Pescadores de perlas... cien años después, transmisión desde el Met

sábado, 23 de enero de 2016 · 09:42
MÉXICO, DF (proceso.com.mx).- Cuenta la historia que desde 1916, año en que la cantó el gran Caruso en el Metropolitan Opera House de Nueva York (mundialmente conocido únicamente como el Met), Pescadores de perlas, la bella ópera de Georges Bizet, no se había vuelto a presentar en esa catedral de la ópera mundial, en donde abrió la temporada 2016. Se trataba, pues, de reponerla después de cien años de ausencia, lo que significaba que por lo menos cuatro generaciones no habían tenido la posibilidad de presenciarla en vivo y, además, era la función inaugural de las trasmisiones del Met en México en este 2016, o sea, una ocasión que no se podía perder. Compuesta por un joven Bizet que aún no alcanzaba los 25 años, Les pecheurs de perles (en el francés original), fue estrenada el 30 de septiembre de 1863 en el Teatro Lírico de París con libreto de Eugene Cormon y Michel Carré, a petición del director de dicho teatro, quien así dio el espaldarazo e impulso definitivo al compositor quien, pocos años después, daría a conocer una de las diez óperas que, hoy, más se presentan en el mundo, la famosísima Carmen. Situada en un ambiente por demás exótico para la Europa de aquellos años, Ceilán (ahora Sri Lanka), la ópera no vale gran cosa en realidad como argumento, ya que lo que cuenta es el clásico trío amoroso entre dos hombres y una mujer, sólo que no en medio de las cortes italianas, parisinas o similares, sino en un lugar remoto en el que uno de los galanes, Zurga --barítono que como a todos los barítonos le toca el papel del malo--, es el jefe de la tribu y por lo tanto el dueño del poder; el bueno es Nadir, el tenor, y el objeto nada oscuro del deseo, la sacerdotisa Leila, quien, por supuesto y como marca la tradición, prefiere a Nadir, ganándose los odios y venganzas de Zurga para ella y su amado, no obstante, lo cual se produce un final feliz. La música en cambio tiene momentos verdaderamente memorables, como la dulcísima aria “Je crois entendre encoré”, de Nadir. En esta nueva producción del Metropolitan, que valió la vena ver y escuchar, los roles protagónicos fueron encomendados al tenor estadunidense, aunque su apellido diga lo contrario, Matthew Polenzani (Nadir), al barítono polaco Mariusz Kwiecién (Zurga) y a la soprano alemana Diana Damrau (Leila). El sumo sacerdote Nourabad fue el bajo barítono francés Nicolas Testé; la producción se encargó a Penny Woolcock y el director concertador se encargó al italiano Gianandrea Noseda. Nada despreciable el multinacional elenco de la reposición centenaria; sin embargo, para tan memorable ocasión no dejó de extrañarse a las grandes figuras de nuestro momento, algunas de las cuales, además, ya han interpretado esos papeles en otros teatros. Controversial por indefinida en temporalidad, la puesta en escena, ya que en el primer y tercer actos las acciones y vestuario se situaron en el Ceilán del siglo XIX, y en el segundo en una oficina actual, aunque quizás lo que quiso mostrarse es que los represores y dictadores son todos lo mismo en cualquier lugar y época. Fuera de esto, vale la pena repetirlo, una gran ocasión que nos augura buenas cosas para este año desde el Met.

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