Cultura

Entre el autoritarismo y la incorrección política: el lenguaje inclusivo

Investigadora emérita de la UNAM, Concepción Company se asume como feminista, pero advierte que el lenguaje inclusivo no es una de sus causas, porque está debilitando los frentes en los cuales debería estarse luchando.
jueves, 13 de enero de 2022 · 18:43

Historiadora de la lengua, como se define, para Concepción Company el feminismo actual debe dar peleas “y fuertes”, pero no en el lenguaje llamado incluyente (a pesar de ser el lenguaje un mecanismo de resistencia e identidad). Y es que está respondiendo más a lo políticamente correcto que a la visualización de las mujeres, lo cual es superficial. “Las feministas no quieren cambiar el lenguaje, quieren ser escuchadas”, dice en entrevista, y cree además que las probabilidades de prosperar del lenguaje inclusivo son muy bajas. El camino está por el respaldo que el Estado debiera dar a la lengua, como lo hace España con el Instituto Cervantes.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Egresada de la carrera en lengua y literaturas hispánicas y doctora en letras por la Universidad Nacional Autónoma de México –donde es investigadora emérita–, Concepción Company se asume como feminista, pero advierte que el lenguaje inclusivo no es una sus causas, porque está debilitando los frentes en los cuales debería estarse luchando.

Con un amplio currículum, resumido en más de 60 páginas, la filóloga, lingüista, editora y más, nacida en Madrid el 18 de diciembre de 1954 y nacionalizada mexicana en 1978, es autora de una vasta obra personal, entre libros, ensayos y artículos especializados. Codirige la revista Medievalia, y desde 2012 es codirectora del proyecto Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América.

Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y de El Colegio Nacional, y exvicepresidenta de la Asociación Internacional de Historia de la Lengua Española, habla con Proceso vía telefónica sobre las perspectivas del lenguaje incluyente.

Y advierte el “peligrosísimo” sometimiento a una forma de hablar aceptada por miedo a la “incorrección política”, que puede llevar a actos autoritarios, si bien percibe como difícil que algunas formas, como el uso de la “e” trasciendan: harían falta muchos años para su incorporación real al idioma.

Asimismo, lamenta la falta de reconocimiento al español como lengua oficial de México, que ignora su potencial económico y social, lo cual ha dado ventaja el Instituto Cervantes y a la Academia en Madrid, que han hecho del idioma un fuerte contribuyente del Producto Interno Bruto (PIB) de España.

¿Qué debemos entender hoy por lenguaje incluyente, cuando la lengua española ya tiene formas y términos sin definición de género masculino o femenino o cualquier otro? La lingüista aclara, por principio, que lo suyo no es el estudio de las identidades sexogenéricas, por lo tanto su explicación es desde el punto de vista gramatical, y describe cinco estrategias:

La primera es el “desdoblamiento” que busca dar visibilidad a las mujeres y minorías LGBTTTIQ. Lo considera un poco pasado de moda, salvo por los políticos que lo incorporaron a sus discursos: “Queridos todos, queridas todas”, “mexicanas y mexicanos” “ciudadanas y ciudadanos”.

La siguiente es el uso de “la famosa ‘e’, que es bastante polisémica” (de varios significados). Siempre ha existido, dice, como característica de los sustantivos comunes: el marchante, la marchante, estudiante, comerciante, “tienen encubierto el género y requiere sintaxis para que aflore; siempre se ha podido desdoblar, como en el primer caso: marchante, marchanta, comerciante, comercianta”.

Ahora “está resemantizada” (le han dado nuevos significados): Por un lado “las feministas ven la ‘e’ como muy incluyente, para masculinos, femeninos y minorías sexuales que se identifican como no binarios”, y utilizan como un modo de inclusión las palabras “todes, querides, amigues, colegues, traducter, reviser” y el “compañere” que apareció en las redes sociales. 

Este texto es un adelanto del reportaje publicado en el número 2358 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 9 de enero de 2022.

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