Caos mental o la ausencia de libertad y crítica

miércoles, 15 de julio de 2015 · 00:46
MÉXICO, D.F. (apro).- En su temporada de reestreno en esta ciudad, la obra Caos mental sigue funcionando como un espejo en el que el público ve un estado humano contemporáneo definido por la saturación, ansiedad, automatismo y reducción, resultante de los modos de consumo de información vía los medios masivos --la televisión y el internet, principalmente. En escena, dos actores --una mujer y un hombre-- tiran pensamientos en volumen alto y sin pausas sobre la existencia de una contemporaneidad que los domina. También reproducen, oralmente, noticias y estadísticas nacionales e internacionales sobre abusos a los derechos humanos, entre ellos la salud. Su principal recurso escénico es la palabra dicha en forma vertiginosa, como si se tratara de un tsunami de texto. Sin una lógica interna que las articule, las oraciones y las frases enunciadas tienen un elemento en común: la manera de decirlas es rápida, en secuencia, informativa. De ahí, que la propuesta tome de los medios no sólo el contenido, sino su réplica en estilo y forma. Pero a partir de ese vértigo, los actores realizan gestos sin significado en un compás más lento. O bien bailan una coreografía mientras descargan datos e información. Esa disociación rítmica genera alto contraste en el cuerpo. Georgina Ságar y Ginés Cruz realizan esto de forma tan precisa que dejan ver el trabajo de ensayos y pruebas en otras temporadas --la obra se ha presentado en el Teatro La Capilla del D.F. en 2012 y en el Teatro Experimental de Guadalajara en 2013.  Una propuesta teatral de tres años de trayectoria. Su sentencia en la dramaturgia ocurre cuando Ságar y Cruz recrean el momento de comunión de la Eucaristía católica para ironizar sobre el sometimiento ideológico, pero alteran sus simbologías principales: ofrecen al público una papa Sabritas en lugar de hostia, nada más que en lugar de la frase central de la misa “el cuerpo de Cristo”, dicen el famoso y viejo eslogan publicitario de 1979 “a que no puedes comer sólo una”. La realidad contemporánea ha impuesto a la sociedad ese estado con fines de mercado, y lo ha acentuado desde el internet. Si bien la propuesta evidencia, con funcionales recursos escénicos, las ausencias de libertad y pensamiento crítico, devuelve una imagen disminuida de ser humano sin potencias biofísica, afectiva y mental. El juego del espejo inscrito en la obra, de manera implícita, insiste en mostrar consumidores irreflexivos. La dramaturgia es colectiva. Participan en ella Ricardo Rodríguez, Mahalat Sánchez y la misma Georgina Ságar. En la dirección, Ginés Cruz. Estará presentándose en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque hasta el 26 de julio.

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