Carlos Saura, una vida de película

sábado, 24 de marzo de 2018 · 09:24
Dueño de una impactante trayectoria en la pantalla grande y presto a filmar Guernica, acerca de la existencia de Picasso, a los 86 años el cineasta, fotógrafo y escritor hispano Carlos Saura accedió a que su colega Félix Viscarret, nacido en 1975, dirigiera el documental de su vida en la cinta de 85 minutos Saura(s), donde aparecen siete de sus hijos. Ambos realizadores fueron entrevistados sobre esta cinta, tras que el director de Bodas de sangre y Carmen recibiera el Premio Mayahuel durante el 33 Festival Internacional de Cine de Guadalajara. GUADALAJARA, Jal. (Proceso).- A los 86 años de edad, con alrededor de 49 películas, un sinnúmero de premios y sin parar de filmar, el español Carlos Saura aceptó que otro cineasta, Félix Viscarret (también de su país), hurgase en su vida personal para realizar el documental Saura(s). La sorpresa es que seis de los siete hijos del realizador de Cría cuevos, Bodas de sangre y Carmen aparecen en la cinta de 85 minutos conversando con él. “Félix Viscarret es un tipo muy agradable y encantador. Con otra persona quizá hubiera dicho que no. Después de charlar con él de su proyecto que pensaba realizar, cedí a la tentación de decir que sí”, revela a Proceso Saura, quien recibió el Mayahuel Internacional en la 33 edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), efectuado del 9 al 16 de marzo; además, impartió una catedra acompañado de su hijo Antonio. A su vez, Vicarret platica que no fue difícil convencer a Saura para que participara en este “retrato filmico”, como lo llama el joven creador: “¡Sorprendentemente aceptó, a pesar de lo pudoroso que es con su intimidad! Recuerdo la primera vez que nos reunimos. No lo conocía personalmente y fui a su casa. Le expuse los motivos por los cuales era importante para mí crear un retrato cinematográfico de cómo es él. No sólo de sus más de 40 películas, del director que más veces ha estado en el Festival de Cannes, sino también mostrar esa faceta menos conocida del maestro en su mundo privado, con siete hijos de cuatro relaciones diferentes.” Una de sus esposas fue Geraldine Chaplin (hija del célebre Charlot), quien intervino en nueve de sus cintas. Viscarret, nacido en 1975 en Pamplona, no sabe con exactitud por qué accedió Saura a ser parte del documental: “Supongo que vio que era un acercamiento respetuoso y que podía ser interesante para él y sus descendientes reunirlos a todos y conversar. ¡Aceptó a la primera! Como director, uno siempre va preparado para: ‘A lo mejor esto me va a costar más trabajo para que lo entiendan…’ y es que yo sólo conocía a dos de sus hijos; entonces pensé que al haber una distancia generacional y el haber vivido experiencias tan diferentes unos y otros, alguno a lo mejor se podía oponer o resistir. Con cada uno me fui reuniendo, les explicaba lo mismo. Más de uno me interrogó: ‘¿Estás seguro que quieres entrevistar a mi padre sobre estos temas? Bueno… ¡allá tú! Ya verás cómo es él, es difícil que Saura responda lo que tú quieres, se sale por la tangente…’.” Vida privada En Saura(s) se advierte que el autor de ¡Ay, Carmela! y Fados se resiste a abordar el ayer. En la charla con este semanario explica Saura, desenfadado: “En lo único que no estabamos de acuerdo Viscarret y yo es que él pretendía establecer una relación con toda mi vida sentimental y en eso siempre me he negado totalmente. Creo que la vida de cada persona contiene muchos secretos, por lo menos cosas y situaciones que pertenecen a cada uno y que no hay que contarlas. Otra cosa es el cine, ese sí se puede contar,  incluso, no soy de las personas que viven pensando en su películas o que las vea, prefiero no verlas aunque a veces no tengo más remedio ya sea porque estoy en un festival o en un homenaje. No, no me gusta vivir en el pasado.” –¿Qué es más difícil, ser papá o cineasta? –se le pregunta al también fotógrafo, pintor y autor de la novela Ausencias (Laberinto). –Para mi ser padre ha sido muy fácil. Mis hijos han sido estupendos, los quiero mucho. Gozamos de una relación entrañable en ese sentido, corro con mucha suerte. El trabajo es otra cosa, aunque considero que rodar un largometraje no es un trabajo. Es una oportunidad que te dan de expresar, contar o narrar lo que tu quieras, y tener esa oportunidad es una maravilla sobre todo si te dan la libertad, como me han dejado a mí al relatar una historia que deseo sacar a la luz. El único que no aceptó ser parte de la película es Shane, el hijo de Chaplin. Gerardo Salcedo Romero, director de programación del FICG, escribe en el catálogo de dicho festival: “Carlos Saura tenía cuatro años cuando estalló la Guerra Civil. Su infancia ocurrió entre el miedo y la hegemonía del pensamiento reaccionario. En 1955, mientras filma películas amateurs, algunos cineastas llegan a la conclusión de que el cine español es ‘políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo, industrialmente raquítico’. “Se mantiene filmando al ritmo de una película por año y hacer un resumen de la obra que recorre las últimas tres décadas nos rebasa; sin lugar a dudas ha mantenido su apuesta por una obra iluminada por la pasión a la música, la danza, la cultura popular y la historia.” Al cuestinarle a Saura qué le ha brindado el cine a lo largo de su vida y también qué le ha quitado el cine a lo largo de su vida, exalta: “¿Quitarme? ¡Nada!, y darme… Me ha permitido primero viajar por todo el mundo. Adquirí una evolución social importante, a veces es maravilloso y otras un poco pesado; pero es un gusto poder continuar con lo que más me gusta: realizar una película.” –Usted ha filmado más de 40 cintas, ¿cómo evalúa ese trabajo?, ¿de verdad ha hecho lo que ha querido en cuanto a su cine? –Mis películas son como yo las quería construir. Algunas las he realizado con más dificultad que otras. Siempre he conocido las limitaciones económicas en España, no es lo mismo filmar en España que en Estados Unidos. Yo he escrito los guiones y he trabajado con las personas que me han parecido oportunas. Aunque también he rodado fuera de España. En México hice Antonieta (1982), en Costa Rica realicé El Dorado; también trabajé en Argentina y Portugal. Todo ha sido estupendo como experiencia. En la cátedra que ofreció en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara, durante el FICG, Saura destacó que capturar imágenes con una cámara fotográfica, lo convirtió en cineasta. “Las técnicas actuales, la digitalización, en fin, favorecen la forma de narrar, de contar historias. Hay que utilizar todos los avances en forma positiva. Es decir, el problema es cómo se utilizan esos medios, hay muchas formas de hacerlo. Siempre digo que hoy día cualquier persona puede hacer una buena película con una pequeña cámara digital y buenos actores; pero eso, al mismo tiempo, ha impulsado una banalización de la imagen. Todo el mundo posee un móvil y toma una fotografía o efectúa una pequeña película de donde está o con quien está y todo eso es demasiado banal, no hay una exigencia como antes, ya que quienes realizaban eso sólo eran profesionales y los amateurs eran pocos; hoy en día éstos abundan y son poco profesionales.” A rajatabla En Saura(s), la mayor parte del tiempo Saura ilustra los retratos de sus hijos. Su hija Anna aparece llevando la agenda de su papá. Muchas charlas son en un estudio con pantallas gigantes donde se aprecian fotos familiares o escenas de las películas del realizador, con efectos de sombras y luces. Viscarret comprende por qué no le gusta a Saura referirse al ayer: “Parte de su creatividad y su fuerza vital la mantiene siempre concentrándose en lo que hece al momento, el ahora, y en lo siguiente, el futuro. Es algo que él lo lleva a raja tabla. De ahí se puede aprender mucho,  no quedarte atrapado por la nostalgia. Es curioso, yo que cuento con menos años que él, puedo tener una experiencia mucho mayor al mirar a atrás, al analizar el pasado, y él en cambio a sus 86 años es incapaz.” La película Saura(s) muestra ese diálogo de diferentes formas de ver el paso del tiempo. El de la leyenda viva, y la de Viscarret. –Luego de convivir con él en la grabación del documental, ¿cómo define al realizador Carlos Saura? –Lo que más me fascina es que en la vida nada es blanco ni negro, nada es simple, nada es monocromo. No puedes decir: ‘Es que Carlos Saura es así’. Veo a alguien que se resiste a mirar atrás, pero está en su naturaleza y eso no quita que sea muy cálido, afectuoso, divertido, posee muchísimo sentido del humor. ¿Es mejor mirar atrás o no? No hay respuesta sencilla para eso. “En él no hay remordimientos o culpa. Es interesante el instinto de querer mejorar con el tiempo, pero la culpa probablemente no sirve de nada más que para atraparnos en un bucle. Esas son las cosas que he aprendido gracias al laborar con Saura. Además, no debemos ponerle un corsé a la vida, ésta a veces es cambiante y hay que aceptar el cambio.” Viscarret estudió dirección de cine en Nueva Jersey. Bajo las estrellas es su primer largometraje. Su último trabajo como guionista y director fue la adaptación de las novelas del escritor Leonardo Padura con el título Vientos de La Habana. Su versión como serie de televisión Cuatro estaciones en La Habana obtuvo el Premio Platino 2017 a Mejor Serie de Ficción. –¿Por qué escogió a Carlos Saura y no a otro realizador? –A veces los directores de cine alimentamos una imagen errónea de que salimos de la nada, que no aprendemos de los anteriores; de hecho casi como que renegamos de los anteriores, y la verdad, siempre existen influencias. Es bonito y necesario mostrar agradecimiento y rendir homenaje a los realizadores de los que hemos aprendido cuando todavía están en activo como el caso de Saura, quien a sus 86 años sigue en plena actividad. “Rememoró mi infancia y adolescencia por determinadas películas de él. Me acuerdo perfectamente dónde estaba cuando vi Deprisa, deprisa o La caza, incluso El Dorado. Me acompañó en mi crecimiento no sólo como estudiante, también como cinéfilo y cineasta. Otro elemento muy importante es porque no lo conocía en persona. Eso me animó mucho a investigar. Mi cuestionamiento era: ¿Cómo es verdaderamente Saura cuando no lo vemos como figura pública, como director de cine? Hacer una película conlleva tanto esfuerzo, tanto tiempo, tanta energía, que se debe disponer de una motivación personal fuerte, no sólo contar a los espectadores algo diferente.” Viscarret niega que Saura haya intervenido en el documental: “Jamás ha comentado algo, ni técnicamente, ni cómo rodar, ni dónde, cuándo o cómo, mucho menos se metió en la edición. Él dice en broma que intervino como actor. Eso es un ejemplo de su generosidad, porque él sabía como director que al final de este relato iba a ser otro el titular. Él sabía que iba a editar de forma que para mí fuera un relato válido.” –¿Cómo y por qué llegó al título Saura(s)? –Fue al final de la edición. Cuando vi que resumía mucho la película y era un retrato de Carlos Saura y de los otros Sauras que continúan ese legado, sus hijos Carlos, Antonio, Manuel, Adrián, Diego y Anna, y por añadido también a su esposa Eulalia Ramón. Entonces, me pareció que con ese título resumíamos muy bien el filme. La película no es una biografía convencional. Los hijos son los que le preguntan al padre mientras éste pinta fotografías. “Deseaba ofrecerle al espectador algo nuevo en el contenido. Siempre me gusta que visualmente cada una de mis películas presenten una atmósfera envolvente y acogedora. Es decir, que lo visual lleve a los espectadores por un viaje especial y sea, ojalá, único. Que cuando vean esta película la reconozcan también por su atmósfera y su potencial visual. Espero que esa forma visual, ese universo sea siempre acorde al contenido”, manifiesta. Para ello montó un estudio de rodaje, un espacio donde Saura y sus hijos enfrentaran a las películas del aragonés y las fotografías familiares. “No fueron entrevistas en los domicilios o las casas de cada uno donde la cotidianeidad distrae: el teléfono, el que entra y sale o los libros que hay detrás. Quería que no hubiera elementos cotidianos que los distrajeran a ellos  y a los espectadores.” –¿Es una propuesta más estilizada visualmente? –Sí. Me parece a mí más bella, más envolvente, más sugerente. Al crear  esta puesta en escena igual le hice un homenaje a la puesta en escena de las últimas películas de Saura, donde él también evoluciona hacia un minimalismo en estudio. Viscarret anuncia que con el FICG, Saura(s) inicia su recorrido internacional por festivales: “A la vez que Guadalajara, el documental se está proyectando en Miami, Estados Unidos, después vamos a Francia y quedan todavía citas en Estados Unidos. En España tuvo una excelente recepción. Se estrenó en el pasado Festival Internacional de San Sebastián y en las salas de mi país: en más de 30 lugares, muchas ciudades, y estuvo nominada a los premios Goya.” Película musical en México Saura, en efecto, no para. En breve rodará en México El rey de todo el mundo. “Es un musical. Llevamos un tiempo trabajando en él. Es una frase de la canción de Fallaste corazón, de Cuco Sánchez. Es ficción. Algo parecido a Tango. Es sobre la música mexicana.” –¿Cómo le ha influido la música mexicana? –Toda mi vida he escuchado música mexicana, en una época en España era la protagonista, cuando vivía Jorge Negrete y Pedro Infante, y otros artistas. Varios españoles han cantado letras mexicanas. Hemos tenido una especie de relación íntima entre las canciones de España y México, todavía, que Chavela Vargas, en fin, tanta gente... El rey de todo el mundo la protagonizará Karla Souza, quien será una maestra de baile. “Sólo estamos esperando a que ella dé a luz”, señala contento el cineasta. Otros mexicanos parte del proyecto: el bailarín Isaac Hernández, la cantante Lila Downs (quien por cierto estuvo en Fados), Armando Manzanero y Jesse & Joy. Más los hispanos Mario Casas, Óscar Jaenada, Eduardo Noriega, y Joaquín Sabina. Se filmará en la Ciudad de México y Guadalajara con presupuesto de tres millones de euros. Anna Saura es la directora de Pipa Films, la productora que establecieron en México… Sin olvidar que rodará asimismo Guernica, sobre el pintor malagueño Pablo Picasso, recreado por Antonio Banderas. Este texto se publicó el 18 de marzo de 2018 en la edición 2159 de la revista Proceso.

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