Estro Armónico

Cenobio Paniagua y su bicentenario

Nació en Tlalpujahua, Michoacán, el 30 de octubre de 1821 y murió en Córdoba, Veracruz, el 2 de noviembre de 1882. Paniagua tocaba el violín, el piano, el contrabajo y, probablemente, el clarinete; además, realizó métodos para vocalizar.
domingo, 24 de octubre de 2021 · 13:13

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– El 30 de octubre se cumplen los 200 años del natalicio del eminente –aunque todavía desconocido para el “gran público”– compositor michoacano Cenobio Paniagua (1821-1882), cuyo legado artístico empieza, a últimas fechas, a cobrar relevancia. Para hablar de su obra y su biografía, esta columna convocó al maestro en musicología Michel Hernández Lugo, ya que después de haber obtenido su maestría en la Facultad de Música de la UNAM, precisamente abordando a Paniagua, puede decirse que es una de las principales autoridades sobre el personaje que hay ahora en el país. Asimismo, acercarnos a este olvidado músico del XIX nos da pie para enterarnos de importantes composiciones patrióticas del México independiente, composiciones que empiezan apenas a rescatarse.

–Gracias, Michel, por haber compartido tu tesis Aproximación a la música orquestal de Cenobio Paniagua: edición crítica del Himno a Miramón y La Independencia y, desde luego, por aceptar la entrevista. Siempre es interesante saber cuál es la motivación que subyace en la interioridad de alguien para dedicarle años de investigación a un tema o a un personaje específico. ¿Qué fue lo que te atrajo de Paniagua?

–Es un placer compartir los nuevos hallazgos sobre Cenobio Paniagua. Cuando ingresé al Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información (Cenidim) como investigador, empecé colaborando con Eugenio Delgado en la edición de la segunda ópera de Paniagua, Pietro D’Abano, de 1863. Posteriormente se me confió el archivo Zevallos-Paniagua para realizar procesos de conservación, preservación y digitalización. Gracias a estas actividades tuve la oportunidad de revisar los manuscritos de Paniagua y me di cuenta que se trataba de un compositor interesante, con música de buena factura. Algunas partituras, aunque con dificultades de legibilidad, era posible estudiarlas y darse cuenta de su excelente manejo de las melodías, así como un empleo dramático de la armonía. Sin embargo, otras obras, particularmente las orquestales, no podían estudiarse debido a que se trataba de conjuntos de partes instrumentales, es decir, no había una partitura que permitiera ver en conjunto todos los instrumentos, lo cual implicaba dificultades para estudiar su armonía, contrapuntos e instrumentación. Esta situación me motivó a contribuir al estudio de este compositor mediante la restitución y edición crítica de su música para orquesta, lo cual pude hacer gracias al Programa de Maestría y Doctorado en Música de la UNAM.

–Siendo tú el mayor experto sobre el ilustre maestro de Tlalpujahua, te pediría que nos dieras unas pinceladas generales sobre su biografía pues, como dije antes, el desconocimiento sobre su trayectoria resulta casi inverosímil…

–Cenobio Paniagua y Vázquez nació en Tlalpujahua, Michoacán, el 30 de octubre de 1821 y murió en Córdoba, Veracruz, el 2 de noviembre de 1882. Paniagua tocaba el violín, el piano, el contrabajo y, probablemente, el clarinete; además, realizó métodos para vocalizar. En el ámbito de la composición fue autodidacta. De acuerdo con su biógrafo, Manuel G. Revilla, Paniagua estudió el tratado de composición de Anton Reicha y las partituras de las óperas italianas. Concluir su primera ópera, Catalina de Guisa, le llevó más de 14 años pero, a partir de su estreno, adquirió prestigio como compositor, lo cual lo impulsó a abrir una academia de armonía y composición, así como a organizar una compañía de ópera formada por cantantes mexicanos, la mayoría alumnos suyos. En la academia, otros destacados compositores escribieron óperas bajo su tutela. Baste mencionar a Octaviano Valle y Melesio Morales. Por lo anterior, se considera a Paniagua como el compositor que sienta las bases de la ópera mexicana, lo cual resulta ser un mérito muy importante por la absoluta preeminencia que tuvo este género en el México independiente.

–Las obras sinfónicas que rescataste son un hallazgo capital y su génesis es todo un capítulo de historia patria, con su justa dosis de oportunismo. Danos los pormenores, tanto del trabajo que hiciste para habilitar las partituras, como del contexto en que se compusieron y estrenaron…

–El Himno a Miramón y La Independencia son obras para voces solistas, coro y orquesta. Además de coincidir en que se trata de música patriótica, el estado de los manuscritos era caótico: un conjunto de partes instrumentales, sin partitura general, que imposibilitaba su estudio. En el caso del Himno a Miramón, se trata de un grupo de manuscritos en el que detecté que por lo menos ocho amanuenses intervinieron en su elaboración, además, las partes vocales tienen textos que no corresponden a este himno, el cual, por cierto, fue escrito por Francisco González Bocanegra. Después de un profundo análisis de los manuscritos llegué a la conclusión de que esta música fue utilizada para cuatro himnos, siendo el Himno a Miramón el primero de ellos. Como sabemos, Miguel Miramón fue el presidente militar desde 1859, durante el periodo de la guerra de Reforma. Miramón, a quien Paniagua dedicó el estreno de su Catalina, tuvo una victoria en Colima en la víspera de la Navidad de 1859. De esta victoria se tuvo noticia en la ciudad cinco días después y, en su regreso a la ciudad se le recibió con un concierto en el Teatro Nacional, el 7 de enero de 1860, en dicho concierto se interpretó este himno, lo cual está documentado en la prensa de la época. Estos datos son importantes porque dan cuenta de la capacidad de Paniagua para escribir música en un periodo muy corto de tiempo.

“Como decía, Paniagua utilizó esta música para otros himnos, lo cual era una práctica común en esta época. Existe una versión con un texto a Ignacio Zaragoza y otra más al cura Hidalgo, lo cual, a juzgar por los manuscritos, fue en ese orden en que se escribieron. Mi hipótesis es que Paniagua presentó las versiones a Zaragoza e Hidalgo durante el periodo de la intervención francesa. Pero hay una versión más con texto dedicado a Maximiliano, de la cual también se tiene evidencia de que fue cantada en el día en que Maximiliano y Carlota llegaron a la Ciudad de México, en 1864. Decidí editar la primera versión de esta música, es decir, el Himno a Miramón, por ser la primera versión y de la cual pueden derivarse las restituciones de las otras tres versiones.

“Por otro lado, La Independencia fue escrita en 1862. Es importante mencionar que don Cenobio se expresó en la prensa de la época a favor de la defensa de la nación, un sentimiento que seguramente lo motivó a participar en conciertos a beneficio de los hospitales de sangre, los cuales resultaban fundamentales para que los heridos de guerra tuvieran atención médica oportuna y salvaran la vida. Dichos conciertos eran organizados por Margarita Maza de Juárez, y Paniagua participó de diversas maneras, con su compañía de ópera, con sus alumnos de composición, como compositor y director de orquesta.”

–¿Cómo crees que nuestro país debería celebrar el bicentenario de este prócer a quien tradicionalmente se considera como el artífice de la primera ópera mexicana, en este momento donde toda la atención gubernamental se ha centrado, básicamente, en la resistencia indígena que ha durado cinco centurias?

–Este año era una muy buena coincidencia para escuchar la música patriótica de este compositor nacido en el primer mes del México independiente, lamentablemente, como muchos otros proyectos, esto tuvo que postergarse. Paniagua abordó, además de la ópera y la música patriótica, la de salón y la religiosa. Aún falta mucho por conocer de éste y otros compositores mexicanos del siglo XIX. Mas, afortunadamente, el interés por la música de este periodo ha ido en aumento, y estoy seguro que seguirán sumándose más investigadores y músicos que la estudiarán e interpretarán.

“La tarea del musicólogo es poner al alcance de los intérpretes las partituras que están en los acervos, de esta manera la música puede ser estudiada y escuchada nuevamente. Solamente llegando a este punto, en el que la música suena en las salas de concierto, podemos decir que se rescató. Así que la mejor celebración para los compositores olvidados y para nosotros como herederos de esa riqueza cultural es conociendo su música. Por lo pronto, es posible escuchar la grabación del Himno a Miramón y de La Independencia en los links adjuntos, gracias a la interpretación que hizo la Orquesta Típica de la Ciudad de México, a partir de las partituras que edité.”

–Coincido plenamente en que la labor musicológica puede decirse que se completa cuando las obras que rescata trascienden hacia su escucha… Felicidades, Michel, por esta valiosa aportación, que nos ayuda a reconstruir certeramente los paisajes sonoros de nuestro país. 

Reportaje publicado el 17 de octubre la edición 2346 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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