Conquista de México

Se restaura la Casa de la Malinche

Se le llama así a lo que la leyenda designa también como Casa Colorada, cuya construcción actual data del siglo XVIII. Pero la original ahí, en la calle de Higuera, frente a la Plaza de la Conchita, es el sitio fundacional de la ciudad virreinal tras la caída de Tenochtitlan.
domingo, 12 de septiembre de 2021 · 11:48

Se le llama así a lo que la leyenda designa también como Casa Colorada, cuya construcción actual data del siglo XVIII. Pero la original ahí, en la calle de Higuera, frente a la Plaza de la Conchita, es el sitio fundacional de la ciudad virreinal tras la caída de Tenochtitlan. Adquirida en los años setenta por los pintores Rina Lazo y Arturo García Bustos, los sismos de 2017 la fracturaron y estuvieron a punto de derribarla. Concluyó y la primera etapa de su apuntalamiento y recimentación. 

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– La calle Higuera, que desemboca en la Plaza de la Conchita en Coyoacán, es quizá la primera traza de la Ciudad de México apenas caída Tenochtitlan, y en su número 57 se levanta desde el siglo XVIII la casa de la Malinche.

Ahí estuvo, asentó el cronista Salvador Novo, la “casa chica” que Hernán Cortés construyó para alojamiento de doña Marina, y donde el 1 de noviembre de 1522 sería asesinada por el mismo conquistador su esposa española Catalina Suárez, La Marcaida, según se le acusó en un juicio.

Pero entonces sólo era una sencilla construcción de un piso de adobe, que con el tiempo se convirtió hasta en cárcel. Tras haber pertenecido a la hija de José Vasconcelos, fue comprada en los setenta del siglo XX a una tal María Félix (homónima de la actriz) por el matrimonio formado por los pintores Arturo García Bustos y Rina Lazo (él, uno de los discípulos de Frida Kahlo, y ella, alumna de Diego Rivera).

Hoy vive ahí la hija de ambos, la arquitecta Rina García Lazo, quien a raíz de los sismos de septiembre de 2017 ha luchado incansablemente por repararla, ya que sufrió daños estructurales. Por decisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia, dado que se trata de una propiedad patrimonial de la nación, fue intervenida por Sitios y Monumentos de la Secretaría de Cultura federal, cuyo titular es el arquitecto Arturo Balandrano, y Conavi (Comisión Nacional para la Vivienda), en una primera etapa, que acaba de concluir, en la que se apuntalaron varios de sus muros.

Es ella la que cuenta:

“Nací en esta casa. Casi todo era igual que hoy, aunque el parque estaba derecho, sin hundimientos. Creo que Cortés se estableció en este sitio mientras se iban los malos olores de Tenochtitlan, eso lo dice Novo.”

Y al preguntársele si era la casa original de la Malinche, remite a un amigo de sus padres, el periodista José Luis Camacho, catedrático de ciencias políticas en la UNAM, quien a su vez cita al foto-documentalista de origen colombiano Rodrigo Moya, “quien sostenía que ahí vivió Cortés, y ahí fue el asesinato de la Marcaida, no hay un indicio certero de que era casa de la Malinche, pero sí de Cortés, y era el nombre que se le daba a Cortés, señor Malinche”.

Entrega un texto de Moya de 1992, “La calle más antigua de México”, donde dice:

“Todos conocemos la calle de la Higuera. Mide no más de 200 metros de largo, y corre desde la casa de la Malinche, esquinada en la calle de Vallarta, hasta la de Allende, que bordea la plaza Hidalgo. Otra razón para suponer que fue la primera calle de México es observar su trazo y darse cuenta de que es una línea recta que conduce desde la casa de Cortés hasta lo que era su palacio de gobierno. (…) podemos ver con claridad el diario y breve recorrido en línea recta que emprendía Cortés de su casa al palacio, y viceversa.”

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Explica Rina García Lazo que analizando los muros de la casona –también llamada Casa Colorada– “vemos que es una construcción no de muy buena factura, es rápida, como provisional, con lodo, piedra, adobe.

“Y ya en el siglo XVIII le pusieron el segundo nivel. En 1750, decía Luis Everard, que era el cronista de Coyoacán. Y como no le pusieron una cimentación, eso causó todos esos daños, pues la casa no estaba pensada para los movimientos telúricos.”

Sin embargo, el terremoto de 1985 no la afectó, “pero bueno, en 2017 fue otro tipo de movimiento”:

“Cuando en agosto 2020 salió el recurso de Sitios y Monumentos, cuyo titular es Alfonso Balandrano, comenzaron los trabajos bajo las órdenes del arquitecto Pérez de Salazar el 1 de marzo de 2021, y la Conavi contrató a una empresa, Arquitectura Monumental, para hacer la recimentación. Fue un trabajo monumental. Lo hicieron de marzo a agosto, casi seis meses, en gran parte, la más afectada. Falta la mitad de la consolidación de los muros y de la esquina de Higuera y Vallarta, que van a tener que rehacer.”

Informa que a fin de año saldrá el recurso para la segunda etapa.

“Si no se hubiera hecho esta obra, en un próximo sismo la casa se caería. Todavía falta consolidar, pues se sigue hundiendo el piso. Mi recomendación es que en un futuro se metan pilotes.”

El arquitecto Balandrano, entrevistado por la reportera Niza Rivera, refiere que se ha trabajado conjuntamente con la arquitecta Rina García Lazo y con la Conavi, pues la casa es una vivienda “y queremos que siga siéndolo, tiene un valor histórico y monumental muy grande, hemos destinado recursos necesarios para atender el problema principal, que es la cimentación.

“Es un trabajo complicado, pues los muros deben permanecer de pie, y hacer un trabajo de consolidación de este tipo es una obra de arte, de ingeniería; para ello han participado distintos especialistas, como del Instituto de Ingeniería de la UNAM encabezado por Roberto Meli. El trabajo en cimentación terminó y este año prevemos un apoyo adicional para poder hacer la restauración de muros y lozas, y terminar estabilización de estructuras y restaurar fracturas, grietas en muros y entrepisos, lo que dejaría la casa segura, habitable y para las siguientes generaciones. Llevamos 9 millones de pesos invertidos y este año invertiremos otros 5 millones de pesos.”

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Salvador Novo, como cronista de la Ciudad de México, escribió el 16 de diciembre de 1970 en La vida en México durante el periodo presidencial de Luis Echeverría, un relato de la celebración, por parte de “algunos amigos y discípulos de Diego Rivera” de lo que sería el cumpleaños 84 del muralista, el día 8 a las 20 horas en la casona.

“Yo creía que la casa seguía siendo propiedad de María del Carmen Vasconcelos de Ahumada, la hija del maestro José Vasconcelos y esposa de Chumino Ahumada, pero no. Fue mucho tiempo suya, pero heredada de su ilustre padre, quien la había adquirido hace muchísimo, y en 30 mil pesos, de María Félix. María Félix era dueña de muchas casas y terrenos por este rumbo, lo cual no le impedía proseguir su oferta de pepitas tostadas sobre una acera de la plaza de Coyohuacan o jardín Centenario. Ya se entiende que no hablamos de la misma María Félix al recordar a esta precursora acaudalada de las marías; sino de una india coyohuaque, homónima de la que admiramos; y cuya genealogía, si la rastreásemos, acaso nos llevaría a descubrir su parentesco con don Juan de Guzmán Ixtolinque.

“Los lxtolinques proliferaron y duraron mucho a partir del cacique tepaneca que obsequió a Cortés con las tierras en que erigiera, con las desaparecidas casas reales, esta casa chica para alojamiento de doña Marina.

“Claro que no sería literalmente la misma casa. Bien sabemos que en el siglo XVIII todo se rehizo; y que en esta capital del marquesado del Valle, las casas reales y aun la parroquia de San Juan Bautista se hallaban en ruinas y hubo que reconstruirlas; que es cuando alzaron el que hoy pasa por ‘palacio de Cortés’, lejos de donde estuvo el original. Pero el sitio es el mismo en que se alzó la casa de la Malinche; y desde ese punto de vista Rina y Bustos pueden jactarse de poseer acaso la primera casa construida en el nuevo mundo; porque la levantaron entre 1522 y 1524; mientras don Hernando veraneaba en Coyohuacan en espera de que desazolvaran de cadáveres y ruinas a Tenochtitlan.”

Y más adelante:

“Sus inquilinos, esos pintores, gozaron prioridad, y se consiguieron en un banco (que para eso están) los 600 mil pesos al contado que la dueña pedía. Y se quedaron, felices, con la casa.”

Al señalar que Cortés era devoto de Nuestra Señora de la Concepción, Novo se refirió a la “mínima capilla de la Conchita” erigida en el jardín de enfrente, que “subsiste como la única modesta realización de su ambicioso deseo” asentado en su testamento: la construcción de un convento.

El convento nunca se hizo. La idea era que ahí reposaran sus restos. Resumió el historiador José Luis Martínez en su biografía Hernán Cortés (FCE, 1990):

“La cláusula inicial del testamento muestra otro cambio importante en los sentimientos de Cortés: su tierra era ya México, y envuelto en aquella tela que él había hilado y tejido, como alguna vez dijera, quería quedarse. Disponía:

llevar mis huesos a la Nueva España, lo cual yo le encargo y mando (a mi sucesor) que así se haga dentro de diez años, y antes si fuese posible; y que los lleven a mi villa de Coyoacán y allí les den tierra en el monasterio de monjas que mando hacer y edificar.

Sus huesos, sin embargo, están en el templo de Jesús Nazareno, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, donde en 1519 se encontró con Moctezuma.

La antropóloga y arqueóloga estadunidense Zelia Nuttall (San Francisco, 1857-Coyoacán, 1933, quien habitó la hoy llamada Casa de Alvarado, escribió en su ensayo Las tres casas en Coyoacán atribuidas a conquistadores (ULM, México, 1979, con prólogo de Antonio Castro Leal):

“Si alguna vez los méritos de Hernán Cortés llegasen a hacer olvidar sus defectos, que eran los de los hombres de su época, y se erigiera un monumento a su memoria, habría de ser en la Plaza de la Concepción, en la cual pensó con anhelo antes de morir.”

Pero Arturo García Bustos no pensó en Cortés, sino en la Malinche, al representarla en un muro que recibe a los visitantes apenas trasponer el portón de Higuera 57.   

Reportaje publicado el 5 de septiembre en la edición 2340 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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