Abusos sexuales

Entre la marginación y el descrédito

Un informe dejó conmocionada a la feligresía francesa: aquel que reveló que más de 200 mil menores de edad sufrieron abuso sexual en las últimas siete décadas por parte de sacerdotes católicos… pero este escándalo sólo vino a sumarse a una crisis de larga data del catolicismo local.
jueves, 21 de octubre de 2021 · 19:15

Norimitsu Onishi y Aurelien Breeden/The New York Times

Un informe dejó conmocionada a la feligresía francesa: aquel que reveló que más de 200 mil menores de edad sufrieron abuso sexual en las últimas siete décadas por parte de sacerdotes católicos… pero este escándalo sólo vino a sumarse a una crisis de larga data del catolicismo local, religión otrora tan poderosa como el Estado, que ha visto decrecer dramáticamente el número de sus fieles: actualmente sólo 32% de la ciudadanía se reconoce católica. Y por no haber detenido los casos de abuso sexual, señalan expertos, la Iglesia de Francia “no sólo está marginada, sino desacreditada”.

PARÍS. (Proceso).- La Iglesia católica francesa fue una vez tan poderosa que se le consideró un Estado dentro de otro Estado. En la jerarquía global del catolicismo romano, Francia consolidó su posición desde el siglo V, cuando se le conocía como la “hija mayor de la Iglesia”.

Si bien el catolicismo ha disminuido en todo el mundo occidental, su implacable declive en Francia es sorprendente, dada su prominencia pasada. Ahora, un devastador informe ordenado por la propia Iglesia sobre el abuso sexual por parte del clero, publicado la segunda semana de octubre, después de un cálculo similar en otros lugares, mostró otra degradación que sacudió aún más lo que alguna vez fue un pilar de la cultura y de la sociedad francesas.

El informe, que confirmó historias de abuso que han surgido a lo largo de los años, conmocionó a la nación con detalles de su magnitud, que implica a más de 200 mil menores en las últimas siete décadas. Reverberó con fuerza en un país que ya ha sido transformado, en las últimas generaciones, por la caída del catolicismo, y profundizó el sentimiento de una Iglesia francesa en retirada acelerada.

Laurent Stalla-Bourdillon, sacerdote y teólogo parisino, dice que la Iglesia todavía estaba enfrentando “el alcance de su marginación gradual en la sociedad francesa.

“Marginación en números, debido a la disminución de las tasas de observancia, y marginación en la estima de la esfera política por la Iglesia como institución”, señala Stalla-Bourdillon, quien una vez fue capellán de los legisladores franceses.

Debido a que no logró detener el abuso sexual, agrega, la Iglesia “no sólo está marginada, sino desacreditada”.

Debilidad de larga data

A escala mundial, la Iglesia Católica de Francia se ha debilitado más que sus contrapartes, especialmente las de Alemania y Estados Unidos. Para algunos católicos, que a lo largo de su vida han experimentado la rápida disminución de su fe en la sociedad y en sus propias familias, el informe se sumó a una sensación de asedio.

“Se percibe como un ataque”, dice Roselyne Delcourt, de 80 años, después de la misa vespertina del miércoles en Notre-Dame de Grâce de Passy, una parroquia en el distrito 16 de París, un bastión conservador y adinerado. “Pero no creo que vaya a dañar a la Iglesia”.

Pero otro feligrés, Dominique Dary, de 66 años, señala que el informe es una oportunidad de cambio: “Espero que podamos pasar página ahora y que tengamos una Iglesia renovada”, dice.

Si algunos pueden aprovechar el informe como una oportunidad para la reforma, podrían verse ahogados por los católicos franceses que se han vuelto cada vez más conservadores política y culturalmente, acota Raphaël Liogier, sociólogo francés que es profesor en el Instituto de Estudios Políticos en Aix-en-Provence y dirigió el centro de investigación Observatorio de los Religiosos.

Al vivir en una sociedad donde la religiosidad cristiana ha disminuido a pesar de que el Islam ha crecido, los católicos franceses conservadores son una fuerza política poderosa y actores vocales en las guerras culturales que sacuden al país, acota.

“Este informe corre el riesgo de provocar una reacción violenta entre aquellos que tienen una identidad católica muy fuerte, porque esto ha ido demasiado lejos”, dice Liogier. “Podrían percibirlo como un complot de los progresistas para debilitar a la Iglesia católica y destruir lo que queda de la identidad francesa.”

Sin embargo, para las víctimas de abuso sexual por parte de miembros del clero, el informe fue un relato devastador de su sufrimiento y un correctivo de muchas décadas de negación.

François Devaux, cofundador de una asociación de víctimas, pregunta si “la Iglesia, después de todas sus traiciones, es capaz de reformarse.

“¿Podemos permitirnos confiar en ellos, una vez más, a pesar de su opacidad, para que hagan todo lo necesario para rehabilitar todas estas vidas rotas?”, dice.

Influencia histórica

El poder histórico de la Iglesia puede ser captado inmediatamente por los visitantes de la catedral de Notre-Dame, en París, o de cualquier pueblo francés, donde el templo local está en el lugar más destacado. La Iglesia continuó desafiando al Estado mucho después del nacimiento de la República Francesa en una revuelta contra la Iglesia y la monarquía.

Pero su influencia disminuyó constantemente el siglo pasado, aceleradamente desde principios de los sesenta, cuando 96% de los franceses declararon que eran católicos bautizados, según el informe dado a conocer el viernes 8.

Los estudios que utilizan datos del European Values Study han encontrado que en 2018 sólo 32% de los franceses se identificaron como católicos, con menos de 10% asistiendo regularmente a misa.

Hoy, según sus propias estadísticas, la Iglesia celebra la mitad de bautismos que hace dos décadas y 40% de los matrimonios.

El número de sacerdotes en Francia ha disminuido, pero no el número de extranjeros, a quienes a menudo se llama de otros países para ocupar las filas de un sacerdocio en declive, en una inversión de la era colonial, durante la cual el país era el mayor exportador de curas a África.

Los sucesivos gobiernos frenaron el alcance de la Iglesia sacándola de la escuela y de otras funciones sociales que tradicionalmente había desempeñado. Durante décadas las escuelas públicas incluso cerraron los jueves para permitir que los estudiantes asistieran al estudio de la Biblia, según el informe.

Céline Béraud, socióloga de la Escuela de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales de París, señala que, según el informe, más de la mitad del abuso estimado por miembros del clero ocurrió entre 1940 y 1969.

“Ese es el período en el que todavía había decenas de miles de sacerdotes, cuando las generaciones más jóvenes se bautizaban, iban a la escuela bíblica o eran exploradores”, apunta Béraud, quien escribió un libro sobre los escándalos de abuso sexual en la Iglesia Católica de Francia.

“No nos vamos a renidir”

Si bien es posible que los franceses de mediana edad ya no practiquen su fe, muchos crecieron asistiendo a la Iglesia y entienden sus rituales, agerga Liogier. Hoy en día, muchos jóvenes franceses ignoran hechos básicos sobre el catolicismo, como el significado de la Pascua, y son incapaces de transmitir ese conocimiento a la próxima generación, apunta.

Claire-Marie Blanchard, de 45 años, madre de cuatro hijos, que enseña estudios bíblicos, lo ha visto de primera mano:

“Hay niños que nunca han oído hablar de Jesús, incluso niños cuyos padres son cristianos o católicos”, declara Blanchard en la capilla parisina de Notre-Dame de la Médaille Miraculeuse. Su propio hijo la hizo enfurecer cuando no bautizó a su recién nacido para que el niño pudiera decidir más tarde.

“Ser católico en Francia es complicado”, dice. “Pero no nos vamos a rendir”.

Sintiéndose sitiados, algunos católicos practicantes se han vuelto cada vez más conservadores. En las elecciones presidenciales de 2017, la líder de extrema derecha, Marine Le Pen, obtuvo los votos de 38% de los católicos practicantes, en comparación con 34% del voto total.

El declive del catolicismo y una identidad francesa centrada en el catolicismo, en contraste con el papel creciente en la sociedad de los inmigrantes musulmanes y especialmente de sus hijos nacidos en Francia, es un tema de división importante que atraviesa la sociedad francesa. En política, si bien alimenta el apoyo católico de los candidatos de derecha, también se manifiesta de formas inusuales.

Éric Zemmour, el escritor y estrella de televisión de extrema derecha que ha subido en las encuestas de cara a las elecciones presidenciales del próximo año, ha atacado durante mucho tiempo al Islam y ha ganado popularidad en la derecha al definirse como un gran defensor de la cultura católica de Francia, pese a que es judío y sus padres se establecieron en Francia provenientes de Argelia.

Un “fuerte sitiado”

Isabelle de Gaulmyn, una de las principales editoras de La Croix, el principal periódico católico de Francia, comenta que el declive de la Iglesia podría haberla hecho reacia a abordar el tema del abuso sexual de frente, por temor a aumentar sus desafíos existentes.

“La evolución fue muy brutal”, dice sobre la caída del poder de la Iglesia. “Así que existe la sensación de que es un fuerte sitiado”.

Ese sentimiento también está alimentado por la sensación de que la Iglesia es pobre. A diferencia de su contraparte en Alemania, que se apoya en un impuesto recaudado por el gobierno, la Iglesia francesa no recibe un flujo constante de subsidios y debe depender casi exclusivamente de las donaciones de los fieles, aunque, según la compleja ley de laicismo de Francia, el Estado paga por el mantenimiento de casi todos los edificios de la institución eclesiástica.

Las víctimas de abuso sexual, que esperan una compensación de la Iglesia, se apresuran a señalar que algunas diócesis tienen considerables activos inmobiliarios.

Olivier Savignac, abusado sexualmente por un sacerdote cuando era menor y quien fundó una asociación para las víctimas, señala que querían una compensación para recuperar años de facturas médicas, “no una pequeña cantidad simbólica” cubierta por las donaciones de los feligreses.

“Queremos que las diócesis paguen de sus bolsillos”, agrega.

Muchos dicen que el informe ha puesto a la Iglesia en un punto de inflexión: reformarse o desvanecerse más.

“Es ahora”, dice Stalla-Bourdillon. “Después no”. 

Reportaje publicado el 17 de octubre en la edición 2346 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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