Boogie en Proceso

jueves, 4 de marzo de 2010 · 01:00
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MÉXICO, D.F., En su edición número 33, el 20 de junio de 1977, Proceso publicó por primera vez la historieta de Boogie el aceitoso. Nuestra revista tenía unos cuantos meses de nacida, como tenía unos cuantos meses el gobierno de José López Portillo, el presidente que pasó de la frase “tenemos que aprender a administrar la abundancia”, a otra que lo marcó para siempre: “no pago para que me peguen”.

            Proceso tenía un costo por ejemplar de 15 pesos y en el principal asunto de su portada trataba un tema común entonces y recurrente casi 33 años después. Para mal o para bien, según se vea, aún no aparecía la plaga de los celulares y por tanto en la foto de portada se veía un aparato telefónico que hoy debe formar parte del acervo del museo de antigüedades tecnológicas, con un encabezado que decía: “Teléfonos intervenidos.- Espionaje político”. Más o menos lo mismo de hoy…

            Desde esa edición, Boogie el aceitoso se apoderó de la última página de la revista, y no la abandonó hasta la edición 1040, el 6 de octubre de 1996. El personaje no murió en un tiroteo entre mercenarios, como sin duda le hubiera gustado. Simplemente, su autor dejó de hacer la historieta.

            A Boogie ya se le conocía en México. Apareció esporádicamente, entre otras publicaciones, en Revista de Revistas, cuando era dirigida por Vicente Leñero. Pero fue en Proceso donde Boogie se hizo no sólo popular sino imprescindible, como la lectura misma del semanario. Durante aquellos casi veinte años, Proceso solía leerse de atrás para adelante. Por lógica la gente veía primero la portada. Pero en seguida la volteaba para leer a Boggie y sólo entonces –quizás, tal vez, a veces sí y a veces no— procedía a leer el contenido. En Sanborns ni siquiera tenían que comprarla: se echaban a Boogie ahí, recargados en la mesa de revistas, junto a la caja y luego, a leer su publicación de espectáculos preferida… Más o menos como ocurre ahora, pero sin Boogie.

            ¿Quién y cómo era, en el comic,  Boogie el aceitoso?

            Así lo describía su propio autor, el escritor e historietista argentino Roberto Fontanarrosa:

            “Un mercenario sin ideas políticas, un violento, un matón…

            “Un defensor del sistema de vida norteamericano, racista, mujeriego y machista, antihéroe, anticomunista. Es un profesional eficiente, ese es su valor moral, se mueve de acuerdo con el dinero… Boogie es siempre el personaje que alguien quisiera ser: duro, inviolable, coherente, sin mutaciones anímicas, con la glándula moral alterada… No es ni pretende ser simpático; es totalmente amoral, desprendido de sentimientos, tal como son algunos seres humanos…”

            Es posible que hoy en día, algunas de aquellas historietas nos parezcan en México hasta tiernas y Boogie el aceitoso semeje una hermana de la caridad, en comparación con la violencia que sacude diariamente al país. En fin, todo evoluciona, hasta el segundo oficio más antiguo del mundo: el de los sicarios.

            ¿Por qué Fontanarrosa eliminó a este personaje que forma parte de la historia entrañable de Proceso?

            A fines de 1997, en una entrevista, lo explicaba así, de una forma parca pero rotunda:

            “Ya no lo hago más. No tengo tiempo de seguir con él. Claro, podría haber eliminado a otro personaje, pero la verdad es que no tengo ganas de seguir con él y, en este oficio, si no tenés ganas, se nota. En realidad durante mucho tiempo seguí haciendo Boogie nada más para la revista Proceso

            “Tengo una especie de deuda con Proceso, porque admiro la lealtad que siempre tuvo con Boogie. Nunca me expliqué por qué lo publicó y tampoco por qué lo mantuvo tantos años.

            “Tal vez el día de mañana –concluía Fontanarrosa— Boogie reaparezca; no lo creo, pero podría ser…”

            La historieta de Boogie el aceitoso no reapareció. Y no lo hará nunca más porque su autor, Fontanarrosa, murió a los 63 años en la ciudad de Rosario, donde nació.

            Sin embargo, Fontanarrosa cometió un error en el que Boogie no hubiera incurrido. No mató a su personaje. Sólo se cansó de dibujarlo y así lo dejó vivir. Por eso, a un paso de que culmine la primera década del siglo 21, Boogie el aceitoso reaparece, ahora en versión de animación cinematográfica… gracias a una insólita aventura de coproducción entre Illusion Studios, de Argentina,  y Proceso, la revista que lo lanzó al estrellato en México.

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