Piramides (II)
Me han interesado los dibujos de fray Diego de Landa, y en esta segunda parte de "Pirámides" hay imágenes inspiradas en los dibujos. Hace unos meses un enviado del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) me dijo que con la construcción del Tren Maya se iba a respetar todo, que debemos confiar en que los jaguares, junto con los tapires y los changos, van a pasar por un puente que construirán.
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Edificios de Yucatán 1
Si Yucatán hubiere de cobrar nombre y reputación con muchedumbre, grandeza y hermosura de edificios, como lo han alcanzado otras partes de las Indias con oro, plata y riquezas, ella hubiera extendídose tanto como el Perú y la Nueva España; porque es así en esto de edificios y muchedumbre de ellos, la más señalada cosa de cuantas hasta hoy en las Indias se han descubierto; porque son tantos y tantas las partes donde los hay y tan bien edificados de cantería, a su modo, que espanta; y porque esta tierra no es tal al presente, aunque es buena tierra, como parece haber sido en el tiempo próspero en que en ella tanto y tan señalado edificio se labró, con no haber en ella ningún género de metal con qué labrarlos.
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Yo subí a lo alto de esta capilla, y como Yucatán es tierra llana, se ve desde ella a maravilla tanta tierra cuanto la vista puede alcanzar, y se ve la mar. Estos edificios de Izamal eran once o doce por todos, aunque éste es el mayor, y están muy cerca unos de otros. No hay memoria de los fundadores y parecen haber sido los primeros. Están a ocho leguas del mar en muy hermoso sitio y buena tierra y comarca de gente, por lo cual los indios, con harta insistencia, nos hicieron poblar una casa en uno de estos edificios que llamamos San Antonio, el año de 1549, en la cual y en todo lo de la redonda se les ha ayudado mucho para su cristiandad, y así se han poblado en este asiento dos buenos pueblos, aparte uno del otro.
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El primer edificio de los cuatro cuartos nos dio el Adelantado Montejo a nosotros, hecho un monte áspero; limpiámosle y hemos hecho en él, con su propia piedra, un razonable monasterio todo de piedra, y una buena iglesia que llamamos la Madre de Dios. Hubo tanta piedra de los cuartos, que (aún) está entero el del mediodía y en parte los de los lados, y dimos mucha piedra a los españoles para sus casas, en especial para sus puertas y ventanas; tanta era su abundancia.
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Es pues Chichenizá un asiento muy bueno a diez leguas de Izamal y once de Valladolid, en la cual, según dicen los antiguos indios, reinaron tres señores hermanos los cuales, según se acuerdan haber oído de sus pasados, vinieron a aquella tierra de la parte del poniente y juntaron en estos asientos gran poblacion de pueblos y gentes, la cual rigieron algunos años en mucha paz y justicia.
Eran muy honradores de su dios y así edificaron muchos edificios y muy galanos, en especial uno, el mayor, cuya figura pintaré aquí como la pinté estando en él, para que mejor se entienda. Estos señores, dicen, vivieron sin mujeres, y en muy grande honestidad, y todo el tiempo que vivieron así, fueron muy estimados y obedecidos de todos. Después, andando el tiempo, faltó uno de ellos, el cual se debió morir, aunque los indios dicen que salió de la tierra por parte de Bac halal. Hizo la ausencia de éste, como quiera que ella fuese, tanta falta en los que después de él regían, que comenzaron luego a ser parciales en la república, y en sus costumbres tan deshonestos y desenfrenados que el pueblo los vino a aborrecer, en tal manera que los mataron y desbarataron y despoblaron dejando los edificios y el asiento harto hermoso porque está cerca de la mar, a diez leguas. Tiene muy fértiles tierras y provincias a la redonda. La figura del principal edificio es la siguiente:
[caption id="attachment_600539" align="alignnone" width="660"] El tren que tiznó la cara de la luna, Francisco Toledo (2019)[/caption]
Este edificio tiene cuatro escaleras que miran a las cuatro partes del mundo, de treinta y tres pies de ancho y de noventa y un escalones cada una, que es muerte subirlas.Tienen en los escalores la misma anchura y altura que nosotros damos a los nuestros. Cada escalera tiene dos pasamanos bajos, al igual de los escalones, de dos pies de ancho, de buena cantería como lo es todo el edificio. Este no está esquinado porque desde la halda del suelo, desde los pasamanos al contrario, se comienzan a labrar, como están pintados, unos cubos redondos que van subiendo a trechos y estrechando el edificio por muy galano orden. Había, cuando yo le vi, al pie de cada pasamano, una fiera roca de sierpe de una pieza bien curiosamente labrada. Acabadas de esta manera las escaleras, queda en lo alto una placeta llana en la cual está un edificio hecho de cuatro cuartos. Los tres se andan a la redonda sin impedimento, y tiene cada uno puerta en medio, y están cerrados de bóveda. El cuarto del norte se anda por sí con un corredor de pilares gruesos. El de en medio, que había de ser como el patinico que hace el orden de los paños del edificio, tiene una puerta que sale al corredor del norte y está por arriba cerrado de madera y en él se quemaban los sahumerios. Hay en la entrada de esta puerta del corredor, un a modo de armas esculpidas en una piedra que no pude entender bien.
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(1) Del libro Relación de las cosas de Yucatán, de Diego de Landa
[caption id="attachment_600542" align="alignnone" width="660"] Habrá pasos peatonales para todos, Francisco Toledo (2019)[/caption]
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La Casa del Enano *
En tiempos muy lejanos, había una vieja que vivía en una cabaña situada exactamente en el sitio ocupado hoy por el edificio del Enano. Esta infeliz mujer estaba muy afligida por no haber tenido un hijo, al punto que en un arranque de dolor y desesperación tomó un huevo, lo envolvió en sus propios trapos y con el más grande cuidado lo escondió en un rincón de su cabaña. Todos los días ella lo examinaba con ansiedad, pero el huevo conservaba su forma primitiva sin sufrir cambio alguno. Finalmente, una mañana que ella corría ansiosamente para ver el huevo, encontró la cáscara rota y un pequeño bebé que le extendía sus brazos.
La pobre vieja, loca de felicidad, lo besó llamándole "¡mi hijo!". Ella lo cuidó y lo alimentó con una ternura tal que al cabo de un año, él hablaba y caminaba con la naturalidad de un adulto, pero ahí se detuvo su crecimiento.
Con el tiempo el encanto de esta mujer por el niño creció hasta que ella predijo que un día él sería un gran líder o tal vez un rey.
Con esta creencia arraigada en su imaginación, ella le propuso ir sin vacilar al palacio del rey y desafiarlo a un ejercicio de fuerza. El enano lloró y suplicó para evitar esta prueba, pero como su mamá lo exigía, no tuvo más remedio que obedecer. Tan pronto fue presentado frente al monarca por los guardias, él lo desafió.
El rey al ver al pobre enano sonrió con desprecio y como primera prueba le pidió levantar una piedra de cincuenta kilos. El pobre niño regresó cerca de su madre, que le dijo: "Si el rey levanta la piedra, tú podrás hacerlo también".
Así, el rey levantó la pesada piedra y el enano logró hacerlo sin esforzarse. Quisieron medir sus fuerzas por otros medios, pero todo lo que hacía el rey, el enano lo imitaba sin la menor dificultad.
La indignación del rey no conoció más límites al verse derrotado por un miserable enano y para poder vencerlo decidió que si no construía un palacio en una sola noche, sería castigado con la muerte.
Sollozando y asustado, regresó a la casa de su madre para contarle su nueva desgracia, pero ella lo animó asegurándole que todo saldría bien. En efecto, a la mañana siguiente, la madre y el hijo se despertaron en un palacio grandioso, aquél que existe hoy en día.
Con una gran sorpresa, el rey pudo ver el palacio mágico que había aparecido en una noche y, enviando a buscar al enano, le ordenó recoger un fruto de coyol **, una sustancia muy dura, para que se golpearan mutuamente en la cabeza.
Esta última prueba tuvo lugar frente a los altos personajes de la corte, los cuales vieron cómo el rey reducía a migajas la fruta del coyol sobre el cráneo del enano sin que éste se incomodara en lo más mínimo. Como el rey le había dado su palabra de honor de que después se dejaría golpear cuando fuera su turno, no pudo evitar esta prueba, y al segundo golpe propinado por el enano, el cráneo del rey se rompió en pedazos y todos los asistentes aclamaron al enano como su amo y soberano.
Después de este evento, la vieja desapareció sin que nadie supiera su paradero o destino final.
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* Eduardo Noguera en Mexican Folk-ways (vol. 15, no 3, año 1929).
** Fragmento de la misma historia contada en Juchitán:
Estaba Conejo partiendo coyoles y pasó Coyote y le preguntó: ¿cómo puedes partirlos si son tan duros?
Conejo respondió que era muy fácil, si es que se tiene maña.
Conejo: Pones el coyol entre tus huevos y das un golpe duro -e hizo como si de verdad rompiera el coyol entre sus huevos engañando así a Coyote.
Coyote: Yo también puedo hacerlo -y se puso el coyol entre los huevos, agarró la piedra más grande- y … ¡ay! ¡ay! ¡ay! ¡ay!
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La escritura del Dios *
Yo, Tzinacán, mago de la Pirámide de Qaholom, que Pedro de Alvarado incendió; del otro hay un jaguar, que mide con secretos pasos iguales el tiempo y el espacio del cautiverio. A ras del suelo, una larga ventana con barrotes corta el muro central.
La víspera del incendio de la Pirámide, los hombres que bajaron de altos caballos me castigaron con metales ardientes para que revelara el lugar de un tesoro escondido. Abatieron, delante de mis ojos, el ídolo del dios, pero éste no me abandonó y me mantuve silencioso entre los tormentos. Me laceraron, me rompieron, me deformaron y luego desperté en esta cárcel, que ya no dejaré en mi vida mortal.
Vi el universo y vi los íntimos designios del universo. Vi los orígenes que narra el Libro del Común. Vi las montañas que surgieron del agua, vi los primeros hombres de palo, vi las tinajas que se volvieron contra los hombres, vi los perros que les destrozaron las caras. Vi el dios sin cara que hay detrás de los dioses. Vi infinitos procesos que formaban una sola felicidad y, entendiéndolo todo, alcancé también a entender la escritura del tigre. l
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* Del libro El Aleph, de Jorge Luis Borges.
[caption id="attachment_600543" align="alignnone" width="660"] De la serie "Pirámides", Francisco Toledo (2019)[/caption]
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Esta columna se publicó el 2 de junio de 2019 en la edición 2222 de la revista Proceso