Morir a los 16 años…
PARÍS (apro).- Se llamaba Julie. Tenía 16 años. Le gustaba la música, el baile y hacer reír a la gente, sobre todo. Por eso se había vuelto muy popular en su colegio. Soñaba con una profesión relacionada con el mundo del espectáculo.
Falleció en la noche del 24 al 25 de marzo en el servicio de urgencias del hospital infantil Necker de París.
Y aún si actualmente el Covid-19 mata a una persona cada cuatro minutos en Francia, la muerte de Julie, primera adolescente víctima de ese virus despiadado, traumó a todo el país.
En Morsang-sur-Orge, municipio de 22 mil habitantes, ubicado a una veintena de kilómetros al sur de París, donde Julie radicaba con su madre y su hermana, el choque es aún más profundo.
Confinados los habitantes del pueblo no pueden expresar su compasión a la familia. Impedidos de despedirse de la joven sus compañeros se desesperan.
El entierro de Julie se llevará a cabo el próximo lunes en presencia de muy pocas personas que tendrán prohibido abrazarse.
Cuando la madre y la hermana de Julie llegaron al hospital Necker el miércoles 25, a la una de la mañana Julie ya estaba muerta. Su madre le acarició la mano y su hermana la frente. Y de inmediato los médicos les explicaron que era la última vez que verían a la adolescente.
El protocolo en tiempos de epidemia es drástico.
Según contó Sabine, madre de Julie, en entrevista a la agencia AFP, le fue imposible recoger las pertenencias personales de la joven. Todo fue quemado. Sólo se le permitió guardar su cadena y medalla de bautizo y su pulsera.
No se procedió al aseo mortuorio de Julie. Su hermana no pudo maquillarla ni peinarla. Sabine tuvo que elegir de inmediato el ataúd…
“Fue duro aguantar todo eso…”, comentó.
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A principios de la semana pasada Julie empezó a toser. « Se trataba de una tos aparentemente benigna que mi hija trató con jarabe, yerbas e inhalaciones », explicó Sabine .
El sabado 21 la adolescente empezó a sentir que le faltaba soplo. Luego le dieron ataques de tos. El lunes su madre la llevó al médico, que constató una deficiencia respiratoria y decidió hospitalizarla.
Julie fue internada en el hospital de la ciudad de Longjumeau en el que fue sometida a exámenes. Los médicos dijeron a Sabine que estaban procediendo a pruebas de coronavirus. Más tarde le confiaron que el escáner le había permitido observar «zonas opacas» en los pulmones.
En la noche del lunes al martes empeoró tanto la insuficiencia respiratoria de Julie que fue trasladada a París al hospital infantil Necker, donde ingresó de inmediato al servicio de reanimación.
El martes por la tarde Sabine visitó a su hija que se quejaba de dolores en el corazón. Al final de la tarde los médicos le anunciaron que las pruebas de coronavirus que acababan de realizar eran negativas.
Aliviada la madre de Julie regresó a su casa. A las diez de la noche recibió una llamada telefónica del hospital Necker. Se le advirtió que los resultados de las pruebas del hospital de Longjumeau habían resultado positivas.