Oro sucio: de Dubái a Nueva York, el metal precioso lava billones de dólares

lunes, 21 de septiembre de 2020 · 11:41
Después de tres años de indagaciones, investigadores de Estados Unidos acumularon una montaña de evidencias con la que consideraron cerrado el caso contra el grupo Kaloti Jewellery, uno de los principales comerciantes de oro en el mundo, que también funciona como refinería. La compañía, con sede en Dubái, fue un engranaje clave en el comercio ilícito de oro: compró el metal precioso a presuntos lavadores de dinero de narcotraficantes y de otros grupos criminales, según determinó un equipo encabezado por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA). Kaloti pagaba a menudo en efectivo, a veces con tantos billetes que tenían que ser transportados en carretillas. Movió dinero de clientes sospechosos a otras sociedades, según los investigadores. En 2014, el equipo recomendó que el Departamento del Tesoro designe a Kaloti como una amenaza para el lavado de dinero, al amparo de la “Patriot Act”; esta medida, poco utilizada, es conocida como la “pena de muerte financiera” pues excluye una empresa del sistema bancario internacional. Sin embargo, el Departamento del Tesoro nunca tomó acciones en contra de Kaloti. Exfuncionarios de esta dependencia dijeron que la decisión se aplazó porque el gobierno temía enojar a los Emiratos Árabes Unidos (EAU), un aliado clave de Estados Unidos en el Medio Oriente. Cuando los intentos de convencer a EAU para que sancionaran a Kaloti fracasaron, la investigación fue abandonada. Los investigadores dijeron al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) que estaban desconcertados y decepcionados. Los casos de lavado de dinero son extraordinariamente difíciles de resolver, y pensaron que, con Kaloti, tenían una posibilidad única de enviar un claro mensaje a toda la industria del oro.
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“Estaba increíblemente frustrado”, dijo un exfuncionario. “Lo realmente triste es que muchos investigadores realmente buenos, algunas personas realmente talentosas, dedicaron mucho más tiempo del dinero que recibieron por sus trabajos para descubrir una enorme irregularidad". La investigación a Kaloti no se había divulgado anteriormente. El resultado apunta a desafíos comunes en los casos de lavado de dinero: los investigadores deben seguir el dinero a través de las fronteras y a través de empresas con sede en jurisdicciones secretas, como Dubái. Seguir casos contra estos actores poderosos también requiere voluntad política y acuerdos entre diferentes agencias. La investigación salió a la luz en un lote de archivos bancarios secretos que describen el flujo de más de 2 billones de dólares en transacciones sospechosas a través del sistema bancario mundial. JP Morgan Chase, Deutsche Bank y otras instituciones financieras inundaron la Unidad de Inteligencia Financiera del Departamento del Tesoro de Estados Unidos (FinCEN) con advertencias sobre Kaloti, señalando como sospechosas miles de transacciones por valor de 9 mil 300 millones de dólares que ocurrieron entre 2007 y 2015, según los informes. En algunos reportes, los bancos plantearon que las transacciones bancarias tenían las características de lavado de dinero. Algunos bancos lanzaron sus propias investigaciones y cortaron sus lazos con la compañía, o al menos dijeron que lo harían. Los documentos, llamados reportes de actividades sospechosas, o SAR (por sus siglas en inglés), fueron obtenidos por BuzzFeed News y compartidos con ICIJ y 110 socios de medios como parte de la investigación de FinCEN Files.
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Los SAR reflejan las preocupaciones de los agentes de cumplimiento bancario y no son necesariamente indicativos de alguna conducta criminal u otro delito. Algunos de los documentos de los FinCEN Files se recopilaron como parte de las investigaciones del comité del Senado de Estados Unidos sobre la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de ese país en 2016, mientras que otros se recopilaron a raíz de las solicitudes hechas por diferentes agencias oficiales a FinCEN. El ICIJ confirmó, con nueve exfuncionarios y exagentes con conocimiento de la pesquisa, detalles adicionales sobre la investigación del gobierno sobre Kaloti. Todos acordaron hablar bajo la condición de que no se publiquen sus nombres porque no están autorizados a informar públicamente sobre el caso y porque temen las repercusiones por discutirlo. En un comunicado, un vocero de Kaloti dijo que la compañía “niega con vehemencia cualquier acusación de mala conducta” y nunca “se ha involucrado a sabiendas con ningún grupo criminal o criminal”. Kaloti realiza regularmente “todas las comprobaciones apropiadas y requeridas” de debida diligencia y contra el lavado de dinero, incluida la búsqueda en bases de datos criminales y regulatorias, según el comunicado. Estas verificaciones “nunca han identificado tal criminalidad, o su probabilidad, entre los clientes activos de Kaloti”. La compañía aurífera nunca ha sido acusada ni cuestionada por ningún regulador o autoridad legal “sobre ningún delito material del tipo alegado o de cualquier otro tipo”, se lee en el comunicado. Un vocero de la DEA dijo que el caso Kaloti ya está cerrado y se negó a responder preguntas sobre la investigación. Los investigadores estadunidenses dijeron que nunca interrogaron a Kaloti directamente; dado que el caso no desembocó en acusaciones ni en una designación del Tesoro, Kaloti nunca tuvo la oportunidad de ver o replicar contra las pruebas que los investigadores habían reunido. Durante mucho tiempo, las agencias vieron el comercio del oro como un hueco en la lucha contra el lavado de dinero. Las bandas de narcotraficantes y los grupos militantes armados utilizan el oro para lavar dinero y financiar conflictos. En el proceso, han apoyado operaciones mineras ilegales que destruyen la selva, que a la vez son centros de tráfico sexual y el trabajo infantil. En Perú, el mayor productor de oro de América Latina y el segundo mayor proveedor de cocaína del mundo, el comercio ilegal de oro es ahora dos veces mayor al tráfico de drogas. “No hay mejor mecanismo en el mundo para lavar dinero que el oro”, dijo David Soud, jefe de investigación y análisis de I.R. Consilium, una firma consultora que se especializa en analizar delitos relacionados con los recursos. “Es riqueza concentrada y portátil, tiene esencialmente el mismo valor en cualquier parte del mundo y se puede mover fuera del sistema financiero global”.
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Por estas razones, una transacción que involucra a metales preciosos suele atraer el escrutinio bancario. Las compañías de oro están involucradas en aproximadamente una cuarta parte de todas las transacciones sospechosas en los FinCEN Files. Pero los mismos archivos muestran que las investigaciones sobre Kaloti fueron más allá del monitoreo de rutina. A medida que la investigación de EE. UU. ganaba fuerza, las preocupaciones sobre las prácticas comerciales de la empresa también ocupaban titulares en el Reino Unido. En 2014, un exsocio de la oficina de EY (ex Ernst & Young) en Dubái informó que Kaloti había aceptado oro proveniente de Marruecos, disfrazado de plata y con documentación falsificada. Los auditores de la firma de contabilidad global también descubrieron que Kaloti había comprado oro de Sudán, donde la el metal precioso sirvió a financiar un grupo de milicias bajo investigación por genocidio, sin investigar adecuadamente a sus proveedores, según el ex socio de EY. Al año siguiente, la refinería de Kaloti perdió una importante acreditación de la industria. Un portavoz de Kaloti dijo que los reguladores, organismos internacionales o auditores no han encontrado que la empresa tenga minerales conflictivos, "o incluso la probabilidad de que los haya", en sus cadenas de suministro. Kaloti mantuvo sus lazos comerciales con grandes corporaciones, incluida la refinería suiza Valcambi, según Global Witness, una organización anticorrupción. Kaloti abrió recientemente una nueva refinería en Dubái, y General Electric, Amazon, General Motors y decenas de otras empresas estadunidenses informaron que Kaloti pudo haber procesado o proporcionado oro como parte de sus cadenas de suministro en 2019, según documentos presentados ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC). General Electric y General Motors dijeron que no obtienen oro directamente de Kaloti; GE dijo que pidió a su proveedor que retirara Kaloti de su cadena de suministro. Amazon, GE y General Motors dijeron que están comprometidos a tener una cadena de suministro ética.

Fiebre de oro en Dubái

El oro fluye en la economía global. Los inversionistas negocian contratos vinculados a futuras entregas en las principales bolsas de materias primas de Londres, Chicago y Shanghái. Los bancos lo compran a las empresas mineras y otros proveedores para revenderlo a los fabricantes, que lo convierten en anillos de boda y circuitos de iPhone. Los intermediarios lo venden a través de “infomerciales” difundidos en los programas nocturnos de televisión. El precio del oro puede fluctuar mucho. Subió a mil 895 dólares la onza troy en 2011, cayó a mil 62 dólares en 2015 y ahora ronda los mil 900 dólares. Y, sin embargo, los inversionistas --asustados por los mercados volátiles-- a menudo lo consideran como un refugio, en parte porque el metal tiene el poder de la permanencia: el oro ha sostenido potencias mundiales tan distintas como la España del siglo XVI, que construyó un imperio global con oro saqueado de América Latina, y los Estados Unidos del siglo XXI, que posee más de 261 millones de onzas troy (8 mil toneladas métricas) por valor de más de 11 mil millones de dólares en las arcas del gobierno. Para Munir Al Kaloti, el fundador del Kaloti Jewellery Group, el oro fue la base de su imperio: en la década de 1960, huyó de Jerusalén y fue a lo que ahora son los Emiratos Árabes Unidos, cuando todavía eran un remanso polvoriento con pocas carreteras pavimentadas. Comenzó a colectar metales a baja escala y luego importó cabras para el entonces gobernante de Dubai, dijo en una entrevista en 2013 con un sitio de noticias local.
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En 1988, Al Kaloti abrió una joyería con su yerno, quien se había formado como joyero en Italia. Poco tiempo después compraron oro. “Las personas que transportaban restos de oro y oro de las minas en África y Asia llegaban cada vez más y se preguntan: ¿Quién puede manejar esto, quién puede comprar esto". Al Kaloti recordó en la entrevista. "Entonces dijimos: '¿Por qué no?'". Durante el siguiente cuarto de siglo, Dubái se convirtió en un importante centro financiero y de negocios. También se convirtió en una plaza central para el comercio del oro, un negocio impulsado por las bajas tasas impositivas, la proximidad a África y Asia y su fama de guardar secretos. En 2000, Kaloti Jewellery Group comenzó a comercializar lingotes de oro. Para 2008, hacía sus propias barras en una refinería en la ciudad vecina de Sharjah. Pronto se convirtió en uno de los conglomerados de comercialización y refinación de oro más grandes de Medio Oriente, con sucursales en Asia. Aun así, siguió siendo un negocio familiar: el yerno de Munir Al Kaloti se desempeñó como gerente general. Uno de sus hijos operaba una oficina de compra de oro en un populoso mercado árabe de Dubái. Tras bambalinas, los tratos de Kaloti habían comenzado a atraer la atención de las autoridades de Estados Unidos.

Operación “Honey Badger”

A finales de 2010, un grupo de trabajo dirigido por la DEA en el centro de Florida comenzó a recibir llamadas de agentes de la propia DEA, quienes investigaban un esquema de lavado de dinero que se extendía por los cinco continentes, parte de un operativo llamado Proyecto Cassandra. Una red criminal internacional canalizaba dinero en efectivo ilícito --proveniente de la venta de cocaína colombiana en Europa-- hacia África, donde se combinaba con las ganancias de la venta de autos usados en Benín, según alegaron los fiscales. Los transportistas de efectivo fueron vinculados con Hezbolá, un grupo militante chiita y partido político libanés respaldado por Irán, que supuestamente trasladó el dinero a Beirut a cambio de una comisión. El Banco Canadiense Libanés, con sede en Beirut, y otras casas de cambio enviaron supuestamente cientos de millones de dólares a Estados Unidos para que la red criminal comprara más autos usados, completando el ciclo de lavado de dinero. La red también envió fondos a través del banco a empresas de bienes de consumo en Asia para comprar productos que se enviaban a Sudamérica y se vendían para pagar a los proveedores de cocaína. A principios de 2011, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos designó al Banco Canadiense Libanés como “preocupación principal de lavado de dinero”, la misma “pena de muerte” financiera que el gobierno consideraría más tarde para Kaloti. El grupo de trabajo liderado por la DEA notó rápidamente que el dinero enviado a algunas de las compañías de autos usados implicadas en el caso del Banco Canadiense Libanés pasaba por Kaloti, una compañía relativamente desconocida en ese entonces. “De la noche a la mañana, las transferencias bancarias que veíamos con el Banco Canadiense Libanés y estas otras empresas se movieron a Kaloti, como un interruptor de luz”, recordó un exfuncionario. “Nos preguntamos ‘¿Quién es Kaloti?’”. Kaloti se convirtió de pronto en el objetivo de una nueva investigación, cuyo nombre en código fue Honey Badger (tejón melero), en honor al feroz mamífero conocido por cazar pitones y cobras.Los investigadores tenía un interés especial en dos clientes de Kalot: Salor DMCC, con sede en Dubái, y una empresa en Benin llamada Trading Track Company. Los sospechaban de lavar de dinero de la droga con oro. Al revisar los registros financieros, los investigadores notaron grandes transferencias bancarias, a veces más de una vez al día, de Kaloti a Salor. En los detalles de pago, Kaloti hizo referencia al comercio de oro y a Trading Track Company. A menudo, Salor enviaba dinero a las concesionarias de autos usados el mismo día, según los registros consultados por ICIJ. “Kaloti se utilizó para esconder la fuente de muchos de esos fondos", dijo un exinvestigador. “Tenías que seguir la pelota que rebota”. Hubo otra señal de alerta para los investigadores: Kaloti hizo pagos en efectivo por millones de dólares a los proveedores. El efectivo es difícil de rastrear, lo que lo convierte en el método de pago consentido de los grupos criminales. Los documentos vistos por ICIJ muestran que, en 2012, Kaloti pagó a Salor 414 millones de dólares en efectivo por oro, y 28 millones de dólares en efectivo a Trading Track $ 28 por el metal precioso ese mismo año. Kaloti dijo que no puede comentar sobre su relación con Trading Track y Salor debido a compromisos de confidencialidad. La compañía dijo que solo acepta clientes después de realizar una “diligencia debida sólida” y que cualquier transacción en efectivo “no fue de ninguna manera incorrecta”. Agregó que, si bien el efectivo es “un método de pago común” en los Emiratos Árabes Unidos, tomó la decisión comercial de dejar de realizar transacciones en efectivo en agosto de 2013. Salor y Trading Track Company tienen el mismo dueño, dijo un abogado de las empresas, bajo el anonimato. Ninguna de ellas empresas ha participado en lavado de dinero u otra conducta ilegal o poco ética, dijo; no fueron informadas obre la investigación de Estados Unidos y no han sido acusadas de irregularidades, agregó. Salor dijo que todas sus actividades en Dubái estaban sujetas a supervisión y aprobación regulatorias. En una entrevista en julio, el gerente de Trading Track, Nemer Talj, dijo a Banouto, socio de medios de ICIJ en Benín, que Trading Track transporta oro para Salor, que luego se lo entrega a Kaloti para su refinación.

Lo que los bancos vieron

Estados Unidos es el principal responsable de las leyes contra el lavado de dinero. La razón tiene mucho que ver con la primacía del dólar estadounidense en las transacciones financieras globales y con el papel de liderazgo que desempeñan los principales bancos de Wall Street en el procesamiento de pagos que se realizan en todo el mundo. El resultado: para hacer negocios en los EE.UU., una institución financiera debe cumplir sus reglas, lo que significa alertar al FinCEN Tesoro cuando “sabe, sospecha o tiene motivos para sospechar” que una transacción que se mueve a través de sus cuentas podría ser parte de un plan para lavar dinero, violar sanciones, financiar un grupo terrorista o sin tener un propósito comercial aparente. El grupo de trabajo liderado por la DEA comenzó a notificar estos registros bancarios, aparentemente poniendo a las instituciones en alerta máxima. Los archivos de FinCEN muestran una gran actividad en 2012 y 2013, cuando los bancos colaboraban con la agencia: en 2012, Kaloti comenzó a transferir grandes sumas de sus cuentas de Deutsche Bank al banco Emirates NBD en Dubái. Los agentes de la compañía comenzaron a retirar tanto efectivo de Emirates NBD que el dinero tuvo que ser movido en carretillas, afirmó más tarde un exempleado de Deutsche Bank. Deutsche Bank informó sobre las extracciones a las autoridades estadunidenses al año siguiente, según archivos de FinCEN. El banco escribió que algunos operadores de la bolsa de materias primas de Londres “parecían estar alejándose” de Kaloti y que Deutsche Bank planeaba hacer lo mismo. Deutsche Bank también informó de sus preocupaciones a las autoridades de los Emiratos Árabes Unidos, e indicó que las autoridades estadunidenses investigaban a Kaloti. Una de las autoridades de los Emiratos Árabes Unidos, la Autoridad de Servicios Financieros de Dubái, le dijo al ICIJ que no tenía jurisdicción para investigar las acusaciones contra Kaloti. El Banco Central de los EAU no respondió a las solicitudes de comentarios. Casi al mismo tiempo, el banco JPMorgan Chase dijo que había suspendido sus operaciones de comercio de materias primas con Kaloti porque la empresa había “atraído el interés” de las autoridades y parecía estar participando en transacciones de “alto riesgo”. Emirates NBD mantuvo abierta la cuenta de Kaloti hasta al menos agosto de 2014, según los documentos. Deutsche Bank, JPMorgan Chase y Emirates NBD se negaron a comentar sobre los hallazgos de ICIJ, citando leyes de confidencialidad. Un portavoz de Kaloti dijo que la compañía no comentaría sobre sus relaciones bancarias. Kaloti dijo que, en general, algunos bancos importantes han decidido salir o reducir su exposición al mercado del oro o ciertas ubicaciones comerciales como parte de un esfuerzo general para minimizar los riesgos. Kaloti agregó que realizó aproximadamente 75 mil transacciones entre 2012 y 2016 y que la cantidad de SAR que nombraban a la empresa en los FinCEN Files era "estadísticamente insignificante".

El denunciante

Cuando visitaron una oficina de Kaloti en el mercado del oro de Dubái en 2013, los inspectores de la firma de auditoría EY notaron una pila de lo que parecían ser barras de plata. El hijo de Munir Al Kaloti raspó la capa brillante y reveló que realmente era oro. Un proveedor marroquí había disfrazado los barrotes para evadir las restricciones a la exportación, según un informe interno de EY que una persona compartió con los medios de comunicación. Los inspectores de EY estaban impactados: que Kaloti haya comprado oro de proveedores a sabiendas que habían falsificado los papeles podía costarle su certificación de la industria conocida como “Dubái Good Delivery”, y ahuyentar a sus principales clientes internacionales. Los auditores determinaron que Kaloti había aceptado cuatro toneladas métricas de oro de Marruecos con documentación falsificada. Los envíos incluían oro de un grupo criminal que lavó 146 millones de dólares del narcotráfico a través de Kaloti, según descubrió una investigación posterior de BBC Panorama y la productora de documentales Premières Lignes. En respuesta a los hallazgos de los auditores, Kaloti dijo que había examinado adecuadamente a sus proveedores antes de comprarles oro y “rectificó rápidamente” cualquier “deficiencia”. La compañía le dijo a BBC Panorama que había realizado controles contra el lavado de dinero, que no había comprado oro cubierto de plata y que “nunca a sabiendas” haría negocios con una entidad involucrada en actividades delictivas. Los auditores compartieron sus preocupaciones con el “Dubái Multi Commodities Centre” (Centro de multi materias primas, DMCC, por sus siglas en inglés), que administra el programa de certificación; un ente que se estableció en 2002 como parte de un gran plan para hacer del emirato un centro líder mundial para el comercio de oro. Los estándares internacionales exigen que los compradores de oro monitoreen a sus proveedores para asegurarse de no contribuir a conflictos o a violaciones de derechos humanos; pero en muchos países, entre ellos los Emiratos Árabes Unidos, los estándares no están reglamentados en una ley, lo que deja su aplicación en gran parte a los programas voluntarios de certificación de la propia industria, como el que maneja el DMCC. Sin embargo, en lugar de quitarle la acreditación a Kaloti, el DMCC cambió sus reglas en 2013 para permitir que la compañía mantuviera en secreto los detalles de lo que los auditores habían descubierto, alegó más tarde Amjad Rihan, socio de la oficina de EY en Dubái. El DMCC refuta estas acusaciones. El DMCC eliminó la refinería de Kaloti en Sharjah de su lista de certificación en abril de 2015, sin dar una razón específica: solo indicó que la refinería no había cumplido con los estándares. La medida fue en gran parte simbólica, pues Kaloti siguió encontrando compradores para su oro. Un vocero de Kaloti dijo que no había “motivos válidos” para justificar la eliminación de su refinería de la lista y que la decisión “no tenía nada que ver con la política de abastecimiento de Kaloti”. Dijo que se han producido “cambios regulatorios importantes” en la industria del oro en los últimos años. “El negocio de Kaloti ha evolucionado para cumplir con esos cambios y siempre ha cumplido o superado todos los requisitos reglamentarios aplicables, de conformidad con las mejores prácticas de la industria”. En entrevistas con The Guardian y Global Witness, Rihan acusó a EY de encubrir las irregularidades de Kaloti y de despedirlo. A principios de este año, un juez del Tribunal Superior de Londres dio razón a Rihan y ordenó a EY que pagara al denunciante 11 millones de dólares. La firma ha negado cualquier irregularidad y apeló la decisión.

‘Tremendas sumas de valor ilícito’

En agosto de 2014, el grupo de trabajo liderado por la DEA presentó un informe al Departamento del Tesoro de Estados Unidos, en el cual detalló los motivos por los cuales los investigadores creían que Kaloti y otros, incluidos Salor y Trading Track, eran amenazas para el lavado de dinero. El informe colocó a Kaloti Jewellery International DMCC, la compañía responsable de administrar el negocio de oro físico de Kaloti en los Emiratos Árabes Unidos, como su objetivo principal dentro de Kaloti Jewellery Group. Kaloti y las otras compañías, escribieron los investigadores, estaban “brindando servicios financieros a una variedad de organizaciones criminales instaladas en todo el mundo” y facilitaban la conversión de dinero sucio en oro. “Juntos, han establecido una capacidad significativa para transportar o transferir enormes cantidades de valor ilícito mediante el uso de oro como materia prima, así como transferencias de efectivo a menudeo y pagos por cable a terceros”, dice un extracto del informe, visto por ICIJ. El informe alegaba que Salor y Trading Track eran unas de varias “entidades centrales” involucradas en el lavado de dinero de la droga. Los hallazgos, según los investigadores, se basaron en un examen exhaustivo de las operaciones de las empresas: el equipo de la operación “Honey Badger” revisó más de 230 mil transferencias electrónicas y buscó cuentas de correo electrónico que contenían más de 450 mil conversaciones. Viajaron a Europa para entrevistar a las fuentes. El Comando de Operaciones Especiales del Ejército de Estados Unidos e investigadores de otras agencias se sumaron. Un abogado de Salor y Trading Track dijo que las empresas niegan las acusaciones de irregularidades y que las “investigaciones que resultan en el no hallazgo de irregularidades suceden con frecuencia, y que la mera investigación no es probativa de algo”. Un vocero de Kaloti dijo que la compañía “niega categóricamente que alguna vez pudiera haber sido considerada adecuada o razonablemente como una ‘amenaza’ o ‘preocupación’ de lavado de dinero” y que “desconoce por completo las presuntas conexiones criminales” con Salor y Trading Track. Kaloti dijo que, si se le hubiera proporcionado evidencia de que alguno de sus clientes estaba facilitando actividades delictivas a sabiendas, se habría “desvinculado inmediatamente de esas relaciones”. El vocero agregó que los pagos a terceros “no eran ilegales ni generalmente infrecuentes antes de 2013”, que los pagos que realizaba eran “completamente transparentes”, solo en representación de los clientes aprobados, e identificaban claramente la fuente, el remitente y el destinatario, y que había dejado de realizar dichos pagos a finales de 2012. Kaloti dijo que “nunca ha prestado ningún servicio que no sean aquellos para los que tenía licencia completa” y que “ha cumplido plenamente con todos los requisitos legales y reglamentarios relacionados con su negocio y todas las transacciones en las que ha sido parte”. El Departamento del Tesoro realizó su propia investigación sobre Kaloti. Pero antes de emprender acciones que podrían expulsar Kaloti del sistema financiero de Estados Unidos, las autoridades estadunidenses sintieron que era importante, por razones diplomáticas, hablar con sus contrapartes de Emiratos Árabes Unidos para ver si manejarían el problema internamente, según entrevistas con exfuncionarios del Tesoro con conocimiento de la investigación. Kaloti es un actor importante en la economía de Dubái, y Emiratos Árabes Unidos es un aliado importante en una serie de temas de interés del gobierno de Estados Unidos en Medio Oriente, incluido el terrorismo. En 2015 y 2016, los funcionarios del Tesoro se reunieron con las autoridades locales de los EAU para discutir sobre Kaloti. El grupo de trabajo dirigido por la DEA no confiaba en las autoridades emiratíes y no permitió que el Tesoro compartiera la evidencia que había obtenido, según exinvestigadores. Exfuncionarios estadunidenses dicen que no está del todo claro por qué no se implementó la designación de “preocupación por lavado de dinero”. El Departamento del Tesoro rara vez ha utilizado esta calificación, que se creó después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 para evitar que el dinero sucio fluya a través del sistema financiero global. En dos décadas, se aplicó contra 26 jurisdicciones e instituciones financieras extranjeras. Nunca se ha aplicado a un comerciante de metales preciosos. “¿Debimos haber actuado? Sí, debimos”, dijo un exfuncionario del Tesoro. Debido al carácter inédito de aplicar la sanción a una empresa de metales preciosos y a otros factores que complicaron la designación de Kaloti, el caso “nunca fue perfecto”, dijo el funcionario. No está claro si el Departamento del Tesoro también investigó a Salor y Trading Track. Un vocero de Kaloti dijo que “si el Departamento del Tesoro de Estados Unidos realmente hubiera albergado preocupaciones de que Kaloti estuviera involucrado de alguna manera en el lavado de dinero, luego de una investigación adecuada, ya sea por enlace con las autoridades de los EAU, Kaloti o ambos, estamos seguros de que sus preocupaciones podrían haber sido fácilmente aliviadas”. Aunque el Departamento del Tesoro no tomó ninguna medida, antes de concluirse 2013, tres grandes bancos avisaron a las autoridades que habían cerrado o planeado cerrar cuentas asociadas con Kaloti, según muestran los archivos de FinCEN y otros registros. Uno de esos bancos, Deutsche Bank, había mantenido abiertas las cuentas de Kaloti durante más tiempo del que probablemente lo hubiera hecho: el Departamento de Justicia los quería abiertos con fines de investigación, según un testigo en la demanda de Rihan. Otro banco, HSBC Hong Kong, esperó hasta principios de 2016 para cerrar la cuenta de Kaloti, según muestran los documentos presentados, dos años después de que Rihan hiciera público sus hallazgos. HSBC declinó hacer comentarios. El Departamento del Tesoro, el Departamento de Justicia y los Emiratos Árabes Unidos no respondieron a las preguntas sobre la investigación de Kaloti. Un portavoz del Comando de Operaciones Especiales dijo que no podía hacer declaraciones sobre investigaciones específicas. La DEA solo dijo que el caso ya está cerrado. En una declaración pública del 1 de septiembre que aludía a las preguntas del ICIJ, el Departamento del Tesoro dijo que la “divulgación no autorizada” de informes de actividades sospechosas era un delito y que había “remitido este asunto” a su Oficina del Inspector General y al Departamento de Justicia.

Apego a las reglas, solo de boca para afuera

Kaloti había sido blanco de una investigación de varios años en Estados Unidos sobre presunto lavado de dinero. EY estuvo envuelto en una crisis de imagen, acusado de ayudar a Kaloti a encubrir sus supuestas malas prácticas. Bancos importantes cerraron las cuentas de la empresa, y un influyente grupo de la industria de Dubái revocó su sello de aprobación. Sin embargo, la compañía siguió adelante con un plan para abrir una refinería en una nueva base de operaciones: Surinam, un pequeño país sudamericano y excolonia holandesa que según el Departamento de Estado de Estados Unidos es un centro de tránsito para la cocaína del continente. La refinería era una empresa conjunta con el gobierno de Dési Bouterse, quien fue condenado por tráfico de drogas por un tribunal holandés en 1999. Después de que un consultor de seguridad nacional visitó Surinam en 2016, dijo que “no encontró evidencia de que la refinería exista”. “En estas circunstancias, el gobierno puede certificar las exportaciones de cualquier cantidad de oro, real y ficticia, de una refinería que existe solo en papel”, escribió el consultor Douglas Farah en un informe para el Center for a Secure Free Society, un grupo de expertos en seguridad nacional. Kaloti y el gobierno de Surinam han cuestionado los hallazgos del consultor. Kaloti publicó una carta de un auditor en su sitio web certificando que la Casa de Moneda Kaloti Surinam estuvo operativa entre 2015 y 2017. Kaloti parece estar prosperando: pese que eliminó la refinería de Kaloti en los EUA de su lista de “Good Delivery” en 2015, apenas dos años después el DMCC permitió a la compañía abrir una nueva refinería, MTM & O Gold Refinery DMCC según un informe de Global Witness. El DMCC dijo al ICIJ que todas las solicitudes de registro de empresas están sujetas a un “proceso de cumplimiento sólido”. Citando fuentes confidenciales, Global Witness dijo que, en 2018 y 2019, Kaloti compró oro sudanés que pudo haber financiado grupos armados. En esos mismos años, la compañía vendió aproximadamente 20 toneladas métricas de oro a Valcambi, la compañía suiza de refinación, que está en las listas de “Good Delivery” del Mercado de Lingotes tanto de Londres como de Dubái, dijo Global Witness. Valcambi dijo a ICIJ que no confirmaría ni negaría la compra de oro a Kaloti. La compañía dijo que solo compra oro a sus proveedores “donde la compañía puede garantizar completamente la identificación del origen del oro” y no acepta oro de países en listas de sanciones, como Sudán. Kaloti dijo a ICIJ que los hallazgos de Global Witness “no eran precisos”, pero dijo que no respondería a las preguntas “sobre los clientes que pudiera tener” por razones de confidencialidad. La compañía dijo que obtuvo oro en Sudán directamente de minas artesanales y de pequeña escala que producían “oro no conflictivo”. Un portavoz del Mercado de Lingotes de Londres (LBMA, por sus siglas en inglés) dijo que Valcambi se había sometido a dos auditorías, incluida una “auditoría especial” que se requería porque la compañía había obtenido oro reciclado de los EAU, una jurisdicción de alto riesgo, en 2018. En enero de 2015, Kaloti era miembro de la bolsa de intercambio de materias primas COMEX, con sede en Estados Unidos. Un portavoz de la bolsa no dijo si Kaloti seguía siendo miembro en 2020, citando “razones de confidencialidad”. Kaloti también es miembro del Consejo Internacional de la Bolsa de Oro de Shanghái, y su sucursal en Turquía figura como miembro de la bolsa de valores turca Borsa Istanbul. Ninguna de las bolsas respondió a las solicitudes de réplica. Mientras tanto, los expertos dicen que EAU parece tener poco interés en combatir el comercio ilícito de oro. Miles de millones de dólares en oro son sacado de contrabando de África a través de los Emiratos Árabes Unidos cada año, según una investigación reciente de Reuters. Ello priva a los países pobres de los ingresos fiscales que tanto necesitan y permite que el oro de las regiones en conflicto ingrese al sistema económico mundial. El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), un organismo de control internacional contra el lavado de dinero, criticó recientemente a los EAU por no hacer lo suficiente para prevenir el lavado de dinero. “La familia gobernante (en EAU) solo habla de boca para afuera en cuanto a seguir las reglas, pero es básicamente laissez-faire, todo vale”, dijo John Cassara, un exagente especial del Tesoro de Estados Unidos que ha escrito libros sobre lavado de dinero basado en el comercio. "El dinero entra y sale y nadie hace cumplir nada". En un comunicado, la Embajada de los Emiratos Árabes Unidos en Washington, D.C., dijo que el país “está mejorando continuamente su propia seguridad, y la de sus aliados, al limitar y prevenir los transbordos ilegales y los flujos de dinero” y recientemente actualizó sus leyes contra el lavado. Funcionarios actuales y anteriores familiarizados con la investigación de Estados Unidos sobre Kaloti dijeron que la falta de acción contra la empresa sentó un mal precedente. “En mi opinión, ¿cuál es el factor de riesgo? ¿Qué se sepa?" dijo un funcionario. “Si esto no está siendo procesado o aplacado, entonces ¿qué los detendría?”. Colaboradores: Simon Bowers, Agustin Armendariz, Emilia Díaz-Struck, Will Fitzgibbon, Yao Hervé Kingbêwé, Emmanuel K. Dogbevi, Alloycious David, Sylvain Besson, Lisseth Boon, Delphine Reuter, Andrew Lehren, Emily Siegel, Miguel Gutiérrez.

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