Ucrania: Cuando suenan los tambores de guerra

viernes, 25 de abril de 2014 · 22:09
MÉXICO, D.F. (apro).- La gravedad de la crisis en Ucrania aumenta por minutos y amenaza con convertirse en un conflicto no sólo europeo sino mundial. Apenas este jueves 24 Rusia anunció el inicio de ejercicios militares en la frontera con Ucrania, denunciando al gobierno de Kiev por sus acciones armadas contra los movimientos separatistas en el sur y el oriente del país, que dejaron un saldo de varios muertos y heridos, ante el evidente fracaso de los acuerdos firmados con la Unión Europea (UE) y Estados Unidos en Ginebra, Suiza, la semana anterior. El primer ministro de Ucrania, Arseni Yatseniuk, dijo el viernes 25 que "Rusia quiere iniciar la tercera guerra mundial", y que "los intentos de iniciar un conflicto armado en Ucrania llevarán a un conflicto militar en Europa, cuando el mundo todavía no olvida la segunda guerra mundial". La semana pasada el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunió en Kiev con el presidente Oleksandr Turchinov de Ucrania en señal de apoyo contra las "amenazas humillantes" y prometió ayuda militar no letal, amenazando con nuevas sanciones. El secretario de Estado, John Kerry, acusó a Rusia de usar "el barril de las armas y la fuerza de las protestas", y el presidente Barack Obama amenazó con nuevas sanciones. Escalada militar Con Europa dividida por temor a las consecuencias económicas de continuar las sanciones contra Moscú, con la ONU paralizada por la imposibilidad de llegar a una resolución contra Rusia en el Consejo de Seguridad debido a su poder de veto, las voces cantantes en esta crisis las llevan Estados Unidos y la OTAN. Ambos reafirman a sus miembros y aliados que su compromiso con la defensa colectiva es serio. La OTAN adelantó ejercicios militares en el Mar Negro con barcos de Rumania y con la participación del USS Donald Cook (DDG75), un destructor con armas antimisiles. Cuatro barreminas de la OTAN partieron de los puertos de Alemania para visitar los puertos del Báltico y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, anunció que seis bombarderos de la fuerza aérea se desplazarán a Polonia, como el primero de una serie de movimientos que se tomarán en las próximas semanas. El presidente Obama tomó un paso pequeño pero significativo que rompe con los 25 años de posguerra fría: decidió enviar 600 soldados a Polonia y a los tres países Bálticos --Letonia, Lituania y Estonia-- por primera vez desde que desapareció la Unión Soviética. Hasta hoy, la ampliación de la OTAN en las últimas dos décadas para incorporar 12 nuevos países del este europeo sólo se había expresado en la construcción de bases e instalaciones, pero sin la presencia de tropas ni armamento en esos países. Aunque la cifra de 600 soldados es simbólica, el hecho de que se desplacen fuerzas militares por primera vez a los nuevos miembros de la OTAN vecinos de Rusia, puede ser tomado como un aviso o como el primer indicio de una escalada militar. Esta no es la única decisión militar de la OTAN, que acordó, en febrero, el establecimiento de una base militar de la alianza en territorio de Tadjikistán, Asia Central, una antigua república soviética vecina de Afganistán. Por su parte, Finlandia, que mantuvo la neutralidad durante toda la posguerra, firmó un memorándum con la OTAN que le permitirá recibir apoyo militar y mantener barcos y aviones en su territorio, mientras el gobierno sueco anunció que aumentará su presupuesto militar en los próximos años, citando la crisis de Ucrania como la razón para tal incremento. "Por primera vez desde la crisis de los misiles en 1962, la guerra caliente con Rusia es imaginable" reconoció Stephen Cohen, especialista en Rusia de la Universidad de Nueva York, en el programa radial John Batchelor Show. Cohen se refería a la crisis de 1962, cuando, casi tres años después del triunfo de la revolución cubana el líder soviético Nikita Jrushev decidió emplazar misiles nucleares en la isla, frente a las costas de Miami, en respuesta al emplazamiento de misiles de Estados Unidos en Turquía. Esta decisión estuvo al borde de provocar una guerra nuclear pero se resolvió cuando el presidente John F. Kennedy resolvió retirar los misiles de Turquía a cambio de que el Kremlin retirara los suyos de la isla caribeña. Europa, escenario de dos sangrientas guerras mundiales, descansó aliviada en 1989, al caer el Muro de Berlín, esperando haber eliminado de una vez y para siempre la posibilidad de una nueva conflagración mundial en su suelo. Pero cada vez más voces empiezan a advertir con alarma la posibilidad de una nueva guerra europea o mundial. La prensa occidental repite la idea de que la reincorporación de Crimea a Rusia ha sido el único hecho desestabilizador desde 1989, pero si se repasa la historia europea reciente, se puede observar que, en el último cuarto de siglo, las fronteras continentales se modificaron sustancialmente: en un breve plazo surgieron 24 nuevos países: quince de la exURSS, siete de la exYugoslavia, dos de Checoslovaquia, y Alemania se unificó, sin hablar de las perspectivas separatistas en Cataluña y en Escocia. Atrapados por la crisis económica de los últimos cinco años, los países del viejo continente redujeron los gastos de seguridad a cifras que, con algunas excepciones, no llegan a 2% de sus presupuestos, dejando la carga de la defensa colectiva en Estados Unidos, sobre cuyos hombros recae 75% del presupuesto de la OTAN. Por eso, aunque Europa se encuentre otra vez en el centro de la crisis, con las graves consecuencias que el conflicto en Ucrania puede acarrear desde el punto de vista energético y económico, el verdadero enfrentamiento es entre Estados Unidos y Rusia. El retorno de la contención Peter Baker, en un artículo publicado en la primera plana del periódico The New York Times el 19 de abril, afirma que "Obama está mirando más allá del conflicto para crear un nuevo enfoque estratégico hacia Rusia, una nueva versión de la estrategia de contención de la Guerra Fría". La contención, ideada por el diplomático George Kennan en 1947, se mantuvo como la política oficial de Washington hacia la URSS hasta su disolución. Pero "así como Estados Unidos decidió contener a Rusia al terminar la Segunda Guerra Mundial, Obama decidió aislar a Putin", escribe Baker. Para el profesor Stephen Cohen "estamos otra vez en una Guerra Fría y existen serias posibilidades de que el conflicto empeore. En Ucrania hay un principio de una guerra civil, lo cual puede traer a las fuerzas rusas al oriente de Ucrania y a la OTAN al occidente del país". Aleksandr Besmertnij, presidente de la Asociación Internacional de Política Exterior de Rusia, excanciller y exembajador en Washington, escribió el 25 de abril en Nezavisimaya Gazeta: "No recuerdo un hecho en el que Washington manifestara tanto nerviosismo e irritación como ahora". “Por mi experiencia –expresó--, sé que la capacidad mutua de detenerse en pendientes peligrosas y resbaladizas siempre salvó a nuestros países de la catástrofe". Pero ahora, según el diplomático, Estados Unidos "intenta repartir la doctrina Monroe (la prohibición de intervenir en zonas que considera la esfera de sus intereses vitales) a todo el mundo. Por eso la reacción en Ucrania, un fuerte Estado europeo por el cual Washington ha manifestado desde hace tiempo un gran interés". Besmertnik diferencia la actitud de Estados Unidos de la de Europa, cuyos líderes buscan resolver la crisis con "posiciones más pragmáticas", mientras que en Washington "toman Ucrania como polígono para debilitar a Rusia y los procesos de integración en el espacio postsoviético". La posibilidad de que Ucrania ingrese a la OTAN, según Bessmertnik, significaría algo así como un "Muro de Berlín del siglo XXI". Con elecciones parlamentarias a la vista y la popularidad del presidente Obama en caída, la Casa Blanca debe mostrarse, si no vencedora, por lo menos no perdedora en la crisis ucraniana y aprovechar para fortalecer la seguridad colectiva en Europa, desplegando más fuerza militar. Para Stephen Cohen, el retorno a una guerra fría es hoy más peligroso que hace un cuarto de siglo, porque durante los 40 que duró ésta, "el mundo era muy peligroso pero estable, porque existía el famoso teléfono rojo. Ante una crisis, el presidente de Estados Unidos podía llamar de inmediato al secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética y viceversa. Por eso sobrevivimos a la guerra fría, porque había una infraestructura de negociación que ya no existe. Ahora estamos en una profunda crisis y no queremos hablar con Putin, vivimos en un mar de desinformación, con tropas moviéndose en el terreno", lo cual es muy peligroso, asegura el experto.

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