Ayotzinapa desnudó la crisis que enfrentan las normales: maestros

miércoles, 12 de noviembre de 2014 · 15:27
MÉXICO, D.F. (apro).- Las escuelas normales rurales deben ser entendidas no sólo como centros de enseñanza, sino como espacios que acogen a comunidades enteras y contribuyen al trabajo cultural y gestión de las comunidades, aseguraron maestros normalistas y especialistas de la Universidad Iberoamericana. Durante el foro “Escuelas normales rurales. Presente y futuro” organizado por el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (Inide) de la UIA, los participantes manifestaron que la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero, desnudó la crisis que enfrentan estas instituciones en México. Jesús Manuel Mendoza, docente de la Escuela Normal Rural General “Matías Ramos Santos” de Zacatecas, dijo que una forma de defender a las normales rurales es expandir la información que existe en torno a ellas. “Hay que desmentir la versión que parece indicar que el activismo político es la única función de nuestras escuelas”. El normalista explicó que en un principio –cuando se creó este sistema de enseñanza en los tiempos del presidente Lázaro Cárdenas–, se crearon 59 planteles. Sin embargo, lamentó que actualmente sólo hay 16 y que la matrícula ha disminuido “considerablemente”. Como ejemplo, mencionó el caso de la institución donde labora, misma que el año pasado sólo recibió 242 solicitudes para que se quedaran 140, cuando hace algunas décadas concursaban casi mil interesados. Y no es lo peor. Según Mendoza, “los maestros rurales suelen tener un sueldo menor al de los maestros en centros urbanos”. De hecho, en su escuela han tenido que ejercer mecanismos de presión sobre autoridades locales para que les cumplan sus demandas. “Por ejemplo, en nuestra Normal hacen falta ocho profesores desde el inicio del ciclo escolar y hemos sufrido varias injusticias en el otorgamiento de plazas”, agregó. Dalia Guzmán Vázquez, exdirectora de la Normal Rural Vanguardia de Villa de Tamazulapan, Oaxaca, explicó que la importancia de las normales es que no sólo se conciben como escuelas, sino como internados para un sector compuesto por 29% de personas que ganan menos del salario mínimo, según la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC). Sin embargo, agregó que el gobierno federal destina casi 5 millones de pesos a estas escuelas, de los cuales la mayoría se reserva para cubrir gastos de alimentación, es decir, los 35 pesos diarios que los estudiantes reciben para comer. La exdirectora explicó que el principal financiamiento de las normales son las inscripciones, pues los fondos municipales destinados a ellas muchas veces no les llegan y las dejan “en la indefensión”. Según los ponentes, en México existen casi nueve millones de niños en el campo y la mayoría vive en condiciones de pobreza. Para este sector, dijeron, las normales rurales representan una alternativa para mejorar su calidad de vida. Aún con este escenario, Rosa María Torres, investigadora de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) lamentó que “al maestro normalista rural se le percibe como un maestro desechable”. La especialista Alicia Civera, comentó que las normales rurales no sólo son escuelas que otorgan conocimientos básicos a jóvenes y niños en el campo mexicano, sino que están inscritas en una dinámica comunitaria que va más allá de las aulas. “Han generado desarrollo, han contribuido al trabajo cultural y de gestión en las comunidades”, añadió. Los normalistas y especialistas propusieron que, para mejorar la operación de las escuelas normales rurales, se debe legitimar su papel y el de sus egresados, establecer condiciones mínimas para que administren sus propios recursos, fortalecer la transparencia en la repartición de recursos y plazas, capacitar a los maestros por medio de mecanismos comprobados, analizar lo que demanda la educación básica en entornos rurales más allá de los planes de estudio, y retomar casos de éxito de normales rurales. Los participantes destacaron la importancia de reivindicar el papel del maestro normalista rural para que sea concebido no sólo como un proveedor de servicio o un docente en una escala menor a los profesores que ejercen en centros urbanos. “Son las normales las que pueden formar hoy a los docentes en educación básica. Después de todo, México sigue siendo un México rural”, concluyeron.

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