Si nosotros no tenemos paz, el gobierno de Peña tampoco merece tenerla: viuda de Javier Valdez

sábado, 24 de junio de 2017 · 11:37
MADRID (proceso.com.mx).- Aunque el miedo la atenace por la seguridad de sus hijos y el resto de su familia tras el asesinato de su esposo, el periodista Javier Valdez, Griselda Triana no se derrumba y exige al presidente Enrique Peña Nieto que “otorgue todo el respaldo del Estado para que las instituciones que están investigando el asesinato de Javier lo esclarezcan debidamente. Es lo menos que puede hacer”. Le demanda, así, “que demuestre que de verdad está gobernando, que de verdad es la autoridad”. Griselda aprovecha esta entrevista con Proceso, el 19 de junio, para enviar ese mensaje breve pero directo a Peña Nieto. Y añade: “Si no sirve la presión nacional e internacional que le exige la debida resolución de los crímenes, no sólo el de Javier, sino de todos los periodistas asesinados en México, entonces se estará reafirmando que tenemos un presidente, pero no tenemos un gobierno”. Griselda habla con el reportero en un despacho de la Asociación de Prensa de Madrid (APM), en la madrileña calle Juan Bravo, donde poco antes ofreció una rueda de prensa y en la víspera de que esta organización de periodistas españoles le entregue la Placa de Honor a título póstumo que otorgó a su marido Javier Valdez. Esta entrevista se produce un mes y cinco días después que su vida diera un vuelco cuando recibió la llamada de un compañero de la revista sinaloense Río Doce (de la que Javier era cofundador), para avisarle que a su esposo le habían disparado. Reconoce que en estas cinco semanas, está como “sedada, anestesiada, contenida, suspendida”. Y ciertamente su mirada es triste, “porque para mí, para mis hijos y toda la familia ha sido devastador”, pero a todos los miembros de la APM y los periodistas presentes en la rueda de prensa les sorprende la fortaleza que demuestra y por su firme grito de “¡Justicia para Javier!”. Por eso, en el mensaje que dio el día de la entrega de la Placa de Honor, le exigió al mandatario mexicano que “salga de su burbuja y ofrezca resultados, en lugar de espiar periodistas y luchadores sociales”. Y anunció al gobierno de México: “No daremos ni un paso atrás, si nosotros no tenemos paz, el gobierno tampoco merece tenerla”. Al preguntársele si a partir del asesinato de su esposo, ha cambiado su percepción sobre la maldad, Triana dice: “no tengo cabeza para replantearme qué es la maldad, en todo caso yo quisiera saber qué es la justicia”. “Porque si no hay justicia, hay maldad. Mira, si de verdad las instituciones encargadas de impartir justicia hacen las cosas como es debido y cumplen el papel para el que fueron creadas, entonces dejas muy poco margen para la maldad, para las malas acciones como asesinar, robar, secuestrar o extorsionar”. “Pero lo que estamos viendo es que las instituciones no son capaces de ofrecer solución a estos crímenes. Y también nos demuestra que a nivel social hay una enorme pérdida de valores. No se le da sentido a la vida, porque te matan por 20 pesos o por una bicicleta, violan niñas por menos, eso es la degradación humana, en que la vida vale bien poco, en la que todo pierde el sentido”, reflexiona. El asesinato de Javier para ella es eso, lo que está viviendo, el poco valor que tiene la vida para quien ordena y comete un asesinato. Es por ello que ante los periodistas reconocía: “ni siquiera puedo decir que estoy viviendo una pesadilla, porque ni siquiera sé qué es”. Nulos avances En compañía de Ismael Bohorquez, director de Río Doce, con quien Javier echó a andar esta aventura editorial hace 14 años, Griselda se ha reunido con Carlos Sánchez, titular de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos contra la Libertad de Expresión (FEADLE) de la PGR, pero hasta ahora “los resultados son nulos, mínimos”. “Yo quisiera creer que efectivamente están haciendo su trabajo, ellos dicen que son muchas líneas de investigación, la del robo del vehículo quedó descartado, pero también reclaman que la ciudadanía colabore, por eso la recompensa de millón y medio por cada uno de los seis periodistas asesinados, entre ellos el de Miroslava (Breach, que este 23 de junio cumplió 3 meses), pero son nulos los avances”, insiste. “Yo quisiera darles el beneficio de la duda y no matar las esperanzas que el crimen de Javier vaya a ser resuelto, pero las estadísticas no mienten: Ni el 5% de los crímenes de periodistas están resueltos. Es difícil creerles, porque a Javier ya lo mataron, pero no quiero matar la esperanza de que el asesinato se resuelva”. En la entrevista desgrana que no tienen la seguridad de “que el crimen sea resuelto”. Es por ello que le genera “mayor desconfianza” que la PGR anuncie una recompensa para quien aporte información valiosa para el esclarecimiento de seis asesinatos de periodistas, con una recompensa de 9 millones de pesos. “Siento como si estuvieran tirando la toalla, que no pueden con el paquete y tienen la necesidad de recurrir a la ciudadanía para ver si pueden aportar datos sobre estos asesinatos”. Ella considera que es una “situación muy compleja, porque ¿quién se va a atrever a denunciar algo?, si tú con tu celular grabaste algo o te diste cuenta de algo, ¿con qué confianza lo vas a denunciar si sabes que si lo haces a la mejor el siguiente a quien maten es a ti?”. “Yo quisiera saber cuántas recompensas se han cobrado y que realmente hayan sido útiles para resolver un asesinato de un periodista, entonces no hacen más que acrecentar la desconfianza”. Griselda Triana aclara: “no pienso que haya una mala intención” en el anuncio de la PGR, pero “no creo que sea suficiente. Para mí están demostrando que no pueden con la responsabilidad de sacar adelante la investigación”. Sin embargo, recuerda lo que dijo a la prensa, que los gobiernos de todos los niveles, lejos de combatir al narco, “se convirtieron en cómplices de las organizaciones criminales”. “Puede asegurarse que todos los gobiernos de todos los partidos, unos más y otros menos, están por complicidad más que por miedo”, dijo. Y aunque el crimen creció con Vicente Fox, con Felipe Calderón fue la gestión con más violencia en la historia del país, “pero el PRI ha traído más violencia, más crímenes y más corrupción. La corrupción y la impunidad de este sexenio, es lo que Javier retrataba en sus crónicas, denunciaba la falta de Estado ante la beligerancia de las organizaciones del narcotráfico”. Asimismo, se plantea que la exigencia de la resolución de los crímenes contra periodistas corresponde a todo el gremio, tanto dentro como fuera del país, como de hecho ya ha venido sucediendo. “Hubo un manifiesto de más de un centenar de empresas periodísticas nacionales y extranjeras que exigen el esclarecimiento del caso y piden seguridad para quienes ejercen el oficio en México, y yo pienso que desde el extranjero no debe cesar la presión”. Incluso, señala, muchas empresas periodísticas internacionales mantienen corresponsales en México, por tanto, “los propios gobiernos de aquellas empresas deben demandar medidas seguridad para sus propios periodistas en México y, desde luego, para todo el gremio de México, aquí no caben egoísmos”. La entrevistada recuerda la exigencia que hizo la canciller alemana Angela Merkel en su reciente visita a México, donde hizo un llamado para que se esclarezcan los asesinatos de periodistas y defensores de los derechos humanos. “Me parece muy bien, aunque a México le debería dar vergüenza que te tenga que conminar a que otorgues las medidas de seguridad para las personas que se dedican al oficio periodístico. Que no deberíamos estar hablando de eso, porque informar e informarte es un derecho, no es una concesión, entonces, ni siquiera se debería hablar de ello, porque deberían existir las condiciones para actuar con toda la libertad que el oficio requiere”, dice Griselda. “Historias con nombre y apellido” “Javier y yo nos conocimos hace 30 años y en marzo pasado cumplimos 26 de casados. Él era estudiante de la carrera de sociología y yo estaba por iniciar psicología. Él también era músico, tocaba percusiones en un grupo de folclore latinoamericano, pero además militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores, que lo postuló como candidato a diputado, obviamente que no ganó y él siempre bromeaba que por su culpa este partido había perdido su registro”, relata Griselda ante los reporteros. También fue líder estudiantil y “escribía una columna llamada Regeneración en un diario local”. “Trabajamos como correctores en otro periódico y él escribía una columna que se llamaba ‘Con sabor a asfalto’, con crónicas sobre la ciudad de Culiacán. Luego trabajó en televisión y, finalmente, en La Jornada, donde fue corresponsal por 18 años, hasta que fundaron el diario Río Doce, que cumplió 14 años”. Recuerda que cuando formaron Río Doce, “ni Javier ni Ismael (Bohórquez) imaginaron que terminarían especializándose en la cobertura del narcotráfico, porque no era lo que se proponían, a lo único que aspiraban era a hacer periodismo, a investigar, a ir más allá”. Y aunque dice que alguna ocasión le reclamaron que no escribía de las cosas buenas o de la gente buena que había en Sinaloa, “Javier sabía que como periodista era imposible escribir de los atardeceres, de los jardines, de los ríos, cuando todos los días y a cualquier hora caen personas muertas, perforadas, sangrantes, en medio de la impunidad, como Javier”. Sostiene que era obvio que Valdez sabía del riesgo que provocaba su trabajo, sus denuncias constantes sobre la situación de las víctimas de la violencia. Luego de iniciar su columna Malayerba y tocar puertas en la Ciudad d México para encontrar editorial, publicó sus libros Mis Narco, Los Morros del Narco, Levantones y Desapariciones, Con una granada en la boca, Huérfanos del narco y Narcoperiodismo. Dice que Javier Valdez “no era un investigador en el sentido clásico”, que él decidió “no contar muertos sino sus historias de vida, les puso nombre y apellido a cada una de las víctimas, ejerció su derecho en plasmar las historias en sus libros y en su columna Malayerba”. “Pero en un ambiente contaminado por el narcotráfico, los periodistas que ejercen el periodismo independiente, valiente y digno, son más frágiles y vulnerables y más aún cuando la sociedad no les acompaña y les deja solos”. Griselda dice que cuando Javier escribía sus libros Narcoperiodismo “y me compartía las historias que escribía, me veía reflejada en ellas y me angustiaba, pero me decía yo misma que a Javier nunca lo iban a matar, que no le iba a suceder eso, porque alguien tenía que narrar esas historias del terror de vivir en ese infierno”. “Yo me decía que él seguiría con vida contando tanta tragedia por muchos años más. Ahora me pregunto, ¿es acaso un delito visibilizar a las víctimas de la violencia en México? ¿Es delito narrar las tragedias que niñas, niños, mujeres y hombres se les ha desaparecido, asesinado o sobrevivir en la angustia ante el control encarnizado por el control del narcotráfico? ¿Es delito el haber exigido no callar ante las injusticias? ¿Es delito el llamado a no cerrar las calles y recuperar nuestros espacios de convivencia? ¿Es delito exigir a los sectores de la sociedad no ser apáticos de tanta barbarie para salir a manifestarse en vez de guardar silencio? ¿Es delito haber expuesto la situación actual del periodismo en México? ¿Es delito decir la verdad?”.

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