Drogas: lo que hay detrás(*) (Primera de dos partes)

domingo, 2 de enero de 2005 · 01:00
* El debate, más allá de la ciencia México, D F, 31 de diciembre (apro)- Utilizadas desde tiempos inmemoriales, las drogas hoy son motivo de un debate que trasciende el terreno del conocimiento médico y científico, y que preocupa a sociedades y gobiernos Más allá de la polémica en torno a la posible legalización o despenalización de algunas drogas en México, subyace no sólo la corrupción de grupos de poder, la desinformación por parte de los medios y la publicidad, sino algo de importancia y profundidad: la falsa moral de quienes condenan las drogas y a quienes las usan Definición La explicación del término “droga” que aparece comúnmente en los diccionarios, la define como “sustancia que se emplea en medicina, la industria o las bellas artes” o “cualquier sustancia estupefaciente” Por su parte, el filósofo Antonio Escohotado, en Aprendiendo de las drogas Usos y abusos, prejuicios y desafíos, describe a la droga como “sustancia en la que se comprende el remedio y el veneno, ambas a la vez” En otras palabras: droga es un compuesto natural o químico que afecta el funcionamiento del organismo, ya sea de forma adormecedora, narcótica o alucinógena De acuerdo con el modo de uso, las drogas pueden causar dependencia, trátese de legales (alcohol, café, tabaco y medicinas) o ilegales (marihuana, peyote, cocaína, heroína, etcétera) El estigma Las drogas llevan a cuestas el estigma social de ser dañinas para la salud, señalamiento que debería ser repartido entre todo producto nocivo para el ser humano (por ejemplo: cigarrillos, solventes, bebidas alcohólicas y otras sustancias peligrosas) Internarse en mundos a los que las drogas nos abren las “puertas” puede denominarse enfermedad mental, porque hace que perdamos el principio de realidad, común al resto de las personas, aquello que las mueve a vivir en sociedad y dentro de lo que es “aceptable” Convivir en sociedad no puede llegar a buen fin si vamos contra las reglas que la rigen, y las drogas abren la puerta a la percepción de una realidad con reglas diferentes a las sociales Precisamente “las puertas de la percepción” fue el título del ensayo The Doors of Perception, que en 1955 escribió para referir sus primeras experiencias con mezcalina, el científico y novelista inglés Aldous Huxley (1894-1963) Había tomado la metáfora de un verso de Las bodas del Cielo y del Infierno del poeta romántico William Blake (1757-1827): Si las puertas de la percepción se abrieran todo aparecería al ser humano tal cual es: infinito Dado que el hombre se ha limitado a sí mismo, divisando las cosas a través de la estrecha rendija de su caverna En palabras del sociólogo y antropólogo Erwin Goffman (1922-1982), en La identidad deteriorada: “La sociedad establece los medios para categorizar a las personas y el complemento de atributos que se perciben como corrientes y naturales en los miembros de cada una de esas categorías” Es decir, que los individuos que consumen algún tipo de droga ilegal cuentan con características y actitudes que no son corrientes de acuerdo con las categorías sociales vigentes El drogadicto es catalogado como un “lacra”, en tanto que un fumador o alcohólico no entra en estas categorías, ya que consumen sustancias permitidas Nuestra sociedad considera a las drogas “un terrible enemigo” (la frase es del expresidente mexicano Ernesto Zedillo), pues entre otras cosas, atentan la integridad familiar Con base en lo anterior, las drogas son prohibidas por razones que van más allá de una cuestión de salud; más bien se trata de una estigmatización social a algo desconocido La realidad de las drogas El individuo posee dos grandes dimensiones: una es el cuerpo y otra el espíritu Cuando le damos oportunidad al espíritu de prescindir del cuerpo, nos encontramos con todos los elementos que forman parte de la razón, el conocimiento y los sentimientos El tiempo parece no transcurrir, y esto da lugar a que conversemos con nosotros mismos, sin temores Es importante entender que en cada ser humano existen una o varias realidades distintas a los demás y, sin embargo, no todos las conocemos; tan sólo nos quedamos con la primera realidad que se nos impone desde que hemos nacido, no sólo por nuestros padres o abuelos, sino como un legado ancestral de civilizaciones limitadas, debido a leyes y reglamentos Así, se establece un modo de vida que debe ser común y obligatorio para los ciudadanos y, con esto, se impone la realidad en la que todos vivimos en un mismo plano, en una sola perspectiva: nos miramos y casi podemos vernos reflejados unos en los otros, compartimos usos y costumbres muy similares y patrones de conducta establecidos Lo cierto es que el ser humano no puede vivir en la unilateralidad de la vida cotidiana Aun en las horas de vigilia es común que estemos mentalmente en otros lugares sin que esto sea dañino; es, en todo caso, complementario La idea es descubrir las realidades paralelas que cada uno de nosotros construye inconscientemente, o sea, sin darnos cuenta, a lo largo de nuestra vida En esas otras realidades se nos presentan características que complementan nuestra personalidad No deberíamos conformarnos con la limitada visión de la realidad que compartimos y que vivimos cotidianamente No es suficiente interactuar con los otros de manera mecánica, sino intentar ir más allá de nuestros propios límites Lo hacemos cuando soñamos, pensamos e imaginamos, pero esas son sólo unas fases de todo lo que hay detrás de nuestras “puertas” (*) El origen de este artículo se remonta a la tesina "Drogas: Mito y realidad en las razones de la prohibición" (UAM-Xochimilco, 2001), realizada en coautoría con Paola Tinoco

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