Fondo de Cultura Económica

Rescata un libro del anarquismo de Abelardo Saavedra

Economista, investigador y periodista, Aurelio Fernández Fuentes entrega Saavedra un anarquismo para entender la figura del anarquista andaluz de principios del siglo XX y su vínculo con el zapatismo y el magonismo. Es una historia prácticamente desconocida.
domingo, 27 de junio de 2021 · 19:14

Economista, investigador y periodista, Aurelio Fernández Fuentes entrega Saavedra un anarquismo para entender la figura del anarquista andaluz de principios del siglo XX y su vínculo con el zapatismo y el magonismo. Es una historia prácticamente desconocida. Ligado por parentesco al personaje, se encontró que, por petición de Porfirio Díaz, fue encarcelado en La Habana. Cree que hoy en México las ideas avanzadas han sufrido una merma en relación a los inicios del siglo XX, que se está meramente “en el plano de las reformas” y lejos de la discusión de los verdaderos temas de la igualdad social, esencia del anarquismo.

A mediados de 1903 el anarquista andaluz Abelardo Saavedra Toro fue encarcelado en La Habana por el gobierno interventor de Estados Unidos. Quizás este hecho sólo tendría peso en la historia de esa corriente política en España, pero lo tiene también para México porque fue Porfirio Díaz quien pidió su detención.

Los hechos se cuentan en el libro de 447 páginas, Saavedra un anarquismo, de Aurelio Fernández Fuentes, con epílogo de José Luis Gutiérrez Molina, recién publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) en su colección Popular, en coedición con la Dirección General de Publicaciones de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Vía Zoom desde la capital poblana, donde dirige y colabora en el periódico digital La Jornada de Oriente, el egresado en economía por la UNAM habla de su ­vínculo familiar con este personaje, de quien escuchó historias desde pequeño. Un día, estando en Barcelona, recordó que ahí lo sepultaron y fue al famoso cementerio de Montjuic. Sin embargo, no lo encontró pues fue enterrado en una fosa común debido a que “quiso “disolverse en la masa social pobre”.

Comenzó así a indagar para la escritura de su libro. Y cuando se le pregunta sobre un aspecto de la biografía: la relación de Saavedra con nuestro país o personajes anarquistas, como los hermanos Flores Magón, responde:

“No tengo la pretensión de dar una didáctica del personaje para México, me conformo con que exista una referencia importante para saber de algunas ideas que fui descubriendo y cómo se aplicaban en la realidad. Por ejemplo, en torno al tipo de anarquismo practicado por este hombre junto con otras mujeres y hombres de esa época: Se planteaban una sociedad ideal, diferente, equilibrada, igualitaria socialmente en términos de género y raciales.”

El factor principal de Saavedra con México, dice Fernández, son esas ideas, dado que en nuestro país el anarquismo fue más importante de lo que se cree. Menciona entonces que el andaluz dirigió el periódico Tierra y Libertad entre 1904 y 1906 en Madrid:

“Se llama como el lema de Zapata. ¿Y de dónde venía el lema de Zapata? De los campesinos rusos, los narodniki, y llega a España por la vía de los llamados bakuninistas (por el anarquista ruso Mijaíl Bakunin), y de España a América por vía directa a Buenos Aires y a La Habana.”

Agrega el autor que los dos principales lemas del movimiento zapatista “Tierra y Libertad” y “La tierra es de quien la trabaja” son de origen anarquista, y “los bien llamados intelectuales orgánicos del zapatismo los introdujeron” con la idea de la restitución de las tierras a las comunidades y los pueblos, la resistencia, la igualdad y una serie de valores anarquistas. Por ello sin que los integrantes del movimiento libertador del sur se dijeran anarquistas lo eran en realidad porque tenían coincidencias.

Ofensa

Y, desde luego, Saavedra se va a aliar con el grupo de los magonistas a través del periódico ¡Tierra!, explica:

“Los magonistas buscaban por cualquier medio dar a conocer la opresión e injusticia que padecía México, entonces se desplazaron desde Los Ángeles, donde estaban refugiados para publicar Regeneración, hasta Tampa, Florida, para convencer a los anarquistas que estaban en La Habana –muchos cubanos y muchos españoles– para que ellos publicaran en ¡Tierra!, que tenía una importante influencia aquí. Se editaba en La Habana, pero entraba a Tampico, a Veracruz y, sobre todo, a Progreso, Yucatán.

“Saavedra decidió hacer la columna La Inquisición en México, para denunciar la situación oprobiosa. Tenía una pluma muy fluida, muy fresca, y en este caso llegó por la vía de Progreso. Había dos barcos nacionales de La Habana a Progreso, y ahí llegó a Mérida. La policía intercepta los ejemplares que eran distribuidos por los anarquistas catalanes Francisco Ros Planas y Antonio Duch Costa, y los detienen por estar distribuyendo ese ejemplar que agredía, insultaba y ofendía al presidente Porfirio Díaz.”

A Ros le aplican el artículo 33 constitucional y lo expulsan, y a Duch, que tenía una tienda de ultramarinos, lo encierran acusado de falsificar azafrán. Y es cuando el gobernador de Yucatán pide a Díaz solicitar al gobierno interventor de Estados Unidos en Cuba la aprensión de un tal Garín, que era el pseudónimo de Abelardo Saavedra.

“Entonces resulta que este personaje, que nunca vino a México, es detenido por insultar al presidente Díaz y se pasa buen tiempo en la cárcel.”

Los sucesos, añade el periodista, están narrados también en otros libros, como Los rebeldes de la bandera roja, de Alejandro de la Torre y Jacinto Barrera Bassols; en el clásico México bárbaro, de John Kenneth Turner; en los archivos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y más recientemente en el volumen Suku’un Felipe. Felipe Carrillo Puerto y la revolución maya de Yucatán, de Armando Bartra, del mismo FCE (Proceso, 2324).

“Porque este mismo gobernador persigue y manda a detener a Felipe Carrillo Puerto. Ahí también hay un vínculo muy interesante porque hay una veta anarquista muy poderosa en Carrillo Puerto, nada más que él era pragmático, o sea se jalaba con los del Partido Comunista, con los soviéticos, porque les quería vender el henequén.”

El FCE publicó El laboratorio de la revolución. El Tabasco garridista, de Carlos Martínez Assad, sobre el gobierno de izquierda de Tomás Garrido Canabal, por lo cual se le pregunta a Fernández sobre si se está abriendo actualmente la posibilidad de una revisión sobre los gobiernos de izquierda en México, lo cual no se ha dado anteriormente. El director actual de la editorial del Estado, Paco Ignacio Taibo II, es a su entender quien les ha dado “chance de publicar estas cosas”.

–Las elecciones recientes, en las cuales los panistas tomaron ciertas posiciones, parecen mostrar que a principios del siglo XX predominaban más las ideas progresistas que ahora, ¿es así?

–Yo creo que sí. Estoy seguro de que las ideas de finales del XIX y en el XX, por lo menos en la primera mitad, son más avanzadas. ¿Qué son los movimientos sociales hoy en día en realidad? No a las mineras, no al tren, o en favor de tal o cual comunidad, cosas muy puntuales. Aquellos hombres pensaban en conjunto y hacia el futuro, veían las cosas de otra manera. Saavedra es heredero de la primera y la segunda internacionales, sus discusiones eran: ¿cómo vamos a llegar a la sociedad sin clases, sin Estado, al comunismo?

“Porque el anarquismo y el comunismo son idénticos en realidad, la diferencia entre los partidarios de Marx y los de Bakunin era cómo llegar a ello, y eran discusiones fantásticas. ¿Hacemos Estado o no? ¿Hay dictadura del proletariado o debe haber libertad plena? Eran discusiones para una sociedad que nunca ha existido, hoy lo que queremos es un mejor reparto de ingreso, nos conformamos con que haya una democracia más plena o que no haya corrupción, son objetivos mucho más limitados.”

Redondea:

“Estamos en el plano de las reformas. En lo personal me conformo con que México redujera a la mitad la corrupción del gobierno, redujera el índice de Gini (desigualdad) que nos indicara que hay un mejor reparto de la riqueza y le bajara a la violencia brutal que existe. Con eso me conformo.”   

Reportaje publicado el 20 de junio en la edición 2329 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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