Crean en EU el Uber de los aretes

sábado, 27 de julio de 2019 · 10:51
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Diversos negocios han replicado el modelo Uber, en el que un prestador de servicios acude directamente a donde está el cliente que lo requiere mediante una web o una aplicación. Una nueva variante surge ahora para instalarse de forma disruptiva en el mundo del piercing. Louisa Schneider, una emprendedora de Nueva York, fundó con cuatro millones de dólares Rowan, una empresa que se propone, sobre todo seducir a la llamada Generación Z de los nacidos entre 1995 y 2015, transformando el rito de iniciación que supone perforarse las orejas (o el ombligo) para lucir joyería. Aunque ya existen negocios que ofrecen hacer ese servicio a domicilio, sigue siendo práctica generalizada que los padres llevan a sus hijas al centro comercial para la perforación del lóbulo, una experiencia poco glamorosa para quienes transitan por la pubertad, e inclusive riesgosa para la salud. La idea de Schneider es justo esa: sacar ese rito de la plaza comercial y llevarlo a los hogares. Quienes practican las perforaciones son personal especializado al que llaman “nurses” (enfermeras). Su objetivo son las niñas entre 7 y 14 años, a cuyos papás se les ofrece una suscripción mensual para renovar los pendientes. La propuesta llamó la atención de publicaciones digitales como Fast Companyy Vox, que pusieron el acento en la forma como esta estrategia puede incidir en una industria no muy bien regulada, sobre todo en términos de salud. Y es que, de los 50 estados de la Unión Americana, en 12 no está establecido que los menores requieran el permiso de sus padres para practicarse el piercing, el cual, por cierto, no es considerado un procedimiento médico, por lo que para practicarlo ni siquiera se requiere licencia. De triunfar en su pretensión, Rowan supondría una amenaza para los locales de Claire’s, la compañía que se arroga ser la líder mundial en especialistas de piercing para niñas, con 40 años de experiencia. De hecho, relata Fast Company, Schneider pasó mucho tiempo estudiando centros comerciales antes de lanzar el negocio. Descubrió que muchos padres y abuelos hacen toda una celebración para llevar a una niña, sin que los minoristas les brinden una atención acorde con la trascendencia que ese momento significa para las familias. Su idea es brindar un servicio lo más parecido posible a una fiesta, que tenga la propia casa como centro de la ceremonia, además de garantizar altos estándares de seguridad y precisión. "Es un rito de iniciación que trasciende las culturas y la religión", asegura. "Es uno que generalmente reúne a varias generaciones de mujeres de una familia. Pero de alguna manera lo hemos relegado a un centro comercial". Pero, como bien apunta Vox, este tipo de iniciativas no son buenas noticias para un modelo como el del retail, herido de muerte por el comercio electrónico tipo Amazon.

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