Violencia
Hacia una Cultura de la Paz
El cambio trascendental del ser humano se dará cuando reciba una educación para la paz y no, como hasta ahora, la usual, que es provocar violencia y guerras, además de que las mismas personas instruidas en el pacifismo sean quienes fomenten aprendizajes de no agresión y amor a la Madre Tierra.El cambio trascendental del ser humano se dará cuando reciba una educación para la paz y no, como hasta ahora, la usual, que es provocar violencia y guerras, además de que las mismas personas instruidas en el pacifismo sean quienes fomenten aprendizajes de no agresión y amor a la Madre Tierra. Tal filosofía es una de las columnas que edifican los principios de la Comisión Nacional Para la Cultura de Paz (Comnapaz), sostiene su secretario ejecutivo, el artista plástico Norman Bardavid Nissim, en entrevista con Proceso.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).-Como asociación civil sin afanes de lucro, el secretario ejecutivo de la Comisión Nacional Para la Cultura de Paz y la No-violencia (Comnapaz), Norman Bardavid Nissim, afirma que ese organismo ciudadano independiente logró, tras más de una década de esfuerzos, insertar al fin en el artículo tercero constitucional mexicano, durante la 4T, la norma de una educación para la paz, así:
La educación se basará en el respeto irrestricto de la dignidad de las personas, con un enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva. Tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria, el respeto a todos los derechos, las libertades, la cultura de paz y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia; promoverá la honestidad, los valores y la mejora continua del proceso de enseñanza aprendizaje.
Completa Bardavid, nacido el 9 de julio de 1963 en la Ciudad de México:
“El hecho de que eduquemos a las nuevas generaciones en la cultura para la paz incluye el que ellas fomenten educar para el pacifismo. Porque todos venimos de una cultura de violencia. Para hacer el verdadero cambio, tendríamos que hacer esas dos acciones: Educar para la paz y fomentarla”.
Los motores vitales de Bardavid –expone a Proceso el también denominado “padre del movimiento del Revelacionismo”, originario de una familia migrante judía– han sido “el arte como fin y el arte como medio para la filantropía, y los ejes de la conciencia para la cultura de paz”.
En efecto, además de creador, Bardavid es coleccionista, impulsor de artistas y galerista (Proceso 2302). Y una conquista de Comnapaz México, AC, data de febrero de 2021, cuando el Congreso de Jalisco aprobó la Ley de Fomento a la Cultura de Paz.
¿Violentos por naturaleza?
Entre los libros que guiñan el ojo en su biblioteca resalta La paz como derecho humano (Ed. Tirant lo Blanche/CNDH, 2019), de Pablo Romo Cedano, quien a lo largo de 288 páginas realiza análisis del tema a través de miradas que van desde Rousseau, Kant, Marx, la baronesa Bertha von Suther, Gandhi, Jaspers, Kelsen, al mexicano Alfonso García Robles y Javier Sicilia, hasta el neozapatismo.
–El turinés Norberto Bobbio (1909-2004) escribe que “una historia sin narraciones de guerra no sería la historia de la humanidad”. ¿Es la guerra un producto de la propia naturaleza humana, como piensa el filósofo político inglés Thomas Hobbes en Leviatán, de 1651? ¿Traemos ya la violencia al nacer, en los genes?
–Comnapaz –comienza su vasta respuesta Bardavid– posee cuatro pensadores que son nuestros pilares y mentores. Ellos nos abrieron la puerta hacia la paz como un hecho y no como un sueño guajiro o una bonita abstracción. Uno de ellos es David Adams, quien tiene un libro maravilloso que es casi nuestro manual de cabecera; se llama Cultura de Paz, una utopía posible.
“Adams fue de los iniciadores de la Cultura de Paz en la UNESCO, es un neurocientífico estadunidense nacido en Missouri en 1939, y junto con otros Premios Nobel se le encargó una investigación sobre si la violencia estaba en el ADN del ser humano. después de todos los estudios que se hicieron, la conclusión fue definitiva: No. La violencia ha sido una condición que ha ido pasando de generación en generación, pero no está en nuestro ADN. Esta conclusión se conoce como El Manifiesto de Sevilla [1986] y postula que si en la mente de los hombres ha estado el hacer una civilización basada en la guerra y en la violencia, también en el pensamiento humano se halla la posibilidad de crear una civilización basada en los principios de la paz.”
Para tal declaración no existe ningún obstáculo de naturaleza biológica que se oponga inevitablemente a la abolición de la guerra o de cualquier otra forma de violencia institucionalizada, tal como señaló en sus estudios la antropóloga Margaret Mead: “La guerra es una invención, no una necesidad biológica”. Ergo: la paz es un rico caleidoscopio de potencial casi mágico.
El padre Felipe Mac Gregor propuso por vez primera la idea de “Cultura de Paz” durante la Conferencia para la UNESCO “La paz en la mente de los hombres” realizada en Yamasukro, Costa de Marfil (1989). Cuando Federico Mayor Zaragoza, signatario de El Manifiesto de Sevilla sobre la violencia fue director general de UNESCO (1978-1992), el organismo proclamó el Programa Cultura de Paz, bajo la premisa: el belicismo es una invención social y en su lugar se puede inventar la paz. Cada una de las cinco proposiciones del manifiesto revocan ideas falsas que han servido para justificar la guerra y la violencia.
Organismo ciudadano
Norman Bardavid se certificó en Educación para la Paz por el Institute for Education for Peace con sedes en Canadá y Suiza. Consejero de Naturalia, AC (organización no gubernamental dedicada a la conservación de la naturaleza), fue representante por el Comité Internacional de la Bandera de la Paz, y de 2017 a 2019 coordinador del programa “Juntos construimos la paz” al interior de la Comnapaz.
“Yo me certifico en el Instituto de la Educación para la Paz, y en mi caso acabo de consolidar el tema del arte como una herramienta para generar la paz. Pero fueron los diversos aspectos académicos del proceso en Comnapaz los que acabaron de ampliarme la visión de que es posible transitar a una civilización basada en los principios de paz. De hecho soy unos de los maestros que da este tema dentro de la Certificación en México.”
Miembro Honorario de la Alianza Internacional de los Derechos de la Madre Tierra Naturaleza, como doctor Honoris Causa preside la Comisión de Arte del Claustro Doctoral Iberoamericano y encabeza el Foro Global Ciudadano de Cultura de Paz.
–¿Cómo surge y qué es la Comisión Nacional Para la Cultura de Paz y la No-violencia?
–Es un organismo ciudadano e independiente que nace en 2012 en el Senado de la República de México. Nos convocó quien es su presidente fundador, Hirám Valdez Chávez [Guadalajara, Jalisco, 1973], cuya preocupación por la violencia aumentó con el asesinato a Luis Donaldo Colosio y el alzamiento del EZLN. Yo, a partir de 2010, empecé a desarrollar una tesis relacionada con el arte y la paz. En una primera reunión de 2012, 80 personas discutimos la paz desde ángulos múltiples y de extensión enorme.
Bardavid ha viajado por más de 60 países y sus 50 visitas a Cuba de 2005 a 2013 sellaron su destino.
“Pude vincularme con más artistas. Considero que uno de los aspectos positivos en el tema del arte durante los años del presidente Fidel Castro Ruz fue la influencia de la danza, la música, las artes plásticas y la pintura, con academias muy buenas e inspiradas en las de la antigua Unión Soviética. En ese tiempo se estaba avanzando mucho en el arte conceptual y se perdía la disciplina, así que yo les llevé el tema de la conciencia, con el objetivo de utilizar el arte como una verdadera expresión, allende de sus aspectos de sobrevivencia e identidad. Se me reveló la idea de un arte para la paz.”
En el caso de Hiram Valdez, “él trabajaba el tema de política pública, recordemos que en 2021 ya llevábamos seis años de guerra contra el narcotráfico e Hiram estaba activo desde antes del presidente Calderón”. Para resolver el problema de esa guerra al narco, plantearon la “paz positiva”: “Fomentar desde la educación las condiciones necesarias para que no emerja la violencia, pues la violencia no es causa, es un efecto”. Hiram Valdez mendigó recursos al Congreso de la Unión para trabajar por la Cultura de Paz. No se le asignó ni un solo peso y la guerra al narco cobró más muertes.
Ante la negativa e indiferencia de los políticos, Hiram Valdez se lanzó para unificar a la sociedad civil e impulsar el tema Cultura de Paz, a fin de convocar paulatinamente a instancias del gobierno para sumarse a las bondades del pacifismo aprendido desde la niñez, compartido y universal.
“En esa primera reunión se habló de muchas de las aristas de la educación para la paz, de periodismo y paz, arte y paz, deporte y paz, en pos de ampliar el tema de los derechos humanos a donde no hemos llegado todavía, como el Derecho Humano a la Paz, que no existe, y los derechos también de la Madre Tierra Naturaleza.”
El enfoque es triangular: La paz en cada uno de los seres humanos (paz individual), la paz en la sociedad y la paz medioambiental. La Comnapaz ha ido desarrollando mesas de paz por toda la República Mexicana desde 2012. A partir de enero de 2018, el Estado de México cuenta ya con una Comnapaz. En marzo pasado se instaló la sede de Zacatecas.
–¿Cuál es el objetivo de las mesas de paz?
–Integrar organizaciones y personas que trabajan el sistema de la paz, para sumar metodologías adecuadas, programas y proyectos que conviertan la paz en un camino, una construcción, un cultivo y, eventualmente, una cultura.
Para ello, primero se invitó a “cuatro grandes mentores”. Bardavid ya mencionó a Adams y la Declaración de Sevilla. Enumera la triada completa.
El noruego Johan Galtung
Conocido como “el Papa de la Paz”, Johan Galtung fue mediador en más de 150 conflictos internacionales y escritor de igual cantidad de libros.
Con 91 años, sobresalen sus disertaciones sobre la paz positiva y la negativa: la negativa es “cuando hay violencia y se trata de mitigarla con más violencia” (al estilo de Felipe Calderón), mientras la positiva consiste en emprender todas las acciones necesarias para que no emerja la violencia.
De los primeros viajes que hizo al estado de Querétaro, “en la Comnapaz, junto con la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) del plantel de San Juan del Río, abrimos el primer Instituto de Estudios de Paz”. Lleva el nombre de Johan Galtung y él lo inauguró:
“En Comnapaz estamos Hiram Valdéz Chávez, el presidente fundador; un servidor y Jesús Guevara Sandoval como presidente de Mesa de paz Querétaro, uno de los estados en donde más hemos avanzado. En 10 años de trabajo hemos hecho congresos, acercamientos con los diferentes gobernadores, otorgado diplomados y certificaciones, toda una agenda de trabajo increíble y cientos de instituciones que se han ido sumando. Fíjate, a partir de que hicimos el foro global Ciudadano de Cultura de Paz, nuestra metodología se está empezando a replicar de manera orgánica en otros países, sobre todo de Centro y Sudamérica, alcanzando a la Comnapaz Argentina.”
H.B. Danesh
Otro de los pilares es el presidente del Instituto Fundador de la Educación para la Paz, fallecido en el 2020 (http://www.hbdanesh.org/). Dice Bardavid:
“En México, el iraní Hossain B. Danesh nos instruyó desarrollando una serie de metodologías de educación para la paz probadas, por ejemplo, en Bosnia Herzegovina en 1995, después de la guerra allá. El principio Danesh define la paz como un estado del ser en unidad. Por lo tanto, el punto de enfoque de educación para la paz tiene que ver con el desarrollo integral del ser, y por el otro lado, cómo ser unidad: la consecuencia de la unidad es la paz y debemos enfocarnos a saber ser unidad”. (https://youtu.be/7sYLNyVk0KA)
Federico Mayor Zaragoza
“El cuarto pilote de la Comnapaz ha sido ese hombre de origen catalán, vicepresidente de la UNESCO, cuando le encargó a David Adams todos los estudios de desarrollo para la Cultura de Paz. Fue como la UNESCO comenzó ya a hablar del tema y después nosotros tomamos esas instrucciones, por llamarlas de alguna manera, para ir consolidando este organismo que hasta ahorita conformamos puros voluntarios.”
–¿Quién apoya a la Comnapaz?
–Nosotros no recibimos dinero de nadie. Asumimos nuestros propios gastos para ir integrando a expertos y para efectuar diferentes foros, con diplomados, certificaciones… Llevamos ya cuatro años con el Foro Ciudadanos por una Cultura de Paz. A través de todos ellos hemos compartido estas diferentes experiencias y metodologías de las cuales nos vamos nutriendo. Y tenemos varios ejes de acción para incidir en política pública, y la Reforma Integral de la Cultura de Paz, de 20 iniciativas”.
La más destacada de ellas se describió al comienzo de esta entrevista: la Carta Magna incluye ya, gracias a Comnapaz, en su Artículo Tercero, la educación para la paz, que “finalmente con el presidente López Obrador se logró”. Pero una cosa es la ley escrita y otra llevar esa norma al sistema educativo y promulgar una Ley Federal de Fomento a la Cultura de Paz. Eso correspondería a que “todas las instituciones, tanto públicas como privadas, fomenten la cultura de paz tanto al interior de la Comnapaz como al exterior, y para ello se deben formar para la Educación para la Paz. Educar para la paz y fomentarla”).
Un derecho trino
Bardavid cree que los frutos de esta educación florecerán en dos décadas.
“Si queremos acabar con la corrupción, eduquemos con educación para la paz y en conciencia. Esos son los ejes fundamentales para hacer un verdadero cambio a nivel nacional y que sea ejemplo para el mundo. Y como la ONU (Organización de Naciones Unidas) no ha impulsado una Declaración Universal del Derecho a la Paz, es uno de los pasos necesarios a seguir.
“En política pública, el Derecho Humano a la Paz es trino, incluye tres dimensiones al considerar la paz en lo individual, lo social y lo medioambiental. Los derechos de la Madre Tierra Naturaleza nos van a llevar a los derechos de los ecosistemas, que son una forma de poder visualizar en qué situación entra el hombre en ese sostenimiento de sustentabilidad, un aspecto que no tocan todavía las Naciones Unidas con esta agenda rumbo al 2030, que es la Dignidad de Vida.”
Finalmente:
“Deseamos que exista esta Comnapaz como un órgano descentralizado de gobierno. Esto significa que tenga independencia, pero que pueda tener recursos; porque muchos de los problemas socio-medioambientales tienen que ver con el gobierno. Es muy difícil ser juez y parte en un mismo problema; entonces tendría que haber un órgano mediador completamente ajeno a esos problemas y que pueda ser el mejor, siempre tomando en cuenta los conceptos de paz”.
Norman Bardavid adjunta algunas acciones de aliento. Una de ellas es el Comité Internacional de la Bandera de la Paz, presidido por la doctora Alicia Rodríguez, exactriz. De allí emerge el ya mencionado programa “Juntos construimos la paz”, que define como “el más sencillo y bastante efectivo” y describe brevemente:
“Lo primero es ponernos en un aula de alguna escuela y durante una semana cada uno de los alumnos que conforman ese salón portan el pin (alfiler símbolo) de la bandera de la paz, que se coloca en la zona del corazón. Y el alumno en esa semana se convierte en mediador de la paz en el aula…”.
Incluye prácticas holísticas (comprensión de la totalidad) antes de comenzar clases, como respirar y aspirar profundamente para relajarse, o redactar aforismos por los que el estudiante sienta agradecimiento de tipo material o espiritual cada mañana. La bandera física que enarbola Comnapaz es blanca, con un círculo, y dentro tres esferas en colores magenta. El emblema acompaña la voz latina PAX.
“La paz no reconoce fronteras, así como la violencia tampoco; entonces en la medida en que vayamos socializando todos estos aspectos de la paz y al mismo tiempo incidiendo en hacer política pública, desde nuestra perspectiva podremos realmente, en una o dos generaciones más, aprender las lecciones que nos fueron enseñadas por nuestra cosmovisión anterior, bajo el antropocentrismo dicotómico.”
Esclarece: Antropocentrismo significa el hombre al centro del juego. Dicotómico, el pensamiento dual de lo bueno y lo malo, “y en el sentido de vernos como seres separados el uno del otro y de la naturaleza”.
La transición –y con esto se despide Bardavid– “es hacia un biocentrismo en unidad, que se entrelaza desde un aspecto trino, no dual: derecho humano, paz social y por el planeta”.
Imagina, si la humanidad sobrevive, una paz ilimitada (https://www.facebook.com/Comnapaz/ y http://www.banderadelapaz.org).
Reportaje publicado el 3 de abril en la edición 2022 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.