La danza del corazón de Nido Uwera, bailarina de Ruanda

lunes, 4 de enero de 2016 · 22:00
MÉXICO, DF (apro).- La danza en México adquirió un brillo excepcional durante el último mes del 2015, debido a la visita de la bailarina Nido Uwera a esta ciudad, quien impartió un ciclo sobre danza africana de Ruanda, país de África Central que forma parte del cuadro geográfico de Los Grandes Lagos en ese continente. Su presencia causó un gran interés entre bailarines de danza contemporánea, aunque estuvieron también artistas visuales e investigadores de teatro y filosofía en el grupo, que congregó un total de 40 interesados en la nave principal del Laboratorio Arte Alameda, a cuyo frente está Tania Aedo. Uwera, originaria de Ruanda y radicada en Francia algunos años antes al genocidio de 1994 de la etnia tutsi por parte de los hutu, hecho que a ella la afectó como si lo hubiera atestiguado, enseñó una serie de pasos de la danza ruandesa a sus alumnos mexicanos con una pedagogía que integró no sólo la demostración vital de los movimientos que ella domina, sino también el cuidado del aprendizaje para conseguir que los cuerpos locales absorbieran la experiencia orgánica que es propia de aquel entorno africano. Entre los pasos de baile revisados había uno singular que requería de los brazos en forma de triángulo, cuya punta se encuentra invertida y a la altura del esternón o bien del corazón, al tiempo que se camina levantando el pie a poca distancia del piso, casi nada, y con la noción del peso real de cada pie evitando zapatear --modo del folclor mexicano--. Tal movimiento hace referencia al ganado del territorio ruandés y otros países aledaños como Burundi y Sudán. Los pasos lentos con brazos en triángulo y consciencia de la gravedad del pie emulan en conjunto los cuernos y el andar de las vacas, que son consideradas la belleza por las poblaciones africanas de aquella región montañosa, sin salida al mar, contenida por los lagos de agua dulce. Uwera, quien dirige en París la Compañía Mpore (expresión africana que encierra la intención de dar alivio emocional a la aflicción) hace más de 20 años, impartió dos sesiones intensivas, de cuatro horas cada una, el 18 y 19 de diciembre pasado. Durante su enseñanza fue asistida por su sobrina Nadia Lartigue, bailarina y coreógrafa francomexicana; asimismo, por el percusionista Diego Espinosa. Y a la artista Tania Solomonoff, dedicada al cuerpo somático en el país, se debió su presencia en México. El sentido de la danza de Uwera conectó con el interés actual de artistas de la danza contemporánea mexicana por abordar vivencias del cuerpo que contribuyan, socialmente, en dos aspectos: --Favorecer la expresión subjetiva de cada uno de los cuerpos involucrados en una sola danza, haciendo a esta última más asequible, diversa y horizontal. --Y bailar para contribuir en el bienestar de los cuerpos al movilizarlos internamente, causa que se aleja de la estilización de la danza en la que los cuerpos traducen el diseño en ocasiones pese a sí mismos.

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