LA HABANA (Proceso).– El 28 de enero fue el 167 aniversario del nacimiento de José Martí y todo Cuba se vistió de gala. En esta ciudad se realizó la tradicional marcha de las antorchas, donde los jóvenes fueron encabezados por el secretario del partido Raúl Castro y el presidente de la República Miguel Díaz-Canel. Cuesta trabajo bajar del pedestal una figura emblemática de la historia como la de José Martí, para observarla desde su humanidad. En el teatro se han hecho acercamientos al Apóstol de la Independencia, como lo nombran los cubanos. En La Habana y Cienfuegos se presentan dos obras que ven al personaje desde una perspectiva más cercana, como luchador, poeta, compañero, esposo, padre y trabajador incansable: Espantado de todo, escrita y dirigida por Atilio Caballero con el grupo Teatro Fortaleza, y Hierro, escrita y dirigida por Carlos Celdrán con Argos Teatro. También dentro de la reflexión histórica, Osvaldo Doimeadiós dirige Oficio de isla, de Arturo Sotto y otros, sobre el tránsito de Cuba del dominio español –que Martí combatió– al dominio norteamericano a inicios del siglo XX.   Espantado de todo estuvo Cienfuegos con Teatro Fortaleza, y juega con el discurso epistolar del héroe y las historias personales de familiares que parecen cercanos a los actores. Los mismos espectadores pasan a leer fragmentos de correspondencia de amigos y enemigos de Martí y, a través de los videos testimoniales, del rasgueo de la guitarra y de diferentes escenas cotidianas, accedemos a otros aspectos de su contexto. El autor y director Atilio Caballero señala que construyó la obra con las cartas recibidas por Martí a lo largo de su vida, testimonios contenidos en el libro Martí a flor de labios de Froilán Escobar, y sobre todo con el Diario de Campaña del Apóstol. Aunque a veces resulta difícil la comprensión de la obra dado lo importante que es conocer mucho de la historia de Cuba, la obra nos permite adentrarnos en el epistolario entrelazado con situaciones del presente que hacen vigente el ideario del poeta e independentista.  https://www.proceso.com.mx/617366/cuba-y-su-teatro Hierro, que acaba de recibir el Premio Villanueva de la crítica, aborda al personaje durante su estancia de exilio en Nueva York. Carlos Celdrán presenta dos líneas de tiempo. Conocemos a José Martí a través de los conflictos con su esposa a causa de sus ausencias y su falta de interés por ella y su hijo, y la relación que entabla con una mujer, su hospedera, con la que se sospecha tuvo una hija. El autor rompe la linealidad del tiempo a través de escenas donde dialoga con el hombre que intentó asesinarlo y al que cuestiona de raíz. La progresión dramática se va dando a través de la fragmentación de la intimidad de las situaciones hasta el rompimiento final. Oficio de isla sorprende al salirse del espacio convencional y realizar el hecho escénico en un lugar lleno de magia e historia: el muelle Juan Manuel Díaz, antiguo embarcadero de La Habana. Entramos en un galerón gigante para observar, a través de una gasa, el performance que realiza una mujer en silencio, y después sentarnos en un graderío donde presenciaremos un drama basado en hechos reales y números cómicos. La historia versa sobre una joven que desea incorporarse al grupo de maestros cubanos que llevaban a la Universidad de Harvard a estudiar y asimilar la cultura norteamericana. Esta situación, que empezaba a introducirse en Cuba, se entremezcla con música, números cómicos y musicales, instalación y audio. Participan en ella más de 30 actores, además de la Banda de Música de Rancho Boyeros y la Banda de Gaitas Eduardo Lorenzo. La obra es producida por el Consejo Nacional de las Artes Escénicas y el Centro Promotor del Humor, entre otras instancias. Oficio de isla es un gran espectáculo que, desde el color blanco en el vestuario y la escenografía, nos sumerge en el período de transición entre la colonia española y el dominio norteamericano que terminó ahogando a la isla y del cual se liberó hace ya 60 años. Este texto se publicó el 16 de febrero de 2020 en la edición 2259 de la revista Proceso