Futbol

Las barras no se pueden borrar de un plumazo; "son parte de la maquinaria del futbol"

Los dueños de los clubes del futbol mexicano determinaron no desaparecer los grupos de animación violentos que ya están infiltrados por el crimen organizado. Sin embargo, de haber tomado esa decisión tampoco podrían llevarla a cabo, pues carecen del poder y la fuerza necesarios
lunes, 14 de marzo de 2022 · 19:11

Luego del inédito enfrentamiento entre las porras del Querétaro y del Atlas, el sábado 5, la Federación Mexicana de Futbol y la Liga MX anunciaron sanciones contra el club queretano, su directiva y el estadio, medidas que pasaron de largo a los grupos violentos enquistados en las gradas del balompié nacional. Al respecto, Hugo Sánchez Gudiño, investigador de la UNAM y quien ha alertado de la infiltración del crimen organizado en los grupos de animación (Proceso 2363), advierte del riesgo de que ahora “la violencia se desborde hacia las calles”. 

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Pese a los hechos violentos del sábado 5, cuando integrantes de las porras “La Resistencia Albiazul”, de los Gallos Blancos de Querétaro, y “La Barra 51”, del Atlas, se enfrentaron en una batalla campal en el estadio La Corregidora, los dueños de los clubes del futbol mexicano decidieron no desaparecer los grupos de animación violentos –también conocidos como barras– que ya están infiltrados por el crimen organizado.

Sin embargo, de haber tomado dicha decisión tampoco podrían llevarla a cabo, pues carecen de poder y fuerza necesarios para eliminar de las gradas a estas personas que, si bien son “parásitos” de los equipos, también han encontrado nuevas fuentes de financiamiento para sobrevivir.

Esta reflexión la hace el doctor Hugo Sánchez Gudiño, investigador y profesor de la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM, quien desde hace más de dos décadas ha estudiado a los grupos de choque y porras en México. 

“No es posible, no se pueden borrar de un plumazo porque son grupos de animación inherentes a esta industria. Son un símbolo de los equipos, tienen una conexión con distintos sectores de la afición que se mueven en función del liderazgo que tiene la barra. Basta con ver en la UNAM: miles de fanáticos son de las escuelas y los campus universitarios; se apasionan y muchos tienen un toque de admiración por los barristas. Claro, cuando hay hechos violentos, todo el mundo los condena; pero la barra es parte del engranaje de la maquinaria (del futbol). Si dada la gravedad de lo ocurrido los directivos hubieran decidido desaparecerlas, los violentos de carne y hueso ahí están y se organizarían de otra manera para seguir teniendo presencia en los estadios”, advierte el académico. 

Le dio la vuelta al mundo el brutal enfrentamiento, que comenzó en las gradas y continuó en el campo hacia donde las familias y aficionados huyeron para evitar ser golpeados sólo por usar una camiseta del Atlas. Si bien la violencia en el futbol no es nueva en México, lo que se vivió en Querétaro jamás se había visto. 

En la televisión y en las redes sociales circularon imágenes de personas huyendo despavoridas y otras que eran golpeadas salvajemente pese a yacer inconscientes en pasillos, gradas y hasta en la fosa que impide que los aficionados brinquen a la cancha. Integrantes de La Barra 51 quedaron tendidos en el suelo, desnudos y ensangrentados; 26 personas fueron hospitalizadas por lesiones graves, una perdió un ojo y otra continúa en terapia intensiva. 

El presidente de la Liga MX, Mikel Arriola, anunció como medida inmediata la prohibición indefinida de las porras visitantes en los estadios. Tres días después del evento violento, ya acompañado de Yon de Luisa, presidente de la Federación Mexicana de Futbol (FMF), ambos dieron a conocer las “sanciones y medidas históricas” para evitar que este tipo de actos se repita en los estadios del futbol mexicano. 

El club Gallos Blancos de Querétaro, varonil y femenil, así como sus fuerzas básicas, jugarán a puerta cerrada durante un año, en su estadio o en cualquier sede, y su grupo de animación no podrá entrar al estadio local durante tres años. El equipo fue multado con 1.5 millones de pesos por ser el máximo responsable de no haber garantizado la seguridad de los asistentes.

Asimismo se ratificó que los clubes no podrán dar ningún tipo de apoyo a sus porras, y el que sea sorprendido tendrá como sanción en automático veto de la plaza en su siguiente partido como local y una multa de 3 mil UMAS. En caso de reincidencia la sanción podrá incrementarse.

Este texto es un adelanto del reportaje publicado en el número 2367 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 13 de marzo de 2022.

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