Londres y la manipulación de las apuestas

jueves, 2 de agosto de 2012 · 12:47
El llamado “affaire de Bochum” destapó el año pasado el increíblemente amplio, profundo y complejo mundo de las apuestas deportivas controladas por las mafias, especialmente las asiáticas. Si bien las trampas en torno a las apuestas no son algo nuevo, la globalización e internet las llevaron a niveles tales que hacen ganar al crimen organizado cantidades que se miden en miles de millones cada año. El tema tiene prendidas las alarmas en el Comité Olímpico Internacional. Sabe que los Juegos Olímpicos de Londres pueden ser muy tentadores para las apuestas ilegales y, en consecuencia, ha tomado medidas preventivas... LONDRES (Proceso).- Ante Sapina bajó la mirada y apretó los labios. Según testigos del juicio, esa fue su única reacción al oír el veredicto de la Corte de Justicia de Bochum, Alemania, el 19 de mayo de 2011, que lo declaró culpable. Su delito: haber encabezado una red que logró comprar jugadores, árbitros y dirigentes deportivos para manipular 51 partidos de futbol en Europa; entre ellos algunos de la Liga de Campeones, como el que enfrentó al Debreceni, campeón de Hungría, con La Fiorentina, campeón de Italia; o partidos clasificatorios para el Mundial de 2010, como el que jugaron Liechtenstein y Finlandia. El tribunal condenó a Sapina a cinco años y medio de cárcel. Durante su juicio este croata radicado en Alemania confesó que trataba de manipular un partido a la semana. Dijo que “usaba” a Thomas Cichon, exjugador del Osnabruck de Alemania, para “comprar” a otros futbolistas. También contó que había logrado corromper a varios árbitros, entre ellos a Novo Panic para el partido Liechtenstein-Finlandia y a Oleg Orekhov para el Debreceni-Fiorentina. Ambos jueces fueron expulsados definitivamente del mundo deportivo. El juicio de Sapina y sus cómplices fue el segundo de una serie de procesos judiciales que aún no ha acabado y ya el “affaire de Bochum” está considerado el escándalo de corrupción más grande de toda la historia del futbol europeo. Precisamente con ese ejemplo emblemático de la perversión del deporte por el mercado creciente e incontrolable de los portales ilegales de apuestas en línea empieza el informe Libro blanco. Apuestas deportivas y corrupción. ¿Cómo preservar la integridad del deporte?, publicado en enero pasado y entregado al Comité Olímpico Internacional (COI). El documento de 92 páginas es fruto de la colaboración de ocho expertos: David Forest, quien dirige una unidad de investigación sobre la economía de las apuestas deportivas en la Universidad de Salford, Inglaterra; la profesora Xuehong Wang, directora del Centro de Estudios de los Juegos de Lotería de la Universidad de Beijing; tres investigadores franceses del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas encabezados por el director de esta entidad, Pascal Boniface; y dos integrantes de un bufete francés de abogados especializados en anticipación de riesgos ligados con el crimen organizado. Según explican los especialistas en la introducción del Libro blanco, los juicios de Bochum son “el desenlace penal de una larga investigación que empezó –casualmente– a finales de 2008”. La policía alemana vigilaba a una red de prostitución y narcotráfico encabezada por una mafia trasnacional con sede en Bochum. Los investigadores descubrieron que esos delincuentes dirigían también una amplia red de apuestas deportivas manipuladas, lo que les permitía lavar el dinero obtenido en sus otros “negocios”. Después de un año de escuchas telefónicas, el 19 de noviembre de 2009 la policía detuvo a 50 personas que fueron indiciadas por la manipulación de 320 partidos de futbol en una decena de países europeos. Los mafiosos estaban muy bien organizados. Tenían agentes que identificaban los partidos susceptibles de ser manipulados, a los prestamistas que adelantaban dinero para el complot, corruptores que contactaban directa o indirectamente a los deportistas, individuos que apostaban y otros que cobraban las ganancias. Durante los juicios de Bochum se descubrió que capos de mafias asiáticas participan también en estas actividades. La creatividad de los delincuentes era inagotable. Usaron una infinita variedad de modos operativos para manipular los 320 partidos: a veces corrompían al árbitro, otras veces a uno o varios jugadores, inclusive al equipo completo o a los dos equipos. Uno de los capos del grupo mafioso llegó al extremo de adueñarse de un equipo belga, con lo que fue más fácil definir los resultados de los partidos. Además los delincuentes organizaron encuentros amistosos con el único fin de manipular las apuestas. La Unión de Asociaciones Europeas de Futbol (UEFA, por sus siglas en inglés) salió mal parada del juicio de Sapina. El croata explicó que contaba con la complicidad de Jozef Marko, exfutbolista checo que formaba parte del Comité de Arbitraje de la UEFA. Marko le indicaba a Sapina cuáles árbitros eran corruptibles. Él también fue expulsado definitivamente del mundo deportivo. Las cifras reveladas en el Libro blanco son inquietantes.­ Basándose en informes de H2 Gambling Capital, empresa británica especializada en el análisis del mercado de las apuestas, los investigadores señalan que en 2004 el monto total de las apuestas deportivas alcanzó un poco más de 16 mil millones de euros, en 2008 subió a alrededor de 32 mil millones y en 2012 podría alcanzar 50 mil millones de euros. E insisten en que 85% de los 15 mil portales de apuestas en internet son ilegales y la mayoría de ellos tienen su sede en Asia.   Credibilidad en riesgo   Durante años las más altas autoridades del deporte mundial han querido tapar el problema de las apuestas por temor a las reacciones del público y de los patrocinadores, ya bastante impactados por los repetitivos escándalos de dopaje. Subrayan los expertos: “Es difícil que una institución deportiva hable del tema de la corrupción ligada a las apuestas porque le toca luchar contra el fenómeno y al mismo tiempo no dar la impresión de que el deporte está excesivamente corrompido. Por lo tanto los dirigentes deportivos se resisten todavía a mencionar estos escándalos. En la mayoría de los casos privilegian las sanciones internas”. Pero el “affaire de Bochum” y otros casos de corrupción que afectan a un número creciente de disciplinas deportivas los obligaron a dar la cara. Cabe recordar dos escándalos en los que estuvieron implicados campeones mundiales de tenis tan afamados como el ruso Evgueni Kafelnikov, quien perdió en Lyon en 2003 contra el español Fernando Vicente, cuyo promedio era de un juego ganado de cada cinco. Otro ruso, Nikolai Davydenko, cuarto jugador del mundo, se derrumbó supuestamente lastimado durante el torneo de Sopot, Polonia, en abril de 2007, y permitió así que ganara un argentino prácticamente desconocido: Martín Vassallo Argüello. En ambos casos el portal británico Betfair había detectado apuestas anormalmente altas en favor de los jugadores de bajo perfil. Hubo investigaciones, pero no pasó nada por falta de pruebas. Pero últimamente numeros os jugadores del más alto nivel rompieron el silencio y denunciaron que suelen ser objeto de ofertas desmesuradas. El 1 marzo de 2011 Jacques Rogge, presidente del COI, dijo en una conferencia de prensa en Lausana, Suiza, en una cumbre extraordinaria sobre el tema: “Es cierto, habrá más competencias y partidos manipulados en el futuro si el mundo deportivo cierra los ojos y si no tenemos contactos estrechos con las empresas de apuestas y los gobiernos. “Si mañana la manipulación de los partidos o la corrupción de los deportistas remplazan la ejemplaridad del campeón, se acabará para siempre la credibilidad del deporte (…) Hay países en los que las competencias de futbol ya no son creíbles y en los que se nota el desinterés total del público.” En el mismo sentido se expresaron –en una conferencia de prensa en mayo de 2011 en Zurich– Joseph Blatter y Michel Platini, presidentes de la FIFA y de la UEFA, respectivamente.­ En Lausana y en Zurich, Suiza, los directivos del deporte mundial tenían a su lado a Ronald Noble, secretario general de la Interpol. Todos reiteraron que las apuestas deportivas ilegales y sus consecuencias –corrupción y lavado de dinero del crimen organizado– eran males mortíferos para el deporte. Blatter anunció que la FIFA destinaría 20 millones de dólares a la lucha contra el “cáncer” de las apuestas deportivas ilegales. El pasado 1 de enero Hugh Robertson, ministro británico del Deporte se lanzó también en la batalla contra las apuestas deportivas ilegales al afirmar en un editorial publicado en el Sunday Times que éstas representaban una amenaza mucho más grave para los Juegos Olímpicos de Londres que el propio dopaje. El ministro tiene razón, estiman los autores del Libro blanco: “El problema del dopaje y el de la corrupción deportiva ligada a las apuestas, aun cuando ambos amenazan la integridad de las competencias, tienen características fundamentalmente distintas. En primer lugar el dopaje concierne a uno o varios atletas que hacen trampa para ganar. La corrupción ligada a las apuestas deportivas implica a uno o varios jugadores que hacen trampa para perder. Y es más fácil perder que ganar. “En segundo lugar las apuestas deportivas representan un mercado mundial inmensamente más rentable que el de los productos para doparse.” Tan apremiante es esa amenaza que por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos se creó, a pedido de Robertson, una unidad especial de inteligencia para detectar los intentos de corrupción de atletas por parte de reclutadores de los portales ilegales de apuestas. Esa unidad está encabezada por Scotland Yard y trabaja en estrecha colaboración con la Interpol.   Medidas preventivas   Por su parte el COI puso en alerta máxima el Monitoreo Internacional del Deporte, organismo que creó muy discretamente en 2009 para vigilar las apuestas en línea sobre los Juegos Olímpicos. La manipulación de los resultados deportivos por las apuestas siempre ha existido, pero su repentina transformación en una gigantesca industria clandestina que mueve sumas astronómicas y corroe todo lo que toca es un fenómeno más reciente, complejo, poco estudiado, subestimado, difícil de entender y de combatir, enfatizan los autores del Libro blanco. Múltiples son los factores que explican el desarrollo exponencial de los portales de apuestas deportivas legales e ilegales y la corrupción que generan los segundos. Los investigadores apuntan a la responsabilidad de los mismos dirigentes del deporte mundial y a la agresividad del liberalismo económico. Enfatizan: “En las últimas décadas la globalización de la economía convirtió el deporte en un negocio. Eso implica inversiones de sumas colosales en la construcción de infraestructura, organización de grandes justas deportivas, contratos de patrocinio o compra y venta de jugadores. La comercialización mediática del deporte jugó también un papel capital en esa evolución: generó derechos de explotación exorbitantes y atrajo a múltiples actores privados. El movimiento deportivo cayó en una inmensa dependencia económica”. La comercialización a ultranza del deporte y su transformación en espectáculo mundial se dio al mismo tiempo que la irrupción de las nuevas tecnologías... y éstas revolucionaron el mercado de las apuestas. Antes de internet las apuestas deportivas eran limitadas y estaban bajo control del Estado en los países que las autorizaban. En los demás se desarrollaban clandestina y limitadamente. A finales de los noventa internet cambió por completo el panorama. Nacieron de pronto portales de deportes que invitaron a apostar a los internautas del mundo entero sin pedir ninguna autorización. En 2006 ya había 10 mil de esos sitios. El pánico sacudió a los países que tenían operadores estatales de apuestas. Gran Bretaña anticipó el peligro y en 2005 abrió su mercado a 3 mil 200 operadores privados, que el Estado afirma vigilar y a los que cobra impuestos. Francia hizo lo mismo en 2010 con un centenar de portales, igual que España, Italia, Dinamarca... Pero cada país europeo tiene sus propias reglas. Hasta ahora ha sido imposible establecer normas homogéneas en este campo y menos aún sistemas de control comunes para las 27 naciones de la Unión Europea. Esa falta de coordinación juega a favor de los portales ilegales. La meta oficial de los gobiernos que autorizan las apuestas deportivas, las reglamentan y les cobran impuestos, no es llenar las cajas siempre vacías del Estado, sino juntar fondos para combatir mejor a los portales clandestinos. Los apoya la Coalición de Propietarios de Derechos Deportivos, un grupo informal que representa a más de 40 organizaciones internacionales. Pero por el momento ese objetivo sigue siendo utópico.   Tecnología al servicio de la mafia   Y mientras más tiempo pasa, más diversificada y sofisticada se vuelve la oferta de apuestas deportivas. Destacan los autores del Libro blanco: “Las apuestas se extendieron a múltiples competencias y cubren actualmente todo el deporte profesional y gran parte del amateur. Los sitios legales más importantes, como Sbobet o Bet365, abren, por ejemplo, apuestas en el campeonato búlgaro de futbol de menores de 19 años o en partidos de la tercera división turca, sin hablar de torneos de tenis junior o de dardos... La oferta es infinita: se puede apostar por detalles, como el número de tarjetas rojas, nombres de quienes marcan los goles, ganador del primer tiempo del juego…” Los portales funcionan las 24 horas todo el año. Y en realidad a muchos apostadores no les interesa el deporte, sino las posibles ganancias. Acelera el desarrollo del mercado de las apuestas deportivas en línea la lucha feroz que libran portales legales e ilegales. Todos bajan progresivamente su margen de ganancias para ofrecer mejores premios a sus clientes. Obviamente despiertan el interés de un número creciente de internautas. También crean nuevas maneras de apostar en línea. Destacan el betting exchange (intercambio de apuestas) y el live betting (apuestas en vivo). En el primer caso no es el operador del portal el que fija las cuotas, sino dos apostadores, quienes se conectan en el portal y juegan uno contra otro. La ventaja del sistema es que las ganancias son más altas y la comisión del operador es mínima. Sin duda la apuesta en vivo es la favorita del momento. El principio es simple: se sigue apostando a lo largo de todo el evento deportivo por medio de teléfonos celulares o computadoras. Las apuestas en vivo son una fuente inagotable de adrenalina porque el monto de los premios puede subir o bajar en cualquier momento. Este tipo de apuesta es riesgosa, subrayan los autores del Libro blanco: “El desarrollo del live betting genera riesgos específicos: su control en tiempo real es muy difícil y por lo tanto incita a la corrupción. Se sospecha que los delincuentes logran influir en un encuentro deportivo instalándose lo más cerca posible de la cancha y comunicándose en código con apostadores cómplices. El live betting además representa un verdadero peligro para la salud: es la apuesta que más adicción puede generar.” ¿Debería prohibirse? Imposible, afirman los investigadores. El live­ betting representa las tres cuartas partes de las apuestas deportivas legales. Si se prohíbe, los internautas acudirán a los portales ilegales, en principio bloqueados, pero asequibles hasta para quienes no son hackers experimentados. Como lo hicieron –aunque demasiado tarde– Rogge, Blatter o Platini, los autores del Libro blanco enfatizan que en ciertos países la corrupción deportiva alcanzó tales niveles que el público se alejó de los estadios. Dan ejemplos y empiezan por China y el sureste asiático: Poderosos portales como 188bet, Sbobet, Ibcbet o 12bet dominan el mercado asiático de los juegos en línea y manejan una cantidad impresionante de apuestas. El peso monetario de estos portales es infinitamente superior al de los europeos. Las atractivas cuotas que proponen estos portales y la tradición de juegos de azar que prevalece en Asia favorecieron una auténtica explosión de las apuestas deportivas en la segunda mitad de los noventa. Al principio se concentraron en los campeonatos locales, pero muy pronto empezaron a multiplicarse los escándalos de corrupción. Al mismo tiempo la retransmisión televisiva cada vez más frecuente de partidos permitió que la población se diera cuenta de la amplitud de las manipulaciones en las canchas. “La corrupción policiaca y la falta de voluntad política de resolver el problema garantizan una casi impunidad al crimen organizado en el sureste asiático. Éste aprovecha la vulnerabilidad del medio deportivo para manipular una multitud de encuentros y enriquecerse con los portales de apuestas en línea”, recuerdan los expertos. Y precisan: “El desarrollo no regulado de las apuestas deportivas en semejante contexto es particularmente mortífero para el mundo del deporte. Los campeonatos de futbol de China, Malasia o Singapur, tan exitosos a principios de los noventa, ya no atraen a nadie. Los patrocinadores y los medios ya no quieren avalar las manipulaciones y eso agudiza aún más la degradación de estos campeonatos”. El ejemplo de China es emblemático: en 2009 y 2010 una serie de escándalos descarados provocó la detención de numerosos árbitros, jugadores y miembros de la Federación China de Futbol, incluyendo a su presidente. En abril de 2011 el campeonato se inauguró sin su principal patrocinador –el consorcio italiano Pirelli, quinto productor mundial de llantas– que rompió su contrato con la liga china. Por su parte la Televisión Central de China se niega sistemáticamente a transmitir los partidos. El descrédito del futbol de esa región llevó a los apostadores asiáticos a apasionarse por el futbol europeo, que les parece más ético. El crimen organizado se interesó entonces en el nuevo mercado. Siguieron los pasos de tres pioneros, dos mafiosos de Malasia y otro de China, que compraron en 1997 a técnicos británicos para que apagaran las luces del estadio en medio de un partido nocturno. Lograron repetir esa proeza dos veces: una durante el partido entre el West Ham y el Crystal Palace, y luego durante el encuentro entre Wimbledon y Arsenal. Los portales asiáticos de apuestas consideran definitivo el resultado del partido en el momento en el que éste se interrumpe. El tercer intento fracasó. Tendría lugar en el partido Liverpool-Charlton, pero un colega del técnico comprado denunció el plan. El futbol de Albania está a punto de morir por culpa de las mafias de ese país que monopolizaron las apuestas en línea y vaciaron por completo los estadios, que ahora están casi en ruinas. El campeonato de futbol de Rusia tiene fama de ser tan corrupto que los operadores en línea se rehúsan a abrir apuestas en numerosos partidos de primera división y rechazan todos los de la segunda. En el documental Deporte, mafia y corrupción que el canal franco-alemán Arte difundió el pasado 8 de mayo, el realizador Hervé Martin Delpierre detalla los lazos trascontinentales que se establecieron entre organizaciones mafiosas cada vez más interesadas en las apuestas deportivas en línea. Recalca: “En muy poco tiempo las redes criminales se organizaron a gran escala. Mafias búlgaras y serbias colaboran con la Camorra italiana; mafias turcas juegan un papel importante en Alemania; los albaneses están muy presentes en Bélgica. Todos estos mafiosos europeos ya sellaron pactos con representantes de las triadas chinas y las mafias de Singapur. En menos de cinco años crearon un gran holding de los juegos ilegales con el modelo de los holdings del mundo de los negocios y las finanzas”. ¿Cómo enfrentar el problema? Los autores del Libro blanco dedican el último capítulo de su informe al tema con cinco páginas de recomendaciones. Las primeras se dirigen al mundo deportivo. Dictaminan: “La condición previa para el mundo deportivo es que entienda la importancia de esa amenaza, su carácter pernicioso y difuso. Las organizaciones deportivas deben considerar una de sus prioridades máximas, la lucha contra la corrupción”. Luego sugieren sanciones graves para todo tipo de actos de corrupción, incluyendo el hecho de vender información a organizaciones delictivas. Exigen también a los deportistas que denuncien sistemáticamente las propuestas que les hacen esos grupos. A lo largo de sus investigaciones los expertos se dieron cuenta de que los dirigentes de asociaciones y clubes deportivos y los mismos atletas distaban de ser conscientes de la dimensión descomunal del mercado de las apuestas, de las mil trampas para seducirlos y de los riesgos que todo esto implica para ellos. “Urge lanzar grandes campañas de concientización”, ruegan. Finalmente insisten en vigilar de cerca a los atle­tas durante las competencias. Gran Bretaña tomó medidas drásticas para limpiar el hipismo de la corrupción que lo gangrenaba. Sus autoridades llevaron un control férreo sobre ese desacreditado deporte, llegando al extremo de intervenir teléfonos y computadoras de los jockeys­, de sus familiares y del equipo que los rodeaba. El resultado fue satisfactorio, pero la protección de sus datos personales –al que todo ciudadano tiene derecho– salió bastante golpeada de esa “operación manos limpias”. Finalmente los académicos recomiendan la centralización de todos los datos recopilados en el mundo sobre corrupción deportiva en un observatorio ad hoc. La lista de lo que deberían hacer las autoridades es infinita. Destaca por supuesto una vigilancia más intensa de los portales ilegales de apuestas con personal realmente capacitado para lidiar con la complejidad extrema de los sofisticados softwares creados por ingenieros en informática y matemáticos del más alto nivel, reclutados a precio de oro por las mafias. Se recomienda también elaborar un arsenal jurídico adaptado a esa forma de delincuencia emergente. Se insta además al deporte y a los gobiernos a que involucren más a los servicios de inteligencia con unidades especiales de lucha contra ese nuevo delito cuyo crecimiento es vertiginoso.

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