Josefa Ortiz de Domínguez

Sin "La Corregidora", nada que celebrar

Para la cronista del Centro Histórico de la Ciudad de México Ángeles González Gamio, este 2021 designado oficialmente en torno a grandes conmemoraciones debió haberse llamado, sin duda, año de Josefa Ortiz. Así, sin el apellido del esposo, Miguel Domínguez, el corregidor.
domingo, 3 de octubre de 2021 · 14:50

Para la cronista del Centro Histórico de la Ciudad de México Ángeles González Gamio, este 2021 designado oficialmente en torno a grandes conmemoraciones (siete siglos de la fundación de México-Tenochtitlan, cinco siglos de su caída, dos siglos de la consumación de la Independencia), debió haberse llamado, sin duda, año de Josefa Ortiz. Así, sin el apellido del esposo, Miguel Domínguez, el corregidor. Por encima de Hidalgo, a La Corregidora se debe el aviso de alerta que hizo posible el levantamiento insurgente. Apenas en 1980 se incluyó su nombre por vez primera en la ceremonia de El Grito.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Fue ella la verdadera iniciadora, afirma la historiadora Ángeles González Gamio sobre Josefa Ortiz, La Corregidora, de la cual es experta:

“Si Josefa no hubiera dado el aviso, se hubiera quedado en otra conspiración fallida, no hubiera iniciado la independencia, no habría consumación que conmemorar.”

En video-entrevista con la cronista del Centro Histórico de la Ciudad de México, miembro del seminario de cultura mexicana y conferencista, dice a este semanario que el papel de doña Josefa ha sido ninguneado a lo largo de la historia y rebajado “a unos cuantos taconazos”.

A su entender, los 200 años de la Consumación de la Independencia –el próximo día 27– se debió haber nombrado año de Josefa Ortiz, “y digo Josefa Ortiz como decimos Miguel Hidalgo, Ignacio Allende o José María Morelos, porque ese era su nombre”.

Es autora del volumen Josefa y su independencia (Ed. Miguel Ángel Porrúa, 2014,) cuya portada es la obra Retablo de la independencia de Juan O ‘Gorman (1960-1961), libro que se desprendió del título Charlas de café con… Josefa (Grijalbo, 2010), editado en el marco del bicentenario en una colección a manera de entrevistas ficcionadas de diversos autores: Charlas de café con… Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Venustiano Carranza, Agustín de Iturbide, Belisario Domínguez y los Hermanos Serdán.

El interés de González Gamio por La Corregidora inició hace 30 años durante una tertulia, cuenta vía Zoom:

“Sucedió cuando fui a un viaje a casa de don Luis González y González, en San José de Gracia, Michoacán, y su esposa, la historiadora Armida de la Vara, me introdujo a Josefa. Ella me regaló un folleto sobre el papel de Josefa en la Independencia. Me avergoncé mucho de no saber eso al ser historiadora. Ella me comentó de su trabajo de archivo porque no había mucha información, así que me interesó como personaje e incluso hice una obra de teatro estudiantil, Josefa y su independencia, pues estuvo muy metida en el teatro.

“Lo que me interesaba era reivindicar que en la mayor parte de los libros de historia aparecía Josefa como una mujer amargada, de perfil, con un chongo y que había dado unos taconazos para dar un aviso, cuando en realidad era una mujer que estuvo en tertulias, estudió en el colegio de las Vizcaínas, que estaba esperando a su catorceavo hijo cuando dio aviso de la Independencia, que fue aprehendida y pese a ello se sostuvo y siguió apoyándola.”

Al igual que De la Vara, González Gamio sostiene que doña Josefa nació en la Ciudad de México el 17 de abril de 1773, en una casa cercana al convento de Regina, y no en la ciudad de Valladolid, hoy Morelia, en Michoacán. Su deceso ocurrió en la calle del Indio Perdido No. 2, hoy El Carmen No. 5, en el Centro Histórico capitalino. En la casona de cuatro comercios en la planta baja y una bodega en el segundo piso, una placa testimonia: “En esta casa murió Doña Josefa Ortiz de Domínguez, 3 de mayo de 1829. Catálogo de la Insp. General de Monumentos Artísticos e Históricos.”

A unas cuadras, en la popularmente llamada Plaza de Santo Domingo por estar situada a un costado de la iglesia del mismo nombre y frente al Portal de los Evangelistas, se levanta una escultura en su memoria, obra del escultor italiano Enrique Alciati, que data de 1890, según información de la Mediateca del INAH. El sitio se llamó primero Jardín de La Corregidora y a partir de 1929, para conmemorar la autonomía de la UNAM, 23 de Mayo.

–¿Cómo es la historia de los taconazos que en realidad se dicen que fueron golpes en la pared?

–Su esposo Miguel Domínguez, que era un hombre muy cauteloso, la encerró en la recámara del segundo piso, y se dice que abajo vivía el alcalde y ella dio los golpes para alertarlo y decirle ya se había descubierto la conspiración y que le avisaran al padre Hidalgo y al capitán Allende para que iniciaran el movimiento insurgente como se tenía planeado.

“Así que si Josefa no hubiera dado el aviso se hubiera quedado en otra conspiración fallida, no hubiera iniciado la independencia, no habría consumación que conmemorar, fue ella la verdadera iniciadora. Es posible que lo de los taconazos sea leyenda y en su lugar hayan sido golpes en la puerta…

“Josefa va presa al convento de Santa Clara, y su esposo el corregidor al convento de la Cruz. Hubo mucha presión para su liberación, en especial por parte de la llamada República de los Indios, pues hasta ese momento había un respeto a la gobernanza de pueblos indígenas y los corregidores eran muy queridos por ellos. Aun cuando sale Josefa sigue apoyando el movimiento por todos los medios posibles.”

Esta historia se desarrolla en una obra teatral dirigida en 2017 por Édgar Cañas con dramaturgia de José Dolores González Ortiz, magna producción que “planeada originalmente para el cine, tardó una década en cristalizar como el espectáculo Josefa, el musical de México, cuyo estreno a finales de junio en el teatro Hidalgo tomó por sorpresa al público de la Ciudad de México, acostumbrado más bien a ver en cartelera repuestas de franquicias musicales cocinadas desde Broadway o Londres”, como consignó el reportero Roberto Ponce (Proceso, 2131).

Cabe recordar que el nombre de Josefa Ortiz se ha vitoreado cada 15 de septiembre desde hace apenas unas décadas, siendo el presidente José López Portillo quien en 1980 lo incluyó en la ceremonia de El Grito.

–Se dice que tras la Consumación de Independencia Josefa rechazó ser dama en la corte de Agustín de Iturbide.

–Claro, se le invita como dama de la corte de su esposa, y no acepta porque va justamente en contra de todo lo que luchó. No he visto ningún documento sobre esto, pero hay testimonios en libros y también lo afirmó Armida de la Vara, cuyo dato estaba en un archivo.

–¿Qué piensa de la manera en que se ha tratado a doña Josefa este año, en la consumación?

–¡Es que este año debió haber sido declarado como el año de Josefa Ortiz! Así, sin el “de Domínguez”, porque este movimiento, repito, fue gracias a ella, por ella inicio, debería ser el personaje más agasajado. El presidente alaba a Hidalgo como el personaje notable, y lo fue, pero con todo respeto tenemos un presidente muy machín. Si el año pasado se nombró como el año de Leona Vicario, este sin duda debió llamarse el año de Josefa.

La historiadora –quien también forma parte del Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos de la Ciudad de México (Comaep), según se consignó la semana pasada al ventilarse el jaloneo en torno a la antigua glorieta de Colón (Proceso, 2342)–, presentará el 6 de octubre, en el marco de la 32º edición de la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (FILAH), su más reciente publicación, Las batallas de Leona (Miguel Ángel Porrúa, 2021), en el auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología en modalidad virtual (www.feriadelibro.inah.gob.mx).   

Reportaje publicado el 26 de septiembre en la edición 2343 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

 

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