Cultura

Apenas cinco años... y un siglo: La rebelión estridentista

Escasamente un lustro vivió el estridentismo desde que, a mediados de 1922, el poeta Manuel Maples Arce publicó su libro Andamios interiores: poemas radiográficos, y logró entonces aglutinar poetas, novelistas y artistas plásticos en torno a su manifiesto de diciembre de 1921.
sábado, 13 de agosto de 2022 · 13:55

Como si fuera ayer, el especialista en este movimiento de vanguardia de la segunda década del siglo XX mexicano Evodio Escalante conduce de la mano al lector por un paseo literario. Su relato entusiasta torna vigente el sólido intento de ruptura del grupo de escritores y artistas plásticos que se rebeló contra los espacios cómodos de la expresión. Opuesto al de Contemporáneos, el de los Estridentistas cobra vida cuando el investigador recupera la historia de un primer libro, Andamios interiores, obra de Manuel Maples Arce, publicado en 1922, al rememorar la duración fugaz de su impulso al lado de Arqueles Vela y Germán List Arzubide…

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Escasamente un lustro vivió el estridentismo desde que, a mediados de 1922, el poeta Manuel Maples Arce publicó su libro Andamios interiores: poemas radiográficos, y logró entonces aglutinar poetas, novelistas y artistas plásticos en torno a su manifiesto de diciembre de 1921.

Fue una suerte de acta de nacimiento de esa corriente vanguardista. Vino seis meses después La señorita Etcétera, de Arqueles Vela, “primera novela de vanguardia de toda América Latina”, según la investigadora alemana Katharina Niemeyer.

Pero a diferencia del grupo Contemporáneos –coincidentes en época–, el estridentismo cayó pronto en el olvido, renegado incluso por algunos de sus protagonistas, como Germán List Arzubide. De la misma manera, en la penumbra oficial, cumple ahora 100 años.

Se ha llegado a creer que la publicación del poemario de Maples Arce apareció el 28 de agosto de 1922. Pero el escritor, crítico literario y doctor en letras mexicanas por la UNAM Evodio Escalante señala que el principal estudioso del movimiento Luis Mario Schneider (1931-1999) consigna en sus investigaciones que el 15 de julio de 1922 lo publicó Editorial Cvltvra.

También poeta y ensayista, autor entre otros libros de José Gorostiza entre la redención y la catástrofe, Nacionalismo y vanguardia en Silvestre Revueltas y Elevación y caída del estridentismo, Escalante explica el origen del Manifiesto Estridentista, que en su opinión se ubica en una defensa de Ramón López Velarde por parte de Maples Arce, y las confrontaciones del movimiento con el de Contemporáneos, a quienes profirió “ataques durísimos”.

A decir suyo, la fecha dada por ­Schneider es cuando empieza propiamente el estridentismo. El manifiesto ya había sido lanzado por Maples Arce, pero en solitario, no hubo un grupo ni nadie más que lo respaldara, y “causó sorpresa e indignación pues además de complejo era muy incendiario: atacaba de modo personal a la máxima figura del modernismo, o sea a Enrique González Martínez, dando a entender que sus poemas son menstruaciones literarias y que sus amigos eran unos lamecazuelas que están haciéndole la barba”.

Agrega el investigador:

“Yo creo que en todo el siglo XX mexicano, incluyendo lo que va del XXI, no ha habido un ataque contra un poeta tan fuerte como el de Maples Arce. Es realmente impresionante, porque es personal, pero deja entrever que también es contra los futuros Contemporáneos, porque en torno a González Martínez están los jovencitos Jaime Torres Bodet, Javier Villaurrutia, Bernardo Ortiz de Montellano y por supuesto Enrique González Rojo, hijo de González Martínez, quien fallece muy pronto (1939).”

El ataque, narra, divide las aguas porque va directo contra el modernismo y sus continuadores, que estaban dando sus primeros pasos y aún no encontraban su voz:

“Ahí sí se les adelanta Maples Arce, que es de la misma generación que ellos, pero ya tiene un contacto con la vanguardia y un ánimo de transformar.”

Cuando se le pregunta si Octavio Paz no recibió o profirió en algún momento ataques parecidos, responde que justo pensaba en eso, porque fue muy atacado y también “era tremendo, no se dejaba, respondía con mucha inteligencia y con mucho veneno, pero fíjese que ni siquiera Paz merecía esos ataques porque sí, Paz fue muy atacado por muchos, pero nunca así de manera tan personal:

“Decir lo de menstruaciones intelectuales o que mantiene a una especie de lamecazuelas literarias que van a sus banquetes a gozar de sus estilicidios –ahí emplea un neologismo–, pero después de muchos años he llegado a la conclusión de que ese ataque está justificado, es decir, tiene relación con algo que sucedió antes.”

Para Escalante el verdadero detonador del estridentismo es, sin proponérselo, el poeta jerezano Ramón López Velarde, de quien pocos conocen la parte oscura, pues se le ve como un triunfador a quien todo mundo aplaude, pero pasó por momentos muy difíciles. Cuando publica en 1916 La sangre devota, la crítica lo recibe de manera muy favorable, mas cuando a finales de 1919 da a conocer Zozobra, su segundo libro, es rechazado por el medio intelectual:

“Y la crítica más contundente y fuerte es de González Martínez, ¡eran amigos!, hicieron juntos la revista Pegaso. A López Velarde se le considera modernista. Pero ya en el epígono del modernismo, él empieza a poner algunos pies en la vanguardia, aunque de manera tímida, y por eso la reacción de González Martínez fue violentísima. Le dice que es un libro cacofónico, que hay cosas que no se entienden muy bien y es un ataque al buen gusto. Lo hace pedazos.”

López Velarde incluía versos “muy desbordantes, como uno que dice ‘esto me lleva a una nihilista locura’, que rompen con el modernismo”. Pero el primer poema incluido en el libro es en realidad de Rafael López, un ataque a los miembros de la Academia Mexicana de la Lengua a la cual pertenece el representante del modernismo González Martínez, quien los llama “guajolotes literarios”. 

Para entonces Maples Arce y López Velarde eran ya muy amigos, se reunían para leerse sus poemas e incluso salían juntos a la iglesia de la calle de Orizaba (colonia Roma) a ver a las muchachas que salían de misa los domingos.

Y el investigador tiene la hipótesis de que aunque el autor de La suave patria no respondió los ataques, seguramente expresaba su resentimiento entre amigos. Uno de ellos era José Juan Tablada, pero no podía defenderlo pues ya estaba en Nueva York, y el otro, aunque muy joven, fue Maples Arce, en quien germinó la semilla sembrada por López Velarde.

El poeta era también solitario, por eso al lanzar el Manifiesto “no tiene un grupo de amigos que compartan la fe estridentista”. Seis meses después, publica Andamios interiores y comienzan a hacerse una serie de reseñas, algunas muy elogiosas y otras no. La que llama la atención es la de Arqueles Vela:

“Es la primera crítica estridentista del estridentismo. Le gusta tanto el libro de Maples Arte que su reseña es en el mismo estilo, prosa estridentista. Y seis meses después él publica su novelita La señorita Etcétera”.

Se va forjando ya para entonces el movimiento al cual se suman List Arzubide, Salvador Gallardo, Luis Quintanilla, e invitan a Maples Arce a Puebla y ahí lanzan otro manifiesto literario contra los guajolotes literarios.

De la calma a la ruptura

A decir del crítico literario, en su momento fue un movimiento muy importante, influido por las vanguardias internacionales de la época (futurismo italiano, ultraísmo español, dadaísmo, etcétera). México salía de la Revolución que dejó 1 millón de muertos, pero “en el campo de la cultura no pasaba nada, seguía la calma chicha, y quizás el primer aviso de una rebelión literaria lo da López Velarde con el soneto de Rafael López, por su lenguaje que empieza a acercarse a la vanguardia. Hay un aire de ruptura, y luego Maples Arce viene a consolidarlo cuando López Velarde ya está muerto”.

–¿Entonces puede hablarse de un antes y un después en nuestra literatura con Andamios interiores y La señorita Etcétera?

–Sí, sí, hay una ruptura que impacta también a los jovencitos de los Contemporáneos, que poco a poco se desprenden de la influencia de González Martínez y empiezan a explorar técnicas de vanguardia. De hecho yo repetiría sin tapujos lo que dice José Emilio Pacheco en uno de sus “inventarios”: “Sin Maples Arce, pues, hubiera sido muy distinta la obra de sus archienemigos los ‘contemporáneos’ y toda la poesía mexicana del siglo XX” (Proceso, 244). Y tiene razón, fue una rebelión que cambio todo.

El Inventario de aquel número, titulado Las semillas del tiempo: Manuel Maples Arce (1900-1981)” dice algo más con lo cual coincide también Evodio Escalante para explicar la brevedad del movimiento:

“Este mérito, que nadie le discute, por otra parte ha oscurecido el hecho de que el estridentismo duró sólo cinco años (la vanguardia es, tiene que ser, un momento, no un modus vivendi) y que Maples Arce fue más allá y continuó escribiendo otros 54 años”.

De hecho, el título de su libro, Elevación y caída del estridentismo, habla de cómo surge “casi de la nada, triunfa, tiene sus grandes logros y luego desaparece, porque es el destino de los movimientos de vanguardia, tienden a ser efímeros, no duran”.

Cita a Schneider para decir que dura de 1921 a 1927, y cuando cae el general Heriberto Jara, quien siendo gobernador en Veracruz llamó a colaborar a List Arzubide –que era director de los Talleres Gráficos en Xalapa– y a Maples Arce, ellos renuncian y se dispersan, y “ahí deja de existir como movimiento, Maples va al Servicio Exterior Mexicano como diplomático y List Arzubide al grupo marxista Noviembre.

“Incluso List, esto casi no se sabe, da por muerto al estridentismo, escribe en 1928 un artículo que por ahí tengo coleccionado, que se llama Cuenta y balance, hace un recuento de los logros del estridentismo y una lista de los libros que publicaron, pero al mismo tiempo dice ‘esto ya se acabó, ahora andamos en el movimiento comunista’.”

–Aunque terminó el estridentismo e influyó en los Contemporáneos, ¿tuvo influencia más allá, por ejemplo en los Infrarrealistas?

–Ah, sí. Esa es una historia que no sospechábamos: 50 o 60 años después surge el infrarrealismo.

Relata entonces que Roberto Bolaño le hace una larga entrevista a Maples Arce, y luego escribe “la extraordinaria novela Los detectives salvajes”, que en su opinión muestra cómo la semilla de la rebelión estridentista sigue en los años setenta, y que “los Infrarrealistas son sus hijos inesperados”.

La pregunta es por qué si la influencia de los Estridentistas llega hasta entonces, pero se comienza a reflejar en los Contemporáneos, éstos se mantuvieron mucho más tiempo activos:

“Bueno, los Contemporáneos son muy buenos poetas, todos ellos. Carlos Pellicer, aunque no era del grupo, se le considera dentro; Xavier Villaurrutia no se diga, es extraordinario, de una obra apretadita pero de gran nivel; Jaime Torres Bodet quizá no es tan bueno pero tenía una visión política impresionante y sabía dónde se tenían que mover las aguas; José Gorostiza escribe Muerte sin fin, uno de los clásicos de la poesía mexicana. Entonces como grupo son una suma de talentos, desde mi punto de vista más impresionante que los talentos del estridentismo.”

Sin embargo, Escalante gusta mucho de Maples Arce, no sólo el de Andamios interiores, sino Vrbe superpoema bolchevique en cinco cantos, “que es el primer poema dedicado a la Ciudad de México, la protagonista es la ciudad obrera, la ciudad de los desfiles, de las manifestaciones. Luego tiene su lugar Arqueles Vela con La señorita Etcétera y más tarde El café de nadie”.

Y aunque añade a List Arzubide y Salvador Gallardo, reitera que no lograron la fuerza de Maples Arce. Los Estridentistas publican sus mejores libros en los años de vigencia del movimiento. Y con los Contemporáneos sucede al revés: sus mejores libros son cuando ya no integran un grupo.

Describe que los poemas de Andamios interiores hablan también de la ciudad, la soledad, el sujeto moderno, los tranvías, el amor, y hasta hay cierta influencia freudiana, porque deja ver la libido que le suscita la novia a Maples Arce, pero como no se podían tener relaciones con la novia, su sujeto poético es el cabaret, la música de jazz, donde están las prostitutas que “escupen besos de papel… de papel porque se pagan con billetes”.

Escalante. Enfrentamiento con contemporáneos. Foto: Pascual Borzelli

Olvido

Añade que La señorita Etcétera refleja los bruscos cambios sociales que se dan en México después de la Revolución, sobre todo con las mujeres, cuando surgen las llamadas Pelonas, “es una novelita que se podría estudiar desde el punto de vista del moderno feminismo”. Eran las mujeres que se cortaban el cabello y empiezan a usar pantalones, rompen con los estereotipos, porque además muchas comienzan a ingresar al mercado laboral.

Quizá, piensa, la novela es una respuesta un poco angustiada de un escritor que sigue pensando en las mujeres como objeto de deseo, pero se le escapan, “son un objeto escurridizo, de ahí el título porque no hay una identidad, no es la señorita Ana María o Estela, no tiene nombre, va cambiando en cada episodio, es inabarcable e incomprensible, por eso mi diagnóstico personal es que expresa la angustia masculina frente a algo que no alcanza a entender”.

Recuerda que la citada investigadora Niemeyer tiene un libro dedicado a la prosa de vanguardia en América Latina donde menciona la obra de Vela como la primera novela de ese tipo. Jorge Luis Borges también hizo una reseña muy elogiosa de Andamios interiores porque, además, se carteaba con Maples Arce, y éste publica en su revista Irradiador –que hace en 1923 con el pintor Fermín Revueltas– unos versos del argentino:

“La gente dice que el primer poema que Borges publica en México es en la revista Contemporáneos, en 1928, pero no es cierto, lo hace cinco años antes en Irradiador. Ambos se identificaban, los dos eran ultraístas.”

Después de tres libros estridentistas (el tercero es Poemas interdictos), al propio Maples Arce se le olvida el estridentismo.

A la distancia, recuerda Escalante que José Emilio Pacheco decía que 1922 fue el annus mirabilis de la vanguardia, “es el año maravilloso en el que la vanguardia da un golpe literario a nivel mundial”: La tierra baldía de T. S. Eliot, Ulises de James Joyce, Trilce de César Vallejo, El cuarto de Jacob de Virginia Woolf:

“Es un año muy decisivo para imponer la estética de la vanguardia, porque son libros que se quedan, se vuelven clásicos con el paso del tiempo, pero en su momento la gente discutía, se horrorizaba por ciertos elementos que encontraban en ellos. Todavía hoy leer Trilce es un verdadero desafío porque hay poemas que de pronto uno no entiende ni papa, pero son libros que se han impuesto por su calidad y ya son imprescindibles para cualquiera que se interese en esos temas.”

Y ante la pregunta de si es el caso de los Estridentistas, Escalante apunta que en la tradición mexicana, “Maples Arce y Arqueles son muy importantes”.   

Reportaje publicado en el número 2388 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 7 de agosto de 2022. 

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