José Luis Ibáñez (1933-2020)

martes, 11 de agosto de 2020 · 12:15
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- José Luis Ibáñez, hombre de teatro fundamental para nuestra historia teatral, murió el martes 4 de agosto a los 87 años de edad, dejando a su paso huellas en el escenario, en alumnos, colegas y profesionistas del teatro. Como maestro, formó a los que ahora enseñan y hacen teatro; como teatrista, fue parte del movimiento Poesía en Voz Alta y se especializó posteriormente en el teatro del siglo de oro y en el teatro musical. Daba cátedra de verso y sorprendía con sus conocimientos en los procesos teatrales para llevar a escena textos de Sor Juana Inés de la Cruz, Juan Ruiz de Alarcón o Calderón de la Barca. En Poesía en Voz Alta, gestado por Juan José Arreola en 1956 y en el cual Octavio Paz convocó a diferentes pintores, escritores y directores, José Luis Ibáñez y Juan José Gurrola eran los más jóvenes. Ibáñez se incorporó como asistente de dirección de Héctor Mendoza, quien dirigió los primeros programas. Participaron artistas como Leonora Carrington, Elena Garro y Juan Soriano. Fue un movimiento de ruptura que renovó el teatro mexicano, aunque lo criticaron por irreverente y elitista. Se le suspendió el subsidio que proporcionaba la Universidad, e Ibáñez consiguió financiamiento privado para continuar y dirigir los siguientes cuatro programas de 1957 a 1960. Debutó como director con la obra Asesinato en la catedral de T. S. Elliot, y Las criadas de Jean Genet es de las más recordadas. La escenografía estuvo a cargo de Soriano, como había sido en casi todas las propuestas de Poesía en Voz Alta, y entre las actrices estaban Isabela Corona y Mercedes Pascual.
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  En el proyecto se llevaron a escena tanto obras clásicas como contemporáneas, siempre con la intención de dislocar el texto de la propuesta estética. Se incorporaba el sckech y el music hall, lo cual interesó a José Luis Ibáñez, dedicándose después y por muchos años al teatro musical como director y como espectador. Le gustaba ir a Broadway y estrenar musicales. Uno de los de mayor éxito y que realizó un sinfín de temporadas fue Mame a partir de 1972, protagonizado por Silvia Pinal. Con el musical Pippin en 1974 impulsó la carrera de Julissa, hija de Rita Macedo, con la que había trabajado en Las criadas, y al año siguiente estrenó en el teatro Insurgentes Sugar, producida por Pinal, donde actuaban su hija y su esposo, Silvia Pasquel y Enrique Guzmán. También cultivó el melodrama, como en Papacito piernas largas (1977), con Angélica María como protagonista, producida por Angélica Ortiz, su madre. El dramaturgo sinaloense Oscar Liera reconoció a Ibáñez por su trabajo fino y muy buen sentido del humor, y lo contrastó con “los horrores de las puestas en escena de Nada de sexo que somos decentes (1972) y aquella cosa de Las mariposas [son libres] (1971)”, que a Rafael Solana le parecieron una delicia.
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Fue un gran catedrático y especialista en el teatro novohispano e isabelino y miembro de la primera generación de la carrera de teatro de la UNAM, que se convirtió en su casa ya como Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras. En 2009 recibió ahí la medalla por 40 años de docencia, el Foro Experimental que ahí se construyó lleva su nombre. Impartió gran cantidad de cursos y conferencias magistrales, como la que llevó a cabo junto con Margo Glantz Sor Juana y Calderón de la Barca: Voces de libertad, que puede encontrarse en Descarga Cultura UNAM. Para saber más de este gran hombre de teatro, catedrático e investigador, Antonio Crestani publicó en 2008, en ediciones El Milagro, José Luis Ibáñez: Memorias. Hoy por hoy el reconocimiento de sus alumnos prolifera en las redes sociales, y sus enseñanzas permanecerán en nuestro teatro

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