En la agenda, la violencia y la inseguridad:

Ante la “cerrazón” de AMLO, la Iglesia se acerca a las “corcholatas”

Cuando los jerarcas católicos buscaron al presidente López Obrador para dialogar sobre la violencia que azota al país y la estrategia federal de seguridad para enfrentarla, éste “nunca nos recibió”, se queja Luis Gerardo Moro Madrid, provincial de la Compañía de Jesús.
viernes, 26 de mayo de 2023 · 07:21

Cuando los jerarcas católicos buscaron al presidente López Obrador para dialogar sobre la violencia que azota al país y la estrategia federal de seguridad para enfrentarla, éste “nunca nos recibió”, se queja Luis Gerardo Moro Madrid, provincial de la Compañía de Jesús. Tras el asesinato de los jesuitas en la Tarahumara, la Iglesia impulsó un proceso de pacificación al margen del gobierno. Ante la “cerrazón” del mandatario y en el ocaso de su sexenio, Moro dice que los obispos ya se acercaron a dos de los aspirantes de Morena a la Presidencia del país –Marcelo Ebrard y Adán Augusto López– para explicarles su Agenda Nacional de Paz.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Sin la participación del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien sigue negado a cambiar su “fallida” estrategia de seguridad, la Iglesia católica continúa empujando el proceso de pacificación que inició el año pasado, a raíz del asesinato de dos religiosos jesuitas, y el cual en este mes acaba de entrar en una nueva etapa: la de los Foros de Justicia y Seguridad, donde distintos sectores sociales ya comienzan a dialogar para elaborar una “Agenda Nacional de Paz” que logre desterrar la violencia provocada por el crimen organizado.         

Además, las tres instituciones eclesiásticas que encabezan este proceso de paz, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), la Compañía de Jesús y la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (CIRM) ya tienen acercamientos con algunos aspirantes a la Presidencia de la República para asegurarse que el sucesor de López Obrador –cuyo gobierno concluye el año próximo– colabore en la pacificación del país.

El provincial en México de la Compañía de Jesús, Luis Gerardo Moro Madrid, adelanta entusiasmado:

Este proceso de pacificación va más allá del actual gobierno, al que le queda poco tiempo. De manera que si el presidente López Obrador sigue sin tomarnos en cuenta, nosotros continuaremos tocando puertas para lograr un diálogo con el próximo gobierno federal. Por ese motivo ya nos estamos acercado a los posibles candidatos presidenciales”.

Sobre todo –agrega–, tienen acercamientos con el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Dos de los principales aspirantes a suceder a López Obrador por parte del partido Morena. Pronto se acercarán con los aspirantes de otros partidos políticos.

–¿Y aún tienen esperanzas de que el actual gobierno se sume al proceso de pacificación?

–El gobierno de López Obrador tendría muy buen cierre si se sentara a escuchar, en el poco tiempo que le resta, a las madres de los desaparecidos, a las demás víctimas de la violencia y en general a las personas que quieren que se acabe la violencia en México. Si realmente quiere dejar un país distinto, como él dice, es necesario que se siente a escuchar.      

–El año pasado, la Iglesia aseguró que resultó fallida la estrategia de seguridad de López Obrador, por lo que le pidió cambiarla. ¿Siguen ustedes manteniendo la misma postura?

–Totalmente. Así es. Y en este punto hemos sido muy claros en la Compañía de Jesús, a través de nuestras obras y de nuestros centros de derechos humanos. Para constatar el fracaso de la estrategia de seguridad basta con leer los periódicos: ahí nos damos cuenta de tantos feminicidios, desaparecidos, actos violentos en distintas partes y asesinatos sin resolver. La misma militarización del país es parte de este fracaso.

“Mire, toda estrategia si no es evaluable no sirve. Y ahí están los números sobre la estrategia actual. Por lo tanto, requiere cambios y mejoras. Pero además esto es algo normal porque todo programa de este tipo no puede mantenerse igual desde su inicio hasta el final. La misma realidad siempre exige hacer modificaciones. Y es lo que estamos pidiendo.”

A raíz del asesinato de los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, ocurrido el 20 de junio del año pasado en la Sierra Tarahumara, la Compañía de Jesús y la CEM –por separado y en diferentes momentos– le pidieron a López Obrador que modificara su fallida estrategia de seguridad.

Y en respuesta, durante sus conferencias mañaneras del 27 y 30 de ese mes, el presidente les aclaró muy molesto que no la cambiaría, acusó además a la Iglesia de estar “apergollada por la oligarquía mexicana”, de ser hipócrita y “callar” ante las masacres perpetradas durante el gobierno de Felipe Calderón.

Ante esta rotunda negativa, la Iglesia decidió emprender el ambicioso proceso de pacificación al margen del gobierno federal, el cual inició por esas fechas con las llamadas “Jornadas de Oración por la Paz”, que se estuvieron celebrando en los templos católicos, en espacios públicos y en “lugares significativos” donde ocurrieron desapariciones o muertes violentas.

La presidenta de la CIRM, la religiosa Juana Ángeles Zárate, adelantó entonces a este semanario:

“Iremos más allá de lo ritual y lo litúrgico, porque la pacificación no se logra con una jornada de oración. Debe trascender a acciones concretas. Nuestra intención es generar todo un proceso que nos lleve a la pacificación del país” (Proceso 2384).

Entrevistado en la casa provincial de los jesuitas, ubicada en la zona de Coyoacán, al sur de la Ciudad de México, Moro Madrid relata:

“A López Obrador lo buscamos desde el primer momento, cuando asesinaron a nuestros compañeros jesuitas… Y nunca nos recibió. Incluso yo le escribí una carta directamente a él, donde le ofrecí entablar un diálogo y enriquecer su análisis con los datos que nosotros tenemos. Lo invité incluso a que fuera a la Tarahumara con los jesuitas que están metidos allá en la sierra, porque son quienes mejor conocen esa realidad… Pero nunca obtuvimos respuesta.”

Moro. Fracaso en seguridad

Invitación a políticos

Enfundado en saco gris, el provincial hace una pausa, se recarga sobre la silla de su escritorio y luego comenta reflexivo:

Mire, el problema es que tenemos un gobierno que no escucha, y un presidente que no quiere recibirnos porque está totalmente cerrado al diálogo.”

–Se podrán realizar muchos foros y encuentros, pero si no colabora el gobierno federal, que es el encargado de implementar las medidas de seguridad, ¿qué podrán hacer entonces ustedes en su proceso de paz?

–Como Iglesia tenemos muchas limitaciones. Y por supuesto, se necesita de la sociedad civil y del gobierno federal para echar a andar este proceso. De otra manera no se puede. Por fortuna ya hay gobiernos estatales y municipales dispuestos a integrarse. Nosotros además invitaremos a todos los partidos políticos y, como le comento, también al próximo gobierno federal.

Este proceso de paz acaba de entrar en una nueva etapa: la realización de los Foros de Justicia y Seguridad. Serán 32 foros –uno en cada entidad federativa– los que se llevarán a cabo de este mes a septiembre próximo.

En el documento Foros Justicia y Seguridad; acuerdos para la construcción de la paz, elaborado por la CEM, la CIRM y la Compañía de Jesús, se señala que estos foros tienen un doble objetivo: “animar la construcción de iniciativas locales de paz y proporcionar elementos para elaborar una agenda nacional de paz”.

Y agrega:

“El mejor camino para resolver las situaciones que fragmentan el tejido comunitario de nuestro país es el diálogo social. México vive un momento crítico de inseguridad y violencia que se expresa en 100 homicidios y 10 feminicidios cada día. Una tragedia que sucede en un contexto de inequidad, pues la mitad de la población (43.9%) vive en condiciones de pobreza y 10% concentra 80% de la riqueza del país, sumándose la creciente desconfianza en las instituciones de justicia, que inhiben la denuncia de nueve de cada 10 delitos y garantizan impunidad en 99% de los casos.”

La “convocatoria” a los 32 foros estatales está abierta –prosigue– a “representantes de todos los sectores de la sociedad que enfrentan violencias o inseguridad, enfatizando la participación de jóvenes, mujeres, víctimas, especialistas, representantes sociales, universitarios, empresarios, iglesias, trabajadores y autoridades gubernamentales”.

Por lo pronto, el primer foro ya se efectuó el pasado lunes 8, en el auditorio de la casa provincial de los jesuitas, en la Ciudad de México, en donde participaron representantes de 20 organizaciones sociales, nueve planteles educativos, 10 gobiernos estatales, cuatro gobiernos municipales y tres diócesis. El gran ausente fue el gobierno federal.

Ese foro determinó que el sistema de justicia “no está cumpliendo su función de atender los conflictos y esto se revierte en violencia”, se “han descuidado” los gobiernos municipales, se necesita construir un “tejido social nuevo”, los cambios en materia de seguridad sólo se logran mediante “la presión ciudadana”, se requiere “otro tipo de policías” y “hay una crisis política porque se pretende recuperar un orden autoritario contrario a las demandas de democracia”, dicen algunas de sus conclusiones.

En la entrevista, recalca el provincial general de los jesuitas:

“La idea es que, a través de estos foros, la sociedad civil se comprometa y aporte soluciones al problema de la violencia. Hace falta sentarnos a dialogar para construir juntos la paz. Ya basta de tanta polarización, de pelearnos por si gana o pierde éste o aquel partido político. Debemos trabajar por el bien México.”

Pendientes en la Tarahumara

Señala que la Compañía de Jesús, con el asesinato de sus dos jesuitas en la Tarahumara, también ha sido víctima de la violencia. Lo mismo de ataques provenientes del gobierno, que la tiene vigilada con su sistema Pegasus de espionaje.

Alude sobre todo a los exámenes forenses a teléfonos celulares, pertenecientes a los directivos del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, de la Compañía de Jesús, los cuales revelaron que desde el año pasado están siendo espiados por el Ejército Mexicano, a través de Pegasus.

Y respecto de la Tarahumara, asegura el provincial que el problema de la violencia y la impunidad continúa sin resolverse. “Ahí la situación es la misma. Nuestros sacerdotes que trabajan en la zona siguen siendo amenazados. Nada ha cambiado”, se lamenta.

–El cadáver del presunto asesino de los dos sacerdotes jesuitas, el narcotraficante José Noriel Portillo, alias El Chueco, fue encontrado en marzo pasado en un camino de terracería. ¿Con este hallazgo ustedes ya dan por concluido el caso?

–No, de ninguna manera. El Chueco murió por un ajuste de cuentas entre bandas de criminales. El gobierno jamás lo arrestó ni lo sometió a un proceso formal. Nosotros no vamos a quedarnos callados y decir: “Ya lo mataron, esto se acabó”.

Apunta el provincial de la Compañía:

“Acabo de estar hace un par de semanas en la Tarahumara. Y muchas de las promesas en materia de seguridad todavía no se cumplen, entre ellas, cuestiones tan elementales como el cambio de cerraduras en las puertas. Pero al menos la Guardia Nacional ya está protegiendo a los sacerdotes que estuvieron presentes durante el asesinato de nuestros dos compañeros.”

–En varias entidades el crimen organizado ha estado asesinando sacerdotes desde hace años. Y sin embargo, fue el crimen de los dos jesuitas el detonante para echar a andar todo este proceso de pacificación. Antes no ocurrió. ¿A qué se debe esto?

–La razón, creo yo, se debe a que este crimen ocurrió en el interior de una iglesia, dentro de un lugar sagrado. Los anteriores asesinatos se daban afuera de los templos, en caminos apartados. Pero aquí fue muy distinto; el nivel de violencia no respetó lo sagrado, que todavía en nuestra cultura se valora mucho. Además, los dos jesuitas eran unos ancianos que siempre se dedicaron a hacer el bien, llevaron una vida de entrega. Esto hizo a mucha gente tomar conciencia y decir: “Ya no hay lugar donde protegernos, al mal ya nada lo puede parar”. Y sí, este crimen fue el detonante para emprender el proceso de pacificación.      

–¿Y cómo se dio la alianza entre la Compañía, la CEM y la CIRM para impulsar el proceso?

–Mire, al morir nuestros dos compañeros empezamos a recibir comunicados de todo el mundo, dándonos el pésame. Muchos obispos, grupos de luchadores sociales, de madres de desaparecidos e incluso embajadas de distintos países empezaron a solidarizarse con nosotros. En ese contexto nos convocó el Episcopado Mexicano a tener una reunión en sus oficinas.

“Fui a ese encuentro acompañado por otros dos jesuitas. Al llegar, ahí estaban esperándonos el secretario general del episcopado, monseñor Ramón Castro, y la presidenta de la CIRM, la hermana Juana Ángeles Zárate, aparte había otros obispos. Quedé sorprendido cuando monseñor Castro me dijo: ‘Padre provincial, díganos qué sigue, por dónde vamos a caminar juntos’. No me lo esperaba, pues más bien yo iba con la idea de que el episcopado, por ser el convocante, nos marcaría un rumbo.

“Así empezó todo. Luego comenzamos a escucharnos y a planear las cosas. Es la primera vez en la historia que estamos trabajando juntos la CEM, la CIRM y la Compañía de Jesús. Ahora ya nos consolidados como un grupo muy compacto que trabaja por alcanzar la paz.”

–¿Y tendrán el suficiente poder de convocatoria para lograr que se sume la sociedad civil?

–La Compañía de Jesús ha trabajado en procesos de pacificación en otros países, como Colombia y El Salvador. En estos casos nunca sabemos qué va a pasar. Ojalá y tuviéramos un manual que nos dijera cuál será el final. ¡No! ¡no sabemos nada!... Solo nos guía la enseñanza del Evangelio del grano de mostaza; no sabemos cómo, pero ese pequeño grano que se siembra en la tierra va a crecer y a echar ramas.   

Reportaje publicado en el número 2429 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 21 de mayo de 2023. 

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