Justicia
Caso Concepción: cinco años en el limbo de la justicia
Concepción Sibaja Ramírez lleva más de cinco años encarcelada. La entonces PGR la acusó de pertenecer a una red internacional de tráfico de personas. Desde entonces su caso no avanza: no la liberan por falta de pruebas, pero tampoco la sentencian.Concepción Sibaja Ramírez lleva más de cinco años encarcelada en Oaxaca… La entonces Procuraduría General de la República la capturó; la acusó de pertenecer a una red internacional de tráfico de personas. Durante su detención fue torturada y agredida sexualmente. Las pruebas de la autoridad son una supuesta persona llamada “Eva” –que la acusada no conoce– y un presunto testigo protegido. Desde entonces su caso no avanza: no la liberan por falta de pruebas, pero tampoco la sentencian.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Implicada inesperadamente en una trama internacional de tráfico de personas, detenida de manera arbitraria, agredida sexualmente por agentes de la entonces Procuraduría General de la República (PGR) y con una defensa que le recomendó callar las violaciones a sus derechos, María Concepción Sibaja Ramírez está dispuesta a aceptar ser culpable de un delito que no cometió para acabar con la incertidumbre de no tener sentencia… Lleva más de cinco años detenida.
“Hace dos años le dije al secretario de acuerdos que me declaraba confesa (de los delitos que me acusan), si eso es necesario para que nos den una sentencia, porque ya es mucho tiempo sin saber a dónde voy o a quién me dirijo”, dice Concepción, de 47 años, en entrevista telefónica con Proceso, desde el Centro Penitenciario Femenil San Francisco Tanivet, Tlacolula, Oaxaca, donde está presa.
Hasta ahora esta mujer no sabe cómo es que fue llevada a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), cómo estuvo arraigada 39 días, cómo fue a dar a prisión ni mucho menos cómo es que fue vinculada con una banda internacional que supuestamente opera desde El Salvador.
“Somos 10 las mujeres que estamos aquí, A mí me sacaron de la casa de mi mamá cuando fui a visitarla, ahí estaban unos hombres que preguntaban por una tal Josefina Ramírez. Mi mamá les dijo que no vivía nadie con ese nombre. Ahora sé que en esos momentos, cuando ya se iban, alguien decía ‘no es aquí, vámonos’ y en eso llegué yo y me subieron a un carro.
“Me llevaron a la casa de mis hijos, se llevaron a la mujer con quien vive mi exesposo y a una muchacha con la que lo encontraron, que estaba embarazada. En el arraigo le sacaron a su bebé cuando tenía ocho meses de embarazo porque le dijeron que si no, el DIF se lo iba a llevar”.
Concepción cuenta que cuando llegó al calabozo de la SEIDO vio a muchas mujeres llorando; una le contó que estaba ahí porque cuando se llevaban a su mamá ella explicó que no era verdad de lo que la acusaban, y le dijeron que, si quería atestiguar, que se llevara su credencial de elector.
Otra mujer le contó que la detuvieron porque quiso acompañar a su esposo, que es epiléptico, y le dijeron que llevara su credencial si lo quería cuidar.
Sibaja denuncia que durante su detención, mientras era amenazada de que sus hijos serían asesinados si ella no se declaraba culpable, fue manoseada por los agentes que la capturaron; asegura que no fue violada debido a que en ese momento tenía su menstruación.
Su indignación es mayor al recordar que en noviembre de 2012, cuando intentó ingresar a Estados Unidos en busca de una mejor vida y reunirse con sus familiares en Phoenix, Arizona, fue violada por los coyotes que contrató para cruzarla.
Un mes después de estar en territorio estadunidense fue detenida en Houston, y deportada.
“Estuve en manos de esos hombres unos 20 días; se drogaban y violaban a las mujeres cuando querían. Cuando íbamos de McAllen a Houston nos dejaron en un campo porque dijeron que andaban ahí los de migración.
“Me quedé dormida y de repente me despertó un muchachito para avisarme que teníamos que correr, nos detuvieron como a 12 y cuando estaba en el cuarto frío me hicieron firmar papeles; no denuncié los abusos porque lo que quería era regresar a Oaxaca a mi pueblo, a verificar que no tenía enfermedades”.