Argentina: La crisis perfora el 'blindaje mediático”

viernes, 10 de mayo de 2019 · 15:15
BUENOS AIRES (apro).- La posibilidad de que Mauricio Macri sea derrotado por Cristina Kirchner en las elecciones presidenciales de octubre, escenario que en las últimas semanas consignan varias encuestas, es presentada por los grandes medios y los comunicadores del oficialismo como causa del agravamiento de la crisis que afecta a la Argentina. Desde esta perspectiva, la amenaza de que la persistente devaluación del peso provoque una corrida bancaria, que Argentina declare la cesación de pagos de la deuda externa, o que el país “se convierta en otra Venezuela”, son producto del temor de los mercados a un regreso del “populismo”. A medida que la crisis se profundiza, y una inmensa franja de la población cae en la pobreza –en 2018 fueron 2,7 millones de personas–, la defensa que los grandes medios hacen del gobierno acarrea un mayor costo. En marzo pasado, por primera vez en la historia, el otrora omnipresente canal Todo Noticias (TN), del Grupo Clarín, fue superado en la medición de audiencia por el canal C5N. Este y otros medios críticos, notoriamente desfavorecidos en la asignación de pauta oficial, responsabilizan al actual gobierno por la crisis y su agravamiento. Desde que Mauricio Macri asumió la presidencia de Argentina, en diciembre de 2015, la caída de la industria, el consumo y el empleo ha sido estrepitosa, y el nivel de endeudamiento fue el más alto entre todos los países emergentes. Argentina no genera las divisas necesarias para el repago de la deuda externa. El próximo gobierno, independientemente de su signo político, se verá obligado a renegociar los vencimientos.
“Creo que la palabra blindaje es un poco exagerada, pero que en el caso de algunos medios grandes hay una sintonía con el proyecto del gobierno, en cuanto a ciertos patrones culturales que este quiere difundir en la sociedad argentina, y que eso se traduce en algunos aspectos de la cobertura que hacen de la realidad”, dice a Apro el analista político y de medios Marcelo J. García, director de Contexto Consultores. “Es cierto que hay muchos    datos en esa cobertura que sí son informados, pero claramente son minimizados o no son tematizados de la forma que lo serían de no existir esa sintonía a la que me refiero”, dice el especialista.
“Blindaje mediático” o “Cerco informativo” son los nombres con que se designa el modo en que los grandes medios privilegian, sesgan o silencian temas, con el fin de presentar al presidente y a sus funcionarios desde una perspectiva favorable. Los fracasos del gobierno se presentan como consecuencia de la “pesada herencia” recibida. Sus escándalos de corrupción se relativizan o callan. El cuestionamiento apunta contra los dos grandes multimedios, Clarín y La Nación, percibidos como la avanzada de la caravana mediática que se rige por su agenda.
“Entiendo que hay cuestiones políticas y cuestiones económicas o negocios, que a las empresas periodísticas las involucran con los gobiernos de turno. No soy inocente y me lo imagino. Pero la verdad es que, en los 34 años que trabajé en Clarín, todo este tema del cerco mediático y del adoctrinamiento a los periodistas, yo por lo menos nunca lo vi”, dice a Apro el exsecretario de redacción del periódico, Julio Marini, quien se jubiló poco antes de que Mauricio Macri asumiera la presidencia. “En Clarín nunca hubo bandos pegados en las paredes, ni aleccionamientos sobre cercos mediáticos”, explica. “Me imagino que los grandes temas los hablarían en un despacho tres o cuatro personas con mucho poder, pero en lo que yo he visto y escuchado en estos últimos tres años, ya estando afuera, hay cuestiones que tienen más que ver con mitos que con realidades”, sostiene.
Dignidad En diciembre de 2017, el gobierno de Mauricio Macri consiguió aprobar en el Congreso una reforma previsional que reduce el aumento de los haberes de millones de jubilados. Apeló además a una represión salvaje sobre miles de manifestantes que cuestionaban la iniciativa. Contó para ambos fines con el apoyo de los grandes medios. La imagen de Mauricio Macri ingresó entonces, sin embargo, en un declive que hasta hoy no se detiene. En marzo de 2018, pese a que el gobierno anunció la profundización del ajuste, los bancos internacionales cortaron de manera abrupta el crédito para Argentina. El gobierno se vio frente a la posibilidad concreta de caer en cesación de pagos de la deuda externa. En mayo de 2018, pidió un rescate al Fondo Monetario Internacional, el más alto en la historia del organismo. Este crédito es el único motivo que permite a Mauricio Macri llegar con cierto aire a las elecciones presidenciales de octubre próximo. Con la economía en recesión, una caída profunda del consumo, y la inflación, la pobreza y el desempleo en aumento, en el seno de la sociedad crece el cuestionamiento a los grandes medios. La reducción drástica de las expectativas y los gastos en la población ha sido acompañada, en primer lugar, por una cobertura informativa que culpa al anterior gobierno de los males del presente. Pero también por otra que pretende distraer la percepción del deterioro.
“Quejarse y protestar es malo para la salud”, fue el título de una nota emitida el 11 de julio de 2017 en TN, el canal de noticias del Grupo Clarín. Allí se sostiene que, si bien expresar un descargo puede hacer sentir cierta liberación de la presión, las neurociencias sostienen que “quejarse afecta al cerebro y tiene graves repercusiones negativas para la salud mental”. Diversas consultoras privadas consignan el aumento de la protesta social en Argentina. Los piquetes (bloqueos) aumentaron un 12% en 2018 con respecto a 2017.
En “¿Vale la pena ir a la universidad?”, publicado en La Nación el 18 de marzo de 2016, se lee que “el aumento de la matrícula y la creación exponencial de universidades contrastan con el reclamo de los empleadores, que no encuentran entre los graduados las habilidades necesarias”. Una idea que bien podría ser refrendada por el actual gobierno, que descree del rol del Estado como garante y gestor de políticas públicas orientadas al acceso, permanencia y egreso de los estudiantes en las universidades públicas, cuestionando su gratuidad y su prestigio. En “La decencia de los que buscan entre la basura”, aparecida en Clarín el 1 de febrero de este año, se rescata la “conmovedora honestidad” de quienes buscan alimento en los contenedores callejeros, en contraste con quienes roban o “extorsionan” a los conductores, pidiéndoles dinero a cambio de cuidar sus autos estacionados en la vía pública. En “Cómo tomarse vacaciones en casa y no sentirse frustrado”, aparecida en La Nación, o “Vacaciones para tu cabeza: cómo tener una escapada mental”, publicada en Clarín, se pueden leer consejos para quienes hoy están obligados a pasar las vacaciones en sus casas. El catálogo, sin embargo, es enorme, y abarca las supuestas virtudes de “vivir en 18 metros cuadrados”, “no desayunar” o “comer tierra”.
“Que consumir menos es bueno para no sé qué, y ese tipo de cosas, yo creo que más allá de cómo haya surgido cada uno de esos títulos, en toda operación periodística hay cuestiones que son intencionales y cuestiones que salen naturalmente según el clima de la redacción y de la época, y me parece que lo que se vive en las redacciones es esto de intentar encontrar sintonía cultural con el proyecto político actual, que no creo que estén en el deseo de cada uno de los periodistas de estos medios, sino que es un poco lo que se respira”, analiza Marcelo J. García.
Prejuicios Las grandes empresas argentinas sufieron caídas de hasta el 46% de sus ingresos durante 2018, afectadas por la caída del consumo, el aumento de las tarifas y las subas de los tipos de interés, según consigna un estudio reciente del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda. El instituto estima que en Argentina se perdieron en el mismo lapso 250 mil puestos de trabajo registrados. La crisis ha impactado de lleno en el sector de prensa. El Sindicato de Prensa de Buenos Aires cifra esta pérdida en más de cuatro mil puestos de trabajo desde que Mauricio Macri asumió la presidencia. En los últimos tres años, los periodistas de los grandes medios han exteriorizado sus cortocircuitos con la línea editorial de sus redacciones. En La Nación, por ejemplo, frente a dos editoriales, uno abogando por la reducción de penas a los responsables de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, otro en favor de la prohibición a abortar para niñas que han sido violadas, la redacción en pleno se ha fotografiado con carteles de repudio. Todo esto dentro de un clima de temor a represalias y despidos. El 18 de abril, por ejemplo, el diario Clarín despidió a 65 trabajadores. La discrecionalidad con que se otorga la pauta oficial es una práctica de larga data en Argentina y afecta la posibilidad de supervivencia de los medios más pequeños. Hoy sus beneficiarios son los grandes medios y algunos comunicadores de renombre.  En septiembre de 2018, el periodista de investigación Hugo Alconada Mon reveló otros detalles de la corrupción dentro del sector. Sostuvo que Mauricio Macri, durante la campaña electoral de 2015, pagó 42 mil dólares a un colega, del que no mencionó el nombre, para salir favorecido en una entrevista. El escándalo en torno a la red de espionaje que investiga el juez Alejo Ramos Padilla, con presuntas ramificaciones entre funcionarios de la Justicia Federal, miembros de la Agencia Federal de Inteligencia, políticos del oficialismo y periodistas de los grandes medios, tiene como principal fin el armado de causas mediático-judiciales para manipular a la opinión pública. Frente al desánimo y la decepción que muchos votantes independientes y oficialistas expresan con el gobierno de Mauricio Macri, los grandes medios ensayan formas de distanciamiento. Pero a la vez advierten acerca de un eventual regreso del “populismo”, subiéndose a la ola mundial de informar a sus audiencias de manera que confirmen sus prejuicios sobre las cuestiones políticas.

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