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Las Kuarhichas, mujeres guardianas del oasis purépecha (Video)

La comunidad purépecha de La Cantera, en Tangamandapio, Michoacán, está resguardada por un cuerpo de vigilancia que es emanado de la propia localidad. Este grupo, integrado por seis hombres y cuatro mujeres, es encabezado por una singular mujer: Guillermina Ascencio.

La comunidad purépecha de La Cantera, en Tangamandapio, Michoacán, está resguardada por un cuerpo de vigilancia que es emanado de la propia localidad. Este grupo, integrado por seis hombres y cuatro mujeres, es encabezado por una singular mujer: Guillermina Ascencio, quien no sólo pone orden en materia de seguridad pública en una zona que es peleada por cárteles de la droga, sino que también dirige la escuela local y ha impulsado a sus vecinos a ejercer el autogobierno para no pasar por partidos y políticos corruptos.

TANGAMANDAPIO, Mich. (proceso).- Cuando Guillermina Ascencio Mateo era una niña, su papá le preguntó para qué estudiaba una carrera si la iba a mantener su marido.

Estudió enfermería por sus propios medios, es directora de la escuela Kukumita Tsitsiki en Jacona, Michoacán, y está a cargo de la seguridad, justicia y orden del recién formado autogobierno indígena en la comunidad purépecha de La Cantera, en Tangamandapio.

El 19 de octubre de 2019 la maestra Guille fue elegida como jefa de los “Kuarhichas” (guardianes, en purépecha). Algunos hombres protestaron en contra de que una mujer asumiera ese papel, a cargo de la recién creada policía comunitaria que sustituiría las funciones de la policía municipal, cuando el pueblo decidió ejercer su derecho al autogobierno.

“Me hablan los compañeros y me dicen: ‘¿Sí va a poder? ¿Ya sabe de lo que se trata? Usted tiene que andar por ahí… dos, tres de la mañana, levantando muertos. ¿Usted cree que va a poder andar haciendo eso?’. O sea, me asustaron. Pero ¡adelante!, dije yo. Déjenme intentarle”, relató la maestra en noviembre último durante un encuentro sobre autogobierno en la comunidad de Anhaguan, en las faldas del volcán Paricutín.

Seis policías estatales abandonaron el pueblo y se llevaron las armas cuando las autoridades indígenas anunciaron que la maestra iba a estar a cargo de la seguridad.

Lo que Guillermina hizo primero fue formar su propio cuerpo de seguridad, con 10 policías comunales, seis hombres y cuatro mujeres… y está reclutando a más. Pidió algunas armas y capacitación a la Secretaría de Seguridad Pública de Michoacán. La comunidad cooperó para comprar la única patrulla que tienen.

“Cuando a mí me dieron el puesto de Honor y Justicia, y me dijeron que iba a estar a cargo de los policías, yo les dije: quiero informar que voy a meter mujeres porque es importante que haya mujeres policías”, recuerda.

El reportaje fue realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF) como parte del Fondo Howard G Buffett para Mujeres Periodistas.

Este trabajo es parte de la serie “Matriarcas” disponible en el micrositio disponible en el siguiente enlace.

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