataco a alguien porque es chino”. ¡Eso es absurdo! Para Huerta (D. F., 25 de octubre de 1976), “la risa nos debe recordar que no estamos solos y solas”. Egresada del Centro Universitario de Teatro (CUT,) afirma: “Debemos poseer un espacio de colectividad donde sabernos juntos, y ha habido muchísimas manifestaciones, desde personas cantando o tocando algún instrumento en el balcón; entonces, la risa sigue siendo un espacio liberador y sanador. Es un espacio que nos identifica y nos da sentido colectivo, identidad, hermandad y complicidad; todos esos factores ahora son súper importantes. Hemos realizado algunos ejercicios para abordar el humor en cápsulas y promover información correcta; abrir espacios virtuales que por suerte existen, y darnos a la tarea de experimentar.” Nunca imaginaron trabajar así y les resulta “bien interesante”. Para que no se pierda el Teatro Bar El Vicio y se afecten los sueldos de su personal, las presentaciones de Las Reinas Chulas en vivo y por Zoom (aplicación de reuniones a distancia) cuestan 400 pesos. La mitad se destina a los salarios de los trabajadores del lugar. Igual idearon talleres de escritura, actuación y guitarra en línea, llamados Chuliversidad (información en lasreinaschulas.com, y para comprar localidades de los espectáculos cada sábado, en Boletópolis, o al WhatsApp número 5537533529). Además, se unieron al proyecto que impulsa la Secretaría de Cultura federal “Contigo en la distancia” con La Cabarentena: Cien cápsulas de una nutrida lista de actores y actrices que ofrecen funciones desde su trinchera para divertir al público en casa (contigoenladistancia.cultura.gob.mx). Francis Mor, cuyo nombre verdadero es Ana Francis López Bayghen Patiño (D. F., julio 11 de 1973), ofreció el primer espectáculo digital por Zoom como Santa Rita, el pasado 4 de abril, y expresa que hay muy buena disposición colectiva para la alegría, “pero sobre todo para la risa desde la alegría de estar vivas y vivos”. El 11 de abril, el segundo: El Vía Crucis en tiempos del coronavirus, con Sotres. “Fue un evento precioso, al final le dijimos a la gente que prendieran sus cámaras y nos metimos a la casa de 100 personas, en short y chanclas. Ese momento nos tomó de golpe, nos estrujó el corazón, nos conmovió muchísimo. Lo recuerdo y se me enchina la piel y me dan ganas de llorar.” [caption id="attachment_627353" align="aligncenter" width="660"]Ana Francis Mor y Cecilia Sotres. Foto: Cortesía Las Reinas Chulas Ana Francis Mor y Cecilia Sotres. Foto: Cortesía Las Reinas Chulas[/caption]
De precariedades
Las Reinas Chulas –compañía fundada en 1998– crean el escenario con lo que hallan en sus casas para los shows digitales. Mor extiende: “Como buenas cabareteras siempre hemos trabajado con lo que tenemos y ahora sí que es la precariedad de la precariedad. Es una precariedad escénica como nunca, con un montón de miedo porque somos mujeres de más de 40 años de edad, consolidadas en una forma de realizar las cosas, y de repente moverte por Zoom, te da un chingo de miedo. Piensas si se la van a pasar bien, si se van a reír. Te da un poco de culpa de si la gente estará gastando bien su dinero. Bueno, mitad culpa porque la mitad va para los salarios. Pasamos por un montón de esas cosas, pero en estos momentos de la vida es súper fuerte. Se nos hizo un desmadre el Zoom porque hubo gente de más, sólo podíamos admitir a 100 y nosotras… nosotras no lo sabíamos.” “¡No nos contamos a nosotras!” –interviene Sotres, también del CUT–. En tanto, Gasé (D. F., 19 de diciembre de 1972), igual del CUT, narra: “Esto del Zoom es totalmente nuevo, jamás me imaginé actuar frente a una computadora. Nos vamos a divertir mucho porque esto va para largo, al 30 de mayo. No sabemos qué va a pasar con el teatro y nuestra banda que vive del teatro. Pero la risa y el humor son fundamentales, máxime ahora.” –¿El espectáculo que crean desde su casa debe ser más creativo para Zoom que para el teatro en escena? –No podemos decir que es teatro representado en video ni cabaret representado en video, porque es otro lenguaje –responde Nora, ganadora del Ariel 2015 como Revelación Femenina por Seguir viviendo, de Alejandra Sánchez–. Posee otras herramientas que pueden ser muy útiles, como poner videos e imágenes. Es más bien el lenguaje del video. Es un cuadro fijo. Egresada de artes escénicas para la expresión teatral en la Universidad de Guadalajara, Mor toma la palabra: “Con lo que sí contamos es con un discurso, es decir, en lo que sí somos especialistas es en saber qué decir. Poseemos una perspectiva clara de las cosas, una historia que contar es nuestra especialidad. La gente se conecta con nosotros no para ver grandes producciones, que nunca hemos tenido; pero sí para ver un punto de vista que no se puede advertir en otro lado. El bendito cabaret, como dice Nora Huerta, te acomoda el alma y te acomoda el espíritu.”
El gran teatro de casa
A la interrogante de cómo piensan las historias por tratarse de un momento muy delicado en el mundo, Sotres enfatiza: “El cabaret es coyuntural, se habla de lo que pasa en la semana, en un día. Se nutre del espacio temporal.” De nuevo, Francis Mor acentúa: “En este instante las artes se están valorando mucho. En cuanto vayamos regresando a la vida de afuera de las casas, la gente se va a tardar en regresar al teatro, y los teatros seguramente serán de los últimos que abrirán. Ahí hay una serie de incertidumbres a futuro que son de terror, y más vale irlas llevando con humor. Ir respirando. De pronto se van aclarando los canales de noticias, quién le echa agua al molino de quién, en fin. Como dice mi esposa: ‘En esta emergencia emerge quiénes somos, quién es quién’. No es el momento de medias tintas. Estamos conociendo lo mejor y lo peor de nosotras mismas y de la gente con la que convivimos, leemos y con quien nos conectamos en las redes.” Huerta y Gasé resaltan lo extraordinario de asistir al teatro. “Siempre habrá personas que necesiten de ese fenómeno vivo y en ese sentido las artes estarán vivas y permanentes”, añaden. Enseguida, Sotres subraya: “En este encierro, todos estamos pasando por un arco de emociones impresionantes: enojo, tristeza, depresión y ansiedad, parece ser que es normal en cuestiones de guerra este tipo de reclusiones; pero poseemos un entrenamiento muy fuerte para sabernos burlar de nosotras mismas, eso te hace la vida llevadera, un poco más ligera en el sentido de reírte de ti misma.”
Texto publicado el 19 de abril en la edición 2268 de la revista Proceso.
 

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