"La comedia infernal..."
MÉXICO, D.F. (apro).- Sin dejar de reconocer la gran calidad histriónica del señor John Malkovich ampliamente demostrada, sobre todo a través de su trabajo cinematográfico desde su primera aparición estelar en la cinta Places in the Heart (1984), por la que obtuvo una nominación al Oscar, en el variopinto público de la Ciudad de México sigue prevaleciendo un impulso “malinchista” que lo hace volcarse, a cualquier costo, a las taquillas de un teatro cuando se trata de una presencia internacional de renombre.
Tal es el caso de las recientes presentaciones en México de La comedia infernal, confesiones de un asesino serial, escrita y dirigida por Michael Sturminger, que ofreció cuatro funciones que estuvieron llenas en su totalidad en el Teatro de la Ciudad, sin importar los costos de los boletos, que fluctuaron entre los mil 800 y 500 pesos, insólito para el costo promedio del teatro en México.
Aclaro que no se trata de cuestionar si el trabajo del señor Malkovich lo vale o no (incluidos los costos de su traslado a México con compañía y orquesta), sino de ese extraño comportamiento de un público siempre dispuesto a aplaudir a artistas famosos desde el primer instante que pone un pie en el escenario –sin importar si lo que haga después vale la pena o no –, el mismo que muchas veces se resiste a presenciar el buen teatro mexicano a un costo de 150 pesos por boleto o menos. El fenómeno de los públicos sigue teniendo muchas incógnitas por resolver.
En el terreno estrictamente artístico, La comedia infernal es un trabajo de excelente nivel, un experimento escénico que combina el monólogo de John Malkovich interpretando a Jack Unterweger –poeta, dramaturgo y periodista austriaco convicto por asesinato–, con arias operísticas que en su contenido de alguna manera evocan a aquellas mujeres seducidas por el natural carisma de Unterweger y que aun hoy lo consideran inocente.
Las sopranos Marie Arnet, de origen sueco, quien próximamente cantará Donna Clara Der Zwerg para el Liceu en Barcelona, y Kirsten Blaise, cantante estadunidense actualmente avecindada en Alemania, desde donde ha desarrollado su carrera internacional, son las extraordinarias acompañantes de Malkovich que interpretan a diversas mujeres relacionadas con la vida de Unterweger.
La historia comienza con el regreso de este asesino serial a la escena, después de su muerte, para presentar al público su autobiografía, La comedia infernal, a la manera de un stand-up en el que nunca se sabe qué es verdad y qué es mentira en el relato de asesino cuya personalidad y motivaciones seguirán siendo un acertijo por resolver.
Jack Unterweger fue sentenciado en 1974 a cadena perpetua por asesinato, y fue en la cárcel donde comenzó a escribir. Pronto alcanzó la fama con sus obras y particularmente con su autobiografía y, gracias a la petición de 700 intelectuales, tras 15 años de encierro las autoridades decidieron liberarlo por su buena conducta y por considerarlo rehabilitado para vivir en sociedad.
Sin embargo, una vez libre aprovechó sus viajes por el mundo como reportero y conferencista para cometer nuevos asesinatos de mujeres en Graz, Praga, Bregenz, Los Angeles y Viena, para finalmente ser reaprendido en 1994 y suicidarse en su celda.
Este es el controvertido personaje al que Malcovich da vida, un moderno Jekyll y mister Hyde, como él mismo lo plantea antes de estrangular en escena a un de las sopranos con un sostén, en uno de los momentos más intensos de la obra.
Mención especial merece la participación de la orquesta Wiener Akademie, fundada en Viena en 1985 por el director y organista Martin Haselböck, que para este montaje interpreta en vivo música de Mozart, Vivaldi y Haydn, entre otros, para fungir como puentes y diálogos musicales con el personaje de Malkovich.