"Radiograbadoras, balazos, un río y la sierra" en la galería Thomas Fléchel

martes, 11 de abril de 2017 · 14:40
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Con una espléndida propuesta conceptual de escultura en barro y dibujos sobre papel amate se presenta Cisco Jiménez en la Galería Thomas Fléchel, en la Ciudad de México. Sobresaliente desde la pasada década de los años noventa por la creación de una estética pictórica insolente y ríspida, en la que a través de abigarradas composiciones hibridaba imaginarios indígenas y urbanos con crítica política, denuncia social y sorna erótica, Jiménez sorprende ahora por la sobria depuración de su propio lenguaje. Sin abandonar ni la efectividad de sus narrativas ni el poder simbólico de los objetos representados, el artista explora actualmente el sentido del espacio vacío en los dibujos, la capacidad evocadora del material y la técnica en las esculturas, y las radiograbadoras como objeto simbólico. Si bien sus característicos huaraches se mantienen presentes como metáfora de la vida y pobreza del campesino mexicano, el protagonismo de las radiograbadoras se vincula al interés de construir un presente a partir de la convergencia y convivencia de imaginarios indígenas y urbanos. Por su popularidad en los años ochenta, las radiograbadoras fueron objetos de uso y deseo tanto en el campo como en la ciudad. Diseñada como un acogedor gabinete en donde se exhiben objetos curiosos y valiosos, la exposición de la Galería Thomas Fléchel Radiograbadoras, balazos, un río y la sierra, es un atractivo proyecto en el que Jiménez fusiona su intención artística con la creación y estética artesanal de San Agustín Oapan, Guerrero. Dividido en dos series que corresponden a esculturas en barro realizadas en colaboración con las artesanas María Meralda y Cármen Camilo Ayala, y dibujos realizados por el artista en papel amate producido en San Pablito, Puebla y adquirido en Oapan –donde las composiciones pictóricas de la alfarería se ha trasladado a los amates–, el proyecto, debido a las características del proceso creativo de las esculturas, se expande a interesantes y controvertidos territorios conceptuales. Convencido de que los objetos tecnológicos caducos son vestigios tan arqueológicos como los prehispánicos, el artista, con un finísimo y limpio dibujo en tinta china, hibrida en los amates la imagen de radiograbadoras con referencias visuales a divinidades como Tláloc o Quetzalcóatl. Obsesivo en la representación de cada uno de los elementos de los aparatos –bocinas, compartimento de casetes, botones, manijas–, Jiménez no descuida la importancia que tiene la pintura de un marco en los amates tradicionales y, en sus dibujos, el marco hace referencia a grecas de la cultura maya. Producidas con base en un esbozo del artista, las radiograbadoras interpretadas por las artesanas sin perder la referencia a la estética tradicional de su alfarería, destacan en la muestra. Oscilantes entre una estética naif y pop, las esculturas con botones en relieve y dibujos en rojos y negros, confrontan al espectador por la presencia de armas dibujadas que recuerdan la cotidianeidad de Oapan. Rodeada de militares, autodefensas y narcotraficantes, la población a orillas del Río Balsas transita, como lo señala una instalación, entre el rifle, el guaje y el descanso del guerrero. Este texto se publicó en la edición 2110 de la revista Proceso del 9 de abril de 2017.

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