Coronavirus

Rebote letal, por falta de una política industrial

México carece de una política industrial que le permita adaptarse a la nueva realidad mundial, arrastrando debilidades estructurales que tienen paralizado el motor interno de la economía.
sábado, 22 de enero de 2022 · 16:01

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Ante una inminente “tormenta perfecta” provocada por la cuarta ola de contagios derivada de la nueva variante del covid-19, los cuellos de botella en el comercio mundial, así como las condiciones climatológicas adversas que representan un alto en diferentes fuentes de energía, México carece de una política industrial que le permita adaptarse a la nueva realidad mundial, arrastrando debilidades estructurales que tienen paralizado el motor interno de la economía.

Después del “rebote” provocado por la recesión de 2020, la industria nacional ya viene en picada nuevamente: si bien el Indicador Mensual de la Actividad Industrial tuvo en mayo de 2021 un crecimiento superior a 36%, el máximo de 2021, conforme han pasado los meses ha ido en pleno retroceso, a tal grado que en noviembre apenas creció 0.7% anual, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

El Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) puso el dedo en el renglón: “La tendencia de los componentes de la actividad industrial muestra que su pérdida de fuerza es algo sistémico, más allá de lo que ocurre con los semiconductores, representa el costo de no tener una política industrial; es la herencia viva del modelo económico basado en el comercio”.

Los datos anteriores muestran que la debilidad industrial va más allá de las deficiencias existentes en la cadena de suministro, no es sólo por la falta de oferta de chips o por el tema inflacionario.

Luis Manuel Hernández González, presidente del Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación (Index Nacional), comenta a Proceso:

“No hubo una política industrial dentro del T-MEC; se fue la oportunidad de invertir. Hoy vemos que hace falta una política industrial porque tienes una oportunidad diferente; igual la pandemia, que te exige un poco más de contenido regional entre los tres países (México, Canadá y Estados Unidos) y no tienes una política para atraer inversión de Asia a México. Corremos el riesgo de que no estemos dando incentivos ni una política clara en los siguientes años.”

En el mismo contexto, el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, Enoch Castellanos, declaró: “No podemos seguir manteniendo una economía de bajos salarios y de maquila con ideas de otros, tenemos que generar nuestras propias ideas… es urgente que la industria tradicional transite de la mano con los avances tecnológicos y la innovación, con la finalidad de ampliar y elevar la productividad y competitividad de las empresas”.

Coyuntura delicada

No es un asunto menor cuando las exportaciones no petroleras han sido fuertemente afectadas por los problemas en los insumos durante el año, particularmente por parte de los equipos semiconductores electrónicos, que perjudicaron fuertemente la capacidad de operación del sector manufacturero automotriz, el cual sufrió severas caídas en sus exportaciones durante el segundo y tercer trimestres de 2021.

Otro de los factores que han deteriorado el dinamismo de las exportaciones son los problemas logísticos y de contenedores en las industrias, así como la escasez en el suministro de gas en los primeros meses del año pasado por las condiciones climatológicas adversas, según un análisis de la agencia calificadora HR Ratings.

Esa es la coyuntura, pero, por ejemplo, la ausencia de una política industrial repercute también en la participación del país dentro del T-MEC.

En ese contexto, la Comisión Económica para América Latina reconoció que México se encuentra en una posición especialmente ventajosa para recibir nuevas inversiones manufactureras en el contexto de procesos de deslocalización de proximidad (nearshoring) por parte de empresas interesadas en acortar sus redes de abastecimiento y acercarse al mercado de Estados Unidos.

No obstante, la transición del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) al T-MEC ha supuesto nuevos desafíos para México como plataforma de exportación al mercado estadunidense.

Por ejemplo, el régimen de origen del ?T-MEC para el sector automotor requiere que el porcentaje del valor final de los vehícu­los que debe provenir de Estados Unidos sea mayor que en el caso del TLCAN.

Asimismo, el artículo 32.10 del T-MEC restringe la posibilidad de sus miembros de suscribir acuerdos de libre comercio con países cuyas economías no se consideren “de mercado”.

Esta cláusula podría afectar la llegada a México de empresas chinas interesadas en exportar a Estados Unidos amparándose en los beneficios del T-MEC.

“Independientemente de que como país no estamos generando una política industrial y concreta para todos, no solamente para la manufactura. Cuando no generas esa infraestructura para ellos, lo único que tiende a hacer el inversionista es invertir en activos fijos para automatizar y depender menos de cierta proveeduría”, explica a Proceso, el presidente de Index Nacional.

Desde 2019 la consultora internacional Deloitte dio cuenta que en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 estaba ausente una política industrial; es decir, aquellas directrices que definen el conjunto de acciones para promover el desarrollo de las actividades productivas del país, que deberían estar orientadas a los sectores económicos que eventualmente producirían un efecto favorable en la economía, en términos de empleo, productividad y valor agregado.

La firma enfatizó que además de la industria automotriz, los esfuerzos deben dirigirse hacia la fabricación de máquinas, motores de combustión, turbinas, computadoras y equipos de distinta naturaleza (comunicación, audio, video, médico y aeroespacial), procesos altamente complejos, asociados con elevados niveles de productividad.

“El objetivo es incrementar el porcentaje de contenido nacional en esos productos y que México no limite su participación sólo al ensamblaje”, señaló.

Por su parte, el IDIC advierte que si México desea aprovechar la reconfiguración global es necesario reconocer que se avanza sobre la ola de una nueva política industrial.

Por ejemplo, en Estados Unidos la estrategia del presidente Joe Biden no solamente debe leerse como una serie de programas de apoyo a su economía; en realidad se trata de un programa de reconstrucción que ha iniciado con la implementación de una ambiciosa política industrial que tiene tres vertientes:

Un programa de infraestructura que busca generar los mayores efectos multiplicadores al interior de su nación: por eso utilizarán la estructura legal asociada al Buy American (la infraestructura se hará con lo Hecho en Estados Unidos).

El relanzamiento de su sector manufacturero para generar empleo y atraer algunas de las cadenas productivas que consideran estratégicas, así como el impulso a la innovación tecnológica para evitar seguir perdiendo posiciones frente a China.

En el caso de Alemania y Francia han buscado relanzar su industria a través de la colaboración binacional y en el marco de la Unión Europea: en función de su sólida base industrial y empresas exportadoras, buscan resarcir los desequilibrios causados por el covid-19.

Mientras que en Asia, China, Corea del Sur, Vietnam, Taiwán, Malasia e Indonesia siguen avanzando tanto en materia económica como en el combate al covid-19: lo hacen gracias a que su política industrial les permitió contar con las capacidades tecnológicas modernas para monitorear los contagios al mismo tiempo que su sistema de salud y farmacéutico es capaz de actuar con eficacia.

En suma, señala el IDIC, “las condiciones endógenas y exógenas lo marcan claramente, la política industrial ha recuperado su papel en la historia: Estados Unidos y Europa han redescubierto su potencial, en tanto que el este de Asia nunca lo olvidó. México debe avanzar en el mismo sentido si no quiere aumentar los rezagos sociales y económicos que inhiben su desarrollo y que provocan posturas divergentes sobre la realidad nacional”. 

Reportaje publicado en la edición 2359 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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