CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Nace el Festival Internacional de Cine de Tulum (Fictu) con 25 títulos nacionales e internacionales, a efectuarse del 4 al 8 de diciembre próximo. Su finalidad es ofrecer historias con tópicos actuales, la economía, el periodismo, la identidad de género, el medio ambiente y la violencia, entre otros. Cabe destacar que para acercar a los nativos y residentes del lugar, donde no existen cines, sus alrededor de 60 proyecciones, en seis sedes, serán gratis. La programación se divide en cinco partes, cuatro secciones y un área de funciones especiales. Entre los títulos se encuentran Honeyland, el documental ganador del Gran Premio del Jurado de Sundace en 2019, de Tamara Kotevska y Ljubomir Stefanov; Lapü, de los colombianos César Jaimes y Juan Pablo Polanco; Mr Jones, de Agnieszka Holland; La Paloma y El Lobo, de Carlos Lenin, y El guardián de la memoria, de Marcela Arteaga. Además, se incluyen seis cortos animados de Polonia para niños. Su directora Paula Chaurand explica que surge el Fictu “por regresar el cine a Quintana Roo tras el suceso del Rivera Maya Film Festival (el cual finalizó en 2016) que fue un éxito en la formación de públicos y por eso debía insistirse para que el proyecto volviera a tomar cauce”. Chaurand tocó puertas y se encontró una entre abierta, la del municipio de Tulum: “Fue muy sorpresivo, ya que ahí tenían ganas de realizar un festival y que incitara al diálogo y fuera congruente con el sitio, y se buscó la otra mancuerna para financiar el proyecto, la cual la encontramos en el Consejo de Promoción Turística de Quintana Roo y de ahí surgieron muchos brazos extendidos con una claridad de ver como el destino está procurando para lograrlo”. El Fictu cierra el año, por lo que se le pregunta a Chaurand si fue complicada la programación: “Fue difícil precisamente por la temporada. Un festival que cierra el año viene arrastrando un sinnúmero de filmes de mucha calidad que ya se han visto. El Fictu iniciará cuando han pasado dos hermosos festivales que contienen una programación muy fuerte (de Morelia y Los Cabos), por lo que nos enfocamos en un programa de tópicos específicos, que fuera equilibrado, entonces fue una ardua excavación, viendo muchas películas. El comité estuvo muy comprometido tratando de encontrar donde estaban esas cintas que valían la pena finalmente exhibir en un contexto como Tulum y que se pareciera poco a lo que hemos programado anteriormente bajo otras circunstancias”. Al señalarle ¿cómo se debe sensibilizar a los políticos y legisladores que los festivales de cine son proyectos culturales, educativos y reflexivos para destinarles presupuesto?, menciona: “Ha sido una experiencia muy frustrante para todos los que nos encontramos en esto, ver como los financiamientos han pasado de más a menos y cómo no puedes encontrar esa posibilidad porque creo que todos los que gestionamos proyectos culturales no estamos esperando que se nos dé, sino coparticipar. Siempre cuando encuentras esos lados, de nosotros nos vamos a auspiciar el proyecto económico completo, de este lado decimos, no estamos esperando eso, deseamos coparticipar, donde te necesito a ti y nosotros vamos a buscar las otras partes para que el proyecto nazca. El Instituto Mexicano de Cinematografía nos ha apoyado con mucha claridad porque tienen una línea muy clara de dónde y cómo quieren aportar, de llevar al cine a lugares donde no llega, un objetivo común, lo cual nos obliga a repensar las cosas con lo que se cuenta. El cine posee un poder transformador increíble y más en una programación que incite a reflexionar y a conversar”. Chloë Roddick, la programadora del festival, destaca: “Con la programación hemos intentado crear una selección consciente y reflexiva que representa la multitud de voces en el cine contemporáneo. Tomamos en serio la responsabilidad curatorial de ser incluyente, celebrando trabajos de varios géneros y estilos hechos por mujeres, directores de color o providentes de grupo minoritarios o marginados, además, de buscar representaciones justas y empoderadores de dichos grupos”.