Migración

El Chaparral, un polvorín fronterizo

En este campamento en Tijuana se concentra la compleja problemática de la migración entre México y Estados Unidos. Ahí se refugian hombres, mujeres y niños procedentes del Caribe y Centroamérica, pero también mexicanos.
miércoles, 17 de noviembre de 2021 · 18:39

En el campamento El Chaparral, en Tijuana, se concentra la compleja problemática de la migración entre México y Estados Unidos. Ahí se refugian hombres, mujeres y niños procedentes del Caribe y Centroamérica, pero también mexicanos; todos con la creencia de que al permanecer junto a la línea fronteriza terminarán por concederles el paso al vecino país. Huyendo de la miseria y la violencia de sus lugares de origen, sin posibilidades de cruzar la frontera, se aferran a un lugar cercado por la autoridad, sin servicios y ya infiltrado por pandillas, polleros y delincuentes comunes.

Tijuana, BC (Proceso).- “Me iba bien con mis cinco negocios de comida. Hace tres años empezaron a cobrarme piso de 5 mil pesos por cada uno, apenas 10% de mis ganancias. Ese no era el problema, sino que luego me secuestraron, me encapucharon y me dijeron: ‘Ya tenemos ubicada a toda tu familia…’ Querían otras cosas”, recuerda Carlos, quien junto a los suyos salió huyendo de Michoacán y llegó en avión al campamento del Chaparral en abril pasado.

“Los maras querían que trabajara con ellos, pero como no quise quemaron mi casa. Dejamos Honduras el 15 de enero, caminamos dos semanas hasta llegar a Tecum, Guatemala. En Chiapas nos dieron visa humanitaria y de allá hasta aquí nos vinimos en camión, primero yo y luego mi mujer con nuestro bebé”, relata Manuel, quien al llegar a Tijuana vio cómo el crimen organizado ronda el campamento de migrantes donde permanece.

Al ver que dos jóvenes se acercan, corta su narración.

–¿Tienes miedo de que otros grupos los quieran usar?

–Sí, pero ya pusieron el cerco. Por esa parte nos beneficia –dice, aliviado.

Rosa, esposa de Carlos, tuvo miedo por sus hijos: “A los muchachos, si los ven en la calle y los ocupan se los llevan a la fuerza. Los tienen de sicarios, nada de que para la siembra o la amapola. Eso sale poco en las noticias pero desde los 14 años se los llevan”.

Aunque tiene siete hijos, Rosa considera que los menores, de 17, 20 y 21 años son presa fácil de grupos criminales como los autollamados “cárteles unidos”, que luchan contra el Cártel de Jalisco Nueva Generación por el control de la zona caliente que abarca Michoacán y Guerrero.

Historias como las anteriores se repiten una y otra vez entre michoacanos y centroamericanos que cayeron en la zona de aproximadamente 200 metros cuadrados conocida como El Chaparral, contigua a la garita internacional con Estados Unidos en Tijuana.

Este texto es un adelanto del reportaje publicado en el número 2350 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 14 de noviembre de 2021.

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