'La Pastorela de Sor Juanita y su abuelo”, de Sabido
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Qué agradecible es el teatro cuando nos deslumbra con su magia juguetona, sabia y pícara, como en la actual puesta en escena de La Pastorela de Sor Juanita y su abuelo.
Don Miguel Sabido ha sabido ser un alma donde la dramaturgia entra, sin solemnidad, a los temas profundos, como el olvido y el desprecio y el racismo hacia nosotros mismos, hacia nuestro origen indígena. Lo hizo hace casi 25 años en cine, con Santo Luzbel, donde éste y San Miguel pelean con machetes en una danza. Hablada 80% en náhuatl, Santo Luzbel, decía su autor, “es una película muy política, una metáfora muy cabrona, porque es la recuperación por los indígenas de su propio espacio cultural.”
Y en La pastorela de Sor Juanita y su abuelo, creada en 1982, Sabido recupera dos personajes del siglo XVII para volver a desencadenar esta lucha, juguetona y profunda, entre el bien y el mal. La niña que se convertirá en la escritora más grande de México, sor Juana, y su abuelo, con quien se formó en su enorme biblioteca, tratarán de conducir a los desperdigados pastores a Belén, mientras el Diablo y dos de sus compinches buscan fórmulas muy graciosamente malintencionadas para llevarlos al otro lado.
Juana Inés de la Cruz nació en Nepantla, que significa “entre volcanes”, y jugaba con los niños indígenas. Antes de los 16 años escribió una loa en náhuatl. Y retomando eso, Sabido concibió esta preciosa pastorela, que sostiene un amor por el lenguaje, el español y el náhuatl, y por el conocimiento que vence, muerto de risa, a los mismos (ignorantes) demonios.