MÉXICO, D.F. (apro).- Mucho se ha dicho que para conocer el presente es necesario hacer una revisión crítica de la historia, algo de lo que, en términos generales ha carecido el teatro mexicano que el dramaturgo David Olguín define como un archipiélago, un conjunto de islas a veces reunidas, otras absolutamente incomunicadas, pero cada una haciendo las cosas a su manera, con una autonomía difícil de articular en un todo.
De ahí la importancia de la aparición de Un siglo de teatro en México, libro editado por el Fondo de Cultura Económica, coordinado por David Olguín, que ofrece un panorama general de las principales rutas y tendencias del teatro mexicano en el siglo XX.
Este libro pretende ofrecer una visión totalizadora del teatro mexicano del siglo XX, que hasta ahora se había presentado en forma fragmentada. A casi 12 años de concluido el siglo pasado, aparece este tomo que ‘afirma Olguín- busca no solamente llegar a los especialistas sino también establecer un diálogo mucho más amplio, un diálogo con el público.
Esta historia es presentada desde múltiples puntos de vista, a través una serie de ensayos en los que confluyen texto, puesta en escena y la sociedad que en su momento vio los espectáculos ahí descritos.
El libro inicia con un texto de Eduardo Contreras Soto que, partiendo de finales del siglo XIX, analiza el teatro de principios del siglo XX para ofrecer una imagen que cuestiona lugares comunes en la percepción del teatro mexicano, como que el realismo comienza a mediados del siglo XX, cuando en realidad ya había la presencia de elementos del realismo escénico en el primer cuarto del siglo.
Hace también una revisión de las compañías de repertorio españolas que trajeron su teatro a nuestro país y de los primeros autores mexicanos que buscan independizarse de las formas teatrales europeas para empezar a construir una visión propia.
Posteriormente, Alejandro Ortiz BuyéGoyri hace un recuento del teatro de revista en el que contribuye a erradicar la visión de menosprecio que se tiene del llamado “género chico”, para mostrar lo que fue un momento privilegiado en la historia teatral mexicana.
David Olguín titula El “charro” de Mesones 42: Teatro de Ulises, a su texto, en el que analiza el trabajo de este importante movimiento teatral y toda la vanguardia que se generó alrededor Los Contemporáneos.
Flavio González Mello en Un teatro para caníbales: Rodolfo Usigli y el festín de los demagogos, desmitifica lugares comunes en la interpretación del teatro mexicano en torno a la figura de Rodolfo Usigli como “padre del teatro en mexicano”, para ofrecer una visión más heterodoxa de la historia.
Giovanna Rechia habla de la escenografía en el teatro mexicano del siglo XX; Gonzalo Valdez Medellín aborda el “teatro comercial”y el diálogo que ha establecido con las clases medias; Olga Harmony analiza el movimiento teatral surgido del Instituto Mexicano del Seguro Social y la red de teatros que se construyeron en todo el país como posibilidad de generar una auténtica “nación teatral”.
De los años 50 se ocupa Luis Mario Moncada a través de su texto El milagro teatral mexicano, en el que asocia el momento económico de bonanza que vive el país con lo desértico de la producción teatral; Fernando de Ita analiza el teatro regional en México, a partir de los años 50; Luz Emilia Aguilar Zinser escribe dos textos, uno dedicado a Poesía en Voz Alta y otro en el que aborda el teatro de la última década del siglo pasado.
Bruno Bert habla de algunos momentos de obras que considera fundamentales en los años 70; Bruce Swansey hace una revisión de los años 80, como un tiempo de rebeldía y crisis provocado por el teatro universitario; la revisión de los años 90 está a cargo de José Ramón Enríquez, mientras que Lidio Sánchez Caro, investigador y director radicado en España desde hace 20 años, parte de la misma década para llegar hasta el año 2005.
Rodolfo Obregón habla de México y el mundo, un teatro cosmopolita para un público provinciano; Rubén Ortiz aborda el tema de la actoralidad y, finalmente, Alberto Villareal, una de las nuevas voces de nuestro teatro, escribe un texto que mira hacia el futuro: Largo viaje de fin de siglo a inicio del presente.
Bienvenida esta multiplicidad de voces que, con una visión crítica, nos invitan a recorrer ese archipiélago descrito por David Olguín, construido a lo largo de un siglo.