Por, tras y sobre el caballo

martes, 28 de enero de 2014 · 18:42
MÉXICO, D.F. (apro).- ¿Dónde lo oí? No lo recuerdo, pero seguro es que oí que este año del 2014, según la cultura occidental y cristiana, con arreglo al calendario de los chinos que inicia este 31 de enero, le corresponde el signo del caballo; eso y mi curiosidad me ha llevado a investigar qué representa dicho animal para la humana criatura y ese es el motivo de la presente que servidor ha escrito, estimados lectores de la misma. Según cuenta la tradición, en el viejo tiempo de Cécrope, éste fundó una ciudad que después sería famosa. Poseidón, dios del mar al que los romanos llamaron Neptuno, y la diosa Palas Atenea, que esos mismos conocían con el nombre de Minerva, se disputaron la posesión de la mencionada ciudad. Reunidos los dioses en su mansión del Olimpo, después de reñido debate, decidieron que la ciudad en disputa sería de aquel de los dos dioses que regalara la cosa más útil a los mortales. Poseidón hirió a la tierra con un fuerte golpe de su tridente… y brotó de ella el caballo… ese es el origen mítico según la mitología occidental de tan noble bruto, como también se conoce al caballo, aunque no tanto. Atenea, por su parte, hizo surgir un olivo. Los dioses juzgaron, al final de una acalorada discusión, que era más útil para los humanos el legado de Atenea: el olivo, y a ella adjudicaron la ciudad y sus alrededores, que por tal motivo recibió el nombre de Atenas, y la tierra que dominaba, el de Ática. Teniendo en cuenta que en el pensar, en el analizar y también, cómo no, en el fantasear del humano, que ante una cosa, acción, objeto, planta o animal y persona que no entiende o no se explica bien, tiene la tendencia a atribuir a los mismos sentimientos muy parecidos o propios del humano, lo que nos da, entre otras cosas, el simbolismo, arte en el cual todo animal, incluido el caballo, presente en la vida, pensar y sobre todo en el soñar del género humano, representa generalmente la fuerza de los instintos. Como dice C. Jung, el animal representa la psique no humana, lo infrahumano instintivo, así como el lado psíquico inconsciente. Como medio de transporte, como cabalgadura, es también símbolo del cuerpo, de lo material domado, sometido por lo espiritual de quien lo monta o conduce, que simboliza al logos, el espíritu que prevalece sobre la cabalgadura que simboliza la materia bruta, no pocas veces agresiva y siempre caótica y desafiante al orden al que quiere someterla el espíritu, el logos. Basándose en esto último, autores hay que han llegado a la conclusión de que el caballero y la caballería fueron en sí una pedagogía superior que tendió, sobre todo en el Medievo, a la transformación del hombre natural, esto es, descabalgado, de a pie y por lo tanto con no pocos puntos con el animal y transfigurarlo en un ser superior por medio de la ley, en su fidelidad y esfuerzo en hacerla cumplir en la vida diaria, como intentaban o decían que ese era el fin de todas las órdenes de caballería… Ordenes que la misma Iglesia católica alentaba y amparaba… lo que es igual que decir la mayor y más poderosa visión del mundo en aquella época medieval. Las buenas intenciones de los caballeros ya se sabe en qué quedaron, en eso, en intenciones… como lo demuestra que cuando pasaron a ser historia, no dejaron un mundo mejor que el que heredaron los mismos, pues la globalidad en que nos movemos y nos mueven “el otro es apreciadísimo… incluso más que la criatura humana y en ella pocas cosas hay en común, pues se tiene como ley de vida las palabras ‘tuyo y ‘mío’ y se aprecia más la competencia agresiva que la solidaridad y cooperación; porque en esa globalidad en la que vivimos siguen vigentes el fraude, el engaño y la malicia, por lo que la justicia no pocas veces es turbada y ofendida y hasta perseguida por los del favor y del interés de este tiempo en que nos movemos y nos mueven: porque en la globalidad en la que respiramos, las doncellas y la honestidad no pueden andar solas sin el temor de la ajena desenvoltura y lascivo intento las menoscaben”, como dijo el más celebre de los caballeros andantes: Don Quijote, en la noche que pasó con unos cabreros. Por lo expuesto, servidor considera que este año del 2014, no va a ser mejor por mucho que lo deseemos… ¿o seremos capaces de montarnos en el caballo chino y transfigurarnos con eso y a la globalidad que nos mueve y en la que nos mueven? Estimados lectores de la presente, ¿qué piensan al respecto? Sin más y deseándoles lo mejor, de ustedes. JUAN CURIOSO

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