Presionado, Oceransky desmonta su teatro en Xalapa

domingo, 15 de julio de 2018 · 13:41
La carpa-teatro denominada La Libertad por su creador, Abraham Oceransky, no cumplirá una década de haberse erigido en la capital veracruzana debido al hostigamiento del gobierno local saliente. Resignado, el también director y promotor del teatro El Galeón (que pronto llevará su nombre en la Unidad Cultural del Bosque) desmantela su espacio y se defiende de las acusaciones de apropiarse del lugar: “¡No soy ladrón, soy artista! Ya estoy desocupando La Libertad para moverme a ver a dónde”.    CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Debido a una orden de desa­lojo, el dramaturgo, director y productor de teatro Abraham Oceransky desmantela enteramente la carpa-teatro La Libertad, misma que él fundó e inauguró en agosto de 2009 en Xalapa, Veracruz. Con voz apesadumbrada, un afligido Oceransky denuncia a Proceso: “¡No hay opciones...! Tristemente, ninguna de las instituciones presta ayuda, ya sean locales, nacionales o privadas, así que debo quitar la carpa. Tampoco nos han enviado algún servicio para quitarla. Nos ven de soslayo.” La Libertad, casi desarmada, no tiene salvación a corto plazo, advierte. Sin embargo, destaca que ha sido un espacio multifuncional con escenario y sala de espectadores de 24 metros 50 centímetros por 12 metros y 50, el cual también ha significado un laboratorio de investigación e igual un lugar de producción para obras autofinanciables, sin subsidio oficial, así como para talleres, cursos y conferencias.  Hostigamiento El escenógrafo, iluminador, cineasta y formador de creadores desde los sesenta explica que La Libertad venía funcionando en una pequeña parte del estacionamiento del Instituto de Pensiones del Estado, propiedad del gobierno: “El sitio lo otorgó el exgobernador Fidel Herrera en comodato porque comprendió que era oportuno dentro de su gobierno que hubiera cosas creativas; pero no me dio un solo documento, fue sólo de manera verbal. Cuando entró el siguiente gobernador, Javier Duarte, a él le valió gorro que hubiera o no cultura. No me molestaron; pero después llegó Miguel Ángel Yunes y él quiso que todo estuviera bajo su control, no le importa la cultura y ha hecho hasta lo imposible por quitarnos; aunque, bueno, ya se va...” Intentó conciliar y no hubo respuesta, manifiesta Oceransky. Desde que entró Yunes, recibió por argumento que no había papel alguno que respaldara el comodato, de tal modo que tendría que salirse con todo y la carpa. En 2016, le avisaron que se le cortaría la energía eléctrica y el servicio de sanitarios: “Tuve que proteger el lugar durante dos años. Puse guardias día y noche por temor a la violencia, porque también empezaron los hurtos, se metieron al teatro, y todo eso le puede pasar a alguien que está desprotegido.” Oceransky le escribió al entonces titular de la Secretaría de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa para evitar que el teatro La Libertad fuese eliminado. “Todo este tiempo ha sido terrible, pero ya llegó el momento en que legalmente me demandaron porque dizque estoy yo robándome el lugar, entonces tengo que desalojar. ¡No soy ladrón, soy artista! Ya estoy desocupando para moverme a ver a dónde.” 32 años en Veracruz Hacia finales de 2012 fue reconocido por el Instituto Internacional de Teatro de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) con la medalla Pilar del Teatro. Además, recibió otra presea debido a su amplia trayectoria y labor en pro de la construcción del teatro El Galeón, en el Centro Cultural del Bosque (INBA), “que por cierto en un mes llevará mi nombre”, a decir del dramaturgo nacido en la Ciudad de México en 1943. Abraham Oceransky llegó a Xalapa en 1986 para dirigir la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana. Posteriormente fundó el prestigiado Estudio T, en el que impartió clases y presentó espectáculos a lo largo de 22 años… hasta que ya no pudo pagar la renta. No obstante, jamás se mantuvo quieto. Su intención de difundir y acercar el teatro de alta calidad a la gente, lo impulsó a erigir la carpa-teatro La Libertad, rememora: “Al principio del 2000 deseaba crear un pequeño teatro en el Parque Bicentenario de alta calidad, con un diseño novedoso y accesible al público, en medio de un jardín. Así, el parque recobraría la vitalidad. Ganamos la beca que entregaba el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (ahora Secretaría de Cultura) para hacer espacios culturales; pero en aquel momento el municipio no contó con la economía para poner la parte que le tocaba.” Eran alrededor de 3 millones de pesos, asegura, y la idea quedó abandonada para eventualmente surgir la posibilidad de fundar el teatro La Libertad, cuando en Xalapa no había más que el Teatro del Estado, “el teatro oficial”. El controvertido artista experimental apunta: “Desde hace alrededor de 10 años, La Libertad se enfocó en dos labores. Una, ofrecer entretenimiento; y dos, perfeccionar a actores que provenían tanto del estado de Veracruz como de otros lugares, incluso del extranjero. Lográbamos una, dos o tres obras al año con estos grupos e invitábamos anualmente a compañías de otras naciones, que de Europa, Japón y Latinoamérica, en fin. Como el pueblo de Veracruz no posee una economía suficiente como para poder pagar boletos caros, decidimos cobrarle barato a las personas, solamente como una regalía.”  –¿Cómo lograba el presupuesto? –Cuento con una beca del Sistema Nacional de Creadores y toda se me va en pago de servicios. Busqué dinero pero afuera de una dádiva del gobierno, a nivel independiente, todo se conseguía para poder trabajar. 80 personas era el público mínimo por función. A veces más, dependía del espectáculo porque no buscábamos un lucro sino calidad y que la gente pudiera estar cómoda, que pudiera ver cosas lo mejor posible.  “Incluso ofrecíamos espectáculos que no se presentaban en la Ciudad de México, sólo venían a Xalapa y se iban. Hemos presentado nuestro trabajo en diferentes lugares del mundo con buenas críticas, aceptación y premios. Pero bueno, son cosas que ocurren en la vida… Uno va haciendo teatros para que la gente recurra a niveles más elevados de cultura.”  Contrariado, resalta: “Como teatro, La libertad es único en América Latina y ya lo estoy deshaciendo. ¡Qué dolor! Cuando se me pregunta si duele, les respondo: ‘¡Claro que me duele, porque Veracruz no se da cuenta de la joya que le puse y hoy estamos abandonados como si fuéramos escoria! ¡Yo hice el diseño, la construcción, todo el equipo y todo lo que contiene es producción mía!”  Génesis de El Galeón El teatro El Galeón fue una invención de Oceransky en 1972. Para inaugurarlo contó con el apoyo de Ignacio López Tarso, Olga Breeskin e Irma Serrano (Proceso 1889). El crítico Roberto Perea escribió en el suplemento “Cultura en la Mira” de www.proceso.com.mx, el 17 de diciembre de 2013: “El antecedente de El Galeón fue la Carpa Alicia, donde impartía clases de actuación, pantomima, acrobacia y clown, acompañado por personajes como el mimo Juan Gabriel Moreno, Sonia Rangel y Alejandro Jodorowsky.” Se llamó El Galeón “porque era un espacio vacío, era como la panza de un barco, y empezamos sólo con cuatro focos de 500 watts, pues ninguno de nosotros tenía dinero. Me dediqué con ellos a generar el espacio. Fuimos teniendo público poco a poco. Éramos un grupo de piratas adentro de un espacio vacío”. –¿Cómo fue fundar El Galeón, que en breve llevará su nombre?  –Cuando hice El Galeón fui reprobado por todos los artistas, escenógrafos y creadores de teatro. Preguntaban por qué no había un escenario convencional. La historia ha dicho otra cosa: Ahora es el teatro más solicitado en la República Mexicana por todos los grupos del extranjero y por los propios mexicanos, porque es el único teatro que hay en la República donde puedes hacer cualquier tipo de espectáculo.  “Por ejemplo, llega el dramaturgo italiano Romeo Castellucci y pide El Galeón porque en Europa es conocido como el mejor lugar para el teatro de experimento, y se lo dan. Esas cosas me dan, por un lado, el confort de haber logrado en mi país cosas importantes, que le han brindado a México una posibilidad para que los grupos más importantes del mundo estén en lugares que yo pensé, y que México primero los reprobaba, mas ahora se han vuelto una mina de oro.” Finaliza el director e investigador escénico Abraham Oceransky: “Lo mismo he intentado en Xalapa. Le estoy proponiendo espacios que le puedan dar cultura a la ciudad, al Estado, y nuevas posibilidades artísticas en la República Mexicana.”   Este texto se publicó el 8 de julio de 2018 en la edición 2175 de la revista Proceso.

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