¡Qué salvada!

martes, 15 de noviembre de 2011 · 10:23
MÉXICO, D.F. (apro).- Respetado Tío Sam: bípedo implume, usted sabrá perdonar que un bípedo emplumado le dirija la presente pero, en nombre de los de mi especie y el mío propio, le informo que sobran motivos para hacerlo, como lo comprobará si la sigue leyendo. Vaya por delante nuestro sincero agradecimiento a Benjamín Franklin el cual, según cuentan, propuso que la efigie de uno de nuestra especie figurara en el escudo de los USA, en lugar del águila calva. Vaya también nuestro agradecimiento a la mayoría de los denominados padres fundadores de su nación, a los que rechazaron dicha propuesta. Aclaro: nuestro agradecimiento al primero se debe al honor que nos quiso conferir: nuestro agradecimiento a los segundos, a que su rechazo por mayoría democrática nos libró de las vergüenzas e incluso burlas que pudieran caer sobre nosotros por las acciones ineptas, equivocadas e incluso mal intencionadas que cometiera la joven nación que, aquí entre nosotros, tiene que admitir que no fueron pocas… y las que sigue cometiendo. Ejemplo: el mentado rechazo nos ha evitado la vergüenza de cargar con las acciones llevadas a cabo en días pasados por el gobierno estadunidense, campeón de la democracia y paladín de la libertad, acciones por las que quedó con el trasero al aire, como suele decirse, al votar en contra de la admisión de Palestina, como una nación más, en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, donde Palestina, a pesar de la voluntad contraria de los USA (UNESCO), fue admitida por una aplastante mayoría de votos emitidos democráticamente, hecho que hizo que el gobierno de los USA, demostrando un mezquino espíritu fenicio, retirara su contribución monetaria a ese organismo. Usted, respetado Tío Sam, dirá si esas acciones corresponden al autoproclamado y por tantos tenido campeón de la democracia y paladín universal de la libertad; si esas acciones no dan de patadas a la democracia y a la libertad. ¿Qué dice? ¿Es eso respetar la libertad de expresión y apoyar a la pluralidad? ¿Lo es igualmente su acoso, su guerra sin cuartel contra Wikileaks y su fundador, el periodista australiano Julian Assange? La verdad es, respetado Tío Sam, que esos hechos y otros parecidos de los que ha sido protagonista en los años de existencia de los USA, como son el haber despojado de la mitad de su territorio a un país vecino, fraguar la caída de gobiernos elegidos democráticamente, apoyar a dictadores, ocupar militarmente por años a otras naciones, iniciar guerras justificándose con falaces mentiras y haber provocado en menos de 80 años dos crisis económicas, la de 1929 y la de 2008, que han puesto al borde de la catástrofe al mundo, no son buenos hechos que legitimen el liderazgo de los USA como adalid de la democracia, campeón de los derechos humanos, paladín de la libertad de expresión y acción y valedor de la pluralidad… a no ser que lo sea en el sentido por lo que en realidad es el ave que tiene en su escudo: el águila, que por naturaleza y en esencia, no es más que un animal de rapiña, carnicero, depredador. ¿Qué dice al respecto? ¿Exageramos? Antes de contestarnos, respetado Tío Sam, le recomendamos que no olvide que su país, los USA, es el líder indiscutido de la globalidad neoliberal en que respiran y del libre mercado y, por lo tanto, del capitalismo del desastre, de ese capitalismo que no se tienta el corazón para crear problemas por todos los medios a su alcance, que no son pocos, y en todos los lugares… para luego presentarse como salvador, como elemento indispensable para arreglar los problemas que él mismo ha provocado… y ser también, si no el único, el mayor beneficiado, como lo muestra y demuestra Naomi Klein en su libro La doctrina del shock. Léalo y después nos dice si mentimos o hemos dicho verdad en lo expuesto en la presente. Igualmente nos dirá si no nos sobran motivos para estar agradecidos --¡qué salvada nos dieron!— a los que rechazaron que se nos pusiera en el escudo de su país, los USA, pues de no pocas vergüenzas nos libraron con su decisión, a nosotros que, procedentes de México, somos unos de los mejores y más celebrados invitados a la mesa de todo el mundo. Con el respeto que nos merece, en nombre de todos los de mi especie, queda de usted el designado para escribirle. EL GUAJOLOTE

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